MARMITACO
Entender a Colombia se le había convertido en un su objeto de vida. Por más que lo intentaba no lograba hallar explicación a ese marmitaco llamado Colombia. Por un lado, la belleza inigualable de sus paisajes, las sendas costas, las cordilleras y el Llano, una geografía inigualable. Sin embargo, la violencia y la degradación del debate político no le encajaban en la mezcla.
Empezó a estudiar la historia, en aras de comprender el devenir de la Nación, pero entre más leía, menos entendía. El “Sólo sé que nada sé” de Sócrates le zumbaba por la cabeza, sintiéndose impotente. Estaba decidido a realizar todos los esfuerzos necesarios para esclarecer la verdad. Se reclinó en el sofá, se ajustó los lentes y prosiguió con la decisión irreductible de los inmortales. Inició la andadura intelectual con la época de la Conquista, prosiguió con la Colonia, se detuvo en la Patria Boba, reconstruyó el proceso de independencia hasta sumergirse en la Guerra de los Mil Días. Y ahí se dejó llevar por los extremos ideológicos que argumentaban una guerra.
Nunca validó la violencia como mecanismo de resolución de conflictos, pero logró identificar unas posiciones claras entre los grupos enfrentados sobre el devenir de una sociedad. Saltó a la realidad y fue como un salto al vacío, como un marmitaco sin pimientos. Hoy en día no existía mayor diferencia entre liberales y conservadores. Es más, cada día se parecían más, porque desde hace varios lustros habían abandonado la ideología en pro de las rentas. Trató de hallar el momento de quiebre en la tendencia, pero todo era confuso y extraño.
No comprendía cómo unos grupos políticos que se batían a sangre y fuego terminan en poco tiempo en una alianza perversa, cooptando al Estado en busca de dineros. Vender la ideología, pensó cabizbajo… -qué pensamiento más mezquino- señaló sin pestañear. Dejó de lado sus cavilaciones sin suerte, y se sumergió en el estudio del conflicto armado. Revisó la literatura, entendió la falta de Estado, comprendió las desigualdades, pero nada le explicaba cincuenta años de conflicto violento. Y todo esto en uno de los países más felices del mundo.
¡Marmitaco!
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* Marcel Hofstetter Gascón es un reconocido economista y catedrático bogotano.