cosas de siempre
Por Manuel Cortés Castañeda*
Los ojos bien abiertos sin hueco y sin medida
mirando todo y nada cuando ya no se mira
un ojo que te mira sin saber que no era
y el otro que te observa
como duele una herida…
en la cama amarrado
bien templado
bien sembrado
Los dientes bien clavados
como se amarra nada
como se tiempla nada
como se siembra nada
Los dientes arrancados…
de las paredes cae
todo lo que no estaba
y se ajusta
y se angosta
y se tuerce
y destila…
también cae la sangre
que colma la medida
insectos que te pican
sin forma
lo que miras…
el tiempo era un fantasma
la sombra de un espía
y las palabras eran
un trapo que respira
los sueños que soñaba
no fueron lo que había
y contar las estrellas
un puñal que decía…
de las paredes bajan labios que me devoran
caen de las paredes manos que me castigan
patadas que el delirio no sabe lo que hacen
de las paredes ruedan
como rueda un chillido…
me desperté en un charco de mierda e intestinos
me desperté en silencio buscando mi destino
y el monstruo que a mi lado dormía como un niño
sangraba con mi sangre
y me dijo que me amaba…
matanza
tengo sangre en la noche
tengo sangre en el tiempo
tengo sangre en las cosas
que no son
que no siento
tengo sangre en el otro
que también calla y sangra
y lo sangra el silencio
y lo sangra la nada
y lo miro
y me sangra
y me mira
y se sangra
y es tan grande la herida
que la sangre desborda
y se abunda
y se agita
y mis sueños perfora
y hace grietas
se empuja
se emborracha
devora
y al amor le hace un hueco
y le sangra sin fondo
al horror le hace abismos
donde sangran los ecos
gota a gota
envenena
gota a gota
se quema
y me sangra el delito
y me sangran poemas
el orgasmo me sangra
solo sangre que apesta
que se pudre y se llena
mis fantasmas
mis penas
y me sangra el instante
solo sangre y gangrena
tu mirada
tus venas
y tus manos me sangran
como sangra un cuchillo
bien metido en el grito
como el miedo que sangra
poco a poco, un poquito
y la sangre que sangra
cada tanto
en tus piernas…
una canción
sentado
junto a mi soledad
con mis fantasmas
el miedo entra
me mira de reojo
Y enamorado como siempre
se me acomoda en el silencio
Y me ofrece una taza de café…
la recibo sin levantar la mirada
casi nada
casi ausente
casi mierda
como el miedo
como mis fantasmas
como mi soledad
como el amor
como el silencio…
en la radio suena
una canción de Otis Reading
la misma canción de siempre
y el miedo de siempre
y el silencio de siempre
y la soledad de siempre
esperando como yo espero
mientras mis fantasmas
se toman el café…
una canción de Otis Reading
destilándose en mis huecos
apretándose
casi ausente
casi nada
casi mierda
como gotas de sangre se destilan
y se evaporan
y se hacen humo
Y fantasmas que no estaban
Y que están…
y de repente
como una grieta
que se abre en el vacío
la armónica de James Cotton,
se desnuda y se desgarra y se desangra
arrancándole pedazos al olvido
ahogándose en el silencio
metiéndose en el miedo
los fantasmas
mi taza de café
y ese olor
cada vez más hecho hueco
en la soledad
en el amor…
cosa de ciegos
