Diario de un cronopio salvaje

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Abril 19

Por Santiago Andrés Gómez Sánchez*

Cómo se emocionan los estudiantes de ciencia ante:

1) la belleza del universo («estos increíbles mundos», dice uno de ellos sobre los sistemas estelares binarios), y

2) la grandeza de la ciencia (la grandeza de teorías como los multiversos «una vez que abrimos nuestra mente a nuevas posibilidades») y de la empresa humana («somos hijos de Colón y Magallanes»).

Todo esto valdría la pena contarlo y analizarlo en algún ensayo de largo aliento. También rescatar el cómo dicen que la naturaleza les habla, por ejemplo al preguntarse qué nos dice esto, o al señalar que algo «se muestra» (una posibilidad de tal o cual cosa, por ejemplo), o que «las evidencias nos muestran».

Mayo 3

Sin pereza, sin afán y sin miseria, cumplir con el deber y celebrar la amistad.

Mayo 16

A veces me resulta lo más inusual, lo más extraordinario, encontrar un momento y aprovecharlo para escribir de la vida. El diario puede reducirse a decir que pasó esto y esto, o que pensé esto y esto, pero para mí termina por ser una elaboración de todo, incluso es, sin duda, una experiencia más. En este momento, esa experiencia más está siendo elaborada en tanto rareza o excepción. Pero lo que se me hace a la vez enfermizo y sanador es la necesidad de encontrar palabras para sentimientos que a veces son de tribulación, y que bien pueden desaparecer cuando opto por asumir la sencilla conciencia de que las inquietudes sin expresar no son sino ruido. Cuando descubro que tanto los dolores sin nombre de los que habla por ahí Caicedo (¿es en El mar?) como las palabras con que trato de comprenderlos son perfectamente prescindibles y que el silencio es una realidad no solo sorda sino también comprensiva que se puebla de sentido con el rumor y el colorido de la vida, sencillamente respiro mejor. Sobra todo.

Junio 3

Fui hace poco a donde un médico bioenérgetico de gran experiencia en Medellín, me lo recomendó María Helena, en quien creo a pie juntillas. Allí hubo un recuento de lo que ha sido mi vida, de lo que es hoy mi día a día, de lo que son mi alimentación, mis hábitos de sueño. Me preguntó si soy alguien irritable. Mi respuesta fue que constantemente hay un sentimiento de desacomodo. Que a veces sí dejo salir mi ira, pero que usualmente hay una especie de asimilación del desacuerdo con este mundo, que me parece incluso dignificante. Y que en todo caso la meditación me ayuda a disipar todo sentimiento tumultuoso. Le dije que en últimas frente al agobio por la necesidad de transar con el sistema, un sistema que me parece un absurdo penoso, simplemente he reconocido unas estrategias y un plan que cumplo. Que la consigna es, simplemente, cumplir. No hay más ilusiones. Él asintió. Me dijo que eso estaba muy bien. Que en eso consistía todo. Digo yo que me dijo que basta de torturarse por lo que no pasó, por lo que no va a pasar. Digo que me dijo que si te das cuenta qué más da. Que nadie sabe nada y lo más es vernos. Y habrá que cuidarse de uno mismo y de lo que uno todavía come cuento.

Junio 21

Pasado mañana tengo conversación pública con varios académicos del documental. Uno sabe que debe oscilar entre lo que debe decir por conveniencia personal, lo que cree por todo lo que ha sido su meditación en la vida, y lo que resulta aportante para la comunidad. No siempre estas cosas coinciden. En especial el doctorado y la maestría me han facultado para entender, en lo que parecía en un momento dado una simple intuición y una simple rebeldía, que es más. No se trata de descreer por pereza. Los que han pensado que mi postura, digamos en Tratado sobre la mentira, es parte de un relativismo posmoderno, confunden la idea de verdad con una supuesta posibilidad de llegar y aun de haber llegado a ella. Por otro lado, creen que el relativismo es siempre creer que todo puede ser cierto, y no sencillamente estar convencido, por mi parte, de que, de hecho, nada lo es.

Junio 25

Sobre el asunto de cumplir, es algo que da para pensar. En ocasiones precisa y además es la oportunidad para ver que todo es vacío, o bueno, una fila de cosas. La vez en que vi que esta palabra es un designio para mí fue un día en que supe que encontraría la palabra perfecta para mi situación. Había pasado una prueba relativamente dura y muy importante en el mundo académico y social. Llegué a casa y en un volumen de relatos de Cervantes abrí y vi la palabra: cumplir. Sentí que, justamente, no había hecho otra cosa, y que eso era lo único importante. Que a veces uno pone más de lo que hay que poner en todo, y que las cosas te piden una especie de acto en silencio. Me digo a veces: «Piensa que llegaste a salvo y la fiesta está por empezar».

