REPRESENTACIÓN DE LA CRIMINALIDAD E INFANCIA EN EL CINE LATINOAMERICANO
Por Luis Mora Álvarez*
La representación de la identidad infantil ante los problemas de terrorismo, guerras civiles, narcotráfico y crisis económicas en el cine latinoamericano debe concienciarnos de que los niños perciben el crimen como una alternativa de vida, eso es lo que nosotros llamamos naturalización, en donde es tan cotidiano el ambiente violento que ya no resulta extraño ver o participar en este tipo de escenas. Para los niños es tan natural vivir en este esquema de violencia que les resulta normal querer ser sicarios, narcotraficantes o terroristas. Los niños de las películas analizadas emergieron de una clase urbana, pervertidos por un entorno violento y miserable, determinados a infligir daño. Convirtiendo al crimen en parte de su vida. Presenciar hechos sangrientos hace que los niños pierdan su capacidad de asombro y respeto por la vida. Una de las primeras películas que abordaremos es «Los olvidados», de Luis Buñuel, estrenada en 1950, cuya historia gira en torno a adolescentes corrompidos por la sociedad en la que viven. Las otras películas que se analizan son: «Sin nombre», «El Polaquito», «Elisa antes del fin del mundo», «La Virgen de los sicarios», «Paloma de papel», «Voces inocentes» y «Pequeñas voces».
En varias ciudades de Latinoamérica el crimen se ha apoderado de las calles, robando la infancia de los niños. «En la región de las Américas los hombres (particularmente entre los 15 y 29 años de edad) presentan más posibilidad de matar a otro joven (o morir), que en otras partes del mundo. El índice de homicidios en América Latina gira alrededor de 20 por cada 10.000 habitantes al año, superando los índices de cualquier otra región» (Barker, 232). Por eso, las películas que abordan los temas de la criminalidad e infancia, denuncian la represión, la enajenación, la violencia que la sociedad ejerce sobre los niños. Así Luis Torrez y Hugo Zambrano definen la infancia «por ser una de las primeras etapas en el desarrollo del sujeto, [el cual] es la base fundamental en la estructuración de los pensamientos, sentimientos, deseos, etc. […] En esta etapa el impacto psicológico es un factor muy importante para la personalidad del infante, si acuñamos que enfrentan problemas no acordes a su edad y experimentan diferentes tipos de miedos, sienten que no son queridos y sufren constantemente agresiones, gritos, críticas, desprecios, son privados de afecto, amenazados, por cualquier travesura, insultados sin motivo aparente, convergen a presentar problemas de afectividad, autoestima baja y provocar en ellos problemas posteriores que puedan incurrir a lo delictivo» (3).
Por eso, en estas películas se representa una conducta infantil y criminal como un acto de supervivencia, transgresión y de resistencia. Por ejemplo, se muestra cómo los niños ya no tienen la libertad para ir al parque, conviven con víctimas de ejecuciones o presencian hechos violentos. Según Julio Scherer para los niños «la vida es una abstracción; la muerte, un dato de la realidad. En ellos no hay agravios mayores, no hay venganzas. En sus vidas la ignorancia es la única nada que poseen» (7). Los niños han cambiado su perspectiva de la relación humana y sus aspiraciones de relacionarse de manera sana, en contraste, se sumergen en el aislamiento y la agresividad. Según Hugo Zambrano los factores que hacen que surja el daño psicológico son:
El estrés.
Violencia.
Acoso laboral.
Acoso sexual.
Inseguridad contractual.
Desgaste profesional.
Otros riesgos psicosociales.
Conflicto familia-trabajo.
Por otra parte, los resultados obtenidos por David Farrington muestran las siguientes características como causa de la delincuencia:
