EL VIRUS QUE EXPUSO EL LADO OSCURO DE LA HUMANIDAD
Por Ana María González O.*
Muchos científicos en el mundo estudiamos el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Las razones de la mayoría no son filantrópicas, ni son el resultado de un raciocinio complejo. Estudiamos el VIH por que no tiene cura. Este virus ha sido un rompecabezas para los científicos del mundo por casi tres décadas. El ego de muchos se ha encogido gracias a este pequeño microorganismo. En general, el ego no es bueno para nada y, sólo por esto, al virus le agradecemos.
Sin embargo el aspecto más interesante del VIH, no es necesariamente el científico. Es sobretodo la historia del caos que generó el inicio de la epidemia del Síndrome de Inmunodeficiencia Humana (SIDA).
La epidemia de SIDA causó caos a nivel social, político, económico y religioso. Además expuso los peores defectos de la humanidad, nuestro lado más oscuro: homofobia, promiscuidad, discriminación, adicción etc. Todos tan autodestructivos como el virus mismo.
¿Quién iba a pensar que un microorganismo invisible, que difícilmente sobrevive a la intemperie, y que incluso dentro de las células que infecta tiene una vida media de sólo 1.5 días; iba a causar tantos problemas?
Al inicio de la epidemia en países desarrollados como Estados Unidos, los heterosexuales sufrían ratas muy bajas de infección. Casi todos los casos de heterosexuales infectados, ocurrían en personas que recibieron transfusiones de productos sanguíneos. Los grupos más afectados por la epidemia inicialmente fueron los homosexuales y los drogadictos.
Esta «selectividad» inicial del VIH, hizo que estos grupos que eran de base discriminados, sufrieran una alienación social aún peor. Claro, los heterosexuales al no ser tan afectados, creyeron por un milisegundo que eran un grupo «elite» de la sociedad. Pasó el tiempo y la epidemia también los afectó, y logró bajar sus humos, afortunadamente.
El virus se diseminó de manera exponencial en la comunidad homosexual. En junio de 1981, el Centro de Control de Enfermedades (Centers for Disease Control, CDC) en Atlanta, Estados Unidos, documentó cinco casos de jóvenes en el área de Los Ángeles que fueron tratados por una neumonía causada por un microorganismo poco común: el «Pneumocistis carinii». Todos los casos diagnosticados fueron en homosexuales activos. Dos meses más tarde, el CDC reportó 100 casos de homosexuales con esta neumonía o con un tipo de cáncer llamado sarcoma de Kaposi. Este cáncer es el que produce las famosas manchas violeta en la piel, que «tatuó» y expuso cruelmente a muchos infectados. En 1985 en San Francisco, la ciudad con la comunidad gay más grande de Estados Unidos, uno de cada dos homosexuales estaban infectados con VIH.
La epidemia se expandía y, con ella, el pánico y las medidas irracionales de la población para protegerse del contagio. Además la falta de conocimiento general sobre la causa y la forma de diseminación de la enfermedad empeoraban el caos colectivo. Una cosa era clara, la enfermedad era mortal, sin cura, y había que protegerse de su contagio a capa y espada.
En los ochentas muchos homosexuales empezaban a ser abiertos sobre sus tendencias sexuales y los años de pasada represión empezaban a ser compensados por una expresión de la sexualidad que se salía de todos los estándares existentes. Si los padres de estos individuos hubieran sabido que la represión de la sexualidad de sus hijos iba a terminar en este descontrol, hubieran dejado sin pensarlo dos veces, que sus hijos fueran lo que fueran. Entonces, la historia de la epidemia hubiera sido otra.
Por ejemplo era frecuente el uso de Baños Públicos, donde se tenían más de 100 encuentros sexuales por visita. En estos lugares frecuentemente practicaban el «fisting», donde la penetración anal se hacía con el puño de la mano. Esto causaba sangrado y fisuras de la mucosa rectal y facilitaba aún más la propagación del virus. Ni en nuestros sueños más salvajes nos llegaríamos a imaginar lo que pasaba en estos baños. Estos definitivamente, no eran nuestro «típico baño».
Estudios epidemiológicos demostraron que los homosexuales podían llegar a tener en la vida más de 1000 parejas sexuales. En comparación, el promedio en los heterosexuales es de sólo 6-8 parejas. La evidencia sugería que el virus se diseminaba sexualmente y por el contacto directo con sangre infectada.
