Alfil Cronopio

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Navarro

“PIDO LA PALABRA”

Por Marcel Hofstetter Gascón*

Desde hace algunos meses se viene especulando con la posibilidad de crear un nuevo movimiento político con tendencia de centro izquierda gestado alrededor de varios académicos y reconocidos políticos. La iniciativa promete dinamizar el escenario político de cara a las próximas citas electorales. Sin embargo, han sido muchos los intentos por crear fuerzas de izquierda o centro izquierda, que no han logrado trascender en el tiempo.
Movimientos como el Partido Comunista, el MOIR, el Polo Democrático, el M-19, el Partido Verde y los Progresistas para citar algunos casos, vivieron un instante de furor para irse difuminando hasta convertirse en irrelevantes. La conexión con el elector, la coherencia con los principios que le dan identidad al grupo político, la ética y la unidad son las principales lecciones que se extraen de los mencionados fracasos.

La conexión con el elector es el principio básico del sistema democrático, y el oxígeno de los partidos políticos. De consolidarse el movimiento en partido, el nombre de “Pido la Palabra” tiene la virtud de conectarse fácilmente con los menos favorecidos, con los marginados y con aquellos que sienten que sus proclamas nunca han sido escuchadas. Esto cobra ímpetu al relacionarse con la orientación de centro – izquierda, tejiendo un activo político de relevancia. El siguiente paso es establecer principios y los correspondientes objetivos de la agrupación. Las propuestas de gobierno deben ser congruentes con los principios, y con la búsqueda de una sociedad más igualitaria. La construcción de una identidad es fundamental para trascender en el debate político.

Los casos de corrupción han hundido los últimos intentos de tener una izquierda moderna encabezados por el Polo Democrático y los Progresistas. El Polo prácticamente desapareció con la debacle de Samuel Moreno en el Distrito Capital, y Gustavo Petro está enfrentando serios cuestionamientos éticos en su primer año como burgomaestre. “Pido la Palabra” debe estar libre de cuestionamientos de corrupción tanto al interior del partido como en los cargos de elección popular que logre alcanzar.

Finalmente, la unidad al interior de la colectividad es de suma importancia de cara al elector. La ciudadanía debe percibir un discurso único sin voces altisonantes. El choque de egos y las diferencias deben ser debatidas y resueltas en espacios cerrados, sin micrófonos. Esto implica, que los miembros deben tener la grandeza de ceder cuando los argumentos o la posición política de la mayoría de los militantes es contraria. La experiencia del Partido Verde que se dinamitó en mil pedazos por no saber tramitar las diferencias entre sus dos principales ideólogos es un claro ejemplo de lo caro que puede resultar el enfrentamiento público.

Los retos no son pocos para la nueva organización. De lograrse interiorizar las mencionadas lecciones, Colombia habrá dado el primer paso en la construcción de partidos políticos profesionales, acorde al sistema democrático. Sería una gran lección para la amalgama de la llamada Unidad Nacional.
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*Marcel Hofstetter Gascón es Director del Programa de Economía y Finanzas Internacionales de la Universidad de La Sabana

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