Por Ana Cristina Restrepo Jiménez*
Ilustraciones de Sara Serna Loaiza**
SER NIÑA EN ANTIOQUIA
Mirás alrededor la imponencia de los Andes, y evocás la travesía de tus tatarabuelas a lomo de mula, sometidas a golpe de espuela: en la mujer buena, el silencio es virtud.
Vos, habitante del «burdel más grande del mundo», en la calle y en el comedor, sos protagonista desprevenida del refranero popular: «Mujer que no sabe cocinar es como hombre que no sabe trabajar», «lo que no se exhibe no se vende», «la mujer casada, en la casa y preñada». Oís hablar más de «Marta Pintuco» que de Sofía Ospina de Navarro.