BATMAN V SUPERMAN: EL ORIGEN DE LA JUSTICIA, DE ZACK SNYDER
Por Rafael Mauricio París Restrepo*
Este texto analiza algunos aspectos temáticos y formales de la película Batman v Superman: el Origen de la Justicia (2016). Cada una de sus partes en sí mismas hubieran podido convertirse en otro artículo extenso, pero se ha preferido optar por una estructura de píldoras, que perfectamente podrían ser expandidas a futuro en otros análisis.
Las fuentes que inspiraron al director Zack Snyder para la realización de esta película parecen ser muy variadas. En primera instancia se identifica una variación de Watchmen, un drama de historia alternativa que se contó en forma de novela gráfica por Alan Moore y como película en 2009 por el mismo realizador. La profusión de sueños y símbolos no es usual en un producto audiovisual comercial de superhéroes, por eso es pertinente recordar que en el cine fantástico hay directores que son como ingenieros, un buen ejemplo es James Cameron. También están los que son como poetas. El estilo de Snyder es poético y místico, tanto así, que las piedras que flotan al lado de su Superman cuando va a volar, recuerdan la secuencia, también poética, de la hoja flotante en Yojimbo (1961) de Akira Kurosawa; pues es bastante intencional, como lo es igualmente la reverencia hacia las estatuas y el tema de los hombres que aspiran a la perfección de éstas, algo que también es común encontrar en el estilo muy propio de Federico Fellini y Jean Cocteau. Otras inspiraciones secundarias como La Marca del Zorro (1920), Excalibur (1981), Mad Max 2 (1981) y La Sombra (1994) se suman a un sentido estético muy claro que no busca humanizar al superhéroe, como sucede, por ejemplo, en las historias de Spider-Man o los X-Men, sino, más bien, mostrar la posibilidad de volver superhéroe al humano, convertirlo en un dios, con todas las consecuencias que esto conllevaría. Contar cómo los ideales olímpicos pueden ser reconstruidos en el superhéroe, aunque el camino para ello sea lóbrego y peligroso para el personaje que lo intenta.
- EL DILEMA DEL CINE FANTÁSTICO DE AUTOR
Lo creativo, entendido como lo que no es ni natural ni familiar para un espectador, es considerado categóricamente una condición del cine fantástico, tal vez la más importante. Se pensaría entonces, que este cine, sería una palestra privilegiada para el despliegue de la libertad creadora de los autores, sin embargo, a veces parece que, al espectador y al crítico de hoy, les estorbara la «excesiva» libertad creadora de los artistas, sobre todo cuando lo que crean le lleva la contraria a las temidas expectativas que el público pone frente a los productos del arte, visibilizados por la publicidad. Por ejemplo, sabemos por la crítica de arte especializada, que, en términos de artes plásticas, la obra de Picasso posee valor artístico, estético e histórico; pero ¿cuántos espectadores realmente disfrutan los rostros trastocados del pintor español? Podemos aducir que es un arte muy valioso, intensamente creativo, pero no para todos los gustos. Algo semejante sucede en el cine con las obras de directores como Luis Buñuel o Andréi Tarkovski, a las cuales en los textos críticos se les califica de imprescindibles, pero, a la hora de la verdad, es cierto que muchos espectadores pueden considerarlos trabajos «difíciles» de experimentar. En definitiva, no toda obra de arte va a ser del gusto de todos, sin embargo, el cine más comercial aspira a ser aceptado por la mayor cantidad de personas, sacrificando en virtud de esta intención, la rareza que podría colocarlo en la vertiente de la creatividad.
Es importante recordar que el cine fantástico ha tomado dos caminos: el camino comercial, abonado principalmente por Disney y su plétora de historias para toda la familia; y el camino del cine fantástico de autor, en el que brillan personajes como John Carpenter, Sam Raimi, David Cronenberg, George A. Romero, Wes Craven y Dario Argento; por nombrar unos pocos, figuras amadas por unos y odiadas por otros. Este cine es importante por su hálito creativo, que suele apartarse de los establecimientos fijos de diseño industrial, propios del cine de Hollywood, siendo obras que renuevan las temáticas y estilos del cine fantástico, proponiendo lo distinto o que al menos aspiran crear la sensación de lo distinto. Así que, mientras el cine fantástico comercial le apuesta a una «fórmula» casi invariable, que busca cumplir con lo que el póster y el tráiler prometen, para que el espectador sienta que ha invertido bien su dinero en entretenimiento; el cine fantástico de autor privilegia la presentación de unos intereses propios del director, muy cercanos a su mundo interior, los que son compartidos con el espectador, a través de la película, como en una complicidad que se va cultivando historia tras historia.