alguien estuvo intentando decir el silencio en un muro desconchado junto a mi casa… aunque no se ven ya más que borrones y tachones y trazos desconcertados, se puede ver que es el silencio por la forma en que fue hecho lo trazado y lo tachado y lo emborronado…
los trazos son ligeros y como tocados en su intimidad por el miedo y el delito… las pausas son abundantes y hay infinidad de puntos por doquier, —que más que puntos parecen huecos donde busca esconderse el que sabe que está en peligro—, el que está a punto de ser descubierto, apresado, condenado, machacado, ejecutado…
en algunas partes lo borrado pareciera haber sido borrado con más fuerza, más intensidad, de forma casi obsesiva, delirante, como si se quisiera con desesperación borrar algo que se dijo, pero que no se quiso decir… algo que se dijo pero que no se puede decir, no se debe, no se sabe decir…
tiene que ser el silencio porque hay manchas de sangre a medias incoloras e inodoras que tiemblan como criaturas enamoradas ante el peligro… manchas de sangre que aún se escurren y se debilitan cada vez más en el muro como fantasmas aterrados… miradas de aparecidos, enigmas nauseabundos… y trazos que parecen salidos del asombro, abortados, arrancados, obligados… trazos como de pisadas que no han llegado aún y ya se alejan, se pierden, se hacen humo…
otros trazos ya casi desaparecidos parecieran todavía acercarse con el corazón hecho pedazos, a medias, flotar a la deriva, tocar apenas el muro, en vilo, de puntillas, casi cayéndose todo el tiempo, precipitándose, descolgándose, hacerse mierda… todo el tiempo como de puntillas en el vacío, a trompicones, a punto de caerse, deslizarse, despaturrarse, vomitarse en la última pincelada, el último borrón, el último desvarío…
más de cerca con la mirada fija en cada trazo, cada borrón, cada una de las pausas, en cada uno de los puntos, se puede ver con suma claridad los rescoldos del miedo, los pasos casi nada del asombro, y huele a lo que huele el vacío, las heridas siempre abiertas, la muerte a cada instante, como huele el deseo cada vez más podrido, distante, como huelen los frutos maduros en el sueño, como huelen los placeres prohibidos, igual que lo más íntimo de nuestro propio silencio huele y nos aterra…
cita con el especialista
arrancarse la ropa, la carne, los despojos, cada vez más hondo, cada vez más nadie, cada vez más una cosa sin forma a la intemperie, agrietado, rasgado y consumido, trastocado y herido hasta el delirio…
sacudirse y que tan solo quede una cosa desnuda en el asombro, —y que el vértigo se trague lo que un día nos cargaron y nos cocieron bien adentro y nos amarraron con nuestros propios intestinos en los sueños, el delirio, la intimidad…
no hemos aun acabado de abrir los ojos como ciertos mamíferos y ya la carga pesa y se desangra en los rescoldos del horror y del delito…
la mitad del camino la pasamos alimentando esa caja tan llena y tan ajena, tan repleta de sueños y condenas… hasta que la bestia se derrumba y se queda despaturrada, vuelta mierda, el vientre hecho un pantano bajo un sol que apesta y se desangra y que envenena…
la otra mitad la pasamos sacudiéndonos —como un otoño que se retarda hasta el horror, hasta el delito—, lo que fuera tan suyo y no lo fuera… la bestia, se arranca y despelleja sus fantasmas….
