POR EL CENTRO DE LA CALLE
Por Marcel Hofstetter Gascón*
El país ha venido palpando una creciente polarización política alrededor de los diálogos de paz en La Habana. De un lado se encuentra el gobierno en cabeza de Juan Manuel Santos, quien ha tejido alrededor del proceso de paz una audaz filigrana, que le ha permitido avanzar más allá de sus antecesores. Del otro lado, se encuentra el principal opositor, el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, quien encarna la postura militarista, como única estrategia para enfrentar el conflicto. Alrededor de estas dos visiones contrarias, el país político enfila las baterías de cara a las elecciones del próximo año. El Presidente y sus opositores ya han jugado sus cartas, basados en lo que pueda suceder en La Habana. Los resultados de los diálogos pueden arrojar tres escenarios diferentes: un ágil acuerdo de paz que permita poner fin al conflicto antes de los procesos electorales de 2014, unos avances significativos en la mesa de negociación sin lograr un acuerdo total y el fracaso de la iniciativa.
En caso de llegar a un acuerdo en los pocos meses que quedan, es poco probable que el Presidente busque un nuevo mandato. Santos pasaría a la historia como el estadista que logró resolver el mal endémico de cinco décadas de duración. En este escenario, al nuevo gobernante le quedaría el reto del postconflicto, lo cual requeriría una postura equilibrada y poco militarista. El uribismo, e incluso Vargas Lleras no serían los candidatos idóneos para el momento, en el cual, el Jefe de la Negociación, Humberto de La Calle tendría todas las credenciales para empoderarse del movimiento pacifista.
La siguiente posibilidad consiste en que a pesar de los avances en la mesa de La Habana, los resultados no permitan la firma de la finalización del conflicto. El Presidente estaría prácticamente obligado a lanzarse para un segundo período. Su compañero de fórmula podría ser Germán Vargas Lleras, lo cual dividiría al voto militarista, dejando despejado el terreno para un nuevo mandato. Es probable que una vez se consiga la paz, el Presidente renuncie en pro del Nobel de Paz o como flamante Secretario de las Naciones Unidas.
El tercer escenario consiste en el fracaso de los diálogos, en el cual la extrema derecha, y en particular el uribismo, serían los principales beneficiados. El Presidente pasaría a engrosar la larga lista de mandatarios desprestigiados, al lado de Andrés Pastrana y Ernesto Samper. Sin embargo, la principal debacle del Presidente Santos consistiría en ver al movimiento de su nuevo archienemigo en la Primera Magistratura. Por el lado de la guerrilla, la posición no sería la mejor, dado que tendrían que enfrentar una nueva ofensiva militar. Una opción demasiado costosa para los agentes en conflicto.
El anterior razonamiento apunta a que se darán los pasos para intentar consolidar el primer escenario. El Presidente, el Jefe Negociador del Gobierno y los representantes de la guerrilla tienen los incentivos suficientes para intentar hallar todas las fórmulas posibles que conduzcan a un acuerdo rápido. En ese caso, de La Calle, por el centro, sería la opción más viable de cara a un eventual postconflicto. ¿Los extremos de Santos y Uribe generarán una opción centrípeta?
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* Marcel Hofstetter Gascón es Docente del Programa de Economía y Finanzas Internacionales de la Universidad de La Sabana (Cundimarca).