Collage Cultural Cronopio

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ACERCAMIENTO HACIA EL ESTUDIO DE LA «DANZA DE LA MUERTE»

Por Pedro Hoyos Salcedo*

Con todo afecto para mi amigo poeta Roe Fyffe, «Dark Alley».

Tomando como base los símbolos medievales de unidad «danza–muerte» y destacando su valor real con relación al ser, además de la influencia que han desarrollado a través de diversas épocas, vemos cómo «las danzas de la muerte» se han establecido dentro de las estructuras comunes de la literatura abarcando, por ende, diferentes fases.

Al tratar de hacer el análisis sobre un tema tan vivencial en el ser medieval (476–1492) como es «la danza de la muerte», vemos que es el mismo ser quien con cierto temor y misterio ha desarrollado esta idea durante ocho siglos de una forma consciente o inconsciente bajo formas diferentes, conservando el mismo contenido, y recurriendo a los conceptos de justicia, autoridad, lucha de contrarios, desastre y desolación, entre otros.

Es el hombre mismo, víctima de un proceso irreversible, el que mediante esta forma temática plural se aproxima a un análisis que tiende hacia la captación de ese símbolo universal con carácter polifacético que a la postre se cristaliza y se apersona del poder humano en cuyo reino impera de una forma expresa la dictadura de la muerte.

Un estudio sobre el tema de «la danza de la muerte» se puede enfocar bajo diferentes estadios, los cuales siempre conducirán hasta ese sentido trágico, desesperante y agónico, en el cual se debate el ser humano.

Desde el punto de vista religioso ortodoxo, se ha sustentado que ha sido la Iglesia Católica la encargada de incrementar ese sentimiento profundo de responsabilidad, el cual ha crecido dentro de la conciencia colectiva a través no sólo de los tiempos medievales, sino también del Renacimiento y de la época Moderna.

La ideología religiosa ha elaborado sus danzas macabras en torno a los conceptos de igualdad, caída, ruina, justicia, temor y aniquilación; conceptos de carácter moralista, los cuales ubican en determinado sentir a todo el conglomerado ávido de salvación y de bienestar.

Fray Justo Pérez de Urbel afirmaba que a finales del siglo XIV los monjes benedictinos de la corona de Aragón cultivaban, a manera del futuro grafiti, el tema de la muerte, escribiendo largos, aterradores y profundos epitafios en las paredes de los cementerios.

Solá Solé, J. M. en Romance Philology v. 18, de febrero de 1965, en su número tres, páginas 272–283 (MLA. P.1965. I 2099) trata sobre el tema de «El Rubí y el alfaquíen, la danza general de la muerte». En este estudio específico Solá Solé destaca la importancia del pasaje en donde la danza general de la muerte invita al rabino hebreo a participar en su danza macabra.

Otro enfoque sobre «la danza de la muerte», un poco más amplio, se puede establecer bajo la mirada de lo social. El problema sobre las injusticias sociales que atañen al ser en su esencia es desarrollado dentro de esta danza macabra, pues con su espíritu simbólico de carácter arrasador e indomable hace doblegar al género humano de una forma inescapable ante sus garras, dando un sentido irreversible sobre el fenecer. Dentro de toda esta aura flotan sobremanera temas como la caída de los potentes, las insalvables ruinas de la hermosura y la arquetípica inutilidad última de las riquezas (aspecto justiciero); su carácter es eminentemente popular y su afincamiento se efectúa casi por ósmosis dada la mascarada igualitaria en que se funde.

Revisando las Actas del Tercer Congreso Internacional de Hispanistas, en sus páginas 267–276, A.D. Deyermond. F.29 en su título «El ambiente social e intelectual de la Danza de la muerte», incluye lo siguiente: «Las danzas macabras de la muerte constituyen un género innegable, muy característico de la tardía Edad Media de la Europa Occidental».

Bajo otra óptica vemos cómo la peste negra, la peste bubónica o la muerte negra, (1346–1361, con la eliminación del 60% de la población europea), pandemia causada básicamente por pulgas trasportadas por roedores (las ratas negras o raltus rattus, y los gerbilinos) coincide cronológicamente con el período de mayor intensidad de estas manías mortuorias; la desesperante situación social anterior fomentaba irremediablemente la presencia social de estas danzas macabras, cuyo origen es psicológico y social, viéndose con claridad meridiana una marcada histeria colectiva. La danza macabra colectiva anterior, fiel reflejo de las danzas epidémicas medievales hacia el siglo XIV, se complementa con el oscuro fenómeno del tarantismo o el tarantolismo. De todas maneras, aclaramos que el tarantismo por ser un fenómeno del sur de Europa, no explica el origen de las danzas macabras debido a que éstas se inician en Francia y en Alemania.

Avanzando un poco hacia otro ángulo de este fenómeno de horror con la parca, tenemos lo relacionado formalmente con lo socio satírico. El instrumento, ahora, es la poesía didáctica, bajo el corpus de «la sátira popular». Una ilustración, al respecto, aparece en un artículo publicado en Dissertation Abstracts: 29ª. 1969. 26–73. Rev. Fresno Leonidas, O.S.A., PhD. St. Louis University, 1968. «Vocabulario de la Danza General». Order No. 69–342.

