Literatura Cronopio

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TOÑO CIRUELO: LA MÁQUINA ASESINA…

Por Antonio Arenas Berrío*

«Todo aquello que nos enseña algo emite signos,
todo acto de aprender es una interpretación
de signos y jeroglíficos»
(G. Deleuze)

 

TOÑO CIRUELO es la actual novela del escritor colombiano Evelio Rosero. Escrita y divulgada en marzo del 2017, por Tusquets Editores. No van más de doscientos veinticinco páginas, dividida en dos libros y veinticinco capítulos. La ficción trata de la vida de un asesino en serie, Antonio Ciruelo, como brota, se representa y desaparece cuando llega a viejo. El punto de partida del asesino es el punto de llegada del verdugo. Toño Ciruelo expresa: «Mato luego existo». Es la descripción de la vida y obra de un predador, un criminal en cadena, un homicida sin escrúpulos. Un sujeto fabricado que funciona como una máquina asesina que inclusive se cree inmortal: «El día en que yo muera nacerá otro».

La novela de Evelio Rosero, traza las relaciones profundas con el mal, diseña la existencia y obra de un asesino, los movimientos aberrantes, los ambientes, la causa de su formación, su territorio; en síntesis, como se forma y actúa cruelmente un criminal. El hombre no nace criminal, se hace criminal, las experiencias son la sucesión de sus actos, el movimiento de sus hazañas. Al leer la novela Toño Ciruelo, encontramos la respuesta a todo lo que se asocia al mal, los olores malsanos, el horror, el asco, la podredumbre, lo que infecta el ambiente y sus alrededores. Este personaje Toño Ciruelo simula, miente, cavila, imagina que no quiere matar pero termina convirtiéndose en un perfecto asesino.

La ficción relata la historia de la familia, de su padre, un senador de la inmaculada república, una madre maniática y una hermana lujuriosa y suicida, la educación religiosa, un amigo escritor, Heriberto, un compañero homosexual y una ciudad podrida. Allí reside lo aberrante, lo impropio, lo sinsentido, la realidad, lo real. La imagen es la de un sociópata, un engendro de la brutalidad, un asesino de mujeres y niñas; crear e inventar es lo que hace a este individuo un delincuente. Cada capítulo de la novela de Evelio Rosero, diseña la imagen de un individuo maligno en acción, un asesino nocivo, un criminal en ejercicio y progreso. Una sacudida espantosa de podredumbre. Toño Ciruelo, es el retrato del perverso, el malo y de esos sujetos que tanto abundan en nuestro país y a diario los noticieros dan cuenta de ellos.

El tema de la novela es el mal, la desolación y la repugnancia. La novela es el análisis de una sociedad descompuesta que ha tocado su fondo. El cuaderno que aparece en la novela, es el sumario de las prácticas de un homicida, la obra estética del protervo Toño Ciruelo. Es el pensamiento, sus instintos, su ser perverso, el cinismo de un delincuente atroz y sin ningún arrepentimiento. Podemos decir que Toño Ciruelo, es la jugada maestra de Evelio Rosero, por una «literatura y la representación del mal». La apuesta por descifrar el mal a través de la literatura. Toño Ciruelo odia el mundo, aborrece los animales, es un depredador de mujeres, es la progresión, el engranaje, el equipaje y el carruaje del mal. La malignidad y el asesinato son el conector activo que lo lleva a todas partes. El asesino es un parásito de la sociedad en descomposición, él solo desea destruir. El crimen es toda la acción de su destreza. Toño Ciruelo es un individuo implicado e inseparable de sus crímenes.

En la ficción están en juego las potencias de la vida, los afectos tristes, el miedo y la falta de misericordia. Un criminal nato sin contrición. La novela entera se puede considerar como un saber decorativo y político de la crueldad. Toño Ciruelo es un fratricida que viaja por el mundo, indaga, interviene, busca, actúa sin control alguno, experimentando todas las formas de la maldad que puedan existir en un hombre, alterando el curso de la vida de las personas con las que se relaciona. Hay en la novela la descripción de un caso horrendo, el asesinato a sangre fría de una niña indígena acompañada de su cabra blanca, que ayuda a Toño Ciruelo en el desierto, pero el ejecutor la mata a pesar de todo lo bueno que la niña hace por él. Veamos la descripción:

«Era un desierto de sal, Eri iba a morir, caí de rodillas, un viento de arena me derribó. Me salvó de la última resignación la voz de una niña en dialecto; una niña con una cabra a su lado. La niña era oscura, la cabra era blanca. ¿Qué preguntaba? No sé. La seguí, a gatas, por el desierto que ardía. Me condujo al agua dulce, a una aldea de indígenas contentos que me rodearon. Creo que tuve el delirio de preguntarles si iban a hacer un caldo conmigo. Me tendieron en un lecho de lana, debajo de un toldo, me dieron de beber y de comer. Creí que agonizaba. Oí campañas de iglesia, qué insólito. La vida volvió. Agradecí. Regresé por el camino de la sal, muy bien protegido por un sombrero que me pusieron. Lejos del caserío, en un recodo sombreado, volví a encontrarlas: la niña oscura y la cabra blanca. La niña no habló. Allí la saqueé. Creo que los dos gritamos de miedo. Allí fui Él, un alma en pena. Me movía la fatalidad, también yo sucumbiría. La niña se quedó rígida en la arena, los ojos petrificados contemplándome, la cabra husmeaba en su oído —como si le dijera algo…».

