Entravista Cronopio

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«LA INDEPENDENCIA ES UNA TAREA PENDIENTE PARA CASI TODA AMÉRICA LATINA – Eduardo Galeano

Por Fernando Arellano Ortiz*

Escribe, según sus propias palabras, para revelar la historia escondida, la que ha sido tergiversada, porque como es sabido, generalmente las historias oficiales de los pueblos las redactan, según sus conveniencias, los ganadores. Su pasión es la de narrar en forma breve realidades sociales que pintan de cuerpo entero la idiosincrasia latinoamericana, pero, al mismo tiempo, tiene una capacidad para ver en forma descarnada, real y analítica el devenir del mundo y sus fenómenos sociológicos. No es más que echar una ojeada a sus diversos y exitosos libros para comprobar esta premisa.

Eduardo Galeano, el autor de ‘Las venas abiertas de América Latina’, que ya es un clásico en la bibliografía política y socioeconómica del continente, o de otros libros no menos profundos como ‘Patas arriba. La Escuela del mundo al revés’, o ‘Bocas del Tiempo y Espejos’, tiene una mirada particular sobre el devenir de la humanidad.

Tiempo abierto de esperanza

Como siempre, Galeano responde a las preguntas con ironía y no poco humor, por eso es que sus reflexiones se salen de lo común. Como latinoamericanista consumado, el escritor uruguayo en este diálogo exclusivo realizado en la ciudad de Quito, Ecuador, hace un peculiar análisis de la realidad de nuestro hemisferio.

P.: ¿Después de 200 años de la emancipación de América Latina, se puede hablar de una reconfiguración del sujeto político en esta región, habida cuenta de los avances políticos que se traducen en gobiernos progresistas y de izquierda en varios países latinoamericanos?

R.: Sí, hay un tiempo abierto de esperanza, una suerte de renacimiento que es digno de celebración en países que no han terminado de ser independientes, apenas si han empezado un poquito. La independencia es una tarea pendiente para casi toda América Latina.

P.: ¿Con toda la irrupción social que se viene dando a lo largo del hemisferio se puede señalar que hay una acentuación de la identidad cultural de América Latina?

R.: Sí, yo creo que sí y eso pasa, por cierto, por las reformas constitucionales. A mí me ofendió la inteligencia, aparte de otras cosas que sentí, el horror de este golpe de Estado en Honduras que invocó como causa el pecado cometido por un Presidente que quiso consultar al pueblo sobre la posibilidad de reformar la Constitución, porque lo que quería Zelaya era consultar sobre la consulta, ni siquiera era una reforma directa.

Suponiendo que fuera una reforma a la Constitución bienvenida sea, porque las constituciones no son eternas y para que los países puedan realizarse plenamente tienen que reformarlas. Yo me pregunto: ¿qué sería de los Estados Unidos si sus habitantes siguieran obedeciendo a su primera Constitución? La primera Constitución de Estados Unidos establecía que un negro equivalía a las tres quintas partes de una persona. Obama no podría ser Presidente porque ningún país puede tener de mandatario a las tres quintas partes de una persona.

P.: Usted reivindica la figura del presidente Barack Obama por su condición racial, ¿pero el hecho de mantener o ampliar la presencia norteamericana mediante bases militares en América Latina, como está ocurriendo ahora en Colombia con la instalación de siete plataformas de control y espionaje, no desdice de las verdaderas intenciones de este mandatario del partido demócrata, y simplemente sigue al pie de la letra los planes expansionistas y de amenaza de una potencia hegemónica como Estados Unidos?

R.: Lo que pasa es que Obama hasta ahora no ha definido muy bien qué es lo que quiere hacer ni en relación con América Latina (pues nuestras relaciones tradicionalmente han sido dudosas), ni en otros temas tampoco. En algunos espacios hay una voluntad de cambio expresa, por ejemplo, en lo que tiene que ver con el sistema de salud que es escandaloso en Estados Unidos. Te rompés una pierna y pagás hasta el fin de tus días la deuda por ese accidente. Pero en otros espacios no, él continúa hablando de ‘nuestro liderazgo’, ‘nuestro estilo de vida’ en un lenguaje demasiado parecido al de los anteriores.