Igualmente, la autoría en el arte es un asunto de saber armar una obra siguiendo un diseño, pero también es una cuestión de saber romper paradigmas. Por ejemplo, en el cine de autor prima que la narrativa personal del director esté por encima de la narrativa del entretenimiento, justamente para lograr hacerla lo suficientemente personal. La demolición del paradigma del entretenimiento es una de las razones que hace que, para algunos, el cine de autor sea arduo e incluso aborrecible. Esto es especialmente acorde con el cine de superhéroes, ya que hay críticos a los que no les cabe en la cabeza que puede existir un cine fantástico de autor o incluso un cine de autor que hable de superhéroes, dándose por sentado que todo ese cine tiene que ser necesariamente familiar y de corte comercial. A pesar de esto, los ejemplos siempre han estado ahí, casi desde el principio, por ejemplo, las series de Batman de Tim Burton y Spider-Man de Sam Raimi, son vertiginosas visiones personales, cine de autor, que en su afán de peculiaridad sacrifica un poco la complacencia con el público. Años más tarde, aparecerían Constantine (2005), V de Vendetta (2005), Watchmen (2009) y la serie de La Liga de la Justicia de Snyder (2013-2021), las cuales continúan la tradición autoral de Burton, hacia un DC, que defiende su singularidad creativa con valentía, casi hasta un punto en que podría considerarse que es agresivo con el espectador.
Entonces, aparentemente el dilema es elegir: ¿la creatividad del cine de autor o la diversión de las franquicias?, o mejor, ¿la reflexión del cine de autor o el escapismo de las franquicias? Lo cierto es que ambas posturas son válidas, pues, debe existir un cine comercial que ayude a financiar las películas para espectadores más selectos, y por consiguiente el arte avanza, por esos autores que se atreven a contar el cuento de manera distinta. Aunque, la mayoría de las veces la generación del sitio web Rotten Tomatoes no parece entender esta necesidad demandando, casi exclusivamente, productos que entretengan y sean fáciles de comprender, tal vez porque la «democratización» de la crítica de cine que ha sido propiciada por la aparición de las redes sociales, ha posibilitado que un montón de usuarios de la internet se autoproclamen críticos y conocedores, cuando realmente no lo son. Tengamos claro que Rotten Tomatoes es más una herramienta de mercadeo que un recurso académico, y se fundamenta en tres premisas falsas: 1. Que una opinión es lo mismo que una crítica, 2. Que un influenciador es lo mismo que un crítico y 3. Que si lo dice mucha gente es verdad. Hace décadas, los críticos de cine, por ejemplo, de una ciudad, eran originalmente dos o tres personas de alta credibilidad. Hoy gracias al caos que propician las redes sociales, tenemos centenares de supuestos críticos, la mayoría sin acreditaciones, los cuales creen, con toda seguridad, que el porcentaje de personas que aceptan una película es más importante que las cualidades de esta.
Lo anterior recuerda a Byung-Chul Han, cuando se refiere a que vivimos en una época donde se expulsa lo que es distinto o lo que no nos complace. Pues bueno, entre eso distinto que se expulsa, está la creatividad cinematográfica. Grave asunto, más cuando el aprendizaje y la sensibilización de las personas dependen en buena medida de los contrastes que estas experimenten. Un ejemplo de esto es la reacción de algunos frente al Batman de Adam West y el Superman de Henry Cavill, personajes que intencionalmente están diseñados para presentar el contraste de una idea generalizada de cómo debe ser determinado personaje. El Batman de West se aleja de la idea original de éste como «caballero oscuro» y lo convierte de manera ingeniosa en un «caballero luminoso», un personaje cómico que baila, ríe y se divierte mientras defiende a Ciudad Gótica de sus antagonistas. Esta perspectiva le lleva la contraria a la mayoría de las representaciones de Batman, siendo esto por lo que queda en la memoria, lo cual es bastante positivo si tenemos en cuenta que eso es justamente a lo que aspira el buen arte, a la conservación, a la construcción de una memoria. Asimismo, el Superman de Cavill es, a propósito, un contrapunto, que propone un Superman, no tanto luminoso, solar u optimista, cuanto uno que sufre su humanidad, hasta el punto de ser un Superman, digámoslo así, medio oscuro u oscuro. Todos los vericuetos que sufre este Superman, el más humano de todos ellos y a la vez el menos propagandista, apuntan a un arco no terminado, pero que se vislumbra claramente, en el cual él alcanza su condición de arquetipo, sin olvidar los valores humanos; un logro, en términos narrativos, que logra consolidar a este Superman como el más realista. Entonces, ¿por qué tal resistencia en cierto público y críticos a aceptar lo que escapa de sus expectativas?, ¿por qué no se deja que la obra de arte sea y que el artista tenga la libertad de crear lo que desee? Pareciera que hoy prevaleciera en algunos espectadores una visión utilitarista del arte, que rechazara lo que cree que no sirve y ensalzara lo que cumple una función asignada, como, se cree que es, entretener. La preponderancia a un cine de estas características solo puede llevar a que lo creativo languidezca, mientras se perpetúa una visión plana del mismo, sin filosofía ni desafío para el espectador.