Sin embargo en los setentas y ochentas, se calcula que la mayoría de los casos de pacientes portadores de VIH se encontraban en África Central donde, a diferencia de Estados Unidos, la población más afectada era heterosexual de clase media alta y alta.
El factor común de los infectados en los dos continentes era la promiscuidad. El número de parejas sexuales en la vida de un hombre Africano es 32.
La epidemia del SIDA se originó en África Central alrededor de 1930. La historia de la diseminación de la epidemia de SIDA en el continente Africano fue muy diferente a la de la diseminación del virus en Estados Unidos. Se cree que la manipulación de sangre y carne infectada de simios, inició la infección en humanos. Posteriormente, la promiscuidad, la prostitución y los trabajadores que se desplazaban largas distancias por motivos laborales (muchos de ellos camioneros) fueron unas de las causas principales de la rápida diseminación de la epidemia en este continente.
Era frecuente que los hombres africanos tuvieran varias parejas sexuales y este comportamiento era socialmente aceptado. Para ellos el sexo era algo natural, necesario y tenían que practicarlo como si fuera un tipo de ejercicio. La mujer tenía que aceptar que su esposo tuviera múltiples relaciones extramaritales. Y sumado a la promiscuidad, el uso de condones no era frecuente, aumentando aún más el riesgo de infección.
Además, comportamientos de alto riesgo como el «sexo seco» eran frecuentemente practicados. Esta práctica se caracterizaba por el uso de soluciones de hierbas o blanqueador en el área vaginal. Estas soluciones destruyen la mucosa vaginal y aumentan la fricción durante el acto sexual, fomentando el sangrado y facilitando el contagio. Es evidente que esta conducta, solo satisface al hombre y desgraciadamente, es la mujer la que termina más damnificada, en muchos aspectos.
La promiscuidad sumada a todos los comportamientos de alto riesgo practicados por muchos africanos y el transporte moderno, hicieron que la epidemia se diseminara incontroladamente. En el 2008 en países africanos como Zaire y Sudáfrica, el 15% de los adultos eran portadores VIH positivos y en todo África, aproximadamente 14 millones de niños eran huérfanos del SIDA.
Por razones morales, religiosas, pero principalmente por ignorancia, los infectados con VIH fueron discriminados sin piedad. En muchos países africanos, los afectados además fueron ignorados al no ser diagnosticados por la falta de recursos médicos e infraestructura. Pero sobre todo fueron ignorados por sus propios gobiernos.
En Estados Unidos, el miedo al contagio era tan irracional que los padres no dejaban que sus hijos asistieran al colegio a menos que se impusiera una ley que obligara a los niños infectados a quedarse en casa.
La homofobia era la regla y sin pensarlo dos veces, una persona infectada era homosexual hasta que se demostrara lo contrario.
Los científicos ayudaron a mitigar el miedo demostrando que para adquirir el VIH se necesitaba un contacto íntimo y que el contacto casual no era suficiente para iniciar el proceso infeccioso. Sin embargo tomó tiempo, y muchas campañas epidemiológicas, para convencer al público de esta realidad y así controlar la discriminación irracional hacia los afectados.
En Estados Unidos las medidas de salud pública como el control de la promiscuidad, el uso de condones o de material desechable para los drogadictos intravenosos y el diagnóstico temprano de la enfermedad, fueron las armas más potentes para combatir la epidemia.
Desafortunadamente, la estrategia de salud pública en África no ha sido tan exitosa por varias razones. Muchos gobiernos africanos todavía niegan la existencia de la epidemia de SIDA. La promiscuidad es símbolo de estatus y virilidad y el uso de condones no se ha podido implementar exitosamente. Un africano que se respete prefiere tener una relación sexual placentera, así esto implique un contagio inminente.
La prostitución es difícil de controlar pues es la principal fuente de ingreso de muchas mujeres que viven en la pobreza absoluta. Además, la falta de recursos económicos, médicos y de infraestructura previene el tratamiento de los infectados. Todavía hay mucho trabajo por hacer en África y es en este continente donde una vacuna sería la solución mas rápida y conveniente.
Al igual que en el campo social, el campo científico no fue inmune al caos causado por la epidemia de SIDA. Este insignificante microorganismo logró revelar los peores defectos que un científico puede tener: competencia desleal, plagio y mentiras.