y una vez el camino se hunde y el círculo se cierra y se pudre en el pantano, ya consumidos y derramados en la última grieta, la grieta del silencio, la grieta del olvido, la grieta del asombro, un rayo de luz entra y se desangra en las pupilas, se hace lengua y olfato en las heridas…
páginas secretas
bien metido, bien dentro, solo sangre
que se filtra en sus venas y se entrega
un río que se inunda y se desborda
una serpiente que baja y todo lleva…
gritos que son relámpagos,
gritos que son olvido
y lamentos que bajan
solo escombros
solo nada
lo perdido
fantasmas que aprovechan y se quedan
hilándose una forma
una luz
una grieta
lo sufrido…
la creciente se ahonda y hiere y baja
y se carga sus muertos, su delirio
la serpiente también sangra y sufre y muere
una vez en sus ojos solo queda
despojos
solo olores
la nausea
el pantano
lo podrido…
y en los recodos la bestia sigue intacta
sedienta de dolor, sedienta de alma
quiere morder bien adentro lo que falta
y que el placer
se haga mierda
se haga olvido…
amanece y el tiempo aún se esconde
temeroso de ser lo que ya ha sido
la serpiente agoniza a la intemperie
solo huesos
(ya) sin ojos
solo fiebre
y el amor se sacude los escombros
y otra vez es la sangre que nos hiere…
principio de identidad 2
sangre que lleva mi sangre
no es tu sangre
tampoco no es de nadie
ni es la mía
la sangre es sola cosa que se riega
una vez el asombro
se rompe bien adentro
y sangra el día…
tampoco la herida es tuya
por haber sido tan mía
la herida es solo una puerta
que sangra sin salida
un clavo que se aferra
sin medida
un golpe que otro golpe
borra de un solo golpe
en otra vida…
y si la sangre se riega
gota
a gota
y se ilumina
y se unta
y se extasía
no se desangra la sangre
cuando sangra
lo que sangra es un hueco
que no había…
el rastro que ahora sigues
no es mi rastro
otro marca las huellas
sin ser mías
lo que sigues es tan solo
lo que queda
del silencio que sangra
cuando miras…
la sangre pasa y vuelve y nada queda
y si vuelve a pasar
pasa y se olvida
y si sangra otra vez
no es cosa mía
ni tuya ni de nadie
ni el hueco
que antes fuera
ni tampoco el día…
sangra por otra herida
lo que sangra
toda herida es igual
aunque sea mía
tu bebes de mi sangre sin ser mía
yo bebo de la tuya
de otra herida
lo que sangra es la noche
bien adentro
cuando rompe la puerta
y se hace día…
criaturas invertebradas
me has amado
lo he tenido
lo he sentido
lo he tragado
a pedazos me lo has dado
a pedazos todo entero
y me ahondo en lo sentido
me hago fuego en lo tenido
en lo amado me derramo
lo tragado es agujero
y me caigo
yo me entrego
me hago entraña
me hago fuego
y en tu boca bien comido
me digieres
me digiero
y en el fondo nada tengo
nada tienes
solo olvido
solo un hueco donde miro
que me sangras y te sangro
solo un hueco que me chupo
con tu sangre
Y tú la mía…
sala de espera
una voz que a mí me llama
sin decirme que me llama
dice cosas, dice tanto
y de tanto, dice nada
me adelanto, me abro campo
me agudizo, me derramo
y me acerco tanto y tanto
y de tanto estoy muy lejos
y me arrastro, me devoro
y me agarro lo que puedo
me hago fila, me hago suma
me hago escriba, me hago un cero
y la voz sigue su cuento
bien adentro en mi agujero
me repite lo que escribo
me emborrona lo que digo
solo quiere garabatos
solo quiere los tachones
solo quiere los borrones
y en silencio me repite
me repite, sus heridas,
sus lamentos, me repite
me repite, sus horrores
como un eco se repite
gota a gota
hasta que muere…
el silencio…
me atreví por las puertas del silencio
y encontré los residuos
tus sustancias
un pegostre de sangre
una mirada
y olores prohibidos
maleficios
y en las paredes mordidas
y artificios
y lamentos
embrujos
huecos hondos
tan llenos
tan vacíos
tan lo mismo
garrapiños, borrones, moretones
arañazos y lenguas a montones
y en la mirada los mismos desperdicios
y frutos tan maduros como un grito
y sabores que guardan su apetito
y entre desechos el mismo jeroglifo…
entré de un solo golpe—
Confundido—
desnudando el asombro en el abismo—
mis pasos como pasos que no han sido
entré ya envenenado, encadenado
ahogado, desecho, desangrado
lamido y relamido lo perdido
de cabeza metido en el olvido
me empujé
me hice nada
me hice mierda
a tientas penetré
ciego
embrujado
palpé por donde quiera
donde sea
me metí
lo metí
me hice quimera
me apabullé
me tapé
quedé por fuera
me encabroné
y el agujero del silencio
se abrió del todo
y metí lo que quedaba
mi mirada de siempre,
tu mirada
y dedo a dedo me comí lo que faltaba
también lo que sangraba y que embrujaba
y con la lengua descifré su geroglifo.