A mí me parece muy positivo que un país tan racista como ese y con episodios de un racismo colosal, descomunal, escandaloso, ocurridos hace quince minutos en términos históricos tenga un presidente seminegro. En 1942, o sea medio siglo, nada, el Pentágono prohibió las transfusiones de sangre negra y ahí el director de la Cruz Roja renunció o «fue renunciado» porque se negó aceptar la orden diciendo que toda sangre era roja y que era un disparate hablar de sangre negra, y él era negro, era un gran científico, el que hizo posible la aplicación del plasma a escala universal, Charles Drew. Entonces un país que hiciera un disparate como prohibir la sangre negra tenga a Obama de presidente es un gran avance.

Pero por otro lado, hasta ahora yo no veo un cambio sustancial. Ahí está por ejemplo el modo como su gobierno enfrentó la crisis financiera; pobrecito, yo no quisiera estar en sus zapatos, pero la verdad es que terminaron recompensando a los especuladores, los piratas de Wall Street que son muchísimo más peligrosos que los de Somalia porque éstos asaltan nada más que los barquitos en la costa, en cambio los de la Bolsa de Nueva York asaltan al mundo.

Ellos fueron finalmente recompensados; yo quería iniciar una campaña al principio conmovido por la crisis de los banqueros con el lema: «adopte un banquero», pero la abandoné porque vi que el Estado se hizo cargo de la tarea (Risas). Y lo mismo con América Latina, como que no tiene muy claro qué hacer. Han estado más de un siglo los Estados Unidos consagrados a la fabricación de dictaduras militares en América Latina, entonces a la hora de defender una democracia como en el caso de Honduras, ante un clarísimo golpe de Estado, vacilan, tienen respuesta ambiguas, no saben qué hacer, porque no tienen práctica, les falta experiencia, llevan más de un siglo trabajando en el sentido contrario, entonces comprendo que la tarea no es fácil.

En el caso de las bases militares en Colombia no solo ofende la dignidad colectiva de América Latina sino también la inteligencia de cualquiera, porque que se diga que su función va ser combatir las drogas, ¡por favor, hasta cuando! Casi toda la heroína que se consume en el mundo proviene de Afganistán, casi toda, datos oficiales de Naciones Unidas que cualquiera puede ver en Internet. Y Afganistán es un país ocupado por Estados Unidos y como se sabe los países ocupantes tiene la responsabilidad de lo que ocurre en los países ocupados, por lo tanto, tienen algo que ver con este narcotráfico en escala universal y son dignos herederos de la reina Victoria que era narcotraficante.

No se puede ser tan hipócrita

La reina británica que introdujo por todos los medios en el siglo XIX el opio a China a través de comerciantes de Inglaterra y Estados Unidos…

Sí, la celebérrima reina Victoria de Inglaterra impuso el opio en China a lo largo de dos guerras de treinta años, matando una cantidad inmensa de chinos, porque el imperio chino se negaba a aceptar esa sustancia dentro de sus fronteras que estaba prohibida. Y el opio es el papá de la heroína y de la morfina, justamente. Entonces a los chinos les costó todo, porque China era una gran potencia que podía haber competido con Inglaterra en los comienzos de la revolución industrial, era el taller del mundo, y la guerra del opio los arrasó, los convirtió en una piltrafa, de ahí entraron los japoneses como perico por su casa, en quince minutos.

Victoria era una reina narcotraficante y los Estados Unidos que tanto usan la droga como coartada para justificar sus invasiones militares, porque de eso se trata, son dignos herederos de esa fea tradición. A mí me parece que es hora que nos despertemos un poquito, que no se puede ser tan hipócrita. Si van a ser hipócritas que lo sean con más cuidado. En América Latina tenemos buenos profesores de hipocresía, si quieren podemos en un convenio de ayuda tecnológica mutua prestarles algunos hipócritas propios.