Fresno Leonidas establece que «se trata de un poema medieval del que se ha preservado sólo un manuscrito: (B–IV–21; Folios 109–129). En la Biblioteca del Escorial, 72 estanzas [sic]. Es una de las muchas danzas de la muerte escritas en Europa a fines del S. XIV e inicios del S. XV. El tema no es la muerte en sí. Es sólo un pretexto para hacer una crítica pequeña de los vicios reinantes en la sociedad. En su carácter formal es casi un sermón o un sacramental–drama alegórico religioso. La muerte llama a varios personajes de diferentes clases sociales: Papa, emperador, santero y alfaqueque (liberador); todos ellos toman parte directa en el rito.

Otro enfoque sobre el estudio de «la danza de la muerte» es el topo lingüístico debido a que el marco geográfico puede concentrarse en España y en otras partes de Europa. Observemos la ilustración que hace J. B. B. Van Praet en Catalogue des Livres Imprimés sur Velin de la Biblioteque de Roi (IV, Paris–18220). P. 70: «En el norte de Francia fue en donde nació y alcanzó mayor boga la Danza macabra y sus manifestaciones inglesas, alemanas, holandesas y españolas se imitaron de allí».

De nuevo, Solá Solé. J. M. Entorno a la Danza general de la muerte. (MLA 1968. p. 299. 1602). Hispanic Review (H. R): 36 oct. I. 968. No.4, define que «la danza debió ser popular sobre todo en una zona de fuerte influencia catalana o cercana al dominio lingüístico catalán debido a que en su vocabulario vemos que posee un carácter aragonés que trasciende el carácter castellano». Lo anterior se ilustra con vocablos como «Ynplisyon, fer y sotar»; también se ejemplifica con la frecuencia de algunos participios de presente como «durante pasante»; otra ilustración es con algunos términos popularísimos en Aragón como «predicar, frecha, perlazía y perlado»; un último ejemplo sería lo referente a las fluctuaciones vocálicas como: «dexat, dexad, segund, ardit y gostar».

Veamos cómo aparece el tema de «la danza de la muerte» en las manifestaciones literarias del medioevo. En varias de esas manifestaciones literarias medievales hay una terminología predominante que involucra e implica el concepto de lo «macabro».

Solá Solé. J. M. ilustra estos matices tétricos, así:

«En los países musulmanes uno de los lugares de reunión más frecuentes es el cementerio:

a. Visitad las tumbas, puesto que ellas os evocan la muerte.
b. En Palestina Árabe, las mujeres celebran en los cementerios, sobre la tumba de los difuntos, banquetes fúnebres en honor de la persona ausente. En la España morisca el tema de la muerte debió de ser muy popular.
c. La personificación de la muerte es algo importante en la literatura musulmana en donde tiene un carácter hermafrodita».

Finalmente, digamos que «la muerte» es el núcleo semántico que confirma la temática medieval sobre «la danza de la muerte». Ella, «la muerte», está evocada contextualmente en las vivencias sociales y en las experiencias cotidianas del ser. L. Fresno afirma que «en los banquetes de coronación de algunos reyes catalanes o aragoneses de principios del S. XIV, atestiguamos representaciones con pantomimas de la muerte».

En las Actas del Segundo Congreso Internacional de Hispanistas. F. 44.4669. Vol. II. pp. 73–91 y a propósito del tema de «la muerte» en El libro del buen amor, (1330/1343), Rafael Lapesa (1908–2001) asevera que «la muerte aparece en tres ocasiones relacionada con los amores del protagonista. Su protagonista, cuando le acongojan penas de amor insatisfecho y teme morir, se esfuerza por encontrarles remedio… Desde la antigüedad clásica existía la concepción de la muerte como niveladora de los hombres, a quienes hace volver a la igualdad con que nacieron. El cristianismo había añadido que con esta igualdad se salvan las vanidades humanas y se abre paso a la justicia divina».

Esperamos que este acercamiento sobre «la danza de la muerte», desde los ángulos religioso, social, formal, socio satírico, topo lingüístico y tétrico semántico, nos sirva para entender que la muerte para el ser humano en la mayoría de los casos y contextos es un elemento liberador, purificador y catártico, cifrando en él el ansiado término de los dolores o cruz agotadora que cargamos a cuestas en nuestra vida, per se.

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* Pedro Hoyos Salcedo es oriundo de Cali, Colombia. Se especializa en la literatura latinoamericana, Siglo de Oro español y la literatura española del siglo XIX. Tiene estudios doctorales de la Universidad de Nebraska, en Lincoln. Ha publicado artículos en los periódicos y revistas literarias más prestigiosas de su país. Ha publicado tres libros: «De Cortés a García Márquez. Ensayos de Literatura Hispanoamericana». Colección Prisma, Editorial Lumen, Lima. Perú. «Ejes temáticos en la obra de Ricardo Palma». Universidad del Quindío, GEDES Editores, Colombia, y «Ningún ser humano es ilegal ni el reino de Dios Tiene fronteras». Universidad del Quindío, GEDES Editores, Colombia. Es autor de dos CD de música, audio digital [Hoyos Familia Grupo Musical], con canciones bilingües nuevas y originales y un cuaderno de ejercicios interactivos para aprender el castellano. Después de diecisiete años de enseñar en la Universidad de Caldas en Manizales, ha venido enseñando en la Universidad Estatal de Augusta en Augusta, Georgia, desde 1995. Ha sido profesor de español básico y avanzado y Literatura Latinoamericana.

 

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