1. Privación socio-económica, que incluye bajos ingresos, vivienda deficiente, familia numerosa y desempleo.
2. Padres y hermanos con comportamiento antisocial.
3. Escasa vigilancia paterna y comportamiento severo y errático en la crianza de los hijos.
4. Hogares rotos y separaciones tempranas, causadas por la falta de armonía familiar.
5. Baja inteligencia y fracaso escolar.
6. Elevada impulsividad.
7. Toma irracional de decisiones.
8. Amigos delincuentes.
Sigmund Freud nos refiere que «el individuo es delincuente porque posee un rasgo característico que lo separa del no delincuente, y se debe a que aquel posee un complejo de Edipo no resuelto; por lo que padece una frustración y una agresividad que lo lleva a un profundo sentimiento de culpa. Se siente culpable e inconscientemente trata de castigarse al pasar al hecho delictivo, con lo que siente un gran alivio». (22)
Una de las primeras películas que aborda el tema de la criminalidad e infancia es «Los olvidados», realizada por Luis Buñuel en 1950, esta película exhibe cómo los jóvenes delincuentes tienen en común la ausencia de una familia y la pobreza que los lleva a la criminalidad de la que es imposible salir.
«Sin nombre», película hondureña del año 2009, es una película de viaje cuyo tema principal es la búsqueda del sueño norteamericano como consecuencia de la violencia. La película aborda los temas de la pérdida de la inocencia y la aceptación en la pandilla de la Mara Salvatrucha. El niño, Smily, de diez años, se configura como miembro fidedigno de la Mara. Por ejemplo, Smily acepta la tarea de matar a su amigo y mentor para ser aceptado, convirtiéndose en un símbolo de paralización social, económica y cultural, donde el crimen rige sobre todo lo demás. En las pandillas uno se muere y otro lo reemplaza; es como un círculo vicioso de seres sin valores humanos que sólo buscan venganza y muerte. Para Denise Pini Rosalem su experiencia junto a las comunidades pobres le permite identificar por lo menos cuatro formas comunes de asociaciones identitarias, que funcionan sistemáticamente dentro de estas comunidades:
• Redes familiares.
• Redes religiosas.
• Redes geográficas (o del vecindario).
• Redes de intereses compartidos.
Denise Pini Rosalem menciona que «estas formas de asociación identitaria posee una lógica propia de integración entre sus miembros y un código de conducta —una ética o conjunto de prácticas de pertenencia que asegura su fortaleza como sujeto colectivo—». (272)
Al final de la película se percibe la esperanza con el personaje de Sayra, una adolecente que representa la vida y un mejor futuro en los Estados Unidos, demostrando que salir de su país es la única solución para escapar de la violencia.
Otra película es «El polaquito», filmada en Argentina en 2004, que aborda la corrupción en una estación de trenes, donde todos los problemas de una sociedad están representados: el crimen, la prostitución y el dolor, así como la discriminación, la marginalidad y los manejos de la policía que protegen a los corruptos y ladrones. En esta película se muestra la ausencia de valores familiares como causa de la criminalidad. Según Carlos Vázquez «la importancia de la familia en cuanto al normal desarrollo de los niños y jóvenes, está fuera de toda duda. Juega un papel relevante en el proceso de socialización, el cual es definitivo en la primera etapa de la juventud» (5). El Polaquito es un adolecente que muestra compasión y remordimiento por los crímenes realizados por su amigo. Su amigo roba con un arma y lo hace para su propia satisfacción; sin embargo, las ocasiones en que el Polaquito roba, lo hace sin amenazar a nadie, y lo robado lo comparte con su amiga Pelu. La reacción a esta violencia se observa en las expresiones de las personas en la estación del metro; por ejemplo todos son partícipes de lo que ocurre alrededor de la vida de esos niños y nadie hace nada por evitarlo, ni los ciudadanos ni la policía. La sociedad es culpable de los crímenes de estos jóvenes. El Polaquito, tan joven y con tantas expectativas de vida, parece sentirse absorbido por esa corrupción. Él quiere salirse de esa situación de abuso pero no puede. Los adolescentes de esta película no tienen opciones y para sobrevivir tienen que vender su cuerpo, robar y pagar derecho de piso. Al Polaquito, la idea de ser padre y poseer algo que le pertenece lo llena de esperanza, pero Pelu aborta el bebé por órdenes del amo. Por eso, el Polaquito trata de matarlo pero no lo logra. A este aspecto Nidia Elinor concluye que «lo primero que se deduce es la continuidad de la histórica discriminación de la infancia, en el sentido de inferiorización del niño como sujeto pasivo, sin capacidad de raciocinio, objeto del hacer del otro-adulto» (8). Las cuestiones que llevan a la criminalidad en la película son: la pobreza, la búsqueda de la identidad, la ausencia de valores familiares y la indiferencia de la sociedad. Carlos Gonzales cita a Lillo Pedreño, quien recoge como consecuencia de la incidencia de estos factores en los niños, los siguientes hábitos o comportamientos:
• Hábitos clandestinos del comportamiento y mentiras.