sala de recuperación
amontonado en la vigilia, en las horas en blanco trasmutado, casi aun no nacido, desfondado, encabronado, bien mamado, comido, desflorado…
he esperado todo el tiempo del mundo, —ya casi sin músculos, ya casi sin ojos, ya casi sin vigilia—, he esperado que el silencio finalmente me dé la cara… se amamante en mis pupilas… se compadezca de mis grietas… o simplemente que pase de largo como cualquier vagabundo, bajo la ventana, sin darse cuenta que ha pasado por el lugar de los hechos como cualquier vagabundo…
nunca cejé, ni pienso hacerlo, ni me di la vuelta como tantos y me largué, no sin antes borrar de un plumazo mi mirada…
y entonces un día, como siempre suele suceder, el día menos esperado, el más incierto, vacío, desfondado, el día que faltaba en las páginas de la vigilia, apareció como si nada, como si no fuera, como si el mismo se hubiese olvidado de sí mismo… o de que pasaba por el lugar de los hechos en este preciso momento, como el vagabundo de siempre…
y sin dudarlo, entonces, me le eché encima como un enamorado se echa encima de su amor, la primera vez… como un ladrón, la primera vez, negocia con la muerte… como se echa el miedo encima, la primera vez… y sin pensarlo un solo instante lo inmovilicé y lo maniaté y lo hice mío, y lo despellejé como hacía mi padre con sus presas un buen día de caza…
y lo desangré como se desangra una criatura infame y en cuatro estacas lo extendí y lo templé y lo amarré de las esquinas, y lo levanté, y lo puse a secar al sol… y el me mira y yo lo miro… y se queda mirándome y yo mirándolo… y me dice que somos lo mismo, que el también soy yo, y que yo también es él..
dos cueros despellejados a la intemperie, bajo el sol… y aunque no me lo creo y él lo mismo, los dos sabemos muy bien que no puede ser…
Jeroglífico
I.
heridas por todas partes le dejaron
cicatrices que vuelven y se van y que se quedan
le dejaron
grietas abiertas donde calla el tiempo
y en el silencio tachones
que de tanto en tanto sangran
y se desangran
le dejaron…
II.
en el asombro golpes que resuenan
siempre en vilo
le golpearon
y en el miedo que se le escurre todavía en el delirio
rayones y arañazos
le escurrieron
le metieron agujeros en las noches
donde vuelve a respirar
lo que quedaba
y en la mirada le martillaron
el odio que su mirada destilaba…
III.
la tomé entre mis brazos como estaba
la desnudé en silencio como estaba
los ojos bien cerrados lamí
pedazos de dolor
que aún le sangraban
y con mis manos repasé sus cicatrices
sus heridas repasé
repasé los lamentos
los ecos del silencio
que también en silencio se escuchaban…
IV.
abrí los ojos como los abre un cachorro
apenas casi listo
apenas casi nada
como los abre un ladrón
transido en la alborada
como los abre el miedo despacio y casi muerto
a tientas, casi asombro
mordidas y pedazos
cuchilladas…
V.
y ahí toda en mis manos
entera entre mis manos
sangrada entre mis dedos
su cuerpo era una página
escrita hasta los bordes
manchada hasta los bordes
tachada hasta los bordes
estaba escrito el odio
estaba escrito el miedo
estaba escrito el nombre
de los que la escribieron…
VI.