Junio 27

Escribí anteayer en Facebook lo siguiente:

«Sin buscar mucho las palabras, estoy devastado y siento que, como en los ochenta, debo huir de la información. Esto es un genocidio descarado frente a todos. Haré un breve recuento de las últimas noticias: el líder de Tarazá que los asesinos hacen que se pudra delante de todo el pueblo, los ochocientos y más desplazados en Ituango, la violación de siete o diez soldados a una niña indígena y la banalización de ese acto por periodistas y políticos; la furia de los debates sobre la Comisión de la Verdad en sus redes por la necesidad de callar muchas cosas, lo cual creo que también les está siendo impuesto con estas demostraciones de poder… Sin hablar del derretimiento del hielo polar, que al parecer traerá por varias razones nuevas pandemias y oportunidades empresariales, y varias cosas más en el planeta, en un hogar nuestro que cada vez es más físicamente invivible para los humanos…

»Hoy vinieron otra vez a gritar al frente del edificio donde vivimos que les demos comida, que tienen hambre. Lo pedían a gritos y ya nadie les da nada. Al principio Adri y yo los ayudamos un poco, y otros, ahora no podemos o ni debemos. Otros en otros barrios se han puesto a tirarles huevos a los que piden así. Es una pesadilla. Oírlos gritar es una pesadilla. Oír a esa mujer, oír las palabras que buscan, las pausas que hacen. De ellos no podré huir. Y recuerdo que mi hermano me decía que si el mundo fuera tan malo como Saramago lo decía en ‘Ensayo sobre la ceguera’, lo que el portugués ahí describe ya habría pasado. No sé. Al menos sí estaba pronosticado.

»Esto me tiene temblando, me tiene llorando, me tiene al menos con la conciencia de que no está nada mal el que sepa que aquí hay que hacer un luto y un pare, y que el loco no es tanto quien se resiste casi de cualquier manera a lo que nos quisieron vender como normal y no es sino… salvajismo. Reconocer lo bestiales que somos, eso es el primer paso que hay que dar, lo simplemente brutos en tanta capacidad y excelencia. El vivir en lo simple, casi en la nada, tendrá que ser una lección que aprendamos, no sé… ¿De los cubanos, de los rebeldes cristianos de las catacumbas, para quienes no había propiedad privada ni colectiva, de ciertos monjes que saben que la renuncia es un primer paso a la sabiduría, de los sabedores indígenas que entienden que a la muerte no se le puede vencer solo porque uno está muerto desde que nació y su vida es la vida y muerte del cosmos como un solo movimiento sempiterno de ser y no ser?

»Tal vez, tal vez. Pero medito y lloro más. De hecho es sanador.

»Me debo alejar de las noticias, de todo lo que me informe del mundo exterior. El dolor en el pecho de hace una semana, incluso la hernia umbilical que no me deja hacer el ejercicio que tanto necesito, todo eso, desfases energéticos, ni caminar, del ying y el yang, que no son cuento chino, proviene de un temor y una rabia que se va cociendo y puede matarme de la tristeza, que es la verdadera ignorancia. Si llega el momento de dejar este mundo, que sea con una sonrisa: no lo hemos hecho mal. Por lo pronto, compañeros, no me busquen ni me esperen en esta red, ni en WhatsApp, solo si acaso por correo electrónico y celular, Juan Manuel, hermanas Olarte, queridísimas, Alonso, Rafa, Lía, Leonardo, Diana, William, Andrés, todos los poquísimos y adorados amigos que tengo en esta red, Adri, que me salvas de la locura.

»Un abrazo y chao. No responderé a ningún comentario. Buena ventura».

Julio 4

Debo proyectarme a la vejez, en cierto sentido, o al menos a la madurez, digamos, no a la debilidad, no al cansancio, sino a una vejez jocunda, como he querido significar en algún lado. Así no llegue a ella. Esto supone una esperanza fundada en el no obedecer. Quieto.

* * *

La presente columna, Diario de un cronopio salvaje, son tajadas de vida, como llamaba el gran cineasta Louis Feuillade al cine, son estas páginas extraídas del diario de un crítico solitario, narrador alucinado, estudiante eterno de literatura, cine y música.

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*Santiago Andrés Gómez Sánchez (Medellín, 1973) es periodista de la Universidad del Valle, magíster en literatura de la Universidad de Antioquia. Ha publicado los libros Madera Salvaje (novela, Ediciones B, 2009), El cine en busca de sentido (crítica, Universidad de Antioquia, 2010), Los deberes (cuentos, Universidad de Antioquia, 2012), Todas las huellas. Tres novelas breves (novela, Universidad de Antioquia, 2013), La caminata (cuentos, EAFIT, 2015), El cuarto asesino (novela, Universidad de Antioquia, 2016), Certeza de lo imborrable. El cine en busca de sentido, vol. 2 (crítica, Universidad de Antioquia, 2017), La Musa asesinada. ‘Conversación en la Catedral’, de Vargas Llosa: novela marxista (crítica, Universidad de Antioquia, 2018), Régimen de criterios. Cines y cineastas colombianos (crítica, Editorial Deliberar, 2019) y Diálogo de raíces (cuentos, EAFIT, 2019). Entre 1992 y 2011 fue crítico de la revista Kinetoscopio y del diario El Colombiano, de Medellín. En 1994 fundó la Corporación Cultural de Video Independiente Madera Salvaje, con la cual ha realizado 28 obras audiovisuales de corto y largometraje en los géneros de documental, ficción y experimental. En 1996 recibió el Premio Nacional de Video Documental por Diario de viaje, considerada una obra pionera en el cine de ensayo en Colombia. En 2014 fue merecedor de una beca a la creación del Municipio de Medellín para la escritura de su libro La caminata. Ha sido profesor de historia del cine, apreciación cinematográfica, lenguaje audiovisual y teoría del cine en EAFIT, la Universidad de Antioquia y el Politécnico Jaime Isaza Cadavid. También ha sido jurado en la convocatorias del Ministerio de Cultura, el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico, IBERMEDIA y la selección de la película colombiana para los premios Oscar, Goya y Ariel. Actualmente es candidato al Doctorado en Literatura de la Universidad de Antioquia. Como músico, grabó el disco Savia con el grupo Los Dados y persiste en ser rockero de tiempo completo.

 

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