P.: Hace nueve años exactamente, usted le dijo en una entrevista en Bogotá concedida a este reportero la siguiente frase: «Dios guarde a Colombia del Plan Colombia». ¿Cuál es ahora su reflexión respecto de este país andino que enfrenta un gobierno autoritario entregado a los intereses de los Estados Unidos, con una alarmante situación de violación de derechos humanos y con un conflicto interno que lo sigue desangrando?

R.: Además con problemas gravísimos que se han ido agudizando con el paso del tiempo. Yo no sé, te digo, no soy quién para darle consejos a Colombia ni a los colombianos, además siempre estuve contra esa mala costumbre de algunos que se sienten en condiciones de decir qué es lo que cada país tiene que hacer. Yo nunca cometí ese imperdonable pecado y no lo voy a cometer ahora con Colombia, sólo puedo decir que ojalá los colombianos encuentren su camino, ojalá lo encuentren, nadie se lo puede imponer desde afuera, ni por la izquierda, ni por la derecha, ni por el centro, ni por nada. Serán los colombianos quienes lo encontrarán. Y yo lo que puedo es decir que doy testimonio. Si hay un tribunal mundial que alguna vez va a juzgar a Colombia por lo que de Colombia se dice: país violento, narcotraficante, condenado a violencia perpetua, yo voy a dar testimonio de que no, de que ese es un país cariñoso, alegre y que merece mejor destino.

Reivindicando  la memoria de Raúl Sendic

Hace muchos años, siquiera unas cuatro décadas, había un personaje en Montevideo que se reunía con un joven dibujante llamado Eduardo Hughes Galeano con el propósito de darle ideas para la elaboración de sus caricaturas, llamado Raúl Sendic, el inspirador del Frente Amplio del Uruguay…

Y jefe guerrillero de los Tupamaros, aunque en aquella época todavía no lo era. Es verdad, cuando yo era un niño, casi de catorce años, y empecé a dibujar caricaturas, él se sentaba a mirar y me daba ideas, era un hombre bastante mayor que yo, con cierta experiencia, y todavía no era lo que después fue: el fundador, organizador y jefe de los Tupamaros. Recuerdo que le dijo a don Emilio Frugoni que por entonces era el jefe del Partido Socialista y director del semanario donde yo publicaba unas caricaturas tempranas, señalándome: «Este va a ser o presidente o gran delincuente». Fue una buena profecía y terminé siendo gran delincuente… (Risas).

P.: ¿El hecho de que hoy el Frente Amplio esté gobernando el Uruguay y que un ex guerrillero como Pepe Mujica haya sido elegido Presidente de este país, constituye una reivindicación a la memoria de Sendic?

R.: Sí, y de todos los que participaron en una lucha muy larga para romper el monopolio de dos, el bipolio ejercido por el Partido Colorado y el Partido Nacional durante casi toda la vida independiente del país. El Frente Amplio irrumpe hace muy poquito en el escenario político nacional y me parece muy positivo que esté gobernando ahora, aparte de que yo no coincido con todo lo que se hace y además creo que no se hace todo lo que se debería hacer. Pero eso no tiene nada que ver porque al fin y al cabo la victoria del Frente Amplio fue también una victoria de la diversidad política que yo creo que es la base de la democracia. En el Frente coexisten muchos partidos y movimientos diferentes, unidos por supuesto en una causa común pero con sus diversidades y diferencias, y yo las reivindico, para mí eso es fundamental.

P.: ¿Qué representa para usted como uruguayo el hecho de que un dirigente emblemático de la izquierda como Pepe Mujica, sea el primer mandatario de su país?