• Sistema de valores distintos a los normalizados.
• Adquisición de patrones de conductas negativas.
• Carencias de habilidades sociales.
• Problemas de empatía.
• Falta de sensibilidad social.
• Problemas de disciplina en la escuela.
• Inadaptación escolar: fracaso y abandono de la escuela.
• Decisiones equivocadas sobre su futuro.
• Incapacidad para conseguir metas normalizadas.
• Rol de víctima.
• Nulo acceso a la cultura en general.
• Consideración de la calle como un espacio de libertad.
• Inadecuada comprensión hacia lo externo a él.
• Falta de identificación con el grupo de iguales en la escuela.
• Necesidad de alardear, de no tener miedo, de alcanzar algún éxito.
Todos estos elementos se exhiben en la película y dan como resultado una situación de marginación que convierte en problemáticos algunos niños, lo cual hace que sean señalados como inadaptados y delincuentes. Asimismo, sus hijos reproducirán el mismo proceso de marginación, porque entre una y otra generación no ha habido una intervención social eficaz y global que rompa esta cadena.
La película «Elisa antes del fin del mundo», estrenada en 1996 en México, trata sobre la vida de Elisa, una niña de diez años que se encuentra en una crisis familiar, por el despido de su padre de la compañía en la que trabajaba, y su madre trata de aparentar un estatus social alto. Elisa con sus dos amigos planean un asalto bancario con armas de juguetes para ayudar a sus padres, en el cual Paco y la niña mueren a manos de unos asaltantes reales que roban el mismo banco ese mismo día. Según Torrez y Zambrano «las figuras paternales juegan un papel de gran interés en el desarrollo, ya que ellos son los que estimulan y provocan con sus acciones una causa y efecto en el infante. Los perjuicios o daños psicológicos en esta etapa, son manifestados con conductas perversas y que aíslan al sujeto, producto de acciones que hacen sentir mal al menor» (3). Cuando un niño roba es por querer tener lo que tienen los demás, en este caso la familia pierde todo lo material, e influenciados por la televisión, les resulta normal querer ser ladrones. Perciben el robar como una alternativa, eso es lo que se llama naturalización, en donde es cotidiano el ambiente violento y ya no resulta extraño participar en este tipo de escenas. Carlos Vázquez menciona que «unas condiciones de vida pobre hacen que la paternidad sea más difícil, la educación de los hijos más defectuosa y el control y supervisión de los mismos más deficientes, además de generar situaciones de estrés en los padres, lo que puede, a su vez, influir en carencias afectivas y ausencia de muestras de cariño» (12). En la televisión como en los videojuegos ven que los delincuentes no tienen castigo y esto es un incentivo para realizar un acto delictivo.
La película «La virgen de los sicarios», de Colombia, estrenada en 2000, trata sobre un escritor que regresa a Medellín tras varios años de ausencia y se encuentra con una ciudad plagada de violencia a causa de los carteles de la droga. Conoce a Alexis, un joven sicario de 16 años con quien sostiene una relación. La película ofrece dos perspectivas: por un lado la de los niños pobres que se dejan llevar por el odio y la sed de venganza, por otro tenemos al adulto, Fernando, que a pesar de su filosofía cínica de la sociedad, está desahuciado y necesitado como el joven, por eso en algunos momentos toma una conducta infantil. Al principio se asusta de la deshumanización de Alexis al cometer los crímenes, pero después apoya a Alexis y lo protege; por ejemplo Fernando no hace nada para ayudar a Alexis, sino que también se involucra con la criminalidad.