Uno de los conflictos científicos más famosos en el campo de estudio de SIDA, ocurrió entre Luc Montagnier del Instituto Pasteur en Francia y Robert Gallo del Instituto Nacional de Salud (National Institutes of Health, NIH) en Estados Unidos. Ambos investigadores en estudios «independientes» determinaron que un retrovirus causaba el SIDA. El conflicto era determinar quién lo hizo primero. Era de común conocimiento que el descubridor de la causa del SIDA, iba a recibir el Premio Nobel.
Montagnier y Gallo publicaron los resultados de sus observaciones en la misma edición de la prestigiosa revista científica «Science». Para sorpresa de muchos, posteriormente se demostró que Gallo había usado una muestra de virus mandada por Montagnier como propia. Con la muestra ajena, Gallo publicó sus estudios y falsamente se atribuyó el descubierto del virus causante del SIDA.
Sin embargo Gallo, no pudo mantener la mentira por mucho tiempo. Dada la rápida y alta rata de mutación del virus, el plagio cometido fue fácil de demostrar. Genéticamente hablando, las muestras de virus de ambos investigadores eran idénticas. Si Gallo hubiera purificado el virus de una muestra de sangre infectada diferente, la probabilidad que las muestras de virus de Montagnier y de Gallo fueran iguales, era casi nula. Dos años después de la publicación original, Gallo se retractó de su descubrimiento. En el 2008, Montagnier fue galardonado con el Premio Nobel de Medicina.
Muchos científicos creen que el VIH es un virus «inteligente». Ni los científicos más inteligentes del mundo han podido descifrar el virus o han estado cerca de encontrar su cura.
Lo contradictorio del caso es que el virus usa un gran defecto estructural, su capacidad de mutación, para su propio beneficio. Es un defecto pues en el proceso de replicación viral, la mayoría de los virus mutantes mueren. Es un beneficio para el virus pues, los que sobreviven son difícilmente reconocidos por el sistema inmune. Además es por esta capacidad de mutación que la construcción de una vacuna ha sido hasta ahora imposible.
Igual que el virus del VIH, nuestra sociedad también tiene muchos defectos que fueron los que ayudaron y promovieron la diseminación del virus. Muchos murieron durante la epidemia, sin embargo, los que sobrevivimos aprendimos tolerancia y compasión. Sobretodo logramos cambiar comportamientos que comprometían nuestro bienestar y el de otros. Estos defectos despertaron a la humanidad. Igual que el virus, usamos nuestras propias debilidades para nuestro beneficio.
La epidemia nos demostró que las crisis no sólo traen dolor, traen sobretodo aprendizaje.
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* Ana María González es una médica Colombiana trabajando en investigación en la escuela de Medicina de Harvard. Su laboratorio estudia el virus del SIDA, su mecanismo de replicación e infección, la respuesta inmune en humanos y simios macacos y también desarrolla vacunas contra el SIDA y la tuberculosis. Ana María hizo un doctorado en Ohio State University en Inmunología y virología en el área de Rotavirus, la causa más importante de diarrea severa y mortalidad en países en desarrollo. Tiene 17 artículos publicados en revistas internacionales y 2 capítulos de libros sobre inmunidad de mucosas. Vive actualmente en Cambridge, Massachussetts.
Me parece un artículo muy concreto que no tapa nada de la realidad de una enfermedad temida y sobre todo hay una vinculación con la realidad del ser humano que va mas alla de la ciencia.
Excelente artículo. Interesante y muy bien esrito
Muy bien ha expuesto la Dra. A. Gonzalez las causas principales sobre la propagación de ésta terrible enfermedad que aqueja a nuestra humanidad.Bien se puede deducir que una manera de prevenir su propagación es la de introducir una buena educación,no solo desde el punto de vista sanitario,sino tambien,más importante aún, de los valores de la vida para nuestra juventud.Mediante una buena educación se podria lograr una gran disminución de este mal y reducir el “ comportamiento de alto riesgo” que favorece su transmisión: el sexo indiscriminado.
Es invaluable la labor que ejercen los cientificos y las muchas horas de trabajo dedicadas a la investigación para buscar una vacuna que nos libre de una vez por todas de tan terrible flagelo.Felicito a la Dra. Ana Maria Gonzalez por la manera tan clara y objetiva en que ha expuesto el tema,deseándole el mayor de los éxitos en tan humanitario empeño de buscar una vacuna sanadora.
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Me parece fabuloso el artículo, ya que nos permite conocer científicamente el origen del SIDA. Muchas personas han expuesto diferentes teorías, pero creo que la autora de este artículo está muy bien documentada ya que trabaja en el descubrimiento de la vacuna.