HENRI MATISSE Y SU FÁBRICA DE SUEÑOS
Por Miguel Ángel Zapata *
[blockquote cite=»Matisse» type=»left, center, right»]Yo no pinto cosas, sino la diferencia entre las cosas[/blockquote]
Después de la muerte de Matisse (Francia: 1869-1954) se quedaron en varios baúles su colección de tejidos y tapices adquiridos en diversas partes del mundo, y muchos cuadros que comprueban la influencia de estos textiles en la obra del pintor francés. Hace varios años pude apreciar en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York estas raras obras maestras. Matisse, desde sus inicios tuvo un aprecio inmenso por los tejidos. El provenía de una familia de tejedores (por parte de su padre), y creció en ese ambiente en el pueblo de Le Cateau-Cambrésis, a veinte millas de Bohain-en-Vermandois, al norte de Francia. Esta zona era desde la Edad Media un centro importante en la fabricación de tejidos de lino, algodón y seda. A fines del siglo XIX, cuando Matisse era un niño, Bohain se convirtió en el centro de la producción de tejidos de alta calidad. Matisse creció entre ellos, en el ambiente de sus detalles y la multiplicidad de sus colores y formas. Desde joven aprendió de la naturaleza abstracta de los tejidos, y de la intrincada función del color.
Posteriormente Matisse sería el dueño de una colección exquisita de tejidos de Marruecos, África, Argelia, Líbano y España. Los que visitaron su casa en Nice durante los años veinte se quedaban genuinamente asombrados con su colección de textiles y tapices que decoraban toda su casa. Su «Naturaleza muerta española» es un bodegón que fue inspirado por unos tejidos adquiridos en Madrid. En el cuadro lo que sobresale son los tejidos de varios colores intensos. Hay un sofá rojo casi imperceptible, y sobre él conviven tejidos de distintos colores donde predomina el amarillo, el rojo y el verde. Encima de los tejidos hay una maceta con flores. El énfasis no está en la maceta ni en las flores, sino en la elaboración de las líneas y ornamentos de los tejidos. Es ahí a donde se dirige la tensión del ojo visionario del artista. Son los tejidos los que inician una continuidad y un viaje del hilo al pincel, al verdadero color de las ideas.
En cada viaje Matisse compraba todo lo que más le impresionaba en el mundo de los tejidos o tapices, incluyendo ropa de mujer. En una ocasión adquirió una serie de blusas rumanas, porque le impresionó su detallada elaboración. De ahí salieron varias obras maestras como «La blusa verde rumana» (óleo, 1939) y varios dibujos bajo el mismo título «La blusa rumana» (1936, 1937, 1939,1942). Todas estas obras tenían como tema central la blusa y sus intricados detalles, pero también sobresalen el cuello largo de sus modelos y la sensualidad de sus posturas. En los últimos años de su vida, Matisse prácticamente abandonó la pintura y dedicó su tiempo a la elaboración de sus famosos recortes, que vienen a ser uno de sus mayores logros.
El mismo Matisse dijo al respecto: «El papel cortado me permite dibujar a color. Para mí, esto es una simplificación. […] Esta simplificación garantiza la unión de dos materiales que llegan a ser uno». Primero coloreaba las figuras en papel cansón, y después las disponía sobre un papel grueso de acuerdo al objetivo buscado para crear una especie de tapiz, una figura dentro de otra. De ahí salieron varias obras maestras como por ejemplo: ‘Oceanía, el cielo’, «Oceanía, el mar», «Polinesia, el cielo», «Polinesia, el mar», y «Memoria de Oceanía». Aquí aparecen figuran de aves, peces, y estrellas de corte geométrico sobre la tela que se transfigura en cielo, mar y tierra. John Elderfield ha dicho que la pintura de Matisse es un paraíso terrestre, pero no es un mundo escapista, y que es una búsqueda de la inocencia en la era de la experiencia. En suma, Matisse nos ha dejado el color de sus ideas, y su alucinante fábrica de sueños.
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* Miguel Ángel Zapata comenzó a interesarse por las artes en su ciudad natal Lima, Perú. En sus años de secundaria encontró su verdadera vocación en la poesía y la literatura. Actualmente es docente y escritor de libros de poesía y crítica literaria, así como libros sobre otros temas que le interesan. Su próximo libro reflexiona sobre la relación entre la poesía las artes visuales, y la pintura en particular. Al comparar la escritura de poemas a la creación de textiles, y en este caso los tejidos intrincados de Matisse, dice que ambos exigen «la misma concentración, la misma paz y la misma paciencia». El Profesor Zapata es profesor asociado de la literatura latinoamericana en el Departamento de Lenguas y Literaturas Románicas, y ha estado enseñando en la Universidad de Hofstra desde 2001. También fue profesor en distintas universidades en todo el mundo, incluyendo las universidades en Chile, Perú, México y los Estados Unidos. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima, Perú, y obtuvo un doctorado en filosofía en la Washington University en St. Louis, Missouri. Hasta la fecha, ha escrito ocho libros de poesía en español, uno de las cuales, se titula A Sparrow en la Casa de los Siete Patios, fue traducido al Inglés del año pasado. Es también autor de varios libros de ensayos, ediciones críticas, entrevistas y antologías. El Profesor Zapata recibió el Premio de Literatura Latino y el Premio de Ensayo Hostos en 2003. Su poesía ha sido elogiada por muchos, incluyendo a Álvaro Mutis y Mario Vargas Llosa, galardonados con el Premio de Literatura Miguel de Cervantes; Billy Collins, laureado poeta 2002-03 de Estados Unidos; y Carlos G. Belli.