EL HOBBIT: UN VIAJE DE IDA Y VUELTA A LA OBRA DE TOLKIEN
Por Alejandro Martínez Salinas*
En su Mitopoeia J. R. R. Tolkien expone su visión de la creación literaria. En su poética, la creación forma parte de esa Creación con mayúsculas que es la creación de Dios.
Así el subcreador o «pequeño hacedor» participa o forma parte con su creación de la obra del «hacedor», de su visión y de la belleza del mundo.
De igual forma los acercamientos cinematográficos a la obra de Tolkien forman parte de una sub–creación que en sí misma forma un universo cinematográfico propio. Las adaptaciones que se han venido haciendo desde 1977 y la más reciente y hace poco estrenada adaptación de El hobbit (Peter Jackson, 2012), forman parte de un intento de adaptar la vasta obra de Tolkien a lo cinematográfico.
Si bien, las adaptaciones ya sea de El señor de los anillos o a la ya mencionada de El Hobbit, parten de una forma específica de acercarse a la obra literaria que les sirve de fuente, todas buscan ser una especie de intérprete o de introducción a ese universo con vida propia llamado Tierra Media.
UN HOBBIT UN TANTO NAIF, EL RETORNO DEL REY
Los primeros acercamientos a la obra de Tolkien se hicieron dentro de la animación cinematográfica. El primero de esos acercamientos fue El hobbit (Jules Bass y Arthur Rankin Jr, 1977).
Esta primera versión del Hobbit, se antoja un tanto naif, pero es una certera adaptación de la novela y de su narrativa. La historia se desarrolla con una soltura propia de una historia llena de aventuras. Los realizadores no descuidan por ningún momento el relato, si bien, hay algunas cosas que son cambiadas con respecto al original, la esencia de la obra de Tolkien queda sin tocar.
Este mismo equipo de realizadores trabajaría la tercera adaptación de la obra de Tolkien: El retorno del Rey (Jules Bass y Arthur Rankin Jr, 1980).
Esta versión que parte de elementos de El hobbit y del tercer libro de El señor de los anillos: El retorno del rey, igualmente parte de una narrativa naif e inocente de El Hobbit, también introduce dentro del relato temas musicales con los cuales va dándole movimiento al filme.
Con una narrativa ágil y bien lograda los realizadores nos transportan al universo tolkeniano, al desarrollar por sí mismos una subcreación a partir de la obra original. Visualmente se podría decir que sirve de referente intertextual para, hasta la fecha, la más ambiciosa adaptación de la obra de Tolkien: El señor de los anillos de Peter Jackson.
Tanto El Hobbit como El retorno del rey sirven de parteaguas para poder transportar visualmente la obra de Tolkien al cine. Estos «subcreadores» parten de la de visión y la narrativa de Tolkien y la convierten en un vehículo cinematográfico propio y rico visualmente.
Un punto y aparte merece la adaptación cinematográfica hecha a los dos primeros libros de El señor de los anillos: La comunidad del anillo y Las dos Torres, hecha por Ralph Bakshi: El señor de los anillos (1978).
Alejándose del tono naif y aspirando a un tono más épico el filme del director de Fritz el gato (1972) y Warriors (1977), logra acercarse más al espíritu épico del segundo libro, dejando de lado el tono un tanto bucólico del primero. Toma los momentos más importantes del libro y los engrana muy bien en un relato que no tiene cortapisas, salvo al final que, en afán de salvar el tono épico del filme, se deja de lado la trama de Frodo y Sam.
El señor de los anillos es un filme a todas luces que buscaba recuperar un tono épico dentro de la animación y que ese mismo tono, serviría años más tarde a Peter Jackson en su propia adaptación de la trilogía. Una adaptación perfectamente elaborada donde los diversos tonos usados por Tolkien, estaban representados de manera acertada.
LA MITOPOEIA CINEMATOGRÁFICA DE PETER JACKSON
Si partimos del hecho de que toda adaptación literaria tiene que ser traducida al lenguaje propio del cine, la trilogía filmada por Peter Jackson ha podido encontrar los vasos comunicantes entre la obra de Tolkien y lo cinematográfico, traduciendo esas leyendas, esas historias en una forma puramente cinematográfica. En pocas palabras en una sub–creación total.
