Arte Cronopio

0
461

Palabras de exaltación a su admirada amiga:

«En realidad, no sé cuando conocí a Rosita Segovia… Parece como si la conociera de siempre. Me acuerdo de ella antes de empezar a trabajar yo con Antonio. Me la presentó él y simpatizamos enseguida.

La profesionalidad es quizás una de las características más importantes de Rosita. Recuerdo que siempre que me lo permitía mi trabajo, me metía entre bastidores para asistir de cerca al espectáculo, asombrándome siempre por la emoción que sentía al ver de cerca tanto arte.
Cuando Rosita hacía de pareja con Antonio en «El Amor Brujo», en el paso a dos, gran escena de amor, uno tenía la impresión que todo era verdad, que se amaban realmente… pero terminada la escena, Rosita salía del escenario, sonriendo, y volviendo a su vida, sus amores… porque Rosita siempre ha sido enamorada, en todos los sentidos, en la vida, de la vida, de su arte, de su trabajo. Lo ha demostrado siempre, y lo sigue demostrando.»
(Mona Ratib)
rosario-y-antonio-los-chavalillos-sevillanos-16
CARMEN ROJAS

Conocí a Rosita Segovia en el año 1953, cuando entró a formar parte del Ballet de Antonio. En todo el tiempo que estuvimos juntas, nunca vi a Rosita un mal gesto, una desgana, al contrario siempre con una sonrisa, una gran fuerza y una incansable capacidad de trabajo, se veía que disfrutaba bailando; ella fue siempre un gran ejemplo para todas las que empezamos entonces. Es digno de admirar su amor a la danza, no sólo en el escenario sino creando su propia escuela en Barcelona y también en Miami, donde es muy reconocida y donde ha hecho una labor muy importante para difundir la Danza Española y abrir campo a muchos bailarines. Qué voy a decir de Rosita como persona… Sólo encuentro una palabra para definirla: «Una gran Señora».

Si Carmen Rojas en compañía de Antonio cuando bailaban las Seguiriyas, electrizaban a las multitudes, no menos era el revuelo que se formaba en los teatros cuando esta arrolladora bailaora interpretaba el «Anda Jaleo» de F. García Lorca, flanqueada por los dos grandes bailaores, Paco Ruiz y Antonio de Ronda.

María del Carmen, como así se llamaba esta bailaora natural de Ceuta, cuando entró a formar parte de las doce primeras bailarinas que componían el primer «Ballet de Antonio», de la noche a la mañana pasa a ocupar el puesto de primera bailaora, a los pocos meses de su permanencia en la Compañía, apareciendo en los carteles bautizada como Carmen Rojas en el Teatro de la Opera de Buenos Aires el 26 de agosto de 1954. Durante varios años recorrió el mundo al lado de Antonio, donde logró hacerse un gran nombre.

En los períodos en que la compañía de Antonio descansaba, ella en unión de Paco Ruiz formaban pareja y actuaban en salas de fiestas, y touneés teatrales por el extranjero, patrocinadas por el Ministerio de Información y Turismo, obteniendo en 1963 el primer premio de Danza del Concurso Internacional de Vercelli (Italia).

Carmen Rojas, esta gran bailaora que conmovió al mundo entero y fue la número uno durante toda su carrera artística, me envía un programa para que escoja unas criticas; pero es que no podéis figuraros lo que le dicen todos los más importantes periodistas del mundo. Me gustaría ponerlas todas, pero como esto es imposible seleccionaré algunas:

Antonio encuentra en Carmen Rojas -gentilísima llena de garbo, con rica personalidad de bailaora- la colaboración capaz de encandilarle, para que é1, a fuerza de entrega y simpatía, nos encandile a todos.
(A B C -Madrid- A. Fernández Cid).

«El Zorongo Gitano» tuvo en Antonio y Carmen Rojas, una interpretación lucidísima, tal para cual, tanto monta de la más auténtica solera flamenca, electrizaron al público y hubieron de repetirlo y aun obsequiar al «respetable» con otras interpretaciones de fiestas y rumbas.

(Diario de la Tarde, Sevilla, B. de las Heras).