Semejante atrocidad no tiene parangón alguno. Es el cinismo de un asesino cruel y despiadado. Empero, Toño Ciruelo se cree envenenado, tiene sueños malignos, sueños infames, dolores en todo el cuerpo. El mal problematiza con el cuerpo de Toño Ciruelo, lo lleva tatuado en su cuerpo, son las fuerzas voluntarias e involuntarias que lo asaltan a cada momento. El asesino provoca una ruptura en relación con el bien comúnmente establecido y admitido. El asesino está siempre fuera de lugar, no es ignorante de lo que todo el mundo sabe, su mundo no es el mundo de los demás. Los encuentros y desencuentros con su amigo Eri, no son más que trazos de su maldad, de su entelequia y su falta de conciencia. Toño Ciruelo garrapatea y se involucra en la escritura para poner en evidencia su verdad. ¿Cómo saber que alguien es un monstruo? La escritura interviene en la realidad de la máquina asesina creando flujos y líneas con la muerte y el horror. Matar es lo único que importa. ¿La literatura unida al mal? No se puede en estos relatos disociar al criminal de sus actos.

El escritor como vidente de un mal que nos carcome y de la fragilidad del bien. En la historia que se cuenta también está la genialidad del homicida, nada le es inocente. Se describe la técnica de un autómata que asesina, es la exégesis de lo que sería un matador, su existencia a lo largo de cincuenta años, su faena y maneras pérfidas de proceder. Una máquina que no es más que un artefacto demoledor para producir muerte. La máquina humana que sufre diversas transformaciones en un entorno enfermo y putrefacto.

La novela lo que relata no es magia teatral que invita al público a tomar parte en la experiencia de un psicópata. Escritura, viajes, objetos, fotografías, sonidos, olores, lugares, no son otra cosa que elementos mediante los cuales el asesino se materializa. Es el ejercicio de la dramática del mal y su capacidad de convencimiento a ilusos e intrusos. Toño Ciruelo vive furibundo y detesta la sociedad, por eso prepara sus crímenes como una obra dramática.

La novela podría ser la expectativa dolosa de las representaciones de un delincuente. El oscuro desplazamiento al fondo y el sin fondo del mal. ¿Qué esconden las mentiras de un criminal? Las falsedades del asesino son los jeroglíficos del mal. Evelio Rosero, lo que trata de explicar y desarrollar con el personaje de Toño Ciruelo, son esos mundos desconocidos de la escoria humana y como se representa y se materializa un criminal. Por esa razón el ejecutor enamora y mata mujeres que no son de su mundo. El mismo Evelio Rosero concibe la novela como un instrumento capaz de funcionar eficazmente. Toño Ciruelo, en su cuaderno final dará la versión original de los hechos. Un asesino con un lenguaje preponderante y convincente que expone magistralmente su mal. Un homicida excepcional, un buen personaje creado a partir de una gran novela. El genio de un asesino tuvo finalmente un novelista que lo pusiera al descubierto.

Evelio Rosero hace una indagación descomunal en los orígenes del mal y nos demuestra como a través de la experiencia de la escritura se devela a un asesino en cadena, logrando una maquinaria que funciona con eficacia visible e invisible cautivando al lector. ¿Para qué sirve la literatura? Para mostrar la verdad y denunciar. Además, por la novela sabemos que el asesino solo puede experimentar placer después de sus actos, el asesino encuentra placer con el crimen de personas indefensas e inocentes.

La literatura no es algo agregado, es la amanuense del testimonio principal de un asesino y la revelación de la perversidad en un mundo real. Por Evelio Rosero, sabemos que no es en la imagen paterna o materna donde debemos buscar la naturaleza y el ideal del espíritu de un homicida. Es en su posición y en la sociedad misma donde encontraremos la procedencia. Vale la pena leer la ficción en un país de corruptos y lleno de Ciruelos por todas partes del territorio. Ahora bien, ¿cómo saber quién es un asesino?, ¿cómo detectarlo?, ¿cómo se forma un criminal?, ¿está en todas partes y no lo vemos? A esto nos incita Evelio Rosero, a que despertemos y pensemos…

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* Antonio Arenas Berrío. Narrador y ensayista colombiano. Autor, entre otros, del libro Esa gente del barrio. Correo-e: antonioarebe1@hotmail.com

1 COMENTARIO

  1. Muy bien el comentario de la novela. La cual nos devela otra explicación de la formación del mal, del criminal. Como dice, no buscar en el padre y la madre, mirar en la sociedad y yo le agregaria, buscar en esta democracia corrupta.

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