Así como en esta película, donde los jóvenes quieren ser unos importantes narcotraficantes, en nuestra sociedad hay niños que juegan a ser a narcos o sicarios. Por ejemplo, observar que los delincuentes no tienen castigo es un incentivo para realizar una acción negativa, mientras que al jugar videojuegos violentos y al vivir ese tipo de escenas en la ciudad, se llega a un punto en que los menores pierden la distinción entre lo real y lo ficticio. Según Gary Barker «en diversas áreas pobres de la región de las Américas, encontramos la presencia de bandas, involucradas con el tráfico de drogas u otras actividades ilegales, que cooptan la participación de jóvenes en el intento de expandir su control y consolidar su liderazgo en el local donde están involucradas» (233). Asimismo, Carlos González observa una «preocupante utilización, por parte de la delincuencia organizada adulta, de menores para la realización de ciertas tareas como: correos (para transportar la droga de un lugar a otro); funciones de vigilancia, para avisar de la llegada de patrullas de policía o de cualquier otro problema que pueda perturbar el mercado de la droga que allí se desarrolla» (34). En este caso, las cuestiones que llevan al crimen en la película son: la relación entre la violencia generalizada y la expansión del narcotráfico, un desprecio absoluto por la vida, el vínculo entre los jóvenes marginales y el narcotráfico, la venganza y la justicia.
Las guerrillas en América Latina, son una serie de movimientos armados que se dieron en los países iberoamericanos contra las distintas dictaduras e injusticias sociales. Su ideología política se basa en la izquierda revolucionaria. Pero también las fuerzas armadas conservadoras del los países han reaccionado contra sus ciudadanos, con la misma brutal violencia que los izquierdistas. Este es el caso de países como El Salvador, Colombia y Perú. Según Natalia Springer «cada año, miles de familias lo abandonan todo para no verse obligadas a entregar a sus hijos. No siempre consiguen evitarlo. Son numerosos los casos en los que los niños y niñas son sustraídos de sus hogares y vinculados a grupos armados ilegales y bandas criminales como parte de un perverso «impuesto de guerra» que se impone en las comunidades a las que someten bajo la dictadura del miedo, con el fin de convertirlas en cómplices y obligarlas a guardar silencio» (8).
En estas luchas internas, reclutar niños y niñas como soldados, es uno de los objetivos de los grupos guerrilleros y de las fuerzas paramilitares porque acatan órdenes sin protestar. La infancia es el terreno más fértil para sembrar inteligencia, trabajo, así como el crimen. La forma de conseguirlos es a través de secuestros en la calle retiros forzosos de los colegios. Sin embargo, algunos niños se unen voluntariamente a los grupos rebeldes como una posibilidad de escapar a la violencia, o por la influencia de familiares que comparten ideales con los insurgentes. El trato militar es para todos igual, es decir no importa la edad del niño ni el sexo. Son entrenados para matar, ser espías, esclavos sexuales o barreminas; actividad que implica un gran peligro para la integridad física de los niños. «Ni que hablar de los derechos de protección. Entre gran parte de los actores armados, el maltrato físico y psicológico es una forma de relacionarse entre sí y con el resto de la población. Los abusos sexuales y las violaciones son frecuentes por parte de los actores armados, tanto a la población civil, como a las niñas y adolescentes que ingresan en sus filas. Los secuestros, tanto de niños como de adultos, son un modo de financiación o de lograr fines políticos por parte de los actores armados» (Duran, 506). Las películas «Paloma de papel», «Voces inocentes» y «Pequeñas voces» están enmarcadas en este ambiente bélico, en donde la inocencia infantil se ve interrumpida por la necesidad de sobrevivir y proteger a la familia. Los niños de estas películas viven las desgracias de la guerra y su involuntaria participación.
En «Paloma de papel», película peruana filmada en 2003, Juan recuerda su historia cuando está a punto de salir de la cárcel en la que entró siendo un niño de once años, y de la que sale después de sufrir una condena de veinte años, culpado de ser terrorista. Juan vivió atrapado entre la guerrilla y su pueblo. Pero su miedo inicial no es el del conflicto con los terroristas; su angustia está centrada en la figura de su padrastro. Éste no sólo lo maltrata sino que lo priva de la atención y del cariño de su madre, mujer sumisa que lo tolera. El niño lleva una vida de miedos producidos por las amenazas del padrastro. El niño es reclutado por los terroristas para incorporarlo en la guerrilla. Cuando escapa y avisa al pueblo sobre el ataque de los terroristas, nadie le cree. «Una vez que se lo llevan ya no regresan», así le dijo el herrero en una ocasión sobre las personas que se llevan. Para el gobierno, una vez que vivas con los terroristas, siempre serás un terrorista. Por eso, a Juan se lo llevaron a la cárcel sin darle una oportunidad para defenderse. Esto lo menciona Ernesto Durán: «las relaciones de los niños, niñas y adolescentes vinculados a los grupos armados con sus familias son totalmente restringidas. Al desvincularse de los grupos armados, no pueden regresar a su lugar de origen y con frecuencia deben adoptar una identidad distinta para no ser reconocidos, y sus familias se ven hasta obligadas a desplazarse para poder reunirse con sus hijos» (304). no obstante, en la película siempre se menciona la esperanza de vivir una vida libre, simbolizada en las alas en un poema de un niño.
