Literatura Cronopio

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«ANGOSTA» DE HÉCTOR ABAD FACIOLINCE

Por Antonio Arenas Berrío*

«Iban oscuros por angosta tierra»
Virgilio

En las últimas dos décadas se ha dado  un constante y rápido progreso en el desarrollo de la ficción colombiana. Existen algunas buenas ficciones, «Angosta» es una de ellas. Variadísimo es el lenguaje, las técnicas y si se quiere la manera de contar historias.

Toda novela  cuenta una historia  y en ella deberá suceder algo. El escritor  construye su trama de diversas formas y crea o inventa unos personajes que, a veces parecen salidos de la realidad social.

El tiempo le permite ir del pasado al presente y del presente al pasado creando la sensación de que todo puede suceder en unos días, unos meses o  un año. El novelista de hoy  a hecho del tiempo y los personajes su mejor aliado; la mejor forma de estructurar sus relatos.

Los días en que el realismo mágico abrumaba han pasado. Muchos observan hoy la realidad social, un realismo trágico, y si se desea, algunos han omitido la «retórica literaria» para preocuparse de los tropos y el manejo adecuado del lenguaje. No podemos decir cualquier cosa, en cualquier época, cada época genera su propio discurso y las dinámicas propias que generan los conflictos sociales.

La realidad local puede importar más que la realidad global, no sin decir, que lo que pasa en el mundo no nos interesa, no nos atañe. En nuestras ciudades existe un fenómeno tajante, la violencia. El intento de los escritores por ficcionar, sintetizar o narrar este flagelo es arduo.

Así como la sociología indaga la vida cotidiana, la sociedad, la cultura, las instituciones, la violencia, el novelista se concentra realmente en lo que pasa o  pasó a los seres humanos. Angosta es una genial y magistral novela sociológica que hunde sus raíces en las violencias urbanas, teniendo como escenario el territorio, la sectorización y el análisis  micro político del Apartamiento, la exclusión y la marginación. Logra una ficción perfecta.

La violencia a secas en los relatos de Angosta son un ingrato acontecimiento que envuelve con todo muchos peligros y destruye a su paso todo lo que toca. En la ficción literaria hay un consenso en cuanto a la naturaleza del problema de la violencia. Pueden existir diferencias, acuerdos o desacuerdos sustanciales  con su autor frente a la  visión de la pobreza, pero en mi opinión Angosta es la mejor novela citadina que se ha escrito en Colombia en los últimos tiempos sobre las maquinaciones sutiles y no sutiles de la violencia, el control territorial y social realizado sobre las poblaciones más pobres.

Se habla además, del exterminio de la oposición por unos poderes establecidos quizás con los dineros producto de las explotaciones de masas de trabajadores o el dinero fácil del narcotráfico y la industria del secuestro. El estado que calla y no ejerce el monopolio del poder y de las armas; los políticos enriquecidos, la guerrilla, los ataques y el secuestro a los «dones». Síntomas que brotan analizados uno por uno en la novela.

Los puntos básicos a tener en cuenta en Angosta son aquellos que permiten hacer unas lecturas de la violencia como un problema estructural y ligado a la acumulación de riqueza. La política de Apartamiento, para ser más claros, es algo estrictamente económico. La intolerancia descrita en esta obra, el poder, el control territorial, la exclusión y la falta de movilidad, los asesinatos selectivos, los tribunales oscuros de exterminio (la secta de los siete sabios) son un banquete sociológico o un análisis de los micro poderes en esta novela.

¿Qué hace  que a un pobre, sin clase, le sea imposible habitar una oscura tierra como Angosta? El lector lee simplemente, la novela, escrita en fragmentos intercalados y con un narrador en varias voces, no necesita profundizar para adquirir conciencia de la situación en una ciudad como Angosta.

Quizá la novela se ha escrito para honrar la memoria de los muertos. Al curioso que desee conocer a fondo deberá visitar lentamente las páginas de Angosta; a la hora de los auténticos acontecimientos le será necesario revolcar el follaje de las hojas del libro. El lector  tiene que cuidarse, eso sí, de no sacrificar el tiempo para pulir en la memoria la crudeza de la violencia citadina.

El escritor de Angosta cuya voz, no exenta de ironía y de humor, modula mensajes desde lo real; insubordinando los tópicos de la sensibilidad humana. El erotismo y el lenguaje, los libros, la librería son portadores de un pensamiento crítico y profundo. La calidad de la novela, la inteligencia de su autor hacen ver el sereno y tenaz brillo de las imágenes. Todo es real aquí, nada parece inventado.