Además, una cosa es la opinión y otra la intransigencia. El espectador tiene la libertad de que le guste o no le guste cualquier cosa. También posee el derecho a expresar en público su opinión. Pero, a lo que no tiene derecho es a sabotear el placer del otro. A saber, uno está en todo su derecho de expresar que no le gusta, por ejemplo, la serie de La Liga de la Justicia de Zack Snyder; pero de lo que no se puede abusar es de los términos descalificadores, más cuando estos puerilmente ignoran la teoría del autor cinematográfico. Así, decir que Zack Snyder «no comprende a los superhéroes», es caer en la falacia de pensar que un personaje ficticio tiene una sola manera de adaptarse al cine, ignorando todas las posibilidades creativas, e igualmente en esta postura se comete la torpeza de pensar que, si a mí no me gusta una obra de arte o no la comprendo, necesariamente es una mala obra de arte. Comprendamos que una cosa es el gusto y otra cosa es la realización artística, y no necesariamente están alineadas como piensa hoy, de manera equivocada, el público de las redes sociales. No todo es la satisfacción inmediata, no todo es la gratificación comprada o la popularidad. O sea, obras como 2001: Odisea Espacial (1968) o Blade Runner (1982), tuvieron malas críticas cuando se estrenaron, y fueron, principalmente rechazadas por la crítica y el público. Sin embargo, a pesar de tener ritmos distintos al del cine de hoy, a pesar de que no tienen chistes, momentos tiernos o romances tradicionales, se les reconoce como obras importantes del cine fantástico de ciencia ficción. Su aceptación fue paulatina, pues son obras no desechables, que necesitan ser experimentadas y pensadas varias veces para ser, más o menos abarcadas. Son obras que necesitan un público paciente, más enfocado en lo que le quieren decir, que en lo que puede conseguir.
Se entiende que películas como Watchmen o Batman v Superman: el Origen de la Justicia, sean tal vez, infumables para algunos críticos y espectadores, pero igualmente, entendamos que son infumables, de la misma manera que lo son para ellos, una cinta de Federico Fellini o Jean-Luc Godard, es decir, son infumables porque en ellas se experimenta, se cuentan las cosas de otra manera, a veces, incluso, desmitificando convenciones sociales y artísticas. Pero vaya explíquele eso al crítico de arte que sólo conoce tres o cuatro reglas de diseño, o al espectador que sólo quiere una excusa para comer crispetas. Con el tiempo es posible que Snyder sea visto por sus detractores bajo una lupa más justa, e incluso, hasta sea reconocido como un iconoclasta necesario, de la misma manera que Sergio Leone, quien en su momento desmitificara el género del western, estando aquel ya en su crepúsculo.
- BATMAN V SUPERMAN: SOMBRÍA SIMETRÍA
En 2009 Zack Snyder estrenó la película Watchmen basada en la novela gráfica creada por el guionista Alan Moore, el dibujante Dave Gibbons, y el entintador John Higgins. Pocos creían que una adaptación fidedigna del cómic podía desembocar en una película lo suficientemente coherente e interesante, y, sin embargo, eso fue exactamente lo que Snyder entregó al público. Watchmen se desarrolla en los años ochenta, en un universo paralelo en el cual los superhéroes, han sido indispensables para que Estados Unidos se convierta en superpotencia. Normalmente éstos no tienen poderes en dicho universo, pero eventualmente aparece el Doctor Manhattan quien sí tiene una buena cantidad de ellos y cambia las reglas del juego.
La novela inicia con el asesinato del Comediante, uno de los superhéroes más violentos, y la posterior investigación de su muerte realizada por Rorschach, un personaje que en público es un decadente héroe callejero y en su vida privada es agobiado por pensamientos paranoicos. Las indagaciones delatan una conspiración orquestada por Ozymandias, el héroe sin poderes más importante de ese mundo, quien intenta salvar a la humanidad de la extinción, aunque sea con actos manipuladores y retorcidos. Muchas innovaciones en temas y estilo se atribuyen a esta novela, siendo muy notoria la desmitificación de los superhéroes, los cuales pueden ser amables y comprometidos, pero también crueles y cínicos; además del uso profuso de motivos conductores como relojes, caritas felices y reflejos, para darle a la imagen una carga simbólica que comunica tanto como los diálogos. La adaptación al cine fue controvertida desde su lanzamiento, algunos vieron una adaptación muy cercana al medio original, mientras que otros no vieron más que la reproducción mecánica de las viñetas barrocas de Gibbons. No obstante, es innegable la reverencia que Snyder evidencia en su interpretación del material original y, además, su compromiso como autor del cine fantástico, con voz propia, que emplea un sistema de símbolos complejo, con elementos propios y ajenos, siendo un producto muy diferente a los que propone normalmente el cine familiar.