R.: Creo que este es un proceso de recuperación, la gente se reconoce justamente en el Pepe Mujica porque es radicalmente diferente de los políticos nuestros tradicionales. En su lenguaje, hasta en su aspecto y todo, por más que él ha tratado de vestirse de fino caballero no le sale bien, y expresa muy bien una necesidad y una voluntad popular de cambio. Creo que ha sido bueno que él llegue a la Presidencia. De todos modos el drama del Uruguay como el del Ecuador, por cierto, país en el que estamos conversando en este momento, es la hemorragia de su población joven. O sea, la nuestra es una patria peregrina; en su discurso de posesión (agosto 10 de 2009) el presidente ecuatoriano Rafael Correa habló de los exiliados de la pobreza y la verdad es que hay una enorme cantidad de uruguayos mucho más de lo que se dice, porque no son oficiales las cifras, pero no menos de 700 mil, 800 mil uruguayos en una población pequeñísima porque nosotros en el Uruguay somos 3 millones y medio, esa es una cantidad inmensa de gente afuera, todos o casi todos jóvenes, entonces han quedado los viejos o la gente que ya ha cumplido esa etapa de la vida en la que uno quiere que todo cambie para resignarse a que no cambie nada o que cambie muy poquito.

Baldositas de colores para armar mosaicos

P.: ¿Tras sus reputados libros Las venas abiertas de América Latina publicado en 1970, y Espejos, editado en 2008, que relatan historias de la infamia, el primero sobre nuestro continente y el otro de buena parte del mundo, hay espacio para seguir creyendo en la utopía?

R.: Espejos lo que hace es recuperar la historia universal en todas sus dimensiones, en sus horrores pero también en sus fiestas, es muy diferente a Las venas abiertas de América Latina, que fue el comienzo de un camino. Las venas abiertas es un ensayo casi de economía política, escrito en un lenguaje no muy tradicional en el género, por eso perdió el concurso de Casa de las Américas, porque el jurado no lo considero serio. Era una época en que la izquierda solo creía que lo serio era lo aburrido, y como el libro no era aburrido, no era serio, pero es un libro muy concentrado en la historia política económica y en las barbaridades que esa historia implicó para nosotros, como nos deformó y nos estranguló.

En cambio, Espejos intenta asomarse al mundo entero recogiendo todo, las noches y los días, las luces y las sombras, son todas historias muy cortitas, y hay una diferencia también de estilo. Las venas abiertas tiene una estructura tradicional, y a partir de ahí yo intenté encontrar un lenguaje mío, propio, que es el del relato corto, baldositas de colores para armar los grandes mosaicos, un estilo como el de los muralistas, y cada relato es una pequeña baldosita que incorpora un color, y uno de los últimos relatos de Espejos evoca un recuerdo de infancia mío que es verdadero y es que cuando yo era chiquito creía que todo lo que se perdía en la tierra iba a parar en la luna, estaba convencido de eso y me sorprendió cuando llegaron los astronautas a la luna porque no encontraron ni promesas traicionadas, ni ilusiones perdidas, ni esperanzas rotas, y entonces yo me pregunté: ¿si no están en la luna, dónde están? ¿No será que están aquí en la tierra, esperándonos?

Entre identidades elegidas y heredadas

P.: ¿Cómo entiende usted la identidad cultural?

R.: Es muy difícil hablar de identidad en forma breve, pero con respecto a este tema creo que se ha universalizado este concepto en los últimos años, lo que me parece muy ilimitado. Diría que reduce la identidad a un asunto de museo y yo creo que sobre todo somos lo que hacemos para cambiar lo que somos, o sea, creo en una identidad en movimiento, en una identidad viva y en las identidades elegidas que en las entidades heredadas en una región del mundo como es América Latina que tiene una amplia experiencia en la materia. Para citar dos ejemplos entre miles, señalaría los siguientes casos de identidad elegida: un antropólogo alemán llamado Kurth Hunker que llega a Brasil a principios del siglo XX para estudiar a los guaraníes. Es un hombre joven, recién egresado de una universidad alemana y al entrar en contacto con los guaraníes descubre que él es guaraní y asume esta revelación, pasa a llamarse Kurth Imuendayú, que quiere decir en lengua de esta etnia «el que elige su casa». Muchos años después muere siendo un indígena guaraní luego de haberse estudiado así mismo.