En «Voces inocentes», película salvadoreña de 2004, se aborda el tema de los secuestros que realizaban las fuerzas armadas de El Salvador durante los años de 1980, en las cuales niños de doce años eran obligados a enrolarse para combatir al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). En «Voces inocentes» como «Paloma de papel» se siente el terror de los niños al ser llevados involuntariamente y entrenados para usar armas. Asimismo, en las dos películas se agudiza la violencia cuando los enfrentamientos entre los dos bandos se producen en la misma aldea donde viven, cuyas casas no resisten el cruce de balas en el que los protagonistas se ven envueltos. Una diferencia entre las dos películas es la actitud de los niños ante la guerra y cómo se involucran en la criminalidad. No obstante, tanto uno como el otro, fueron testigos de los horrores cometidos contra otros seres humanos por una causa que ellos no entienden y para la que no encuentran ninguna justificación.
«Pequeñas voces» es un documental de animación realizado en 2010, donde se aborda el tema de los niños desplazados que fueron víctimas de la violencia, o que incluso la ejercieron por vía del reclutamiento forzoso que padecieron. Según los datos de la UNICEF, en Colombia hay un millón de niños desplazados a consecuencia de la guerra que se vive. Esta película da voz a varios de esos niños, permitiendo que ellos narren sus propias experiencias con sus propios dibujos. Por ejemplo, su inocencia es plasmada en cada diálogo y su veracidad se siente en la narración. Los niños de «Paloma de papel», «Voces inocentes» y «Pequeñas voces» pasan abruptamente de jugar con sus amigos en las calles de su poblado a aprender a fabricar bombas y ser forzados a matar. Las cuestiones que llevan a la violencia en estas tres películas son la inocencia, la ignorancia, la opresión, las injusticias, el miedo y la resistencia.
En estas películas los niños han sido destruidos emocionalmente, despojados de sus derechos, y se les ha negado el derecho a adquirir una educación, así como el derecho a tener libertad y dignidad. Los niños no entienden de ideologías ni del poder gubernamental, pero siguen diferentes modelos que los llevan a construir su identidad. Por eso, necesitan desarrollarse mental y físicamente en un entorno sano y apropiado. De esta manera, la sociedad estaría compuestas por personas más tolerantes.
BIBLIOGRAFÍA
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Duran, Ernesto. «El Conflicto Armado y Los Derechos de Los Niños Reflexiones a Partir Del caso de Colombia.» Niños, adolescentes, pobreza, marginalidad y violencia en América Latina y el Caribe:¿relaciones indisociables? Rio de Janeiro: CIESPI, 2006. 293-305.
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Torrez, Luis y Hugo Zambrano. «Daño psicológico en la infancia, un camino inconciente al crimen.» Archivos de Criminología, Criminalista y Seguridad Privada. Año 5, Vol. X (enero-julio 2013): 1-13.
Vázquez, Carlos. «Factores de riesgo de la conducta delictiva en la infancia
y adolescencia.» Delincuencia juvenil. Consideraciones penales y criminologías. Madrid: Colex, 2003. 121-168.
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* Luis Mora Álvarez cursó sus estudios de licenciatura y maestría de creación literaria en la Universidad de Texas, en El Paso, y realizó su doctorado en la Florida State University. Actualmente trabaja como profesor de español en la universidad de Georgia Gwinnett College. Estas páginas constituyen el segundo capítulo de su ensayo «La presentación del antihéroe en la literatura peninsular y latinoamericana». Florida State University, College of Arts and Sciences, 2007.