Uno de los puntos a resaltar en la versión de El señor de los anillos (2001, 2002, 2003) dirigida por el cineasta neozelandés es la capacidad de aglutinar elementos visuales que ya formaban parte de los intentos anteriores de llevar a Tolkien a la pantalla grande. Así Jackson parte de elementos visuales previamente construidos, pero que él consigue darles una narrativa puramente cinematográfica. Construyendo así una mitopoeía en el sentido tolkeniano.
Una obra que sirve muy bien de introducción al mundo de la Tierra Media y que además tiene una consistencia narrativa muy rica en matices, pues si en la primera entrega La comunidad del anillo (2001) se percibía un tono bucólico propio y en la conclusión a la saga El retorno del rey (2003), ya se puede percibir en su totalidad un tono épico muy rico en forma y en estética, creando así una épica cinematográfica pura.
DE VUELTA AL HOBBIT EN ÉPOCAS VIRTUALES
En los albores de una nueva forma de entender lo cinematográfico, Peter Jackson presenta la primera parte de la trilogía El Hobbit, en un formato diferente a los filmes precedentes que deja una especie de extrañamiento con la forma de hacer la adaptación.
Todas las versiones anteriores, incluyendo los filmes del realizador de Dead Alive (1992), respetaban la narrativa original y la adaptaban al lenguaje cinematográfico, que si bien con resultados diferentes, cada una de ellas transmitía la esencia de la obra de Tolkien. En cambio la nueva adaptación del Hobbit deja algo inconcluso, como si la adaptación se hiciera en función del formato de 48 FPS y no al revés.
En el filme asistimos a una especie de viaje virtual por la Tierra Media a 48 cuadros por segundo, donde por momento se deja de lado la narrativa y se pasa a la escena tipo parque temático, y ya después continua el recorrido virtual, o sea la narración.
Una de las virtudes de la trilogía fílmica de El señor de los anillos era su poder para transmitir visualmente un tono épico, y las escenas de batallas con efectos especiales eran parte de esa narrativa que Jackson, de una manera muy sutil, pudo tejer con toda la estructura narrativa que conforma la trilogía. Eso no lo encontramos en la primera entrega de El hobbit, donde la narrativa, el relato, es un mero pretexto para hacer ese recorrido virtual por la Tierra Media.
Y DE VUELTA A LA OBRA DE TOLKIEN
Una vez vista la nueva versión de El hobbit y el extraño resultado de esta película, habría que repensar las adaptaciones de la obra de Tolkien en los albores de este siglo.
Si bien las tres primeras adaptaciones tienen su encanto y son un acercamiento sutil a la subcreación tolkeniana, donde la imaginería del novelista inglés era adaptada a las necesidades del medio en que se plasmaban, en este caso la animación, y la creación no llegaba del todo a formar parte de la subcreación tolkeniana. Sería hasta la versión de El señor de los anillos de Jackson donde la mitología de la Tierra Media adquiere una vida propia, tomando la forma de una verdadera «sub-creación», una sub-creación cinematográfica que adaptaba de manera perfecta la obra del autor del Silmarillión. Una creación que pasaba a formar parte de la belleza y de la visión de la obra de Tolkien.
El hobbit deja de lado la visión tolkeniana para darle forma a una obra completamente independiente de la original. Quien en El señor de los anillos respetó de manera íntegra las novelas, ahora convierte en una trilogía una novela que bien se podría trabajar en un solo filme. De ahí que se añadan tramas inexistentes o se cambie sustancialmente el relato original.
La subcreación tolkeniana busca ser parte de una obra mayor (la obra de Dios), El Hobbit de Peter Jackson deja de lado la visión tolkeniana para crear una obra que solo tiene de fondo la Tierra Media y que parte de la narrativa de El Hobbit, dejando a un lado todo aquello que había logrado transmitir a nivel de subcreación, en El señor de los anillos.
The Hobbit: An Unexpected Journey de Peter Jackson/ Cortesía de Warner Bros. Pictures / MGM / New Line Cinema / WingNut Films. Pulse para ver el video:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=ViUNm30ADEA[/youtube]
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* Alejandro Martínez Salinas es crítico de cine y curador cinematográfico. Sus áreas de interés son las expresiones propias del cine contemporáneo, especialmente el posmoderno y las cinematográficas periféricas. Es colaborador de Revista Pantagruélica y de Armas y Letras, revista de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Es coordinador del Cineclub Gargantúa en la ciudad de Monterrey, México, donde reside.