Literatura Cronopio

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CELOS Y OTROS CUENTOS

Por Lourdes Ortiz Sánchez*

El día era propicio para salir, disfrutar y bailar. En cuanto terminara la clase iría a casa a prepararse. Hola, ¿pasas por mí, a qué hora o dónde te espero?… Renata buscaba un vestido que impresionara, quería ser la más atractiva de la fiesta. Subió al auto de su prometido: ¿No te parece que con ese vestido enciendes los ánimos?, te ves atrevida… afirmó Emilio. Al llegar, todas las miradas se posaron sobre ella… Platicaba con su amiga Sofía y un tipo les tomaba fotos. Bailaba y sentía vibrar el cuerpo de Roberto: ¡Ya deja a ese patán que te considera un objeto de su propiedad!, déjalo y vente conmigo… Discusión, bofetada, llanto… No soportaba los celos de su novio. Llorosa subió al taxi. El chófer la devoraba con la vista desde el espejo retrovisor: hermosa, sensual, joven, encantadora… Dio un giro y aceleró. En el camino se unió alguien de cuya garganta pendía una Canon. Nadie reparó en ellos en el auto–hotel. Primero uno, después otro, ambos. Una y otra vez. Eran adictos al placer. Renata abre los ojos y siente un dolor profundo en todo el cuerpo, un ardor punzante entre las piernas e intenta huir. Han transcurrido cinco días desde su desaparición. Su madre implora a las autoridades… Su foto circula en redes sociales y en todos los diarios del país. Una llamada, un grito, el llanto… Han encontrado el cuerpo en un lote baldío, putrefacto, con huellas de violación, devorado por las fauces de los perros…

EL AUTOBÚS

Ese día la lluvia fue constante, quizá era un indicio funesto. Llegó por su hija Miriam a la escuela justo a las 6:00 de la tarde. Caminaban y soportaban el aguacero. Este día se me antoja cenarme una chavita, sugirió Juan… Sale, camarada, yo te ayudo, respondió Ruperto y frotó sus manos con entusiasmo… Encendieron el autobús y reiniciaron la ruta recorrida tantas veces. Mi’ja no quiero que te mojes, mejor toma el camión y así llegas más rápido a la casa… —sugirió el padre— me preocupa esa tos, pero sólo tengo dinero para un pasaje… No te preocupes papá, estoy bien, respondió la niña… Escucharon el ruido de un motor. Su padre prometió alcanzarla en unos minutos, tres cuadras adelante… Miriam subió al camión y observó unas cuantas personas a bordo. En las siguientes calles poco a poco se vacía y en la tercera cuadra era la única pasajera. El vehículo aceleró y enfiló con rumbo desconocido. Se detuvo en un paraje lejano… En una humilde vivienda el padre y la madre vivían en la angustia y esperaban noticias de su hija. Dos días han transcurrido y no saben dónde está. Al tercer día, una noticia los baña como agua helada. Las autoridades han encontrado el cuerpo de Miriam en un muladar, mancillado con brutalidad y carcomido por los animales…

ANA

Su llegada estaba planeada para las 5:00 p.m. Ana estaba pensativa. Había terminado todas sus actividades domésticas. En cuanto llegue la abrazaré, serán tres días para los dos… pensó José. Suena el teléfono, Ana no quiere que Ricardo se percate de su nerviosismo. Busca cualquier pretexto para salir de casa. Al verlo sentado en la banca de la central se emocionó, estaba idéntico. Vamos a buscar hospedaje, quiero bañarme, afirmó José. En casa, Ricardo conversaba con los amigos después del partido de fútbol. Un contacto, el reencuentro de dos cuerpos, una cama de hotel que se acompasa… El antiguo novio de la preparatoria la enloquecía: Me voy, ya es tarde, necesito regresar a casa… —expresó Ana—. Pero dijiste que tus padres te dieron permiso de salir, apenas son poco más de tres horas y ya te vas… protestó José. Ella se vistió y abandonó el lugar de prisa… No entiendo, ya se tardó y sólo dijo que iba al súper a comprar legumbres para la cena, inquiere con preocupación Ricardo. Varios minutos después, escucha el sonido de un teléfono. Ricardo se incorpora del sofá, busca con la mirada y el oído atentos. Se inclina y recoge el celular bajo un mueble. Es el de su mujer quien salió de casa con prisa y sin darse cuenta lo dejó caer. Apenas lo enciende y observa una serie de mensajes que dicen: Amor, olvidaste tu tarjeta bancaria en mi cuarto de hotel… ¿A dónde quieres que te la lleve?Urge que te comuniquesTe extraño y te quiero. Ricardo enmudece al leer los mensajes de texto. Justo en ese momento escucha ruido en la puerta, se abre, y observa a Ana entrar con el rostro radiante…