PARIS MATCH- (Esta Revista que es la más cotizada y la que por su hegemonía en Europa, da más crédito a sus noticias, difundió por todo el mundo este certificado:

El bailarín español Antonio ha encontrado una nueva pareja. Ella tiene dieciocho años y se llama Carmen Rojas. En el Theatre des Champs Elysées, ella es la triunfadora del espectáculo (…)

Carmen Rojas también está laureada con el Premio Nacional de Teatro 1957, en Interpretación Coreográfica. En 1973 se separa de Antonio y forma su propia Compañía, recorriendo muchísimos países donde ya había triunfado anteriormente al lado de Antonio, y el público y la prensa que ya la conoce vuelve a aclamarla y vitorearla, demostrándole a sus eruditos seguidores que ella sigue traspasando igualmente las candilejas con la velocidad de un relámpago —como así le decía «L’Fígaro de París»— y que lo mismo seduce a sus compatriotas como al público extranjero.

EL PASO A CUATRO

Antonia Mercé nos dejó un gran apostolado, todas sus devotas hacen honor a su doctrina. No tuve la suerte de alcanzarla, pero mencionaré a muchas de las que encontré en el camino que conduce a esa fuente, «La Fuente del buen Bailar».

A todas tuve ocasión de aplaudir, a unas más que a otras, pero todas gozan de mi admiración.

Viene a mi memoria aquel «Paso a Cuatro» de Pablo Sorozábal, recordando también a otros compositores del siglo XVII, que Antonio estrenó en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada en el año 1956, donde Rosita Segovia, Victoria Eugenia, Gabriela Vásquez y Alicia Díaz hacían un derroche de Escuela Bolera, acompañándose con un jugueteo de castañuelas, y donde los encuentros de posticeos entre ellas acentuaban, en el pentagrama, una gran precisión musical, marcando a la vez esa elegancia y ese gracejo dieciochesco con el que las cuatro bailarinazas conseguían llevarnos a una auténtica catarsis.

Esta coreografía recuerda aquel «Paso de Cuatro» mítico que creó Jules Perrot, con música de Cesare Pugni, para las divas del romanticismo María Taglioni, Fanny Cerrito, Lucile Grahn y Carlota Grisi, y que fue estrenada en Londres en el Her Majesty Theatre el 12 de junio de 1845. A partir de 1936 es Anton Dolin el que actualiza esta coreografía, dándonosla a conocer por medio de casi todas las estrellas de este siglo. Tuve la oportunidad de verla en los Festivales de Italia, en Nervi, en 1957, interpretada por Yvette Chauviré, Alicia Markova, Carla Fracci y Margarita Schanne, y puedo decir que me encantó. Aprovecho para confesar que la Chauviré fue en el Ballet Blanco la que más me gustó de todas, y que nunca podré olvidar aquellos brazos en «La Muerte del Cisne».

«El Paso a Cuatro», de Sorozábal, sobre música de compositores españoles del siglo XVIII, es una serie de preciosos bailes de escuela, elegantemente distribuidos, y fue este número el que dio tono al espectáculo.»
(Festival de Santander. Crítico José León. julio 1956)

GRACIELA VÁSQUEZ

«A Rosita siempre la admiré, es una persona muy inteligente y una gran bailarina, como compañera buena, simpática, y nada orgullosa, le tengo mucho cariño.»
(Graciela Vázquez)

Superdotada para los bailes de zapatillas, Graciela Vázquez fue otra de las primeras bailarinas del «Ballet de Antonio». Como ya he comentado en el relato «Suite de Danzas Vascas», su participación en cada Ballet era refrendada con grandes aplausos, pues como nos dice el crítico Bartolomé Mostaza en el periódico Ya, Madrid, 28 de agosto de 1960:

Graciela Vázquez es el grano de sal que condimenta en su punto las danzas en que interviene: todo lo hace bien.

Graciela me dice en su cariñosa carta que bailó, y lo recuerdo, perfectamente, en: «Suite de Sonatas», «Fantasía Galaica», «Danzas Fantásticas», «Suite Iberia»…

Me encontraba muy bien bailando con Rosita «El Paso a Cuatro», «Suite de Sonata» y «Las Danzas Vascas».

VICTORIA EUGENIA

Otra gran bailarinaza, salida de la cuna de Laura de Santelmo, coetánea con Rosario Calleja, titulada por el Real Conservatorio de Madrid. Compañera, admiradora, amiga y testigo viviente de éxitos de Rosita Segovia. Victoria Eugenia, Betty, como cariñosamente le llama la profesión, fue otra de las primeras bailarinas palilleras, ya comentado, de aquel plantel que el célebre Antonio llevó en su primer espectáculo, en el que permaneció cinco años.

