Se acabó el 2021 con esa rapidez inimaginada con que cada vez nos sorprenden más los años. No obstante, fue aquel uno lleno de muchas cosas especiales para nuestra Revista, empezando porque fue el duodécimo aniversario, ni más ni menos. Nos alegra saber que siempre contamos con tantas personas amigas de las letras que nos motivan a seguir con este proyecto y gracias a las cuales el mundo es un poquito mejor.
No podíamos dejar concluir el 2021 sin exaltar los doscientos años del nacimiento de Fiodor Dostoievski, a quien tanto le debe no solo la novela moderna, sino incluso la filosofía vitalista o hasta el psicoanálisis, como señalan algunos críticos. La literatura, como vemos, puede tener más alcances que el que circunscribe su propio terreno. Esto es posible porque las ideas, en tanto puedan materializarse operatoriamente, esto es, en tanto sean racionales, pueden transformar la realidad, vengan de donde vengan.
Asistimos a una sociedad que quiere acabar con la universidad y empobrecer la educación en razón de una supuesta necesidad de «fabricar» obreros, de modo que cada vez se escucha atacar y despreciar el conocimiento profundo y teórico: cada vez la filosofía, las humanidades, la gramática, la historia tienden a ser arrinconadas por su falta de «utilidad». Si algo nos dejó de aprendizaje este año, y si algo nos advirtió Dostoievski, es que la naturaleza humana es mucho más compleja que nuestras explicaciones sobre ella; de allí que desestimar una parte de lo que hace el hombre podría desembocar, por qué no, en desestimar a todo el hombre.
Deseamos, pues, que el año que empieza sea el año en que volvamos sin miedo sobre lo que de bueno y bello tiene la humanidad. Felices lecturas y feliz año 2022.
Los editores.