Alfil Cronopio

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A FUTURO

Por Marcel Hofstetter Gascón*

El próximo siete de agosto, el presidente Juan Manuel Santos iniciará su segundo mandato al frente de la República de Colombia. La agenda política está concentrada en los diálogos de paz que se vienen desarrollando con uno de los movimientos alzados en armas, en La Habana, Cuba. La apuesta y la estrategia de negociación han sido exitosa, dado que se completan más de dos años de labores continuas con acuerdos en cuatro de los seis puntos pactados.

Ninguna tentativa de paz anterior había logrado avanzar tanto. La apuesta del presidente fue audaz y temeraria a la vez, dado que jugaba todo su capital político a un proceso incierto, poco respaldado por la opinión pública. Es más, gran parte de la población lo dejó de visualizar como un problema prioritario, a pesar de haber dejado medio millón de víctimas en cincuenta años de enfrentamiento fratricida.

Ahora bien, el proceso aún tiene muchos retos que enfrentar, particularmente en el terreno político, el bélico y el electoral.

A nivel político, para aupar el proceso de paz es vital el apoyo de todos los partidos y movimientos con representación parlamentaria. En la actualidad, el Movimiento Centro Democrático no comparte la posibilidad de una paz negociada, lo que de facto, perpetúa la ocurrencia del conflicto bélico. Es claro que las fuerzas políticas han de ser diversas, y copar el espectro político. Sin embargo, en temas críticos para la sociedad, es preciso contar con el apoyo o al menos con una anuencia mínima por parte de todos los partidos políticos, en pro de la cohesión social como país. El Presidente Santos tiene el gran reto de conseguir el apoyo del uribismo, dado que no se entendería que se lograra la paz con las fuerzas irregulares, faltando el consenso entre los partidos políticos existentes.

En el terreno bélico, se presentan confrontaciones con los movimientos guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional, las fueras paramilitares y sus mutaciones en bandas criminales, y los narcotraficantes. La paz pasa por la desaparición de los ejércitos al margen de la ley, lo que implica una ardua labor que invite a la dejación de las armas. La permanencia de algún ejército privado, hará inviable la implementación y ratificación de los acuerdos.

Finalmente, en el campo electoral, el reciente proceso electoral colombiano, a pesar de evidenciar una fractura al polarizarse las preferencias de los electores alrededor de los diálogos con los alzados en armas, ha posicionado a la paz como un tema relevante en la agenda política. Y eso de por sí, representa un enorme capital de cara a los posibles resultados de la negociación, y la refrendación e implementación de los acuerdos.

Sin embargo, la abstención electoral ha sido un fenómeno sistemático en la democracia colombiana. Adicionalmente, una parte de la población no ve viable la negociación con actores al margen de la ley. Se requiere de una alta participación en la refrendación de los acuerdos, y una amplia victoria por la paz, para poder consolidar el proceso. Eso teniendo en cuenta que lo pactado es viable, y que la reparación integral de las víctimas se realiza a cabalidad.

Una tarea titánica, que requiere de la cooperación y el concurso de todos ¿Podremos?
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* Marcel Hofstetter Gascón es un reconocido economista y catedrático bogotano.

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