mis manos se metieron
tan dentro como pude
y yo también bien dentro
mis manos me metieron
y la saqué bien fuera
la eché a volar bien fuera
la perdí cuanto fuera
y allá junto al silencio
al odio que escribieron
hice que sus heridas
cicatrices
su miedo
brotaran en mi cuerpo
dolieran en mi cuerpo
sangraran en mi cuerpo
como si siempre fueran
todo lo que dejaron
también la sangre que ahora
se escurre en mi agujero…
tiempos modernos
y se hinchan, se deshinchan y se estiran
crecen soplan y revientan y retozan
y se ponen zapatos como grandes pasos de dolor y de muerte
y los ojos son como dos bestias a la deriva,
y se aprietan,
y atiborran como pueden la maleta,
y se arrastran hiperbólicos
bien inflados
y copiados y calcados
casi ogros,
casi monstruos,
casi hueco,
casi heridas,
y te tiran sus despojos,
sus estrellas,
su medida,
te atragantan su silencio,
llevan velas encendidas,
y palabras en la frente que se pudren como el día
y los monstruos en su boca hacen vientre y se extasían,
y el pantano huele a mierda,
saltan sapos de la herida
y alimañas se desangran,
más adentro,
sin medida,
y la cola se les mete y se las sale,
cruda,
fría…
y también su sombra sube y se deprecia y se hace herida
y en el trono donde duermen
se alimentan,
se deliran,
y se tiran lo que sobra,
se desgarran sin medida,
y se ahogan bien tan alto como un vientre que se estira
y revientan intestinos,
se perforan,
se vacían,
y en el culo de la nada,
en el hueco de los días,
se hacen nudo,
se hacen llaga,
bien tan muertos
en manadas
como cerdos
bien abiertos
bien colgados
todo el día,
todo el tiempo destazados,
como bestias sin medida…
la misma mierda
escribir todos los días
día tras día
escribir sin querer lo que no quiero
escribir sin aliento
es lo que siento
y empuja y que porfía
y que me mete los dedos a la boca
allí donde más siento
allí donde no quiero
allí donde las cosas no son mías
y me acosa y me roba mi sustento
me roba lo que tengo y que no tengo
y en silencio me dice porquerías
me dice que no quiero
me dice que me escondo
me dice ya sin fondo
y yo que me hago el ciego
cierro las puertas
me niego
Insisto
muero
palabra tras palabra
a tientas emborrono
a tientas abro grietas
me borro
me perforo
las heridas me curo
me enamoro
y me dejo llevar por la corriente
muy lejos sin querer lo que más quiero
tan lejos sin soñar lo que más sueño
otra playa
otra orilla
otro avispero
otra palabra
otro desconocido
otro extranjero
otra forma de decir lo que no quiero…
clínica veterinaria
veo el mismo caballo ahora escuálido y casi ya muerto saltando como si ya no saltara de edificio en edificio, los ojos ya casi ciegos clavados en un horizonte de terrazas, cada vez más luz, cada vez más olas, cada vez más sangre…
lo veo varado en mis pupilas como si no pudiera dejar de correr…. como si ahora las patas lo hubieran abandonado, fueran adelante, hubiesen desaparecido en la distancia, dejándolo varado en el delirio…
lo veo cada vez más erguido cuando se cae a pedazos, su respiración más exacta cuando ya no respira, sus músculos que explotan a balazos cuando ya es un pellejo… cada vez más cicatrices, cada vez más una herida en el sueño, cada vez más un hueco en el delirio, un jinete ya muerto cada vez…
lo veo y me apuesto en lo más alto de su agonía… me atrinchero en el último destello de su corazón… me repito en su memoria sin tiempo y a pelo como siempre, a pelo como cuando niño, me subo en mi delirio y abro las alas y cierro los ojos y me dejo caer en el abismo…
noche de luna llena
no puedo, yo no quiero, no deseo,
me duele lo que tengo
y lo que falta
el aire que respiro
también duele
duelen los huecos
que escondo en el silencio
el delirio y tu amor
y lo que hueles
y el sabor del placer
igual me duele
y lo que callo y que digo
duele todo
y la luz que me alumbra
duele adentro
y el dolor
y la nada
duele el tiempo
la noche duele
y esta bestia tan mía
que no puede sangrar
lo que yo siento
duele y se echa a dormir
en el silencio…
chequeo general
me desangro, me toco,
me hago un nudo
y subo entero y me caigo
me hago el mío
y el miedo también sube
y se desangra
y cae y se hace mierda
y tiembla
y nada
una cosa que pudre las paredes
y se oxida y se lame y se extasía
una grieta que se abre
y que me ciega
un río que me mira
y que se niega
una gota que busca su quimera
busca su forma
su grito
busca
su vez primera
y un sueño que se ahoga
y que se quema
y me toco y relamo lo que queda
y al nudo yo le busco su manera
se abren heridas
se abren exclusas
se abre el tiempo
y arrastro los vestigios
hasta quedar afuera
paso a paso
sonámbulo
y otra vez desnudo como si nunca fuera
bajo a mi nada
bajo a los huecos de mi sangre
igual que baja el miedo y mi quimera
bajan mis restos
mi falta de maneras
bajo hasta que a cada peldaño
le sale su escalera
y el nudo finalmente termina su ceguera
y entonces me derramo por dentro
y por afuera….
