LA FALSA POLÍTICA DE LOS FALSOS POSITIVOS
Por Marcel Hofstetter Gascón*
En el último año, y particularmente en las recientes elecciones, la seguridad democrática ha sido el caballito de batalla de cualquier candidato con verdadero interés de llegar a la máxima magistratura de la República. Es inimaginable que en un país con una variada oferta de partidos, intereses y tendencias, todas las opciones políticas se adhieren de manera inequívoca a lo que se considera el gran legado del presidente saliente, Álvaro Uribe Vélez.
El actual escenario político induce un miedo escénico en el candidato que desvirtúe la seguridad democrática como una política exitosa. De hecho, la política de seguridad democrática ha logrado que el Estado recupere el monopolio de la fuerza en gran parte del territorio nacional, con dos golpes cinematográficos al corazón de la guerrilla, que concluyeron con la muerte de un miembro del secretariado de las FARC y la liberación de los principales secuestrados.
Estos éxitos incuestionables desde cualquier óptica política, han sido opacados por los llamados «falsos positivos», en los cuales algunos miembros de las Fuerzas Armadas realizaron operativos macabros contra ciudadanos inermes, al capturarlos, asesinarlos y presentarlos como muertos en combate. Los hechos sugieren que la política de Seguridad Democrática tenía en el conteo de cuerpos sin vida del enemigo uno de sus objetivos principales.
La dinámica de un conflicto armado como el colombiano, deja inexorablemente deserciones, entregas, capturas, muertos y heridos. Es cuestionable por lo tanto, desde una perspectiva política, que se premiara los muertos en combate sobre las otras salidas del conflicto. El resultado de las acciones implementadas en el marco de la presión militar, exige un replanteamiento a profundidad sobre el verdadero éxito del combate.
¿Por qué ningún candidato toma las banderas hacia la humanización del conflicto desde una perspectiva estructural?
Por otro lado, la política dirigida a la resolución del conflicto armado está siendo estática, donde la vía militar parece ser la única opción en el debate, atada sin duda alguna a la alta popularidad del presidente en ejercicio. La escena política actual está totalmente dominada por la aquiescencia a la política de seguridad democrática.
El análisis de la confrontación armada se está realizando por lo tanto, con el espejo retrovisor, sin una visión prospectiva que permita crear las condiciones mínimas para el siguiente paso. El componente militar es sin duda alguna, un elemento necesario, pero a la vez insuficiente en la senda hacia el cese del enfrentamiento.
El país urge de estrategias complementarias que vayan generando alternativas más allá de las operaciones militares. Seguiremos fallando como sociedad si miles de nuestros compatriotas prefieren las armas y el monte en condiciones extremas, a una vida en la legalidad.
Las políticas que se deben implementar han de propender por que ningún joven tenga la tentación de alzarse en armas contra el Estado.
Siendo la seguridad uno de los elementos cruciales en las próximas elecciones, deberíamos esperar como ciudadanos propuestas audaces de los diferentes candidatos, tendientes a la finalización del conflicto armado. Sin embargo, no se observa sobre la arena política, diagnósticos claros sobre cómo se va a proseguir.
Simultáneamente, la guerrilla debe dar pasos que demuestren claramente la intención de buscar una salida al conflicto. En pleno siglo XXI, y en un Estado de Derecho, cualquier objetivo social se puede lograr mediante la correcta articulación de procesos políticos, lo cual desvirtúa ‘de facto’ los medios bélicos.
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* Economista Universidad de Los Andes, Master en Economía de la Universitat Pompeu Fabra y Especialista en Ciencia Política de la Universidad de Barcelona. Ha sido Profesor Universitario por más de diez años y autor de dos artículos científicos. En la actualidad es director del Programa de Economía y Finanzas Internacionales de la Universidad de La Sabana. Se dedica a promover el análisis de los fenómenos financieros desde la ciencia económica, trasladando todo el rigor al objeto de estudio.