Como muchas obras interesantes, el cine de superhéroes de Snyder, no es para todos los gustos, a algunos se les antoja muy oscuro y denso. Tal vez estas cualidades formales oscuras, digamos, expresionistas, sean una parte intrínseca del linaje cinematográfico de DC, no olvidemos que a pesar de que Richard Donner inicia la línea temática cinematográfica con Superman: La Película (1978) y Superman II (1983); la línea estética realmente arranca con Batman (1989) y Batman Returns (1992) de Tim Burton, configurándose un estilo visual, que luego será hipotéticamente continuado, en casi todas las películas, incluyendo la que se comenta. Igualmente hay una tendencia a mitigar los aspectos más propagandísticos de los superhéroes, siendo Superman un alienígena de comportamiento profundamente humano, muy alejando de los lineamientos de la perfecta máquina patriótica de las historietas; y la Mujer Maravilla es aquí una auténtica amazona europea que vive en París y cuyo traje ya no ostenta las imágenes de la bandera estadounidense; presentación que permite que se exploren los aspectos más propios de la ciencia ficción y la fantasía, en ambos personajes.
Volviendo a Watchmen, el juego de los reflejos es una parte fundamental del diseño visual y el juego narrativo, tanto de la novela como de la película. De esta manera, Rorschach, el súper héroe callejero que protagoniza la historia, tiene una máscara especial que produce diferentes imágenes de la prueba de Rorschach, de acuerdo con su estado anímico. Estas son manchas de tinta simétricas, siendo el lado derecho reflejo del izquierdo. También, el quinto capítulo de la novela, titulado «Fearful Symmetry», por una línea del poema The Tyger de William Blake, muestra una composición simétrica de las viñetas, o sea, la primera página del capítulo presenta las viñetas diseñadas de la misma manera que la última página, mientras que la segunda está diseñada exactamente igual a la penúltima, y así, construyéndose un capítulo de historieta completamente simétrico. Hay muchas más imágenes de este tipo en la novela, pero el efecto principal de reflejo aplicado se construye con una historia que se cuenta dentro de la historia. De esta manera, mientras se nos narra cómo Rorschach investiga la muerte del Comediante, de manera paralela se muestra cómo un niño lee una historieta, donde se cuenta que un náufrago del siglo XVIII debe volver a su casa para salvar su familia antes de la llegada del temido navío negro, un barco embrujado, cargado de muertos vivientes que aniquilan todo a su paso; siendo, en consecuencia que el conflicto del náufrago sea un reflejo de Ozymandias, pues ambos, en su intención de salvar a unas personas, terminan asesinando a alguien. Mucho se ha analizado la manera ejemplar como Alan Moore entrelaza estas historias, sobre todo en cuanto a lo que se quiere decir, aunque lo verdaderamente claro para el espectador es la riqueza visual que nace del contraste mencionado.
Tras lo anterior se plantea la hipótesis de que Snyder, probablemente y sin hacerlo público, sumó otro reflejo al juego conceptual de Watchmen en la película Batman v Superman. La anterior aseveración se argumenta a través de las semejanzas que se encuentran en ambas historias, de reflejos en los reflejos, pues el concepto de que el héroe a veces es virtuoso y a veces es corrupto, vicisitud que es el andamio temático principal de la novela gráfica de Moore, aparece en la historia de Snyder en un presente donde un Batman desmoralizado y paranoico, se enfrenta a un Superman virtuoso; presente que a su vez, se refleja invertido en un futuro donde Batman es el defensor de la humanidad y Superman es su opresor apocalíptico.
Entonces, los reflejos no solamente se evidencian en la intención de Snyder de crear historias de superhéroes, desde una perspectiva adulta, cargada de matices políticos y sociales, sino también, en los conflictos de los personajes, que son iguales o casi iguales a los de Watchmen. Específicamente, el conflicto de Batman en Batman v Superman es igual al de Ozymandias en Watchmen: en pocas palabras, Ozymandias va a sacrificar a la población de Nueva York para salvar a la humanidad de la hecatombe nuclear, mientras que Batman va a sacrificar al Superman bondadoso del presente, para salvar a la humanidad del Superman tirano que va a conquistar la tierra, según él vio en una visión del futuro. De manera semejante, el conflicto del Doctor Manhattan tiene que ver con sus emociones, ya que su paulatina insensibilidad frente a los demás, su creciente deshumanización, lo asemeja cada vez más al frío dios reloj universal, del que hablaba René Descartes, mientras que el conflicto de Superman igualmente tiene que ver con sus emociones y su súper humanidad; por el contrario, en este caso, él padece una hipersensibilidad frente al otro, una empatía desmedida, que contribuye a que Superman sufra al no ser aceptado por lo que es, propiciando una personalidad atormentada, pero terriblemente humana, insegura y melancólica. Esto tiene un cierto sentido, ya que el personaje referente de ese universo cinematográfico es Batman, su liderazgo de la Liga de la Justicia lo comprueba, y, por lo tanto, es entendible que todos los que vivan es su universo tengan algo de su oscuridad. Recordemos que no es lo mismo un Batman que vive en el universo de Superman, que un Superman que vive en el universo de Batman. Entonces, si bien lo apocalíptico está en el horizonte, Batman v Superman es en buena medida la historia de un Superman que siente, y, en particular, lo que siente no es lo mejor que pueda experimentar cualquier persona o ciudadano.
