Cine de Cartelera Cronopio

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Violencia

LA VIOLENCIA MACHISTA EN EL CINE

Por Trinidad Núñez Domínguez*

Quisiera empezar este texto planteando dos preguntas (en una), corriendo el riesgo de parecer ingenua o básica: ¿Qué piensan que es el cine, es arte o es industria? La respuesta aparentemente es fácil pero el cine es un medio complejo. Así que si bien habría que decir sí a ambas cuestiones, podríamos esperar que sea algo más que arte o industria.

Las personas que estudian el cine y las que lo consumen muchas veces hacen referencia al punto de vista artístico porque las imágenes cinematográficas (el color, el movimiento…) crean ilusión, «es magia». No en vano entre los primeros creadores del cine se encontraban magos profesionales. Ese es el caso de Georges Mélies, verdadero iniciador de los efectos especiales. Su película Viaje a la Luna, que se estrenó en 1902, fue la primera película de ficción y, por tanto, con efectos especiales, aunque fueran muy elementales. En definitiva, sabemos que se habla del cine como el séptimo arte.

Pero el cine es también industria, la industria cinematográfica que da de comer a muchas personas. Así, actores y actrices, directoras, directores, y todo el personal dedicado a la producción, a la distribución o a la exhibición esperan sacar beneficios.

En Alemania se creó un término específico (traümfabrik) que se puede traducir por la fábrica de sueños, que es una buena forma de integrar ambas realidades: la visión artística y la empresarial. Ahora bien, a esas dos visiones hay que añadirle una más: el cine nos socializa. Lo hace en tanto que muestra modelos de comportamiento, muestra valores sociales, normas, creencias, produce reacciones, es persuasivo. Este aspecto es el que mejor justifica el análisis psicosocial. Precisamente esa visión socializadora está en la base para que algunos autores hablen de las películas como pedagogías públicas (Morduchowicz et al., 2004).

Durante algún tiempo se le consideró como el máximo exponente de la huida de la realidad. Sin embargo, son muchas las personas que ahora lo consideran como testigo del mundo y, en ese sentido, se convierte en un espejo dónde mirar la realidad social.

Usado como herramienta didáctica, ayuda a descentralizar el aula como único espacio en la construcción de la realidad; es decir, participa en la construcción del conocimiento.

Las películas hacen algo más que entretener: ofrecen visiones del mundo, movilizan deseos, influyen en nuestras posiciones y percepciones de la realidad y nos ayudan a construir la sociedad. Les ofrezco un dato que es más que curioso:

La OMS en 2003 pidió a Hollywood héroes no fumadores. El 46% de los personajes de la gran pantalla era presentado fumando. Por ejemplo, en Casablanca fumaban todos sus personajes. A partir de ese momento, a Lucky Luke se le quitó el cigarrito de la boca y se le puso una hierbita (de las buenas…).

Sí importa lo que cuenta el cine. Por ese motivo ha existido la censura.

En paralelo a estas reflexiones iniciales debo decir que parte de la misión de la Universidad es la intervención en la comunidad. La Universidad no puede vivir ajena a lo que pasa en la sociedad, por eso debe implicarse en asuntos sociales y en buscar respuestas a problemas cotidianos. De la misma manera, los problemas cotidianos deben remover lo que pasa en la Universidad. Por ese motivo escribir sobre cine y violencia machista se ha convertido en «obligado cumplimiento». No podemos dejar de señalar que a mediados de septiembre de 2011 ya se facilitaba en nuestro país una cifra avergonzante: 40 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas. Es evidente que falla algo. Es evidente que siguen haciendo falta puntos de análisis que ayuden a la ciudadanía a superar una situación absolutamente indeseable, impresentable e insostenible: la muerte de mujeres por el hecho de serlo.

Con la obra que hemos escrito (La violencia machista en el cine), y que presento ilusionada con estas letras, pretendo que sea un material de divulgación para la ciudadanía. Es un trabajo de análisis para el cambio social pero, también, es un trabajo para la re-creación. Queremos ofrecer un material básico para intervenir en una colectividad, pero un material que puede (y debe) ser ampliado, completado, ajustado a y por las personas o grupos interesados en hacer intervención en la comunidad.