El otro caso que se puede citar como ejemplo es el de Rafael Barrett, uno de los escritores paraguayos de todos los tiempos y una figura emblemática de la cultura paraguaya, probablemente la mayor de todas, el paraguayo más paraguayo de todos, y Rafael Barrett era hijo de padre inglés y de madre española, educado en Francia, llega a Paraguay cuando es hombre hecho y derecho, anarquista fervoroso, pasa en este país seis años de su vida, la mayor parte de este tiempo preso por actividades subversivas, después lo mandan al exilio, nunca más puede volver y él como repito, era el más paraguayo  de todos porque descubrió que era paraguayo. Pisó esa tierra y esa tierra le dijo a través de las plantas: «tú me perteneces, tú eres mi hijo, así hayas nacido en otro lado». La identidad, entonces, no tiene que ver con las partidas de nacimiento, tiene que ver, fundamentalmente, con los lugares, las personas, los valores que uno elige.

P.: ¿Frente a la globalización podemos anteponer el concepto de la localización?

R.: Yo diría que hay que ser muy flexibles, tolerantes y muy cuidadosos con estos temas. El problema es que para recuperar la universalidad de la condición humana que es lo mejor que tenemos es necesario celebrar al mismo tiempo la diversidad. Esta sería la síntesis de lo que yo creo que es la identidad, en un mundo que a mí me parece que anda muy mal porque te condena a morir de hambre o de aburrimiento. Entonces, un mundo «uniformizado» es un mundo aburridísimo. Yo creo que la condición humana es muy divertida, muy diversa, muy celebradora de la vida, es un abanico de todos los colores, es un arco iris infinito.

P.: ¿Cree usted que en Latinoamérica se puede hablar de identidad cultural?

R.: Hay muchas, por suerte, que de algún modo definen un espacio cultural común, pero son muchas y muy diversas. América Latina es una región del mundo donde se encuentra todo, todo lo que busques. Qué suerte que seamos así, como ese disparate que alguien alguna vez me discutía desde las altas cumbres de la ciencia preguntándome qué tiene en común un negro de Haití con un gaucho de la pampa. ¡Pero  claro que tienen algo en común! De repente no lo saben, pero de seguro que tienen algo en común. Tienen de común muchas cosas que las que saben que tienen. ¿Por qué? Porque unos y otros han sido condenados a la amnesia de una historia oficial enferma de racismo, de machismo, de elitismo y de militarismo, entonces están mutilados en el conocimiento de lo que fuimos, en la memoria compartida, y mutilados también en el conocimiento de la realidad.

Pero en la medida en que eso se abra, en que luchemos para abrirlo, para ser lo que podemos ser, que es una cosa infinitamente amplia y espléndida, vamos a descubrir  que hay muchísimos más puntos de contacto de los que suponemos que hay y te diría que empezando por los más obvios que pasan por la obligación de sentido común de defendernos juntos. Es un escándalo que los países latinoamericanos no hayan logrado unirse siquiera para hacer frente juntos a la deuda externa. Cosas que parecen de cajón, entonces negocian por separado, con lo cual, por separado se ahorcan, claro.

El héroe contemporáneo

P.: La historia, generalmente, la escriben los que ganan, ¿por eso tal vez la acogida de sus libros que contienen la otra cara de la historia?

R.: No, hay mucha gente que trae la otra historia, pasada y presente. La tarea mía es la de revelar la realidad que viene enmascarada. Yo sé que la realidad es neblinosa, contradictoria, difícil de descifrar, misteriosa, pero también es verdad que hay máscaras interesadas que nada tienen de inocentes y que son impuestas por un sistema que oculta, tergiversa, disfraza, miente. Entonces el gran desafío para quien escribe, creo, en mi caso por lo menos, es la revelación de esa historia escondida, lo que fue, lo que es, pero también a partir de una necesidad de celebración. Yo creo que aquella definición tan linda de Carpentier de lo real maravilloso de América es cierta porque si bien tiene lo real maravilloso también tiene lo real horroroso, pero ambos conceptos son hermanos siameses, tienen las espaldas pegadas, la vida viene así. Así se barajan los naipes de la vida.