- LA CANCIÓN DEL INMIGRANTE
A esto se añade la lectura de que Batman v Superman es también una película sobre la segregación de los inmigrantes en Estados Unidos. Esto no se expone de una forma tan visceral como lo hacen en las series de los X-Men, pero aun así el acento en este tema político es claro, sobre todo si se ven las películas de la Liga de la Justica en el orden previsto, iniciando con Hombre de Acero (2013), siguiendo con Batman v Superman (2016) y terminando con Liga de la Justicia de Zack Snyder (2021). La progresión de los episodios arranca con un Superman cuyas dos naturalezas, la humana y la kriptoniana, están en un conflicto no diferente al que proponen Nikos Kazantzakis y Martin Scorsese para Jesús de Nazaret en La Última Tentación de Cristo (1988). Superman ha vivido oculto entre los humanos haciendo de manera secreta esporádicos actos de bondad en los que usa sus poderes para salvar a las personas. La aparición de un grupo de kriptonianos renegados le llevará a salir de las sombras para enfrentarse a ellos y defender a la Tierra. A pesar de los problemas, Superman se vuelve un personaje público, con una parte de la población reconociéndolo como ciudadano e incluso admirando sus acciones. En el segundo episodio la situación de Superman es semejante a la de los musulmanes en Estados Unidos después del 11 de septiembre. Los traumas y las heridas están todavía a flor de piel en la población por el ataque de los kriptonianos y, por lo tanto, en algunos prevalece la desconfianza hacia él. El terreno es fértil para la segregación y su archivillano Lex Luthor lo sabe. Se triangula, así, una visión amplia de las distintas perspectivas de la segregación: Superman es quien la sufre, Luthor es quien la armamentiza, para afianzarse en el poder y Batman representa a la persona inteligente, que aun así termina siendo manipulada por el que cultiva la segregación. La película ofrece una explicación nietzscheana para el odio de Luthor por Superman, pues éste señala que se sintió abandonado por Dios durante su sufrida niñez, y, por lo tanto, cuando aparece Superman, quien representa a Dios en la Tierra, su esfuerzo va hacia matarlo, literal o moralmente. Se insinúa que el poder de Luthor viene de su poder para espiar a los demás. Él sabe todo sobre todos y utiliza este conocimiento para infligir dolor físico y psicológico. Primero, convierte un rescate en una masacre, con ayuda de mercenarios, volviéndolo tendencia con testigos falsos, para hacer ver a Superman como un negligente con poderes. Esto estimula más la desconfianza del público frente al kriptoniano, desconfianza que se dispara al máximo después de que Luthor planta una bomba en el capitolio, para hacer ver todavía más negligente a un Superman confundido. Luego, intenta obligarlo a que mate a Batman, con el propósito de destruir su moral y su imagen. Si esto no funciona, el plan incluye enviar contra él a Doomsday, una criatura kriptoniana de gran poder destructivo, que efectivamente termina matándolo.
Ante este panorama, la película se hace la pregunta de que si vivimos en un mundo donde tenga cabida el Superman optimista y tradicionalista. En boca de Perry White, el jefe de Clark Kent, hay varias frases que señalan el deterioro de la moral en el mundo, y, por ende, de la muerte de la creencia en un Superman. La ambigüedad moral de los partidos políticos, los grupos religiosos y las grandes empresas se ha encargado de ello. Incluso Luthor, posiblemente proyectando, indica que el poder no puede ser inocente. Snyder, parece inspirar el arco de su Superman en el de Anakin Skywalker de Star Wars (1977- 2019), otro personaje marcado por el deterioro moral y físico. El Superman de Hombre de Acero, es inicialmente uno de «los buenos», por decirlo así, que tiene gran poder y quiere ayudar a los demás, pero los cielos grises que atraviesa parecen pronosticar que esta condición no es eterna. En Batman v Superman se confirman las sospechas. En visiones del futuro se presagia que Superman se convertirá en un «Darth Vader», en un poderoso general, que sirve a un gran poder maléfico. Pero tal vez, ese futuro ya no exista, puesto que Superman ha muerto, salvando a Metrópolis y Gótica de Doomsday. Para Liga de la Justicia de Zack Snyder, se sabe de una inminente invasión alienígena a la Tierra, y la única forma de ganar esa lucha es reviviendo a Superman. Se Logra su resurrección y se gana la batalla, pero la consecuencia de esto es que se crea una línea temporal en donde se cumple el destino sórdido presagiado, Superman se convertirá en el sirviente de Darkseid, un nuevo dios malvado que busca conquistar el universo. Se supone, que, en historias posteriores, aún por ser realizadas, Batman muere redimiendo a Superman, sacándolo, por así decirlo, del lado oscuro de la fuerza, restaurándolo como el héroe que siempre ha sido.
