Cine de Cartelera Cronopio

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MI PELÍCULA

Nunca fue primero un cuento escrito en 2004 y que terminaría siendo publicado en la revista Odradek No 11, en abril de 2008.

La historia, como nos señalan todas las teorías de la narrativa, es bien distinta de la trama que la organiza. En el cuento y en la película, los tangos que originalmente le regaló a mi exnovia su padre, se convierten en un rock suave, compuesto por Lucas, el novio de Sandra. Esto es un detalle fundamental, porque unifica al padre en la figura de quien habría de ser, al menos socialmente, el padre del niño que Sandra duda en tener.

Proyecto Cinetaller – Santiago Andrés Gómez © «Desde niña eras una vieja muy bonita y nada más». Santiago Andrés Gómez, como Lucas, en Nunca

Digo al menos socialmente porque el cuento evidencia, y la película sugiere, que Sandra no sabe quién es el padre, y su duda puede estar en ese hecho, pero también en la inestabilidad de su relación actual con Lucas, o en su insatisfacción con su propia vida.

Yo me demoro en la duda, trato de estirarla, de delatarla, y mi esposa, Adriana Rojas, como actriz protagonista, logra hundirse en el vacío de sus pensamientos hasta que una punzada en el vientre la ataca… En la historia original, esto sucedió así, y cuando mi exnovia levantó el rostro y dijo en voz alta: «Necesito que alguien me diga qué hacer», una estrella fugaz rayó el profundo azul celeste de la tarde soleada.

De ahí salió la primera intención de hacer la película: Sandra se pregunta qué hacer con el niño que ya alimenta en su vientre y una estrella fugaz surge a pleno sol, justo en el lugar donde está mirando.

Mi exnovia derramó una lágrima en ese instante, Adriana no lloró entonces, pero en la película tampoco enfaticé la estrella fugaz: la dejé en plano general (amplio), lo cual creo que fue un error —un error que tal vez corrija algún día, porque casi ningún espectador se percata de esa especie de milagro, o señal enigmática—.

A estas alturas, pienso que dejar el fenómeno en plano general puede estar a tono con la forma visual de la película, un tanto detenida, absorta, pero, desde otro punto de vista más acorde con la normativa clásica, era necesario demarcar más o transmitir mejor la percepción de la muchacha (aquí, como sucede mucho, la intensidad de los pocos pero subrayados instantes subjetivos del cine clásico vendría en apoyo de una narrativa menos enfática pero que, justamente, busca estar más cerca de la experiencia íntima).

Para la película, la decisión muda que ella toma se demuestra en el hecho de que apaga el reproductor de CD’s donde hasta ese instante sonaba la música de su novio, al tiempo que una cuerda se revienta en la guitarra que él le ha pedido que le cuide.

Todo se reordena y apunta en la trama de una manera que intenté coordinar con el incomprensible pero escalofriante final de la experiencia real, tal como me fue contada.

Proyecto Cinetaller – Santiago Andrés Gómez © Un encuadre insólito de Fernando Puerta. Sandra sale de la cirugía, y no entiende aún lo que pasa.

Estoy tan satisfecho de Nunca, como llegué a estarlo hace tiempo de mis primeros cortometrajes de ficción, Clemencia y La valentía (2000), y sobre todo tanto como lo estuve de este último, justo porque sé que no es una película buena dentro de los patrones establecidos —como sí podría llegar a serlo Clemencia, incluso con toda su locura—.

La valentía es una película que yo (y tal vez sólo yo) sé que teje su propio universo, como una forma autónoma. Igual me sucede con Nunca.

Nunca es el cortometraje con que he podido reconciliarme con mi capacidad para crear un relato fílmico de un modo fiel a mi concepción original, y al mismo tiempo apuntar a otro tipo de realización, mucho más sobria que la que caracterizó todo el periodo anterior a mi rehabilitación por toxicomanía y crisis psicótica.

Proyecto Cinetaller – Santiago Andrés Gómez © Fernando Puerta prepara una de las tomas iniciales

Por otro lado, trato de no juzgar al personaje, pero quiero adentrarme en lo que siento que es una asfixiante ansiedad suya, y contemplar lo que me interesa de su drama, su indecisión, sus errores y las consecuencias de muchas búsquedas mezcladas y truncas.

Una ficción motiva «recuerdos posibles», como un sueño que cifrara el secreto de algo previamente inadvertido y que cuando viviste jamás lograste dilucidar, y pensaste que era una cárcel sin salida…

Hoy la luz sigue.

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*Santiago Andrés Gómez es crítico de cine y uno de los documentalistas y realizadores más talentosos de su generación. El año pasado incursionó en el mundo de la novela con «Madera Salvaje». Hace parte del colectivo experimental de cine Madero Salvaje. Sus trabajos más sobresalientes son los documentales Diario de viaje (1996) y Fricciones (2000), y sus trabajos argumentales, sobre todo los que conforman una trilogía sobre el amor, la traición y la muerte: Clemencia (1997), La valentía (2000) y El vacío (2004). El cuarto es una polémica adaptación de un cuento de Manuel Mejía Vallejo titulado La muerte de Pedro Canales (2003). Su blog: https://maderasalvaje.blogspot.com

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