INMOLARSE

Rocío despertó y lo primero fue encender la computadora. Redactar los informes pendientes, hacer las solicitudes y enviar un par de correos. La rutina para iniciar el día. No había preguntado ese día por él y tenía un presentimiento. El cáncer de su padre la tenía devastada, cualquier sonido la inquietaba. Comprendía que la enfermedad no podía mutar en salud y su tristeza se acentuó… Decidió ejercitarse, después a la ducha e inmediatamente preparó el desayuno. El día parecía común. Planeó ir de compras y con posterioridad a casa de sus padres. Antes de salir de su departamento, escuchó el teléfono y se sobresaltó: «Rocío, vente rápido para el hospital, pasó algo grave, no puedo decirte más…» —dijo su hermano Roberto y colgó—. El miedo y la zozobra la recorrieron por completo. Treinta minutos después llegó con la inquietud a cuestas. En la puerta de la clínica escuchó a Roberto platicar con su secretaria por teléfono y decir: «Por favor, Laurita, explícale a mi socio que no puedo acudir a la oficina y cumplir con el compromiso pactado para el día de hoy. Se me presentó un percance familiar, encontramos a mi padre inconsciente, desangrándose, pero aún con vida y lo trasladamos al hospital. Sin embargo, hace unos minutos acaba de morir… ah sí, fue por un disparo en la cabeza». Rocío profirió un grito y se desplomó…

SUEÑO

Andrea fue por la tarde a ver los libros, había exposición en el portal de las rosas. Inevitable. Lo recordaba en cada libro: lo veía y lo escuchaba. No olvidaba todas sus recomendaciones. Ante cada título pensaba si ya lo había leído. Cuántos de esos libros tocaron sus manos, los repasaron sus ojos. Su voz estaba en cada uno de los lomos. Inevitable. Le pesaban el frío, el polvo, el viento y la amenaza de nieve. Insoportable. El cuerpo pesaba más por la tristeza… Un día y otro, casi un mes. Era demasiado. En cada objeto veía su rostro y escuchaba su voz. Sentía sus manos recorrerla. El insomnio llegó y el sueño se desgastó de tanto acariciarlo. El sueño era parte de una realidad pasada: ella con vestido estampado, gabardina negra, botas, el cabello suelto y el rostro radiante de mujer enamorada. Él, interesante, apostura, inteligencia, sonrisa. La cena: crema de champiñones, salmón con espárragos… La charla alegre, el postre y el café. No hubo otro encuentro y no llegaron más noticias de él. Fue un sueño y se desvaneció. Se desgastó por el deseo que fuera otra vez real… A miles de kilómetros, Ramiro descansa sobre un hombro blanco, y acaricia una negra y frondosa melena. Olvidó su promesa en los brazos de Nohemí, su esposa. Andrea siempre había tenido el sueño de dormir sobre la nieve, en la azotea y sin ropa. Ahora siente el cuerpo adormecido, entre caliente y frío. Su meta es no pensar más en Ramiro. Descansar, abrazar su sueño con él y no despertar.

SÓLO CONTIGO

Renata planeaba su viaje a la ciudad de Querétaro: te hablo en cuanto llegue, le prometió a Luis. Le gustaban los retiros espirituales por la paz que sentía y la convivencia con otras personas. No obstante, también le dio su palabra a Homero que durante el viaje pensaría detenidamente en su propuesta. Terminada la reunión, Héctor se acercó y le guiñó un ojo y le propuso que lo acompañara. Caminaba detrás de él, arrastrando los pies y sólo por la promesa de un paquete de libros que insistió en regalarle. La intimidaban esos ojos inquisitivos, sus enormes cejas y la sonrisa ladina. En el trayecto, repentinamente, Jorge se interpuso entre los dos para saludarla. Renata lo miraba y lo escuchaba enajenada. Le parecía un hombre fascinante. Lo había visto en la reunión y de inmediato sintió sus ojos en ella. Durante su regreso a la ciudad de Guadalajara, Jorge conducía y la observaba desde el espejo. Antes de bajarse del auto, él escribió en un papel su dirección y su número telefónico… Una semana después, Jorge guardó la sotana y contestó el teléfono… Palabras, sonrisas, acuerdos… Cierto día, ambos paseaban por el parque, y en una banca unieron sus labios… Nadie como él, sólo con el presbítero Jorge se abría un mundo de posibilidades y la promesa de la felicidad oculta…

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*Lourdes Ortiz Sánchez es Licenciada en Letras, Maestra en Estudios Novohispanos y Doctora en Humanidades y Artes. Ha publicado diversos ensayos de crítica literaria en las revistas indexadas Ketzalcalli (México), Intersticios Sociales (México), Caleidoscopio (México), Literatura Hispanoamericana (Venezuela), Historia digital 2.0 (Colombia) y Cuadernos del Hipogrifo (Roma). Colabora anualmente en la publicación Pensamiento Novohispano (México). Autora de los libros: Los personajes femeninos en la obra de Amparo Dávila. Un enfoque interdisciplinario, Taberna Libraria 2016; Una visión interdisciplinar de la obra narrativa de José López Portillo y Rojas, Taberna Libraria 2017; Literariedad, teología e intertexto en el teatro colonial, Editorial Poética 2018. Coordinadora del libro Literatura e historia: reflexiones sobre la cultura, Editorial Poética, 2017. Combina sus actividades académicas con la creación de cuentos y poemas que tratan los grandes temas de la literatura: el amor, la vida y la muerte.

 

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