P.: Usted que escribe sobre la otra historia, ¿cuál es su concepto de héroe en el mundo contemporáneo?

R.: Para mí los grandes héroes no son los que están inmortalizados en el bronce o en el mármol sino que son las gentes anónimas, desconocidas que practican el heroísmo de la vida cotidiana y que son capaces de no sacrificar sus ideas, sus convicciones, sus principios en función de sus conveniencias. Entonces para mí un gran héroe es un hombre que se levanta a las seis de la mañana, que trabaja doce, catorce, quince horas y que sin embargo sigue siendo leal a ciertos principios, a ciertos valores y que no se ha dejado convencer que solo se vive para trabajar e intenta trabajar para vivir, es decir que no ha perdido de vista que el fin de la vida humana no es convertirse en hormiga.

Hay una anécdota que sucedió en Bogotá una tarde de fútbol que refleja la actitud de un jugador que considero heroica  porque asumió una postura honesta al hacer lo que en su concepto debía hacer, lo que era digno hacer en lugar de lo que convenía hacer. Esa es la actitud de un héroe para mí. En este caso la historia no es de un héroe anónimo sino que tiene nombre propio. Para relatarla escribí, hace algún tiempo, un texto muy corto que dice:

«Aquella no era una tarde de un domingo cualquiera del año 67, era una tarde de clásico, el club Santa Fe definía el campeonato contra el Millonarios y toda la ciudad de Bogotá estaba en las tribunas del estadio. Fuera del estadio no había nadie que no fuera paralítico o ciego. Ya el partido estaba terminando en empate cuando en el minuto 88 un delantero del Santa Fe, Ómar Lorenzo Devanni cayó en el área y el árbitro pitó penal. Devanni se levantó perplejo, aquello era un error, nadie lo había tocado, él había caído porque había tropezado. Los jugadores del Santa Fe llevaron a Devanni en andas hasta el tiro penal. Entre los tres palos, palos de horca, el arquero aguardaba la ejecución, el estadio rugía, se venía abajo y entonces Devanni colocó la pelota sobre el punto blanco, tomó impulso y con toda su fuerza disparó muy afuera, bien lejos del arco».

«Un chiste de mal gusto» (recuadro y en trama)

El premio Nobel de Paz para Barack Obama me pareció un chiste de mal gusto. Pero nada tiene de raro, teniendo en cuenta que hace un siglo el Premio Nóbel de la Paz fue concedido a Teddy Roosevelt, un enamorado de la guerra, que hasta escribió un libro proponiéndola como remedio de la cobardía y la debilidad de los machos en el mundo.

Lamentablemente, Obama está pecando contra la esperanza que él mismo supo despertar en su país y en el mundo. Aumentó los gastos de guerra, que ahora devoran la mitad de su presupuesto. ¿Defensa contra quién, en un país invadido por nadie, que ha invadido y sigue invadiendo a casi todos los demás? Y, para colmo, ese chiste de mal gusto de recibir el Nobel de la Paz pronunciando un elogio de la guerra.

Estados Unidos cuenta con 865 bases militares en 46 países. Es una estructura militar imperial que le sirve para poder sostenerse, porque de otro modo podría desplomarse. Es que como decía mi maestro, el escritor norteamericano Ambrose Bierce, las guerras son ayudas de Dios para aprender geografía.
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* Fernando Arellano Ortiz es periodista, director del Observatorio sociopolítico latinoamericano www.cronicon.net y del periódico ¿Que Qué? de la ciudad de Bogotá www.queque.org. Preside la Fundación Taller de Comunicaciones.

3 COMENTARIOS

  1. Maravillosamente lúcido como siempre, desnudando a esta Latinoamerca de una forma que nadie mas logra. Me habría gustado que hablara de Colombia, como la ve y no se guardara por respeto. Que ya es hora de que alguien como él nos diga en la cara unas cuantas verdades!

  2. Me uno al comentario anterior. Maravillosas respuestas del maestro Galeano, para excelentes preguntas.

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