LA DEMOCRACIA COLOMBIANA: ¿UN FACTOR DE REZAGO ECONÓMICO?
Por Marcel Hofstetter Gascón
El politólogo Robert Dahl, en su libro ‘La Democracia’ (Taurus, 1999), demuestra que el crecimiento económico de los países desarrollados ha ocurrido en regímenes democráticos, sugiriendo que la democracia es una condición necesaria para la expansión del producto interno bruto.
La democracia ha sido idealizada en teoría como el mejor sistema político, al garantizar libertades, derechos, e incluir la participación de de los ciudadanos en la toma de decisiones de lo público. El autor reconoce sin embargo, que la realidad de la democracia como sistema político contiene ineficiencias como la corrupción, el abuso de poder y la exclusión, lo que lo lleva a plantear que los países deben trabajar en la búsqueda del concepto ideal de democracia. La profundización de las buenas prácticas democráticas contribuye sin duda a cerrar la brecha entre lo normativo (el deber ser) y lo positivo (el ser, la realidad).
Colombia se precia de ser una de las democracias más sólidas del continente, dado que no ha experimentado un golpe de Estado en las últimas seis décadas. Esta noticia contrasta con las decepcionantes tasas de crecimiento que ubican al país en un grupo rezagado de economías emergentes. Según el indicador de Producto Interno Bruto per cápita ajustado por el poder de compra, calculado por el ‘Fondo Monetario Internacional’ para el año de 2009, Colombia ocupa el 83 en un listado de 181 países con una renta anual de 8.936 dólares. Este valor es inferior a la media mundial de 10.366 dólares, y muy cercano a economías que creíamos inferiores como Ecuador (7.800 dólares) o Perú (8.600 dólares).
La estabilidad de los gobiernos obliga a investigar las causas del estancamiento económico en las características propias de la idiosincrasia política. Los últimos mandatarios han logrado la gobernabilidad con el apoyo de algunos miembros del principal partido de oposición. Estos apoyos ‘anti natura’ desde el punto de vista programático, se han logrado con dádivas burocráticas.
Las desdeñables prácticas se han arraigado en nuestra cultura política, en el cual se debilita la democracia, al primar el interés privado del congresista sobre el debate parlamentario. Adicionalmente, la política y en particular el Congreso de la República han sido permeados por agentes al margen de la ley como el narcotráfico, la guerrilla y el paramilitarismo, degradando totalmente la credibilidad y el prestigio que ha de tener el poder legislativo como pilar del sistema político.
Un perfil de la actualidad política, nos revela una vorágine de claros ejemplos de debilidad democrática. Después de la primera vuelta presidencial, los partidos políticos de Cambio Radical y Liberal Colombiano adhirieron la propuesta de Unidad Nacional esgrimida por Juan Manuel Santos. Las adhesiones se realizaron sin un mayor debate, lo que sugiere que la repartición de la torta burocrática es y seguirá siendo parte del actuar del nuevo gobierno. No hubo en ninguna de las alianzas políticas mencionadas una discusión a fondo sobre las bases programáticas de cada uno de los partidos.
Lo anterior ocurre en un entorno económico complejo, caracterizado por un desempleo estructural, la desfinanciación del sector salud y el déficit en las finanzas del Estado. En cada uno de estos temas urge un plan riguroso, que debería copar los escenarios de debate político. Sin embargo, el debate se ha centrado sobre quién va a ser el próximo Presidente de la Cámara de Representantes.
La reflexión conduce a la necesidad de una depuración en las prácticas políticas para que Colombia entre de lleno en un umbral de alto crecimiento. Para ello, los partidos deben fortalecerse alrededor de idearios y de convicciones, pilares de la democracia como sistema político. El debate a profundidad de las iniciativas gubernamentales, así como un exigente control político por parte de la oposición, son el primer paso para empezar a cerrar la brecha con el ideal de democracia del Profesor Dahl. Sin embargo, no parece que se vaya a avanzar en este cuatrienio.