El temor frente a este Superman desatado ya estaba presente en las preguntas que hace la senadora Finch. La autonomía de los superhéroes nunca fue vista como un peligro en las primeras eras de la historieta; no obstante, en varias historias para adultos, se señala la importancia de que un individuo con súper poderes esté articulado a un gobierno, por ejemplo, al de Estados Unidos para que, siendo agente del estado, se pueda supervisar que en todo momento éste actúe de acuerdo con la ley y el bienestar del mundo. Esto en últimas no resulta ser así, y la realidad es que los países quedan con una súper arma que usan para agredir y someter a los demás, como se ve en las novelas gráficas Watchmen (1986), El Regreso del Señor de la Noche (1986) o Superman: Hijo Rojo (2003). Sin embargo, si el mundo viera a Superman, no como arma, sino como persona, la redención hipotética llevará al cumplimiento de la promesa del hombre del mañana, enunciada por Jor-El, el padre kriptoniano de Superman, en las grabaciones heredadas a su hijo. La verdadera misión de Superman pareciera ser originar un Nuevo Kriptón, lo cual se dará paulatinamente cuando Superman comparta la tecnología kriptoniana con sus pares humanos. Además, no olvidemos, según Hombre de Acero, Superman contiene en su cuerpo el Códex de Kriptón, o sea los mapas de las líneas genéticas kriptonianas, el cual puede ser usado eventualmente para llevar a los humanos al siguiente paso de la evolución, logrando que lo mejor de ambos pueblos se mezcle, proclamándose esta nueva humanidad, los hombres del mañana, aquellos que seguirán a Superman bajo el sol. La metáfora, entonces, es clara: un pueblo se enriquece gracias a los inmigrantes que acoge. El crisol de las culturas, las etnias, los conocimientos y sentires se amalgamarán para constituir algo, potencialmente mejor. El proceso nunca es fácil, siempre la política de la violencia asomará su fea cara, pero asimismo valdrá la pena, por el idealismo de luchar por construir un mundo mejor.
- CUATRO SUEÑOS Y UN FUNERAL
En consecuencia, con el ímpetu de reproducir las características de Watchmen, en Batman v Superman, Snyder diseñó una estructura narrativa semejante, puesto que, los momentos del presente se alternan con los sueños de Batman y Superman, mientras que, en la novela gráfica, el presente se alterna con saltos al pasado; estando, en ambos casos, la clave del presente en esos caminos alternos. Positivamente, en las cuatro secuencias oníricas está la esencia de la película, pues, no solo se perfila una descripción psicológica del Bruce Wayne de este universo y sus razones para querer sacrificar a Superman; sino, que también acentúa un estilo poético, muy propio de Snyder. A simple vista, estos sueños parecen diseñados para crear impacto en el espectador, como sucede con los de las películas de horror, pero dado el cuidado que se presta a los detalles, parece más un viaje a la mente inconsciente de los dos protagonistas.
En el primer sueño, que pertenece a Bruce Wayne, se revisita el origen de Batman. En este se describe la muerte de los padres en el callejón mientras que Bruce de niño es testigo. Durante el funeral huye de los ataúdes que son llevados en andas, para caer en un pozo lleno de murciélagos. En el fondo del pozo el Bruce niño flota hacia arriba, llevado por los murciélagos hacia la luz. Es, tal vez, la metáfora de su transformación, su ascensión a convertirse en un ser superior llamado Batman. Fue «una bella mentira», afirma el Bruce adulto en off, declarando que, en su experiencia, el héroe no dura puro, su degradación es inminente. Este sueño tiene la doble función de mostrar el origen del héroe, pero con distorsiones oníricas que revelan que Batman se considera a sí mismo tanto un ser de oscuridad como de luz. Sin embargo, por la decepción en la voz del Bruce adulto, se manifiesta también un conflicto, que ese viaje a la luz, o sea, su carrera de superhéroe fue truncada de alguna manera.
El segundo sueño empieza con un sonido semejante al del motor mundial kriptoniano. Bruce Wayne adulto visita en las ruinas de la Mansión Wayne, el mausoleo de sus padres. Entra llevando unas flores. En uno de los vitrales se representa a San Miguel, quien está vestido con los colores de Superman. De pronto de la tumba de Martha sale un hilo de sangre. La lápida se quiebra y de ella sale un murciélago monstruoso que ataca a Bruce. En este sueño, pareciera que el ello de Bruce le recrimina planear el sacrificio de Superman. El kriptoniano aparece representado como San Miguel, tal vez, porque a Bruce, en el fondo, le parece un ángel guerrero, un protector de la humanidad. El murciélago monstruoso que ataca a Bruce es la culpabilidad que se crea en él, al saber que usará sus habilidades de Batman para sacrificar al valiente Superman. La sangre que sale de la tumba de Martha simboliza el temor a mancillar el legado de Batman. En la iconografía religiosa San Miguel arcángel pisa a Satanás derrotado, por consiguiente, en esa clave Batman equivaldría al Diablo, no sólo por su imagen inspirada en las gárgolas góticas, sino también, por su condición de rebelde que actúa fuera de la ley.
