Alfil Cronopio

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Entre tiranos

ENTRE TIRANOS

Por Marcel Hofstetter Gascón*

La tiranía es un poder que se ejerce de manera desmedida, representando una de las principales falencias de los ordenamientos democráticos. A pesar del equilibrio de poderes plasmado en la Constitución Política de 1991, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos han ejercido sus cargos abusando del poder que les confiere el ejercicio de la Presidencia de la República.

El Presidente Santos ha intentado desde el inicio de su Gobierno, desmarcarse de las principales políticas de su antecesor, buscando una salida negociada al conflicto armado que aqueja a Colombia desde hace más de medio siglo. Lo anterior, unido al planteamiento reformista que exhibió en los primeros años de Presidencia, hacía pensar que Colombia tenía un gran estadista al frente del país. Sin embargo, el modelo se empezó a resquebrajar fruto de la fallida reforma clientelista de la justicia.

A partir de ese momento se perdió la gobernabilidad con visión futurista, y el Presidente empezó a ejercer el poder bajo con matices tiránicos. Bajo este enfoque, los fines se impusieron sobre los medios, en el cual cualquier estrategia por cuestionable que fuera, era válida como herramienta de gobierno. Los actuares en el proceso de destitución del Alcalde Petro y la participación activa de personajes cuestionados en el Partido de la Unidad Nacional ilustran de manera clara el cambio de talante. En el caso del alcalde Petro, el Presidente no tuvo mayores reparos en rechazar las medidas cautelares promovidas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, lo que conllevó a la destitución del burgomaestre y a la posterior toma de Bogotá por parte del Primer Mandatario a través del Ministro Pardo por espacio de un mes. Una vez Petro fue restituido en el cargo, el Presidente impugnó vía tutela, contribuyendo al caos jurídico y político en que está sumergida la capital. Al cuestionar los fallos judiciales, el Presidente envía un mensaje institucional paupérrimo, al quererse colocar por encima de los fallos judiciales que debería observar con independencia.

Adicionalmente, el Presidente ha dado el aval a que su Partido de Unidad Nacional haya colocado en las listas para el Congreso de la República a personas con amplios cuestionamientos éticos y respaldados por votaciones atípicas en regímenes democráticos. Lo anterior conduce a la innegable premisa, de que lo único importante en la acción de gobierno consiste en mantener el poder utilizando todos los medios posibles, causando un  daño irreparable al funcionamiento democrático de la sociedad, y a su imagen como estadista. Su antecesor en el cargo y enemigo acérrimo, el ex presidente Uribe no tuvo mayores problemas en cogobernar con el paramilitarismo, en promover las votaciones en el Congreso antes de ir a la cárcel, y en descuadernar el ordenamiento jurídico en beneficio propio. A pesar de las aparentes diferencias públicas, ambos mandatarios emplean las mismas estrategias en la acción de gobierno.

Estas cuestionables formas caudillistas de ejercer los cargos públicos en alianza con la ilegalidad, se asemejan a la combinación de todas las formas de lucha promovidas por la extrema izquierda, que en nada han contribuido al desarrollo de los pueblos. Para avanzar hacia la modernidad, es preciso la conformación de gobiernos éticos, respetuosos del ordenamiento jurídico, en el que los medios para obtener los fines son de vital importancia en la construcción de una nueva Colombia. No todo vale…
¿Podremos?
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* Marcel Hofstetter Gascón es un reconocido economista y catedrático bogotano.

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