DIARIO DE UN CURADOR DE CINE

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diario de un curador de cine

Por Oswaldo Osorio*

¿Que cómo se vuelve uno curador de cine? Esa es una de las preguntas que con mayor frecuencia me hacen. Hay que empezar por, más que ver mucho cine, no cansarse de verlo. Que no se vuelva un trabajo porque, a veces, hay que ver películas todo el día. Por eso la buena disposición para terminar una y luego, casi inmediatamente, empezar la otra, debe permanecer intacta. Bueno, también ayuda saber de cine, tener el gusto formado, entender las diferencias entre los eventos para los que se cura y tener claro que el cine no siempre es sobre cine.

En abril empiezo a ver 120 cortos de una muestra experimental, en junio 300 cortos de una convocatoria nacional, en agosto 150 cortos de un festival de ficción, en octubre 35 películas europeas para un premio de la crítica latinoamericana y en septiembre 300 largometrajes para un festival internacional. Al año siguiente vuelvo y empiezo, eso si no hay solicitudes especiales de otros festivales. ¿Que si recuerdo todo eso? A corto plazo, sí; a mediano plazo, para eso tomo notas de todas y cada una de las películas; y a largo plazo, bueno, se queda lo importante y lo seleccionado, que no siempre es lo mismo. Hay que dejar trabajar también el expurgo que hace la memoria, eliminando películas como lo hace con conversaciones banales o con aquella tarde en el parque cuando vi un ya no me acuerdo qué.

Nunca las muestras y festivales son iguales, los puede diferenciar, primero, el volumen de los títulos, pues cantidad implica competitividad, por lo que la misma película que no fue seleccionada en uno, holgadamente puede pasar en otro; segundo, la identidad o la agenda del evento, pues si hay una línea temática, ideológica o cinematográfica específica le puede dar ventaja a una película sobre otras, aunque en un contexto distinto sea vista como una obra menor. Por otro lado, también es un asunto de suerte: este año llegaron a una convocatoria tres cortometrajes animados, con elementos experimentales y con temática feminista. Hubo que elegir solo uno de los tres, por más que los otros dos tuvieran muy buen nivel.

Saber de cine ayuda para identificar por qué destaca una obra sobre el resto, además de proporcionar argumentos para sustentar la opinión; así como conocer la historia del cine y haber visto muchas películas sirve para no obnubilarse por falsas novedades o pastiches reciclados; y tener presentes los distintos códigos o cánones en que se mueve el cine da el discernimiento para descartar o ponderar una película, también para no hacer equívocas comparaciones, y así no poner a competir, por ejemplo, cine de narrativa clásica con el de narrativa moderna, o poder diferenciar las precariedades del cine posible de las del cine aficionado, o no confundir películas con elementos experimentales con las que hibridan documental y ficción; y como estas, hay innumerables variables que es ideal tener en el gabinete de criterios y argumentos como curador.

Hay también dos escenarios en la praxis curatorial: elegir solo o acompañado. Aunque parezca extraño, que la selección dependa de uno solo es mucho más difícil, en especial porque, como este no es un proceso automático, hay muchas películas que están en esa frontera entre incluirlas o descartarlas. Todos esos criterios se hacen un nudo y se carga con el peso de dejar por fuera algo importante que uno tal vez no ve. Cuando el ejercicio es colegiado, en cambio, hay una rica interlocución, debate y conceso, aunque también es frustrante cuando los colegas me sacan de la lista una pieza especialmente querida.

En realidad, empecé este oficio desde muy joven, cuando era cineclubista en la universidad, porque la curaduría puede ser algo tan reducido y efímero como elegir las cuatro películas del mes en un cine club. Pero también puede tener el propósito de permanencia en el tiempo, como cuando se cura una colección, ya sea para una publicación o para alguna entidad. En este sentido, están las curadurías históricas, que tienen la ambición de proponer un canon; aunque también están las especializadas en un tema o contexto social, que le permiten a uno ser creativo y singular, establecer asociaciones e incluso plantear una muy personal visión del mundo.

Actualmente puede haber cierta reticencia con el gremio de curadores por ese pequeño gran poder que hemos adquirido, en especial en el contexto de los festivales, porque la inclusión o no de una película en estos eventos, sobre todo si son importantes, puede ser determinante en la carrera de un cineasta. Al mismo tiempo, no puede haber una época que requiera más de los curadores que la actual, cuando la producción audiovisual ha estallado a fronteras casi inabarcables, al igual que la accesibilidad de este material, ya sea por la cantidad de festivales que hay, la facilidad de las plataformas o por las descargas en línea. De manera que quisiera pensar que muchos agradecen, tanto esa selección oficial que hace un equipo de curadores entre cientos de títulos, como el listado de recomendados en un simple artículo, porque lo uno y lo otro se reduce a lo mismo: ver cine, conectar, contextualizar, destacar, elegir y proponer una mirada.

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*Oswaldo Osorio es comunicador social-periodista, historiador, magíster en historia del arte y doctor en artes. Investigador y profesor de la Universidad de Antioquia. Durante quince años fue coordinador de programación del Festival de Cine de Santa Fe de Antioquia y del Festival de Cine Colombiano de Medellín. Es director de Vartex: Muestra de video y experimental, programador del Festival de Cine de Jardín, curador del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias -FICCI-, director de la Escuela de Crítica de Cine de Medellín y editor de la revista de cine colombiano Canaguaro. Es crítico de cine del periódico El Colombiano, de la Revista Kinetoscopio y fundador del portal www.cinefagos.net. Autor de los libros Comunicación, cine colombiano y ciudad (2005), Cine en viñetas (2010), Realidad y cine colombiano 1990 – 2009 (2010), Por el lente de un cinéfago: Antología de cine colombiano (2016), Las muertes del cine colombiano (2018), Salas de cine y cineclubes de Medellín 1956 – 2020 (2020).

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