Alfil Cronopio

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Paro colombia

“HACIA UNA NUEVA COLOMBIA”

Por Marcel Hofstetter Gascón*

Profundas lecciones dejan los recientes paros y bloqueos campesinos que minaron de un plumazo los niveles de aprobación que venía teniendo el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos. El primer hecho que llama la atención fue la solidaridad que despertaron los reclamos campesinos en las ciudades. El olvido al que estructuralmente se había sometido al sector agrícola, ha migrado hacia un sentimiento de cooperación y a un profundo deseo para que el desarrollo económico y el consecuente bienestar, permee las regiones.

Desde la llamada “Ola verde”, el país no había vivido una manifestación de cambio tan pronunciada, evidenciando la creación de una nueva Colombia. Sin embargo, para que los sueños del nuevo país se conviertan en realidad, es pertinente dejar atrás los comportamientos y actitudes que nos anclan al pasado, a ese viejo estar sin posibilidades de progreso. Los paros evidenciaron tres actos rupestres que debemos desterrar: los actos vandálicos, la improvisación en la política pública y el conflicto interno.

Es una lástima que los reclamos legítimos y ancestrales, tuviera como actos centrales los bloqueos de vías que impidieron la libre movilidad, y los episodios vandálicos que dejaron una estela de destrucción y muerte, actos vergonzosos para una de las economías emergentes más pujantes del siglo XXI.

Las protestas dejaron en evidencia la torpeza institucional con la que se ha venido desarrollando la implementación de los Tratados de Libre Comercio, pilar de la política pública del Estado colombiano. Estos acuerdos si bien son indispensables para la transición hacia la senda del crecimiento sostenido, afectan a sectores productivos que no logran enfrentar con éxito la competencia internacional.

El rezago endémico en infraestructura y la falta de una política gubernamental para compensar y reorientar a los sectores improductivos, validaron la protesta y dejaron al gobierno con la obligación de asistirlos con gasto público. Esta política resuelve en el corto plazo las demandas sociales, pero no contribuye a las transformaciones necesarias que requiere el agro. La acción pública debió darse antes de la firma de los tratados, creando una infraestructura moderna y capacitando a los campesinos cuya producción era inviable.

Es indudable la presencia de grupos al margen de la ley en las movilizaciones. La paz es un imperativo nacional, sin ella el camino hacia la modernidad se verá constantemente perturbado. El Presidente ha impulsado una audaz estrategia para poner fin a un conflicto endémico. Es vital el logro de un acuerdo de paz con la guerrilla, para ser más eficientes en reprimir las demás manifestaciones violentas.

Para lograrlo, la nueva Colombia ha de ser incluyente, previsiva, seria y eficiente.

¿Podremos lograrlo?
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* Marcel Hofstetter Gascón es un reconocido catedrático bogotano.

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