El poema intitulado «El amanuense» intercala la autoreferencialidad burlesca con el diálogo y la anécdota dentro del marco poético como podemos apreciar en los fragmentos que cito a continuación:
—Y tú cómo y por qué escribes
me preguntan en un auditorio
—Yo soy un lento para todo, un perezoso, contesto
A mí la mayoría de los poemas me los dicta Gabriel
el angel de la palabra
…
El arcángel tampoco lo sabe. A él también le dictan
El arcángel —como afirma Swedenborg— tiene cuatro rostros
y, por consiguiente, cuatro bocas
Cuando habla simultáneamente con sus cuatro bocas
puedo no entenderlo
y los poemas salen contrahechos y ripiosos como este
…
Todo esto que he dicho es rigurosamente cierto
Pero algún día será mera metáfora que es la forma
más perfecta de las verdades (293)
Aquí , por medio de sus alusiones a Swedenborg y al arcángel bíblico de la Anunciación a la Virgen María, se mofa de su propia poesía juvenil y metafísica en la cual aparecía de vez en cuando el teólogo místico y científico de Suecia. Se burla además de la ingenuidad de posibles lectores que rinden pleitesía o culto casi religioso al poeta como si fuera un mago de la palabra o algún sacerdote de una ciencia oculta. El poema titular del último libro de Bustos, «Sacrificial», representa un diálogo reportado en verso que ocurre entre un carnicero y su cliente en la carnicería. En el fondo, este poema es una especie de alegoría de un poeta autoconciente que sabe que su oficio se parece a él del matarife que debe aprender a cortar y pulir no diferentes carnes sino el cuerpo textual de su lenguaje poético para que sea del agrado y gusto de su lector —el verdadero cliente y consumidor de sus platos líricos—. Al principio del poema, la voz poética observa
El carnicero se va en lenguas
hablando de las bondades de cada una de las carnes del animal.
Casi
saborea las palabras (304).
Entonces, en el mismo poema se refiere al poeta como «el carnicero» y al lector como «el cliente» y describe el papel de cada uno en el proceso de interacción entre los dos que conduce al acto mutuo de significación. Vemos que el carnicero/poeta antes de rebanar la carne entra en una suerte de «torva beatitud» descrita figuradamente así:
…alguien dentro de él, ensueña:
un día cualquiera
un distraído ángel, confundido en el tiempo , vendrá y me releverá…y dirá fulgurante: basta, ya ha sido probada tu fe (305).
Mientras que esta visión ocurre, el lector/cliente lo mira con expectante fulgor (305) hasta que tanto él como el ensoñador carnicero/poeta regresan a la realidad banal al preguntarle el carnicero al cliente ¿palomilla o punta de nalga? Así se burla de lo sublime y lo trivial que puede abarcar el poeta en su punto de encuentro y confluencia que es el poema. Igual que el carnicero, quien al final de este poema pule sus enormes cuchillos (305), el poeta tiene que refinar o afilar cada vez más sus herramientas que son las palabras.
En fin, la ya extensa obra poética premiada del cartagenero Rómulo Bustos Aguirre (Premio Nacional 1993), abarca una diversa gama de temas e influencias vertida en seis libros reúnidos bajo el título de Oración del impuro (2004) e incluye el poemario inédito Sacrificiales. Aparece a lo largo de la lírica de Bustos alusiones a la mitología grecolatina y a la Biblia. Hay una continua evocación de los paisajes naturales de la Costa Atlántica colombiana con su flora y fauna como el árbol camajorú o el caracol transformados en símbolos recurrentes que nos hacen pensar en Morada al sur (1963) del poeta nariñense Aurelio Arturo (1906-1974).
Mientras avanza su poética surge una obsesión temática con el transcurso cotidiano e indagación constante del valor del vocablo mismo expresado a veces en un tono sardónico pero refinado junto con autoburla de la voz lírica que hace recordar en parte los versos de Luis Carlos López. Se ostenta en su lenguaje aparentemente escueto un juego cromático y a veces, sinestésico de enorme profundidad polisémica. Así, su oración posee un doble sentido de carácter sagrado como si fuera rezo por un lado, y por el otro, es algo profano como la sentencia sometida a repetidos juegos sintácticos y semánticos con un tono que oscila entre ternura (al evocar los juegos y cuentos infantiles) e irreverencia burlona cuando por ejemplo, equipara «el ojo de Dios» con el de la mosca. Semejante impureza de tono y lenguaje en gran parte de la lírica de Bustos le da un encanto especial y único dentro del variado panorama actual de la poesía colombiana.
Rómulo Bustos Aguirre presenta su libro “Muerte y levitación de la ballena”. Cortesía Casa América. Pulse para ver el video:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=4cIIH4txw7Y[/youtube]
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* James J. Alstrum, Illinois State University, es licenciado (B.A.) en Fairfield University, magister (M.A.) doctor (Ph.D.) en Vanderbilt University. Ha publicado dos libros sobre la poesía colombiana entre los que se incluyen los siguientes: La sátira y la antipoesía de Luis Carlos Lopez (Bogotá: El Banco de la Republica, 1986) y La generacion desencantada de Golpe de Dados (Bogotá: La Universidad Central, 2000). Además, ensayos suyos han aparecido en varias revistas tales como Thesaurus, Revista de Estudios Colombianos, Kentucky Romance Quarterly, Revista Casa Silva, Pensamiento y cultura, Cuadernos de literatura, Universitas Humananistica, Estudios de Literatura Colombiana, Boletín cultural y bibliográfico, Hojas universitarias y Nueva Frontera.