La obra está dividida en seis capítulos. El primero lo hemos denominado «Ideas-clave para la reflexión». Aquí hacemos una declaración de intenciones y delimitamos conceptos: acotamos el tema. ¿Se tiene que hablar de violencia doméstica? ¿Es más adecuado usar el término violencia de género? ¿machista? Posteriormente nos centramos en la violencia y los medios de comunicación y recordamos cuándo se empieza a hablar públicamente de esta situación, porque en España tuvo mucho que ver la televisión. Ana Orantes, una mujer de sesenta años va a un plató de televisión a contar que su marido la ha amenazado con quemarla. El desenlace fue también narrado, dejando impresionada a la audiencia.

El segundo capítulo se denomina «Sublimación e ignominia. Violencia explícita y simbólica». En él se incluyen las reflexiones de la profesora Guarinos, experta en el análisis de relatos audiovisuales. Se nos desgrana de manera crítica y clara aspectos aplicados de la teoría fílmica feminista y hace referencia a una serie de películas comerciales que han tratado la violencia, o que han sido violentas contra las mujeres.

El tercer capítulo se dedica a reflexionar sobre el cine como recurso didáctico y se ofrecen claves para que lo sea. Además, se señalan más de sesenta películas que ofrecen diferentes visiones sobre el maltrato a mujeres.

El capítulo cuarto se denomina «Cine contra la violencia de género: experiencias co-educativas» Recoge la iniciativa del extinto Ministerio de Igualdad de España que con la campaña «Los buenos tratos» intenta eliminar la violencia de género, proponiendo que chicos y chicas de instituto elaboren guiones, interpreten o dirijan cortometrajes donde se analicen causas y consecuencias de los malos tratos en la pareja.

El quinto capítulo es un análisis de recursos en papel y electrónicos que pueden resultar útiles para ampliar el conocimiento. Se ofrece una selección bibliográfica básica y comentada.

El último capítulo lo dedicamos a plantear diez (mas una) películas con las qué trabajar la violencia de género. Se incluye la ficha de cada una de esas películas, que hemos centrado en la violencia machista en la pareja. Pero, sobre todo, se plantean preguntas y actividades cuyo objetivo es fomentar la reflexión.

Los títulos elegidos son:
(10)
Antigua vida mía (Argentina, 2002) de Héctor Olivera
Celos (España, 1999) de Vicente Aranda
Flores de otro mundo (España, 1999) de Icíar Bollaín
Juana la loca (España, 2001) de Vicente Aranda
El juego del ahorcado (España, 2009) de Manuel Gómez Pereira
La buena estrella (España, 1997) de Ricardo Franco
María la portuguesa (España, 2001) de Dácil Pérez de Guzmán
Por tu culpa (Argentina, 2010) de Anahí Berneri
Solas (España, 1999) de Benito Zambrano
Sólo mía (España, 2001) de Javier Balaguer
Te doy mis ojos (España, 2003) de Icíar Bollaín
(+ 1)
Por nada (España, 2009) de Mercedes Fernández-Martorell

Ya sólo resta decir: «¡pasen y lean (y vean)!».

La primera edición es de Delta Publicaciones, una editorial de Madrid.

El editor quiere llevarlo a Colombia, precisamente, con su sello editorial más el sello de una editorial colombiana.
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* Trinidad Núñez Domínguez es licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación (Sección Psicología) desde 1984 por la Universidad de Sevilla, y desde entonces vinculada como docente. Doctora en psicología desde 1998  por la misma Universidad. Es docente de la facultad de Psicología y Comunicación, de la cual actualmente es vicedecana. Tiene varios libros publicados, entre ellos: El Grupo y su Eficacia. Técnicas al servicio de la dirección y coordinación de grupos, La prensa en la formación de docentes, ¿Cómo se ven las mujeres en TV? y Los medios de comunicación con mirada de género. Asimismo ha publicado numerosos artículos en revistas especializadas sobre temas de cuestiones sociales y afinas a su profesión.

«La violencia machista en el cine» es una obra coordinada por Trinidad Núñez Domínguez y Yolanda Troyano Rodríguez. Editada en Madrid por Delta Publicaciones en 2011. Ha sido publicada con el apoyo de la Fundación 1º de Mayo.

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