Alfil Cronopio

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EL DEBER SER DE LA POLÍTICA

Por Marcel Hofstetter Gascón*

Fernando Savater, reconocido filósofo español, publicó hace poco más de dos años «La Aventura del Pensamiento» (Sudamericana 2008), obra que pretende realizar un viaje hacia los principales filósofos a lo largo de la historia. La aventura se inicia con el pensamiento de los Griegos, encabezado por Sócrates, Platón y Aristóteles, quienes formularon las primeras nociones sobre política, ética y democracia, que aún perviven en nuestros días.

Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.), discípulo durante veinte años de Platón, planteó la felicidad como la finalidad única del ser humano. En esta estructuración conceptual, al Estado le corresponde la promoción de la felicidad de los ciudadanos y de la virtud, entendida como los hábitos que conducen a la excelencia. La actividad pública debe ser por lo tanto, ejemplo de eficiencia, calidad y buenas prácticas, principios que deben permear el actuar individual y colectivo.

Dado el inicio del nuevo Gobierno, conviene reflexionar desde la perspectiva aristotélica sobre los principales hechos políticos que han dominado el debate público en Colombia, como la elección del Fiscal General, la Reforma a la Justicia y el Gobierno de Unidad Nacional.

La elección del nuevo Fiscal General de la Nación, ha sido uno de los episodios más lamentables, producto del virulento enfrentamiento entre el ex-Presidente Uribe y la Corte Suprema de Justicia. La disputa colocó los intereses particulares por encima de los de la Nación, minando de manera inexorable la credibilidad de las instituciones encargadas de velar por la justicia. Es inconcebible, que un convulsionado país como Colombia no tenga desde hace un año a un Fiscal General en propiedad. El episodio en consecuencia, dista de ser un ejemplo de eficacia y oportunidad.

Desde la posesión del nuevo gobierno, la Reforma a la Justicia ha sido uno de los principales actos de gobierno. El proyecto original, que pretendía eliminar el Consejo Superior de la Judicatura, ha sufrido sus primeros reveses. A parte de una oposición natural por parte de la propia rama, ha encontrado resistencia al interior de la propia coalición de gobierno, obligando a retrasar la presentación del proyecto al Congreso de la República hasta marzo de 2011. Este aplazamiento es un primer mensaje de dificultad, que puede conducir bien sea a un recorte significativo del proyecto original, o al hundimiento definitivo. Dos resultados que tendrían nefastas repercusiones en la gobernabilidad del país.

Finalmente, el siete de agosto pasado, el Presidente Santos empezó a gobernar con el apoyo del llamado Gobierno de Unidad Nacional, conformado oficialmente por el Partido de la U, el Partido Conservador y el Partido Liberal. La coalición de Gobierno quedó conformada por unas mayorías holgadas tanto en Senado como en Cámara, cercanas al 85% de las curules. Este hecho político sugiere a primera vista, que el Presidente cuenta con el respaldo suficiente para acometer las reformas estructurales que el país requiere desde hace décadas, como la tributaria, la laboral, la de la salud, la de reparación de víctimas y la de tierras, entre otras. La agenda es sin duda ambiciosa, pero guarda concordancia con el escenario político. De llevarlas a cabo, se constituiría en un claro paradigma de excelencia, del deber ser de la virtud de la política, en términos de Aristóteles.
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* Marcel Hofstetter Gascón es director del Programa de Economía y Finanzas Internacionales de la Universidad de La Sabana.

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