ASTROLOGÍA, ADIVINACIÓN, Y EL EFECTO FORER-BARNUM
Por Carlos Alberto Velásquez Córdoba*
Hace poco, al salir de un taller literario, hablábamos de cierto personaje que siempre decía a los demás lo que ellos querían oír. Entonces, mi amigo Juan Andrés Alzate mencionó el efecto Forer-Barnum: todos los humanos tendemos a dar mayor credibilidad a aquello que anhelamos escuchar.
Esto funciona cuando un profesor nos dice que nuestro trabajo quedó muy bien elaborado, cuando un compañero nos expresa su admiración por lo que hacemos, cuando un vendedor nos dice que la camisa que nos hemos probado nos da un aire de sofisticación o cuando un horóscopo nos dice que sucederá lo que nos gustaría que ocurriera.
Ese fenómeno ha hecho posible en todo el mundo miles de ventas de cosas que el comprador no requería, ha logrado más ascensos ante los jefes que cualquier trabajo bien efectuado o ha engordado las billeteras de los mercaderes de ilusiones en todo el mundo. Pongo dos ejemplos: tengo un antiguo compañero de colegio que lee la carta astral. También la esposa de un colega vive de ello. Conozco gente que se ha hecho leer la carta astral y han quedado maravilladas por la «exactitud» de las «observaciones» que les han hecho.
No es de extrañarse. Cada persona puede volverse experta en el tema que maneja. Yo también me admiro de la capacidad que tiene el mecánico para saber lo que ocurre en el motor de mi carro. Mis pacientes se asustan cuando yo les digo que no son zurdos cuando pretenden serlo, aun sin conocerlos. Durante años me he preparado para distinguir cuál mano es la dominante. Mi entrenamiento me permite ver sutiles diferencias entre una mano y otra. He aprendido a distinguir a los que son asmáticos o alérgicos con solo mirarlos. Para quien no conozca la ciencia de la observación y la semiología puedo parecer un adivino que rara vez falla.
Una persona que lee la carta astral aprende a utilizar artilugios para poder generar un efecto de magia a lo que dice. Se trata del Efecto Forer o efecto Barnum.
El psicólogo Bertrand R. Forer encontró que las personas tienden a aceptar descripciones personales vagas como si se tratara de ellas mismas cuando dicha descripción es positiva, aunque dicha descripción se pudiera aplicar a cualquier otra persona.
Las personas en general tienden a darle poder a las descripciones ambiguas en las que cualquier postura tiene un aspecto positivo.
Forer hizo un experimento en 1948 con sus estudiantes, haciéndoles un test de personalidad. Luego, independiente de los resultados a cada uno les entregó el mismo informe a todos:
Tienes la necesidad de gustarle a otras personas y de que te admiren, y con todo tiendes a criticarte. Aunque tienes algunas debilidades de personalidad generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad que no has usado en tu beneficio. Disciplinado y autocontrolado en el exterior, tiendes a ser aprensivo e inseguro interiormente. A veces tienes serias dudas en si hiciste lo correcto o tomaste la decisión acertada. Prefieres cierta cantidad de cambios y variedad y llegas a decepcionarte cuando estás cercado por restricciones y limitaciones. Te ufanas también de ser un pensador independiente, y no aceptas las afirmaciones de otros sin pruebas satisfactorias. Pero has encontrado desaconsejable ser demasiado franco en darte a conocer a otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, cauto, y reservado.
Luego les pidió que calificaran los resultados del test y dijeran si realmente habían coincidido con su personalidad dándoles un puntaje de «0» a «5» (siendo 5 como «excelente»).
El promedio de las puntuaciones fue de 4.26. La mayoría creían que la prueba los describía individualmente. Aun en la actualidad dicho experimento sigue dando una calificación de 4.2. La gente cree en lo que quieren escuchar si las observaciones se acomodan a lo que ellos piensan de sí mismos. Todos necesitan cierto grado de aprobación.
Este fenómeno se llama «Efecto Forer» pero también se le llama «Efecto Barnum» en honor a un cirquero que era maestro de la manipulación psicológica. (El mismo en el que se basaron para la película «The Showman»). El término «Efecto Barnum» fue acuñado por otro psicólogo, el doctor Paul Meehl.