Cuento de horror
de puntillas
bajo
para no despertar
a los huéspedes
bajo
todo cuanto puedo
me ahondo
cuanto puedo
y de un solo intento
le clavo el cuchillo al silencio
que explota
y sale volando
como esos globos
que explotan
casi antes de hacerlo
y se van
y se pierden
sin que apenas nos demos cuenta…
mariposa
que te pasa mariposa
que te cagas en las cosas
y metes bien tus antenas
hasta el mar
hasta la pena
y tus alas se desgarran
y te sangran
y se queman
y tu mirada es un pozo
de materias que envenenan
una punta que hace mella
es tu silencio
y tu lengua
y tus patas se deslizan
se estremecen
te abandonan
y del fruto que te comes
solo queda el espejismo
y fantasmas que te miran
agujeros
solo abismo
grietas
venas
y una boca
que se abre
que se traga lo que queda
tu delirio
tu mirada
tu silencio
la gangrena…
cuaderno de apuntes
el amor es agujero
el amor es solo un cero
ahí te escondes y te quedas
te desnudas y te entregas
tanto hondo
tanto entero
tanto roto
tantos ceros
y miradas y sustancias
una orilla
un avispero
y de tanto que te metes
eres siempre un extranjero…
____________
*Manuel Cortés Castañeda, nacido en Colombia, es licenciado en Español y Literatura de la Universidad Nacional Pedagógica (Bogotá), director y actor de teatro. Cursó estudios de doctorado en la universidad Complutense (Madrid). Enseña español y literatura del siglo XX en Eastern Kentucky University. Ha publicado seis libros de poesía: Trazos al margen. Madrid, España: Ediciones Clown, 1990; Prohibido fijar avisos. Madrid, España: Editorial Betania, 1991; Caja de iniquidades. Valparaíso, Chile: Editorial Vertiente, 1995; El espejo del otro. París, Francia: Editions Ellgé, 1998. Aperitivos, Xalapa, México: Editorial Graffiti, 2004; Clic. Puebla, México: Editorial Lunareada, 2005. Dos antologías de su trabajo literario han aparecido recientemente: Delitos menores, Cali, Colombia: Programa editorial Universidad del Valle. Colección Escala de Jacob, 2006; y Oglinda Celuilalt, Cluj–Napoca, Rumania: Casa Cărţii de Ştiinţă, 2006. Ha sido incluido en antologías tales como Trayecto contiguo. Madrid, España: Editorial Betania, 1993; Los pasajeros del arca. La Plata, Buenos Aires, Argentina: El Editor Interamericano, 1994. Libro de bitácora. La Plata, Buenos Aires, Argentina: El Editor Interamericano, 1996. Donde mora el amor. La Plata, Buenos Aires, Argentina: El Editor Interamericano, 1997. Raíces latinas, narradores y poetas inmigrantes, Perú, 2012. Además, escribe sobre poesía, cuento y cine. Actualmente está traduciendo al español textos de poetas norteamericanos de las últimas décadas: Charles Bernstein, Leslie Scalapino, Andrei Codrescu, Susan Howe y Janine Canan, entre otros.