Logoi para cronopios

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MESÍAS

Por Mauricio Montoya* y Fernando Montoya**

Para los cristianos fue Jesús; para los judíos todavía no ha llegado; para los hindúes será Kalki (última encarnación de Vishnú), y para los musulmanes, al menos para una gran facción, el esperado es Imam Mahdi.

La palabra Mesías, protagonista de esta columna, tiene sus raíces en la lengua hebrea, específicamente en la palabra Mashiaj (מָשִׁיחַ), que significa ungido y que pasó al griego como Khristós (Χριστός) y que tiene una relación con el verbo griego Chrió (χρίω) que significa ungir.

La mayoría de las religiones del mundo, en especial las monoteístas, tienen puesta su expectativa en una realidad última que está acompañada por una figura redentora que reinará en el mundo antes de que este transite a su etapa escatológica.

El cristianismo aguarda la parusía (segunda venida de Jesucristo). El judaísmo aspira a la reconstrucción del Templo de Jerusalén a manos de su mesías venidero (esto causaría la exacerbación de los conflictos del Medio Oriente). El hinduismo anuncia una manifestación de Vishnú, que será despiadada con los malvados. Y el islam, basado en los «hadices» (Dichos del profeta), proclama que después de haberse ocultado por siglos, el Imam Mahdi, el oculto, volverá para colmar el mundo de justicia y equidad.

La idea de un salvador o mesías ha recorrido la historia de la humanidad por centurias, insertándose incluso en las lides de la política. Bastaría con mirar la historia de muchos de los países latinoamericanos, incluido Colombia, o las tragedias por las que han atravesado las naciones africanas que han vendido su alma y sus riquezas a supuestos liberadores que han terminado por expropiárselas.

Los países del Medio Oriente y de Asia Central no han sido la excepción a estos temas: en Ordos, región de la Mongolia Interior, en China, existe un mausoleo sin cuerpo alguno, donde los moradores veneran a Gengis Khan como una de las encarnaciones del dios Tengri (deidad principal del chamanismo mongol). Tal vez esperan que vuelva para devolverle la gloria a uno de los imperios más grandes que dominó el mundo entre los siglos XVI y XIX de nuestra era. En Irán (República Islámica), el chiísmo duodecimano espera la aparición de Imam Mahdi (oculto desde el año 874 d. C.), al que se le atribuye el honor de ser el descendiente número doce del linaje de Alí, sobrino y yerno de Mahoma, y del que los chiítas aseguran que debió haber sido el primer sucesor del Profeta.

Sin embargo, vale decir que esta no es la única línea que reconoce la idea de un líder religioso oculto o reservado, pues, entre otras, puede contarse el ismailismo y el bahaismo, doctrinas que son afines o se han desprendido del islam.

Bajo este panorama, una idea político–religiosa como la del mesianismo no es ajena a los tiempos que vivimos. El denominado ISIS o Estado Islámico, por ejemplo, autoproclamó en 2014 en Damasco un califato islámico regido por Ibrahim Awwad, un irakí doctorado en estudios islámicos, que se proclamó califa con el nombre de Abu Bakr al-Baghdadi, como homenaje a Abu Bakr, suegro de Mahoma y primer califa ortodoxo del islam. También es recordado el arribo del ayatola Jomeiní en febrero de 1979, cuando un avión lo trasladó, de París a Teherán, para que asumiera las banderas de Revolución Islámica ante una multitud que lo aclamaba, llamándolo Mahdi.

Un panorama como estos, se puede leer también en la retoma del poder por parte de los talibanes en Afganistán, liderados por el mullah Abdul Ghani Baradar Akhund, que llegó a Kabul procedente de Doha y asumió las riendas del poder talibán, un modelo temido por muchos, especialmente por las mujeres, que ya ha tenido antecedentes en el país y que para muchos recuerda también la historia de Habibullah Kalakani, un «rey» usurpador que tomó el poder en Afganistán en 1929 con el fin de impedir las reformas de modernización que algunos querían implementar en el país, imitando las que en Turquía había liderado Mustafá Kelmal Ataturk.

Así las cosas, los mesías parecen rondar por muchas partes y no es descabellado pensar que faltan muchos más por aparecer.

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La columna «Logoi para cronopios» es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.

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*Mauricio A. Montoya Vásquez. Es filósofo e historiador de la Universidad Pontificia Bolivariana (Colombia) y de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). Fue reconocido en 2012 con la beca Jóvenes Investigadores de la Universidad de Valencia (España). Ha sido docente de diferentes universidades de Medellín, Colombia (Universidad Pontificia Bolivariana; Institución Universitaria Salazar y Herrera; EAFIT) e invitado como conferencista tanto en Colombia como en el extranjero (Guatemala, España, Argentina, Cuba). Es coordinador y director del proyecto escrito y radial «100 preguntas y respuestas para comprender el conflicto colombiano», programa transmitido por la emisora de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Editor del libro: «Voces por la verdad. Un acercamiento a las comisiones de la verdad para comprender el caso colombiano». Coordinador y realizador del programa radial Brevísimo. Transmitido por la emisora de la Universidad Nacional de Colombia.

Entre sus publicaciones se encuentran: Voces por la verdad. Una mirada interdisciplinaria a las comisiones de la verdad para comprender el caso colombiano. (Editor y prologuista); 100 preguntas y respuestas para comprender el conflicto colombiano (2 Tomos). (Coordinador y escritor), además de artículos en revistas especializadas.

**Fernando Montoya (Colombia). Filósofo. Editor y miembro fundador de la revista de cine LaMaquia. Colaborador del programa radial de Brevísimo de la emisora radial de la Universidad Nacional. Guionista de radio y columnista de distintos portales en temas de literatura, cine y geopolítica.

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