Alfil Cronopio

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Y ahora que

¿Y AHORA, QUÉ…?

Por Marcel Hofstetter Gascón*

El Presidente del país lo sabía desde hacía un tiempo. La firma de la tan anhelada paz era cuestión de trámite y le quedaban más de dos años de Gobierno. Las cavilaciones lo absorbían con intensidad desbordada. Se había jugado su poco capital político en la firma de la paz, y con este gran logro, sólo le quedaba el desprestigio. Había contemplado la posibilidad de renunciar a la Primera Magistratura para buscar la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas. Un cargo fascinante para un hombre como él. Pero había un gran problema: el vicepresidente. Nunca fue de sus afectos, pero jugó con él para no tenerlo como enemigo, y así neutralizar al capataz del Ubérrimo. Esa estrategia le estaba pesando más de la cuenta. Renunciar y así promover al primer cargo del país al rufián de cuadra era un premio demasiado alto e inconveniente para el país y el proceso de paz. -¿Y ahora, qué…?- se preguntó cabizbajo. Intentó calmar la ansiedad con ejercicios de yoga kundalini, la terapia que le había enseñado el Dalai Lama en uno de los múltiples viajes a la India. Pero la estrategia para calmar los egos y las emociones era en vano.

Un sentimiento visceral lo carcomía en cuerpo, mente y alma. El Vicepresidente no, no y no, gesticulaba con vehemencia. Se levantó del sofá, y se dirigió hacia la ventana de su amplio apartamento en el norte de la capital. Vio cómo se extendía la ciudad hacia el occidente y remembró sus caminatas por la playa cuando era un marino en busca de gloria. Pensó en la enfermedad de su aliado político, y si volvería a la arena política una vez superado el impase.

Los informes de inteligencia de su guardia pretoriana no eran claros sobre el particular. Sabía con certeza que en caso de encontrarse en plenas facultades, haría lo imposible por buscar la presidencia, y eso lo obligaría a buscar un nuevo vicepresidente que le diera garantías para su estrategia. Hizo cuentas, pero éstas no daban parar sus propósitos. Era más fácil resolver la paradoja de Aquiles que articular a Colombia para su beneficio personal. De la Calle era la carta que quería jugar como su sucesor. Lo avalaba un larga trayectoria política y haber ejecutado  y artífice de la paz. Pensó en aguantar hasta el final pero sabía que eso era lapidario. Su lucha con las encuestas y con la percepción de la ciudadanía las había podido capotear con el tema con la estrategia de la paz.

Se estaba quedando sin oxígeno político, y se negaba a pasar a la historia como un presidente desprestigiado. – Y con lo que he logrado- murmuraba con desgano. Pensó en nuevas propuestas de gobierno, en nuevas iniciativas, pero sé acordó del déficit fiscal y la correspondientes caída de los ingresos tributarios. Pero ese no era el problema, dado que la dificultad consistía en encontrar alternativas de gobierno que ilusionaran a los conciudadanos y que le permitieran pasar a la historia como el gran estadista que era. Pero la realidad era necia…

-¿Y ahora, qué…?-

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* Marcel Hofstetter Gascón es un reconocido economista y catedrático bogotano.

 

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