Ahora bien, territorialidad y sectorización son los medios de intervención de las clases dominantes que tienen su hábitat en la tierra de Angosta. En esta sociedad creada para los pudientes, el dinero, es lo único que les confiere a los individuos y a las castas su identidad. Antes que nada las personas o los sujetos son de «alguna parte» o de  «algún sector» y será necesario un salvoconducto para llegar a los de arriba (los dones), también es referencia común las fronteras que dan coherencia a una sociedad instaurada a través del poder económico, el miedo y la movilidad de las personas.

«¿Por qué debe haber libertad de todo menos de movimiento? Se dice que el mundo se ha convertido en una aldea global. Entonces ¿qué podemos decir de una aldea que no deja libertad de movimiento a sus habitantes? Simple: que practica una política de Apartamiento, es decir, de Apartheid, para ser más claros, así éste no sea racial sino estrictamente económico».

Numerosos ejemplos en la ficción Angosta muestran la importancia de tener dinero. Los intercambios económicos son los que constituyen «un poco» de apertura a las colectividades territoriales. Sólo  se dan para generar más dinero. Aquí como lo dijimos anteriormente, el principio de la identidad y de la casta (dones, segundones, tercerones) están regidos  por el dinero y la actividad laboral y no por la cultura.

Angosta como ciudad es definida en el texto, de esta manera: «Una ruidosa ciudad mecanizada, pero rinde homenaje al viejo villorrio como si quisiera volver al pasado y añora ser sólo un pueblito: rural, sosegado, religioso y tradicional con todos los valores del criollismo rústico. En la cumbre del cerro… se hace el intento de idealizar esa pacífica y bucólica aldea campesina que Angosta nunca ha sido en los últimos cien años. Los angosteños, al no sentir la ciudad como un refugio seguro, padecen una especie de desarraigo, o exilio interior, y no han podido asumir con tranquila pasividad y con sereno espíritu imitativo el viejo tópico del elogio a la propia tierra».

La muralla construida además de separar a los que tienen de los que no tienen; separa el presente del pasado. Por eso, Angosta no es un lugar amable, más que una ciudad es, en la novela, una encrucijada del peligro. La selva de una vida de peligros miserable e indigna. Sea como fuere, el triunfo de una sociedad exclusiva  genera un régimen de control y disciplina y desde el punto de vista de la regulación  social, la ficción literaria se nos presenta como el mejor análisis social de la lógica del encierro. Una sociedad constituida por unidades territoriales autónomas y capaces de asumir su reproducción.

Muestran un rasgo característico de la violencia, la falta de solidaridad y el control ejercido sobre los pobres. También, se observa como lo global y lo sectorial  no se opone. Inclusive el idioma inglés es un privilegio de la casta de los dones. La novela muestra el estallido de las instituciones democráticas, de la familia, la iglesia, las costumbres, los hábitos para dar paso a una  sola actividad: la económica. En los relatos los personajes trabajan y producen según su condición, pero los oficios varios y generales siempre serán oficios de pobres.

En Angosta Jacobo Lince uno de los personajes fundamentales de la historia es un «don» por su dinero, pero un «segundón» por su oficio y su forma de vida. Jacobo reflexiona a lo largo de la ficción sobre elementos claves en una sociedad: El matrimonio, la sexualidad, los hijos, los amigos, los libros y las amistades constituidas a base de  pasión o  miedo. Para él «no es el espíritu, sino el deseo el que sopla  donde quiera».

El erotismo, los libros, la caminadas, las mujeres, su relación con ellas se muestran el la novela como líneas de fuga o formas de evadir el cerco de la política de Apartamiento. En síntesis, se cuenta la historia de una ciudad sitiada por el horror, las desigualdades y el Apartamiento. Pero es también la historia de los seres inocentes, como el poeta Andrés  Zuleta, Camila, Virginia, el doctor Burgos etc.

Todo comienza en Angosta con un descubrimiento bibliográfico, mejor aún geográfico: un libro sobre la geografía de Angosta. Todo termina con la muerte de un joven poeta, la huida de Camila, Jacobo Lince y Virginia. Jacobo en su huida reconoce en su memoria lo leído meses atrás sobre la ciudad de Angosta. «La capital de este curioso lugar de la tierra se llama Angosta. Salvo su clima, que es perfecto, todo en Angosta está mal. Podría ser un paraíso, pero se ha convertido en un infierno».

Leer hoy una gran ficción como Angosta representa un descubrimiento literario en la novela colombiana y una forma de exorcizar la muerte.
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*  Antonio Arenas Berrío es escritor, cuentista, ensayista y filósofo.

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