El tercero es el sueño más complejo. De nuevo se escucha el sonido semejante al del motor mundial. Estamos en un desierto de fuegos que no se apagan. La tierra ha sido bombardeada, y de un bunker sale Batman, quien ha añadido a su traje convencional, gafas, bandana, gabán y pantalones de piloto. Lleva un rifle de asalto. En algunas fotos y juguetes se ve que el rifle tiene pegada en la culata una carta del Joker. El bunker está cerca de la derruida Mansión Wayne. El escenario y la apariencia de Batman señalan que se está en un futuro post-apocalíptico como el de las películas de Mad Max. Batman comanda una especie de ejército de resistencia. A su base llega un convoy. Entra a un camión para que el líder aparentemente le entregue un arma que le permitirá matar a Superman, se insinúa que es kriptonita. Pero realmente es una trampa y de los camiones del convoy salen soldados de negro con la insignia de Superman. Se inicia un tiroteo y en el cielo se ven helicópteros militares, en planos tipo Apocalipsis Ahora (1979), de los que bajan soldados humanos y parademons voladores, en algunos prevalece la forma humanoide y en otros la insectoide. Batman pelea valientemente junto a su ejército, pero es noquedo por un parademon humanoide. Batman despierta en las instalaciones subterráneas de los soldados de Superman, está colgado de los brazos entre dos de sus lugartenientes. Superman aterriza allí y desintegra con su visión infrarroja a los prisioneros que están con Batman. Le quita la capucha a Bruce diciendo «ella era mi mundo y tú me la arrebataste», y le atraviesa el pecho con su brazo, matándolo. En ese momento Bruce despierta asustado, el sueño fue interrumpido por la aparición de un individuo misterioso, vestido con una armadura roja, igualmente estilo Mad Max, que le habla desde un portal energético (evidentemente es el Flash del futuro distópico), éste le dice: «Bruce escúchame… es Lois Lane, ella es la llave…», el personaje mira a Bruce y ve que no le comprende y dice: «llegué demasiado pronto… nooooo…» y luego: «tenías razón acerca de él… témele… encuéntranos, Bruce… tienes que encontrarnos», y entonces el portal se cierra y el personaje desaparece. En este punto Bruce despierta por segunda vez, de manera definitiva siendo la primera vez, un falso despertar.
Esta secuencia, al parecer, no es lo que inicialmente se plantea, pues, aunque inicia con el sonido motor mundial, el cual es heraldo de los sueños, tiene un giro, no es tal sino una visión del futuro que es, al parecer, el efecto secundario del viaje en el tiempo de Flash. Entonces, después de ver este escenario, ya Batman no cree tanto en la posibilidad de que Superman se vuelva malo, ya para él es una certeza. Además, el evento trágico que degrada moralmente a Superman es la próxima muerte de Lois, de la cual culpa a Batman. Esto hará que Superman se vuelva en contra de la humanidad, convirtiéndose en un general de Darkseid y esclavizando a la Tierra con un ejército de humanos y parademons. Este momento es ambiguo: Bruce no sabe si es un sueño o una premonición, pero aun así actuará contra Superman. Hay igualmente un paralelo moral entre los dos héroes, pues en una secuencia anterior se informa que lo que causó la caída moral de Batman fue la muerte de Robin, para que luego, la muerte de Lois, cause la caída moral de la Superman. De igual manera, es posible que la idea de formar una Liga empezara a formarse en la mente de Bruce, por culpa de este encuentro, ya que el Flash del futuro le instiga a encontrar un grupo de metahumanos para enfrentarse a un gran peligro.
El cuarto y último es otro «sueño» ambiguo. Este pertenece a Clark Kent durante su autoexilio, y comienza con él llegando a una peligrosa montaña helada, a la cual las autoridades han prohibido subir. En la cima encuentra a su padre humano, Jonathan Kent, este le recuerda una anécdota en la cual él hizo una buena acción en su casa y esta terminó causando un daño colateral a sus vecinos; con ello quería indicarle que hay que aprender a vivir con las consecuencias de lo que se hace, tema que se repite constantemente en la serie. Le dice que a veces pasa, que nuestras buenas intenciones pueden desembocar en un mal para los demás, pero que, a pesar de todo el amor puede sanar ese malestar. Jonathan desaparece súbitamente sugiriendo que el encuentro no fue más que Clark soñando despierto con el padre que extraña. Posiblemente es otro recuerdo que se revive a través del sueño. Esta secuencia es intencionalmente ambigua. ¿Volvió el padre como un fantasma?, ¿es Clark hablando consigo mismo? Lo más probable es que sea una secuencia subjetiva, de mundo interior, donde Clark interactúa con la memoria del padre que vive en él. Es un bonito contraste con Hombre de Acero (2013) donde Jor-El, su padre kriptoniano, vuelve pero no por efecto de la memoria humana, sino de la tecnología futurista. Además, subir a la montaña para hablar con el padre tiene un tinte bíblico, muy propio del personaje. Como Jesucristo habló con su padre antes de morir, esta secuencia se suma a los presagios de la muerte de Superman, como lo son también el hundimiento en el pozo de calaveras, en Hombre de Acero, y el rescate del día de los muertos, en Batman v Superman, donde el kriptoniano termina rodeado de personas agradecidas, maquilladas como calaveras, que lo tocan maravilladas de su poder.
