Alfil Cronopio

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¿EL FIN DE LA SEGURIDAD DEMOCRÁTICA?

Por Marcel Hofstetter Gascón*

Después de más de ocho años de ofensiva militar y de enormes avances en la dinámica del conflicto, la actual elección presidencial presenta un excelente escenario no sólo para evaluar los resultados de la política, sino para reflexionar sobre las propuestas que se deberían implementar en los años venideros. Los resultados de las recientes encuestas a la Presidencia de la República sugieren que los únicos candidatos con suficiente apoyo popular son Juan Manuel Santos y, para sorpresa de muchos, Antanas Mockus.

El ex ministro Santos representa la continuidad de las políticas emplazadas por el presidente Uribe, mientras que su rival encarna la esperanza de algo diferente. La llamada marea verde se ha posicionado en pocas semanas como una fuerza política capaz de llegar a la Presidencia de la República. El ascenso vertiginoso del ex alcalde se debe en gran parte al agotamiento de la seguridad democrática como única medida para resolver el conflicto colombiano.

Es bien curioso, que la principal fortaleza de la actual administración se convierta vorazmente en una marcada debilidad para su principal heredero, Juan Manuel Santos. ¿Cómo puede suceder que los éxitos militares más contundentes en la historia del enfrentamiento armado, estén generando un movimiento bumerang que puede concluir en un revés político de marcadas consecuencias?

Los avances en seguridad a lo largo y ancho del territorio nacional son un resultado claro del despliegue de la fuerza pública. Sin embargo, a pesar de casi una década de presión continua, no se han generado las condiciones necesarias para el siguiente paso. La política de seguridad democrática per se, ha quedado huérfana ante la ausencia de estrategias alternativas que produzcan resultados diferentes a los obtenidos en el campo de batalla. De ahí, el origen del mencionado desgaste.

La sociedad colombiana, después del engaño de los diálogos de San Vicente del Caguán y de la incapacidad de las acciones militares para finalizar el conflicto, urge de estrategias novedosas que consoliden un nuevo sendero. Los profesores Antanas Mockus y Sergio Fajardo, han encarnado con un singular olfato político el deseo de cambio y renovación políticas que desean una gran parte de los colombianos. Son personajes ‘sui generis’, matemáticos, que con un lenguaje diferente inspiran la ilusión de una solución ingeniosa que ponga fin al conflicto que ha desangrado al país durante décadas.

Ahora bien, para avanzar hacia un proceso de paz definitivo, es necesario el concurso de la guerrilla. Ésta ha sido errática en sus planteamientos desde que dejó pasar la oportunidad de oro en los frustrados diálogos del Caguán. Los larguísimos e ignominiosos cautiverios, las liberaciones a cuentagotas, los asesinatos, las masacres y el tráfico de narcóticos han degradado al grupo guerrillero. Lo anterior, en conjunción al retroceso experimentado por la ofensiva de las Fuerzas Armadas, permite que la búsqueda de la paz pueda representar la única opción viable para el grupo insurgente.

En este punto de la confrontación, el planteamiento de estrategias alternativas que complementen el gasto militar, son una necesidad imperiosa desde el punto de vista político. Si bien se debe garantizar la continuidad de la exitosa política de seguridad democrática, ésta pasaría a un segundo plano.
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* Marcel Hofstetter Gascón es director del Programa de Economía y Finanzas Internacionales de la Universidad de La Sabana.

1 COMENTARIO

  1. Si llegase Mockus a la presidencia, ¿Cómo este financiaría su política de educación sin dejar a la deriva la seguridad democrática?

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