EL ESCENARIO DONDE LA POESÍA CONTEMPORÁNEA IRRUMPE

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el escenario donde la poesia contemporanea irrumpe

Por Leo Lobos*

«Cada aventura poética es distinta y cada poeta ha plantado
un árbol diferente en este prodigioso bosque parlante»
(Octavio Paz)

En la era de las redes sociales, la información y desinformación sin fin, de la omnipotencia de la Internet como vehículo y canal de comunicación, de la banalización de las ideas, el escepticismo generalizado, la falta de editoriales con proyectos inclusivos y masivos que den cuenta de la bio y bibliodiversidad cultural y la supremacía de lo visual por sobre la palabra es el escenario donde la poesía contemporánea irrumpe y donde además debe soportar a los que dicen que ella debe reducirse a ciertos temas, formatos, ciertos lugares y colores como si se tratara de una vaca sagrada presa en una cerca inalterable.

«El buen lector —ha dicho Robert Frost— puede indicar el momento exacto en que ha sido tocado y vencido para siempre por un poema, de tal forma que nunca podrá olvidarlo». A pesar de que tenemos tanto lenguaje a nuestro alrededor y no importa cuánto se condecore y promueva la poesía y a los poetas, pocos, excepto un circulo muy reducido la leen. Ha dejado ella de formar parte de la dieta regular del intelectual post–moderno. La poesía ha sido desplazada del centro del escenario, de hecho parece ser una actividad secundaria, singular, extraña, pero con un pequeño grupo de fieles que creen en ella ciega y visionariamente.

La vida, la naturaleza ha cambiado de manera fundamental y ahora los poetas y artistas deben cambiar en consecuencia. Vivimos en un mundo cuyos diarios y revistas, libros de autoayuda y películas, estaciones de radio y televisión han destruido, en una gran mayoría de las personas, entre otras cosas, la capacidad de entender la verdadera poesía y el arte genuino de cualquier especie. Vivimos en un mundo anti–intelectual y hostil al arte en la vida cotidiana de las naciones estados. Un grave y por cierto subsanable error, al menos para quienes se inclinan a ver la poesía como un transmisor de la belleza, un recipiente amplio y basto tan útil como jamás se ha concebido otro que posibilita contener las ideas, puntos de vista, percepciones, sueños, imágenes, sentimientos, colores, sonidos, voces, visiones imprescindibles para personas e instituciones del presente y del futuro. Y los poetas no han cejado —afortunadamente, agregaría— en su empeño de contar historias, para informar acerca de la manera en que la gente vive y ha vivido para luchar por las grandes y pequeñas causas y verdades sobre la vida, cuyo descubrimiento es la justificación final de su lectura.

La poesía lamentablemente pareciera haberse convertido en una forma artística accesoria. La poesía ha sido despojada de su espontaneidad, convirtiéndola en algo artificial y disminuyendo el ser humano en el poeta. Los poetas tienden a cultivar la compañía de otros poetas, lo cual no solo los fortalece en su actitud de avestruz frente a la realidad, sino que les impide ver con claridad sus propias debilidades. Algunos crean sobre todo para otros poetas lo cual es otra debilidad, que les hace olvidar el hecho de que más allá de su mundo cerrado existen otros mundos llenos de interés. La mayoría de los recitales de poesía no tienen vida, no son funciones de lecturas habladas, son interminables y aburridos monólogos desconectados con el público. Hay poetas que piensan que todo lo que tienen que hacer es fragmentar las palabras o que la poesía solo se basa en la palabra experimental, pero la voz lírica tiene que ser transformada, moldeada creada y recreada finalmente. Ya escribía al respecto Pablo Neruda: «La poesía perdió su vínculo con el distante lector. Es preciso recobrarlo. Es preciso caminar en la oscuridad y encontrarse con el corazón del ser humano, con los ojos de la mujer, con los desconocidos de la calle», pues es claro que aquellos que no aprecian la poesía no son lisiados espirituales, ni los poetas tampoco los únicos seres de razonamiento sensible. Uno descubre en la poesía, después de todo, un placer por lo genuino, a pesar de que es hoy cuando toda empresa de la creación poética se ve amenazada por haber sido arrancada del mundo, enfriada en salas de clase, y de manera profusa reproducida por hombres y mujeres autorizados con un grado académico para escribir y no necesariamente por su talento o espíritu. Encontrar escritores que se consideren sinceramente justificados con el placer de la escritura, con el agrado de realizar el oficio diario de escribir y de hallar, escribiendo, iluminaciones que lleguen a apasionarlos sin más oscuras y bastardas pretensiones, es algo muy extraño en los tiempos que corren para la poesía, aunque existen, por cierto, preciosas excepciones. La poesía es un destello fugaz, una luz que proyecta sobre nuestro tiempo y espacio algunas de sus propias y universales sombras.

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*Leo Lobos (Santiago de Chile, 1966). Poeta, ensayista, traductor, artista visual y gestor cultural. Ha escrito y publicado más de 20 libros de poesía, traducción y arte. Su poesía ha sido traducida al portugués, francés, inglés, italiano, holandés y alemán. Ha realizado innumerables exposiciones individuales y colectivas, sus pinturas, poemas visuales y dibujos forman parte de colecciones de arte en Francia, Brasil, España, México, Argentina, Estados Unidos y Chile. Ha traducido al castellano a los poetas brasileños Hilda Hilst, Roberto Piva, Claudio Willer, Alice Ruiz, José Geraldo Neres, Tanussi Cardoso entre otros. Leo Lobos fue laureado con la beca UNESCO-Aschberg de literatura el año 2002 y realizó una residencia creativa en Centre de Arte Marnay Art Center CAMAC en la ciudad de Marnay-sur-Seine, Francia el año 2002-2003. Ha trabajado en gestión cultural promoviendo el teatro, las artes visuales, la música, en galerías de arte, bibliotecas y espacios culturales en Chile, Brasil, Francia y España. Actualmente es editor y director de arte de la Revista de Poesía, Libros Latinoamericanos publicada por MAGO Editores y se desempeña como gestor cultural y encargado de proyectos de la Fundación Profesor José Recabarren y del Salón Museográfico de las Tres Acequias de San Bernardo.

4 COMENTARIOS

  1. Excelente artículo, apreciado Leo. Coincido plenamente con lo que expresas. Difundiré tu reflexión pues es una manera de despertar a una visión real del bendito quehacer literario que nos permite sostener lo que de humanidad conserva aún la Humanidad.
    Un gran abrazo desde Lima.

  2. Todo un tema,que nos hace pensar en la triste realidad,actualmente el se ha ido perdiendo el interés por parte de los lectores a la poesía y la veneración a la creación poética de los intelectuales, la poesía,ya no es, la misma del siglo pasado,el tiempo y las circunstancias, la han ido transformando,es cierto, no podemos cerrar los ojos, ante todo lo que está pasando en el mundo,sé que las flores son hermosas y puedo imaginar un campo de amapolas pétalos blancos, pero al mismo tiempo, al otro lado del mundo un cielo cargado de misiles destruyendo pueblos y ciudades, asesinando a miles de inocentes,hoy son flores sangrantes que no podrán alzar la voz.
    Actualmente ya,no es lo mismo.
    Un hilo dorado que baja del cielo
    Ya, no acaricia, quema.

    Saludos amigo…

  3. A Teresita siempre le veo y recuerdo y admiro por si talento; no solo musical de una artista consumada. Su personalidad y su sonrisa; todo un ser de luz además. Gracias.

  4. Un análisis muy preciso, querido amigo, que aplaudo y comparto. Una gran revista Cronopios. Un abrazo infinito desde Canarias.

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