Durante este tiempo interpretó gran número de coreografías, pero donde ella se encontraba más realizada era en «Allegro de Concierto» de Granados, «Viva Navarra» de Joaquín Larregla o «Sonatas del Padre Soler».

En plena juventud deja la escena y animada por el famoso bailarín, maestro y coreógrafo Alberto Lorca, se dedica a la coreografía y la enseñanza a nivel profesional. Por sus clases han pasado las más grandes figuras de la Danza Española. Asimismo ha impartido cursillos en varios países como Suecia, Israel, Francia, Alemania y Japón; precisamente en éste último país creó varias coreografías para el Ballet de Yoko Komatsubara. Coreografió para el Ballet de Murcia «Variaciones» con música de Blas de Laserna adaptada por Ángeles Calahorra.

En 1986 entra como maestra en el Ballet Nacional de España, y desde este momento está deleitándonos con maravillosas coreografías como la «Danza IX» y «Goyescas» de Enrique Granados, «La Oración del Torero» de J. Turina, etc.etc. Victoria Eugenia, Alberto Lorca y José Granero son los tres grandes pilares que sostienen el Baile Clásico Español en España. Es a partir de 1.994 cuando ostenta el cargo de Directora del Ballet Nacional, compartido con Aura Pons y Nana Lorca, puesto bien merecido en reconocimiento a su labor artística.

También figura en el cuerpo de baile su hija Reyes Orozco, que alterna los papeles de solista. He tenido oportunidad de verla tres veces en el Ballet de «La Gitanilla» de M. de Cervantes, obra inspirada y adaptada por Miguel Narros y coreografía de José Granero, en un papel «bombón» como se dice en el argot teatral, y que ella defiende con habilidad y acierto.

No llego a comprender cómo Reyes Orozco y Kira Gimeno, a la que también he podido admirar estos días en el Teatro Tívoli de Barcelona, interpretando el primer papel de «Romance» que alterna con las primeras bailarinas, figuran en programa en el cuerpo de baile. Uno se pregunta si piensan hacerlas solistas cuando tengan cuarenta años, o a lo mejor les regalan este galardón a título póstumo.

La verdad es que me lo he pasado muy bien asistiendo varias veces al Ballet Nacional, aunque ya estuve en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, cuando se estrenó este programa, que no sé por qué han retirado el «Concierto de Málaga», coreografía de Manolo Marín.

En su presentación con Antonio en la Piccola Scala de Milano.

…no se olvidará nunca la danza toledana de Los Lagarteranos en la que Antonio tiene por compañera a Victoria Eugenia, una jovencísima «stella» que ha triunfado ayer noche como una auténtica revelación.
(Crítico: O. V. Jueves 25 de enero de 1956)

No podemos dejar en silencio el exquisito paso a dos «Viva Navarra» con Victoria Eugenia y Antonio de Ronda, que fueron aplaudidos con gran entusiasmo.

(Theatre Mohamed-Ali. El Cairo. Crítico: G.B.)

Carta de Victoria Eugenia a José de la Vega:

José, nunca hemos tenido oportunidad de conocernos bien, pero admiro tu labor en Cataluña; tienes un merecido gran prestigio. Espero que en un futuro no lejano se dé la ocasión de estar un poco más cerca, aunque por la danza ya lo estemos mucho.
Me pides que te mande unas letras para Rosita Segovia; serán cortas pero salidas directamente de los sentimientos más profundos y sinceros.
Mis primeros pasos en la danza fueron en el Ballet de Antonio, todos sabemos quién fue y lo que será en el recuerdo de aquellos que tuvimos la fortuna de conocerle. Era tan grande que estar cerca de él te empequeñecía. No ocurría, sin embargo, con Rosita, mi primera bailarina. Venía precedida de su aureola de primerísima del Liceo de Barcelona. Me cautivó desde el principio con su gracia, belleza, encanto, saber hacer, y tantísimas virtudes que no habría manera posible de exagerar. Es difícil convivir a diario con un mito. Es tan fácil que te decepcione quien tanto admiras, que se rompa en añicos la imagen idealizada. Nada que ver con Rosita, fue, es y será un ejemplo para mí.

