ANÍBAL GIL
Nació en 1932 en Don Matías, Antioquia. Con su familia se estableció en Medellín en 1946. Estudió pintura con Rafael Sáenz y en 1954 viajó a Italia, donde se formó en la Academia de San Marcos y en distintos museos europeos. En 1957 volvió a Colombia, presentó su primera exposición individual y posteriormente se vinculó como profesor universitario en Medellín. En 1964 fundó el Taller de Grabado en el Instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia. Ha practicado gran variedad de técnicas artísticas y se ha destacado como pintor, dibujante y grabador.
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A una temprana edad [*], Aníbal Gil tuvo dos inusitadas convicciones: era distinto y quería ser artista. La presencia de una madre ideal en el imaginario, la crianza en contacto estrecho con la naturaleza y con los hombres que la trabajan, la necesidad incesante de hacer algo con las manos y la protección de un pequeño círculo familiar, sirvieron de abono para solidificar su deseo y hacer todo lo necesario para poder cumplirlo.
En lugar de permanecer en el campo, donde nació, encontró la manera de avanzar, ingresando a estudiar al seminario de Yarumal. Allí su temperamento inquieto no paró de dibujar y mancharse las manos. Gracias a que no pudo vencer los intríngulis de a aritmética, debió dejar el internado y llegó a su familia a Medellín. […] [Allí] encontró las puertas de su destino, gracias a un golpe de inteligente lucidez y al apoyo de un director de estudios, quien hizo ver a sus padres de crianza que el joven tenía un filón que debía cultivar.
[…] Encontró al fin un profesor. Trabajó como colaborador para pagarle las clases, pero antes de iniciar sus recorridos cada mañana, madrugaba para pintar el desayuno diario de una acuarela. En la escuela de Rafael Sánez (1910–1998) tuvo a un maestro generoso y a un puñado de cómplices, con quienes complementó su educación y se adentró en distintas manifestaciones artísticas. Con adolescente entusiasmo, hizo consigo mismo el pacto ideal de ser el mejor artista del mundo.
[…] Al promediar el siglo XX, varios artistas colombianos figurativos, entre quienes estaban Enrique Grau (1920–2004), Alejandro Obregón (1920–1992), Fernando Botero (1932), Anibal gil (1932) y Augusto Rendón (1933), contaban con experiencia formativa como autodidactas y en algunos casos con un tránsito académico formal. Estaban insatisfechos con el naturalismo y el academicismo vigente, y al mismo tiempo eran conscientes de a fuerza renovadora adquirida por las vanguardias del siglo XX. La mayoría de ellos, como también lo habían hecho décadas antes los muralistas mexicanos, encontró en el regreso a las fuentes clásicas, representadas por el Renacimiento italiano, un punto d apoyo fundamental para tratar de resolver sus inquietudes plásticas. A partir de entoncs enfrentaron el dilema entre tradición y vanguardia mediante una estrategia de reconciliación.
En Italia, Grau, Boter, Gil y Rendón, cada uno a su manera, pero siguiendo denominadores comunes, absorbieron ensñanzas derivadas de la obra de Giotto (ca. 1267–1337), Paolo Ucello (1391–1475), Masaccio (1401–1428), Piero della Francesca (1416–1492) y Mantegna (1431–1506), y se interesaron por las teorías de la historia de Bernard Brenson (1865–1959) sobre los valores táctiles del Renacimiento. El arte moderno europeo los tocó por la vía del cubismo analítico y Picasso (1881–1973), los postulados teóricos de André Lothe (1885–1962) y las ideas del Universalismo Constructivo del pintor uruguayo Joaquín Torres García (1874–1949).
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Entrevista al maestro Aníbal Gil:
https://www.youtube.com/watch?time_continue=33&v=Zxra5AZP_Ck
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[*] Tomado de: Londoño Vélez, Santiago. «Aníbal Gil». Tragaluz Editores. Medellín, 2009.