¿QUIÉN PUEDE ACTUAR DE QUIÉN?
Por Enrique Uribe–Jongbloed*
Entre la participación y la representación cinematográfica
El cine tiene dos aspectos, ambos igualmente relevantes para discutir este asunto. Por un lado, es una industria, en la cual la equidad de acceso independientemente de la raza, el credo, la tendencia sexual, la discapacidad, etcétera, debe siempre ser respetada. Por el otro, el cine como producto busca transportar al espectador a un mundo de ficción con cierto nivel de verosimilitud con el mundo real.
Siempre hay elementos de veracidad que se sacrifican en aras de la necesidad artística de la obra, y del público que la recibe. Por ejemplo, en una historia sobre personajes alemanes ejecutada por Hollywood, éstos hablan en inglés (como en el caso de ‘Valkyrie’, protagonizada por Tom Cruise).
Esto presenta entonces dificultades cuando se selecciona a un/a actor/actriz para representar a un determinado personaje que, por razones históricas, o geográficas de la narración exigen unas características determinadas.
Generalmente nos parece correcto que sea un hombre el que represente a un personaje masculino y una mujer la que represente a un personaje femenino, aunque esto no necesariamente sea un requisito (recordemos a Marlene McFly, en la segunda entrega de ‘Volver al Futuro’ de Robert Zemeckis).
Pero la cosa se hace más complicada cuando pensamos en la representación de contenidos racializados (dramas de época sobre esclavitud), o basados en estereotipos (como los Westerns). En ese caso ¿qué se puede hacer? Es evidente que muchas de las series futuristas de los 60 y 70 no parecían tomar en cuenta el futuro poblacional más posible, sino que mantenían el concepto de dominio racial anglo–sajón (ver, por ejemplo, ‘Logan´s run’) pero al menos algunas obras han tratado de reconocerlo (por ejemplo, los personajes de ‘Predator 2’ son todos minorías étnicas contemporáneas en los Estados Unidos).
En entrevista con El Universal de Cartagena, Rubén Blades aseguró que no acepta papeles que denigren al latino. Esto evidencia que generalmente lo buscan para que actúe en representación de este grupo étnico en las producciones de Hollywood. Por eso parece curioso, al menos, que soliciten a Johnny Depp que represente el papel de Tonto en el remake de ‘El Llanero Solitario’. No será la primera vez que un actor represente a un personaje de otra etnia, pero esto es algo que ha sido visto recientemente con malos ojos, por verse como una excusa para evitar que personas de diferentes condiciones físicas tengan acceso a las pocas ocasiones en que son relevantes para el cine.
Si todos los personajes discapacitados son representados por actores sin discapacidad alguna, ¿Qué tantas opciones laborales como actor puede tener una persona con discapacidad?
La pregunta sobre participación y representación en el cine, que es industria, por una parte, pero creador de imaginarios sociales, por otra, nos lleva a cuestionarnos estos temas. Hay varios estudios sobre la representación privilegiada de personajes de ciertos grupos étnicos en la televisión (ver IZI) y por ello no nos sorprende que incluso las jóvenes mestizas o indígenas colombianas afirmen que ellas jamás podrán ser lindas como una princesa, pues no tienen ojos azules ni largos cabellos dorados.
Así como el cine busca representar el mundo en el que está inscrito, también crea representaciones con las que la humanidad, que recibe el impacto de esas obras, se compara.
La ausencia de personajes indígenas, por lo tanto, es un problema de la industria, que ignora a los actores de estas etnias, pero también crea un problema de representación para aquellos que, viendo las películas, se ven representados por personas que ni siquiera pertenecen a sus grupos indígenas ¿Hasta qué punto podemos considerar entonces que un actor puede desempeñar un papel de un grupo minoritario poco representado?
El director colombiano Víctor Gaviria ha sido reconocido por trabajar con actores naturales que representan historias de su propio ambiente social, en vez de ser representados por personas que viven en condiciones socio–económicas mucho mejores que las suyas, y sólo los representan por un corto periodo. Nuevamente le queda a uno la misma pregunta sobre el acceso que tienen los actores a sus papeles, y el impacto que esto tiene en la representación colectiva.
No es una pregunta fácil de responder. El cine, como cualquier otra industria creativa, evidencia esta difícil dualidad entre los que componen su fuerza laboral, y quienes se convierten en imágenes que construyen identidades colectivas de referencia.
Si el gran sueño de un joven Emberá o Wayuu es llegar a ser actor de Hollywood ¿pueden ustedes imaginarse qué tipo de roles les llegarían a ser propuestos?
No espero respuestas, sólo generar cuestionamientos. El séptimo arte no es sólo las candilejas de los premios Óscar. El cine también nos ayuda a definir quienes somos, y quienes no somos.
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* Enrique Uribe–Jongbloed es realizador de cine y televisión de la Universidad Nacional de Colombia. Doctor en el Departamento de Estudios de Teatro, Cine y Televisión de la Universidad de Aberystwyth en Gales, Reino Unido. Es profesor auxiliar de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Sabana. Su blog: www.3dpelicula.blogspot.com. Información de fechas de producción y otros detalles cortesía de Internet Movie Database disponible en www.imdb.com