Literatura Cronopio.

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LOS DIVINOS, DE LAURA RESTREPO

Por Marcela Villegas*

«¿Por qué sucedió este acto demencial
de la naturaleza, este enloquecido
momento humano? Bueno, al menos
produjo arte. Quizás, después de todo,
para eso sirve la catástrofe».

(Julian Barnes, en Géricault, Catastrophe into Art).

Laura Restrepo ha interrogado en numerosas ocasiones la realidad colombiana. Como periodista y narradora, ha dado cuenta de nuestra violencia y de la la gente que la sufre, de la corrupción que nos pudre, de la responsabilidad frente al desastre, por acción o por omisión, de nuestras élites. Su última novela, Los Divinos (Alfaguara, 2018), se basa en la realidad atroz del secuestro, tortura, violación y asesinato de una niña de un barrio de invasión bogotano a manos de un miembro de la casta más privilegiada e influyente de la ciudad, un Divino.

La historia está narrada por Hobbo, uno de los cinco Tutti Frutti, los amigos que han acompañado al criminal, Muñeco, desde que estudiaban la primaria en un colegio prestigioso de la ciudad. No es gratuito que el oficio de Hobbo sea el de traductor e intérprete, ni que sea un forastero en el mundo de riqueza y privilegios en el que se mueven sus amigos. Esa doble condición le permite hacer el relato de los acontecimientos. Una narración que duda, que titubea. Una traducción del relato original que, en cuanto traducción, parte de una hipótesis sobre mundos posibles e interpreta, compensa, sustituye.

El mayor acierto de la novela reside en aquello que elude o que apenas deja entrever. De la historia real, Restrepo toma el hecho central y unos cuantos elementos emblemáticos. Hay pocos detalles sobre las horas pavorosas que sufrió la niña a manos de su verdugo y de la persecución que terminó con la captura de este; no es, entonces, una novela-crónica. No se enfoca en la familia de la víctima y sus contrastes con la del criminal, ni en el furor añadido que causó en la opinión pública el que el asesino fuera un hombre lleno de privilegios y la víctima perteneciera a la clase social más vulnerable; no es un comentario sociológico.

¿Cuál es, entonces, el asunto de Los Divinos? Su pregunta central es cómo vemos el mal cuando lo tenemos al frente sin sus vestiduras tradicionales. Cómo la maldad puede residir en un tipo buen mozo, simpático, cariñoso, amado por la gente. En uno de los nuestros o en nosotros. El medio para responderla es explorar la historia de la pequeña logia masculina que rodea al criminal, cómo se inicia con travesuras infantiles y deriva, con el tiempo, en trasgresiones cada vez mayores, hasta llegar a las más siniestras.

«Los monicongos son dos y el más chiquitico se parece a vos» y «Los monicongos son mil, y el más chiquitico se parece a mí», las ominosas rimas infantiles que abren y cierran el relato y que se repiten a lo largo de este, nos dicen que el monstruo somos todos. Y, sin embargo, habría sido necesario ver mejor al Muñeco, no el retrato huidizo que de él presenta Restrepo a través de Hobbo, para distinguirnos en él. O al menos ver mejor lo que ocurría en las márgenes de su vida, en los intercambios con sus amigos, que son personajes mejor delineados.

Sin la imagen del monstruo, Los Divinos se queda en el relato de la desintegración de una pandilla de muchachos bien por efecto del crimen y en el homenaje a la memoria de la niña que Restrepo construye transmutando los detalles más macabros de su sufrimiento e invocando otras niñas, perdidas o malogradas: Alicia, de Carroll, Lyca, de Blake, Ofelia, de Hamlet. Niñas literarias, a diferencia de esta, tan dolorosamente real, que inspiró la novela.

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* Marcela Villegas (Manizales, 1973). Estudió Agronomía y realizó una maestría en Estudios ambientales; durante un tiempo trabajó como investigadora en temas de desarrollo sostenible. En 2008, una serie de coincidencias afortunadas la llevaron a convertirse en escritora y editora de libros para la enseñanza del español, y luego, en traductora oficial de inglés, oficios a los que se dedica hoy en día. Camposanto es su primera novela, escrita durante su paso por la maestría de Escrituras creativas de la Universidad Nacional.

 

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