Alfil Cronopio

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Saber navegar

SABER NAVEGAR

Por Marcel Hofstetter Gascón*

Llevar el barco a buen puerto en política, representa un arte en la que muy pocos gobernantes logran consolidar los objetivos propuestos, aplacando inexorablemente las fuerzas que se oponen a las mencionadas iniciativas. El reciente pulso político entre el Alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, y el Procurador General de la Nación, Alejandro Ordoñez, expresan de manera fidedigna las complejidades del actuar político.

El Alcalde Petro había tenido a la fecha, una pésima gestión administrativa marcada por los escándalos y por una marcada inoperancia. Su horizonte político se veía totalmente opacado, cuyo inmediato destino parecía engrosar la larga lista de cadáveres políticos que deja la administración capitalina. Sin embargo, fruto del solo actuar del Procurador General, el Alcalde se convirtió en mártir, generando en la población una sensación de solidaridad, de por sí, atípica.

De igual manera, el Procurador General, a pesar de sus fallos polémicos, tenía una imagen positiva, ubicándose como candidato presidencial en más de un sonajero. Pero después de cinco años de gestión al frente del ministerio público, en consonancia con un aparente ejercicio abusivo de sus funciones, Ordoñez enfrenta una encrucijada que lo deja prácticamente sin futuro político. La destitución del alcalde Petro, ha sido interpretada por la ciudadanía como injusta y desproporcionada, y ha minado de un tajo la credibilidad que había podido construir a lo largo de su gestión al frente de la Procuraduría.

Si el objetivo de Ordoñez era eliminar de un plumazo el futuro del burgomaestre Petro, escogió el peor de los caminos. Su afán por ser protagonista en el colapso de la administración capitalina, lo llevó a interpretar falsos vientos con el consecuente colapso de la nave que comanda. No son pocas las voces que demandan cambios estructurales en el órgano de control, que van desde la propuesta de eliminación, hasta el recorte de las funciones sustanciales. Una debacle profunda que pone en riesgo la institucionalidad y el correcto funcionamiento de las entidades públicas. Desde la óptica política, el Procurador debió haber esperado que el alcalde se sumergiera en su propia vorágine. Una mala lectura de vientos producto de la vanidad que lo permea, condujo un resultado totalmente adverso a sus intenciones.

En la otra orilla, Petro supo leer la oportunidad que en bandeja de plata le estaba sirviendo su archienemigo, para volverse a posicionar políticamente. Un salvavidas que no concuerda con lo realizado al frente de la Alcaldía, donde no ha podido implementar una agenda que resuelva los problemas que padecen los bogotanos.
Múltiples lecciones deja el evento. La política ante todo es un arte, que se elabora con sentimientos, y que ha de gobernar eventos poco predecibles. Tener la capacidad para leer las fuerzas políticas y sociales, y convertirlo en sentimientos para así indicar el camino hacia la construcción de gobiernos eficientes, es sin lugar el principal activo de los políticos, en la construcción de un nuevo país. Así mismo, el abandono de los personalismos para que opere la institucionalidad, es el reto que ha de guiar el actuar de los encargados de lo público.

Es el difícil arte de saber navegar.
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* Marcel Hofstetter Gascón es un reconocido economista y catedrático bogotano.

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