Los años nos separaron y seguimos el mismo camino por diferentes senderos. Nos encontramos en pocas ocasiones, digo pocas, porque estuvieses el tiempo que estuvieses cerca de Rosita nunca era bastante. Aprendí tanto de ella… Sin quererlo —nunca fue Diva aún siéndolo— nos dio grandes lecciones de profesionalidad, respeto y cariño. Siempre tenía la palabra justa, estaba por encima de la mediocridad. Siempre me maravilló su saber estar en cualquier parte.
Recuerdo que a veces, estando ella en su camerino, y yo en el pasillo probando a ver si los palillos estaban listos para salir a escena, oía su voz llamarme: —«Betty». «¿Si?— le contestaba, y me decía —«niña, tus palillos son inconfundibles»—. Ella nunca supo lo que aquello significaba para mí, y aún lo guardo como el mejor de los tesoros. Cuando años más tarde dejé la compañía, bailando por última vez Viva Navarra, terminé dirigiendo mi primer saludo a bastidores, a Rosita, y después saludé al público, luego lloré horas y horas porque, sin saberlo, iba a ser por muchos años mi retirada de lo que amé, y sigo amando: «La Danza».
Doy gracias a Dios por tantas cosas… Pero desde luego una de ellas es haber tenido a Rosita como espejo para mirarme. Gracias Rosita, has sido, eres y seguirás siendo mi primera bailarina. Te quiero mucho.
(Betty)

* * *
Espere la segunda parte de este episodio en la próxima edición de Revista Cronopio.
__________
* José de la Vega nació en Utrera (Sevilla) el 6 de diciembre de 1931. Ganador del premio nacional de teatro de España, galardón que lo catapultó a la fama. Se educó en el prestigioso Colegio Salesiano de Utrera. En la adolescencia abandonó los estudios de bachillerato y se empleó como mecanógrafo en diferentes oficinas para poder costearse las lecciones de baile. En 1951 hizo su debout profesional en el desaparecido Teatro Álvarez Quintero de Sevilla, en el espectáculo de variedades Ruiseñor de Plata, que pretendía lanzar al estrellato a Anita Rosa. En 1952 José Toledano lo observó bailando con Tona Radeli en la feria de Abril de Sevilla, quedó fascinado con su baile y lo contrata para una gira por Portugal y norte de África. Después de esa gira se traslada a Madrid y Valencia y, por último, a Barcelona. En 1955 ingresa al Ballet Español de Pilar López. En 1957 forma su propia compañía para participar en la Gira de Juventudes Mujicales de Francia. En 1960 baila en el boureau Internacional de Conciertos Kiesgen de París y participa en los más importantes recintos de baile de Europa. En 1963 se presenta en el Operettanhaus de Hamburgo. El mismo año es contratado por el empresario inglés Richard Graham para ofrecer diversas presentaciones en Europa. En 1967 se presenta en el Royal Lyceum Theatre de Edimburgom, e inicia una recordada gira por el Reino Unido. En 1971 crea la coreografía de la comedia musical La Feria de Cuerno y Cabra, escrita por Alfredo Mañas, para la compañía de Manuel Andrés, presentada en Cataluña. En 1974 se presenta en Yugoslavia en el Festival Jjublijana, uno de los más prestigiosos de Europa, gira que enlazó con otra en Italia. También se presentó en el Court Theatre de Holland Park. En 1977 crea la coreografía para Nuria Espert de la obra Salomé basada en el texto de Oscar Wilde, que adapta Terence Moix para Televisión Española, dirigida por Sergio Schaff. En 1979 crea la coreografía Homenaje a Picasso para Televisión Española y la coreografía Muchos ruidos y pocas nueces de William Shakespeare, ambas dirigidas por Antonio Chic. En 1987 produce el espectáculo Flamenco por Derecho, espectáculo que fue llevado íntegro a Televisión Española y dirigido por Ángel Alonso. En 1989 crea Flamenco por Derecho 2, que también es presentado en Televisión Española y dirigido Jordi Solana. En 1993 el Instituto de teatro de Barcelona lo requiere para que haga una semblanza de Emma Malera, en un homenaje que se le tributó con la actuación del ballet José de la Vega.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.