Volviendo a los sueños, es evidente que hay una recurrencia. Cada sueño habla sobre la mortalidad de los padres. En el primero, se ve de manera explícita la muerte física de los padres. En el segundo, se aprecia el duelo y la consiguiente ritualidad con la que los honramos una vez que se han ido, afirmando nuestra consciencia de mortalidad. En el tercero, se nos muestra la muerte del hijo, una muerte onírica, que presagia la inevitable pregunta futura: ¿cómo moriré?, ¿seré recordado como mis padres? y finalmente, asistimos a ese pasado persistente, llamado memoria, y cómo ésta nos mantiene unidos a pesar de la muerte. En el controvertido «Momento Martha», se evidencia de igual manera, ese tema de la conexión con los padres muertos. De hecho, la internet malinterpretó la secuencia, como si Batman hubiera dejado de atacar a Superman, porque sus madres tienen el mismo nombre. No, la cuestión es más compleja y psicológica. Cuando Superman dice «¡salva a Martha!» sin proponérselo le está asestando a Batman un golpe psicológico devastador. Al oír la frase, en Batman se detona la memoria del peor momento de su vida, es más, lo revive, Batman vuelve a ser por un momento el niño sufriente en el callejón, quedando noqueado psicológicamente, y completamente derrotado. Pero, ya no hay razón para pelear, el otro es tan humano como él, pues su madre también se llama Martha. Batman reinicia a ser el mismo que era antes del asesinato de Robin. Una restauración que se completará cuando vea que aún hay hombres buenos capaces de sacrificar su vida por los demás, hombres buenos que llevan capas rojas. Por supuesto, un trabajo con tantos matices puede prestarse a múltiples interpretaciones, siendo esta sólo una de muchas posibles.
- RECAPITULACIÓN
La película comentada, y la serie a la que pertenece, son productos para un público que esté dispuesto a aceptar que se le ofrezca algo diferente a lo que le prometía la publicidad. Cuando se anunció Batman v Superman muchos esperaron la película de acción que el título insinuaba. Al contrario, lo que se encontró fue una historia cargada de conceptos y símbolos, muy en la línea de Watchmen, llegando hasta a ser una parte del rompecabezas de esa historia, como aventura este texto. Una buena película no siempre tiene que ser lineal y comprensible al primer vistazo. A veces, una buena película es como un rompecabezas que se le entrega desarmado al espectador para que, en los días o semanas siguientes, se entregue al placer de armarlo. A veces, igualmente, es bueno que se rompan los moldes. Qué, por ejemplo, los héroes que normalmente aparecen luminosos e impolutos sean pintados en negativo, que sean melancólicos, indecisos o crueles. Asimismo, algo se aprende del contraste. Si bien se disfruta un cine comercial lineal y sin mayores sorpresas, refresca mucho cuando alguien como Snyder corra riesgos para llevar el arte un paso adelante.
Mucho del placer de una película consiste en revisitarla varias veces, para ir detectando el entramado de elementos con el que está constituida. Para esto, lo ideal sería educarse, para ser un espectador que sea capaz de mantener la concentración en la película para luego poder relacionar ideas y llegar a uno de los posibles significados que una obra de arte puede tener. No hay fórmulas exactas para esto. Cada uno se debe construir como espectador, siendo lo ideal hacerlo viendo muchos tipos distintos de película, no sólo los que normalmente son de nuestro agrado, y, principalmente, dejando de lado prejuicios y dogmas. El cine es flujo y debemos aprender a fluir con él. Mientras más lo comprendamos, más nos comprenderemos y a la sociedad a la que pertenecemos.
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Cronopio Sincrónico es un espacio para exponer distintos temas: artículos, ensayos, poemas, dibujos, cuentos. Aquí todo tiene cabida ante los giros inesperados del destino.
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* Rafael Mauricio París Restrepo es publicista de la Universidad Pontificia Bolivariana, magíster en estética de la Universidad Nacional de Colombia y doctor en artes de la Universidad de Antioquia. Ha trabajado como docente en la Universidad Pontificia Bolivariana, la Universidad Católica Luis Amigó y Atec-Corporación Academia Tecnológica de Colombia. Igualmente hizo parte de la Corporación Madera Salvaje para la realización de video narrativo y experimental, y fue curador de la sala de cine del Museo de Arte Moderno de Medellín.