EL LUCHADOR, DE DARREN ARONOFSKY – COMBATE POR LA REDENCION
Por: Oswaldo Osorio*
Como ositos cariñositos llenos de músculos y dieta de esteroides, ésa es una primera reveladora impresión que deja esta película sobre el mundo de los luchadores. Sin embargo, es una revelación que se queda sólo en el plano de lo anecdótico, porque la que resulta más contundente, y que en últimas es la razón de ser de este filme, es el dramático retrato que hace el director de estos “deportistas” al final de sus carreras. Es eso lo que se queda grabado y dando vueltas en la cabeza hasta mucho después de acabarse la cinta, y no ese insólito ambiente de afectos y camaradería de estos hombres que se hacen las bestias en el cuadrilátero.
Aunque sorprende más aún ver quién hizo este filme: Darren Aronofsky, un director conocido por películas visual y argumentalmente efectistas (Pi, Requiem por un sueño) o por fantasías con pretensiones de trascendentalidad (La fuente). Y sorprende porque lo que en esta nueva cinta presenta es una historia que le apuesta a todo lo contrario, esto es, al realismo, tanto en la concepción del personaje como en la mirada que hace a su cotidianidad desde la puesta en escena, y también a la forma casi documental como lo registra con su cámara (con luz natural, cámara al hombro y sin cuidados encuadres). Todo eso para hacer más cercanos y viscerales esos “últimos días” de un guerrero que devino en un hombre común y corriente (y hasta con menos ventajas).
Porque ésta es la historia de un perdedor en la vida cotidiana y de un luchador en decadencia, no porque no sea bueno en su oficio, sino por culpa del implacable paso de los años. Ambas visiones, la de su vida y la de su oficio, resultan tremendamente dramáticas, tristes incluso. Pero la diferencia es que la mirada a su vida lleva la carga del patetismo, puesto que su existencia es el producto de la acumulación de los errores de un hombre que no merece una segunda oportunidad. La mirada a su oficio, en cambio, algo ungida está de dignidad, no sólo por la actitud que asume, sino también por lo que él significa para su gremio y sus colegas.
Esta diferencia en los dos aspectos de su vida se ve claramente demarcada por la soledad que lo acompaña como hombre y la familia que tiene como luchador (aunque sólo unas horas los fines de semana). Es esa soledad, que parece calar como el frío que cubre esta historia de invierno, la que realmente le enrostra su fracaso en la vida. No importa tanto la falta de dinero, de fama o de juventud, sino que no tenga a nadie realmente cercano en el mundo. Y esta idea de la soledad, más la de la decadencia por el paso de los años, está reforzada con el personaje de la stripper, quien aparece en el relato en la medida justa, ya para complementar estas ideas o para abrir una esperanza ante tanta desventura.
Pero no hay pecador, perdedor y decadente sin, al menos, la intensión de buscar su redención. Sólo que en este personaje, más que intención, parece una determinación. Por eso la película, en realidad, no tanto busca hablar del pecador, el perdedor y el decadente, sino que más bien insiste en mostrar al hombre y al luchador que pone su mayor empeño en dejar de ser todo eso, o al menos en minimizar los daños. De ahí que se le vea empecinado en recuperar a su hija, en conseguir un trabajo, en tener un amor (o al menos una compañera) y, sobre todo, en no abandonar la lucha, con esa pasión y brío que siempre pone en ella.
Así que ésta parece, en principio, otra historia más de un perdedor, pero la verdad es que es la de un luchador, en los sentidos literal y figurativo de la palabra. Una historia que es inevitable mirar con cierta consternación y casi siempre con solidaridad por su protagonista, un sentimiento que, además, termina reforzado por la sólida presencia del actor Mickey Rourke, tal vez el único que podía lograr tal realismo y contundencia en esta historia que se mueve entre el patetismo y la dignidad.
P.D. Un apunte musical que nunca se olvidará: Como es el rock duro y festivo de los ochenta la banda sonora de la vida de estos luchadores, su protagonista se queja por ese flojo de Kurt Kobain (quejumbroso y suicida) que llegó para echarlo todo a perder.
Publicado el 22 de octubre de 2009 en el periódico El Mundo de Medellín.
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FICHA TÉCNICA
Título original: The wrestler
Dirección: Darren Aronofsky.
Guión: Robert Siegel.
Producción: Darren Aronofsky y Scott Franklin.
Música: Clint Mansell.
Fotografía: Maryse Alberti.
Reparto: Mickey Rourke, Marisa Tomei, Evan Rachel Wood, Mark Margolis, Todd Barry, Ernest Miller.
USA – 2008 – 105 min.
*Comunicador social-periodista de la Universidad Pontificia Bolivariana, historiador de la Universidad de Antioquia, Magíster en Historia del arte de la Universidad de Antioquia, profesor universitario, Coordinador de Programación del Festival de Cine y Video de Santa Fe de Antioquia, autor del libro Comunicación cine colombiano y ciudad, crítico de cine del periódico El Mundo y la Revista de cine Kinetoscopio.