El Efecto Forer–Barnum explica por qué la gente cree que las pseudociencias como la astrología, el biorritmo, la cartomancia, la quiromancia, la adivinación o la grafología, funcionan. Quienes se dedican a esos embustes, aprovechan la necesidad que tienen las personas de que les refuercen las opiniones que ellas mismas tienen de sí.
Estos timadores profesionales utilizan ambigüedades en las que hay reforzamiento en cualquier sentido de la frase emitida, para que la persona la valide. Lo importante es que el experto en estas pseudociencias genere en su «víctima» una sensación de esperanza, y estimule la vanidad propia.
«La gente tiende a aceptar afirmaciones acerca de ellos mismos en proporción a su deseo de que las afirmaciones sean verdad más que en proporción a la exactitud empírica de las afirmaciones medidas por algún patrón no subjetivo. Tendemos a aceptar declaraciones cuestionables y hasta falsas acerca de nosotros mismos, si las estimamos positivas o lo suficientemente halagadoras. Frecuentemente daremos muchas interpretaciones liberales a afirmaciones vagas o inconsistentes acerca de nosotros mismos con el propósito de hacer que tengan sentido tales afirmaciones».
El efecto Forer–Barnum es con frecuencia utilizado por mediums, astrólogos y adivinadores. Estas personas se entrenan en descubrir cambios sutiles en tu vestuario y expresión corporal. Empiezan tanteando tus respuestas a sus afirmaciones (Afirmaciones tipo Barnum): «Tienes un problema que te preocupa…» y dejan que tú valides eso, pues todos tenemos algún problema que nos preocupa. «Hay una pérdida en tu vida que te afecta en algunas ocasiones» (quien haya perdido a su madre o abuela, haya tenido una ruptura amorosa o perdido una materia en la universidad recientemente, se sentirá identificado). «A veces te sientes perdido, aunque sabes muy bien que en el fondo tienes la fuerza para seguir adelante», (¿quién no lo ha sentido en algún momento?). Esas personas no adivinan nada o no descubren ninguna cosa por medio de la carta astral o el Tarot. Eres tú quien cae inocentemente.
Cuando escribía esta nota, recordé el capítulo 10 del libro Atlántida del español Javier Negrete. En él se describe perfectamente cómo el protagonista, Gabriel Espada, conocedor de la técnica, hace una lectura del Tarot a una cliente, y deja que ella crea en la magia de las cartas, cuando en realidad, fue él quien manipuló los pensamientos de ella hasta hacerle creer que el Tarot lo sabía todo.
Así que cuando te digan algo que esperabas oír, piénsalo bien. No siempre las cosas son lo que parecen.
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* Carlos Alberto Velásquez C. nació en Medellín en 1966. Es Médico y Cirujano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Especialista en Epidemiología. Ha alternado su profesión médica con las letras. Distribuye su tiempo entre la práctica clínica, la docencia, las actividades administrativas en instituciones de alta complejidad, y la literatura. Ha sido participante en los talleres de literatura con los escritores Luis Fernando Macías (Cooperativa Médica de Antioquia COMEDAL) y Memo Ánjel (Universidad Pontificia Bolivariana). Es autor de un blog dedicado al conocimiento, el arte y el humor: «El blog de los lagartijos». Tiene en su haber siete libros de cuentos, una novela, y un ensayo sobre la relación entre la historia clínica y la literatura. Varios de sus cuentos y textos han sido publicados en antologías y revistas nacionales e internacionales, tanto en formato físico, como virtual. Ha recibido varios premios y mensiones en concursos literarios en Colombia y España.
Es una estafa que ha dejado mucho dinero a quiénes la aplican.
«Quienes se dedican a esos embustes, aprovechan la necesidad que tienen las personas de que les refuercen las opiniones que ellas mismas tienen de sí.»-
Esta frase tomada del artículo lo resume, y estoy completamente de acuerdo, que fácil es engañar las personas incautas
Valiosas y documentadas reflexiones sobre las estrategias de los charlatanes que abundan, afirmando y haciendo predicciones y consejas sobre lo divino y lo humano. Aquellas patrañas encuentran terreno abonado en espíritus habituados a la debilidad y a lo políticamente correcto.