Literatura Cronopio

0
378

DERECHO DRAMÁTICO: LOS DERECHOS DE LA MUJER EN TRES OBRAS DE LORCA

Por Abril Valentina Villafañe Calvo* y

M. Germán Rodríguez R.**
estudiantes de derecho

Uno podría decir que la literatura es una suerte de fotografía crítica de la situación de determinada época. Y si la literatura de Federico García Lorca es algo, es literatura crítica. Adelantado a su época, en sus obras nos invita a realidades tristes y oscuras, pero que eran moneda corriente en su sociedad, y que a pesar de los años que han transcurrido desde su escritura y el día de hoy, no parecen casos muy alejados de las realidades que algunos deben vivir en su vida cotidiana.

Uno de los temas recurrentes en sus historias es la mujer, y su lucha por la libertad en una sociedad en la que su posición es de un ciudadano de segunda categoría, en el mejor de los casos y un objeto semoviente en el peor. Y en este escrito, utilizaremos la obra de Lorca para ilustrar la situación de la mujer en el pasado: la mujer como mero objeto de derecho.

Empezaremos en orden cronológico tomando tres de las obras de este autor: La Zapatera Prodigiosa (publicada en el año 1930), Bodas de Sangre (publicada en el año 1933) y la Casa de Bernarda Alba (publicada en el año 1936, su última obra completa).

Comenzando con la primera de las obras mencionadas, La zapatera prodigiosa trata de una mujer joven de unos 18 años, casada con su marido por conveniencia. Al principio habla de su marido con desprecio y dice no estar enamorada de él, ya que el matrimonio lo decidieron terceras personas. El zapatero (marido de la protagonista) es un hombre de aproximadamente 53 años, por lo tanto todo el pueblo comienza a hablar mal de la consorte y comienzan a echarle la culpa por todo lo que pase a su alrededor (como lo será una pelea entre jóvenes), siempre despreciando a la zapatera por como era su condición de mujer en la época, ya que a los ojos de la sociedad era ella la que incitaba aquellas acciones; ella y solo ella la culpable. En alguna parte de la obra la Zapatera expresa: «Por lo que veo, en este pueblo no hay más que dos extremos: o monja o trapo de fregar… ¡Era lo que me quedaba que ver!». Aquí se aprecian las dos concepciones de la gente del pueblo (la que representa la sociedad en general de la época y, por qué no, de la nuestra también), para la cual la mujer debía cumplir un papel decente para servir a su marido: cuidar de sus hijos y la casa y si le daba tiempo luego de todo eso, poder llegar a trabajar. Cuando la mujer sobrepasaba estos estándares y decidía tomar decisiones diferentes, era tratada como alguien «indecente» a la que todos podrían usar por el simple hecho de que había decido cambiar de rumbo la vida que tenían escrita para ella.

En Bodas de Sangre, la siguiente de las obras en nuestra lista, se puede ver aún más claramente la premisa que planteamos. El rol de la mujer, en relación con la función social asignada dentro de un matrimonio; y previo a éste es claramente trabajada con mensaje repetitivo hacia los personajes femeninos de la Novia y de la Mujer. De forma repetida vemos frases de la Madre desprestigiando al personaje de la Novia, (con estos mismos nombres, Lorca establece que los personajes no son más que el rol que tienen en esta familia y situación. Vemos a la Novia triste y melancólica por lo que se le avecina —y justificadamente— quejándose de la situación que le ha tocado vivir. Al mismo tiempo, vemos a Leonardo, el único personaje con nombre, triste por lo que podría haber sido y no fue. La maraña de desconfianzas, cruces y resentimientos históricos logrará su cúspide tras la boda, en la que la Novia escapara con Leonardo, su novio de juventud, y se dará el diálogo más ilustrativo del drama en relación con el rol de la mujer en la sociedad en la que el autor vivía. La Madre regaña y «aconseja» a su hijo, luego de la boda, con este consejo:

«MADRE –Con tu mujer procura estar cariñoso, y si la notas infatuada o arisca, hazle una caricia que le produzca un poco de daño, un abrazo fuerte, un mordisco y luego un beso suave. Que ella no pueda disgustarse, pero que sienta que tú eres el macho, el amo, el que mandas. Así aprendí de tu padre. Y como no lo tienes, tengo que ser yo la que te enseñe estas fortalezas». (Bodas de Sangre. Acto Segundo. Cuadro Primero).

En la última de las obras seleccionadas, La Casa de Bernarda Alba, se plantea otra situación en la que tras la muerte de su segundo esposo, Bernarda Alba se recluye e impone un luto por años. En medio de eso, Angustias atrae a un pretendiente: Pepe el Romano. El joven se compromete con Angustias, pero simultáneamente enamora a Adela, la hermana menor, quien está dispuesta a ser su amante. Cuando Bernarda se entera de la relación entre ambos, estalla una fuerte discusión y Bernarda le dispara a Pepe. Tras escuchar el disparo, Adela cree que su amante ha muerto y se ahorca. Al final de la obra, Bernarda dice que Adela murió virgen para guardar apariencias y exige silencio, como en el comienzo de la obra.

Como se puede ver, la obra gira alrededor de la tiranía moral de represión sexual que comete Bernarda contra sus hijas. A su vez, se representa al sexo femenino como el sexo débil: aquel que necesita de un hombre en su vida para ser completamente una mujer. Esto se ve reflejado en el caso de Angustias y la presión que sentía la joven por parte de su madre y la sociedad sobre el matrimonio con Pepe el Romano.

¿Qué creemos que se ilustra en estas obras que hemos citado? ¿Por qué las hemos traído a colación, además de ilustrar nuestro entusiasmo por el trabajo de este autor? Porque consideramos que son una ventana a la visión de una época (y también de algunos desadaptados a la modernidad) sobre el rol de la mujer en la sociedad. Socialmente vemos a la mujer como una persona endeble, sumisa y cuya única función es casarse, cuidar de la casa y tener hijos. Y a pesar de que García Lorca trata de subvertir esta narrativa en sus personajes, el derecho de su época poco hacía por ellas justificando dicho rol femenino como «objeto de derecho» más que como sujeto de derecho.

La Dra. argentina Marisa Herrera, doctrinaria del Derecho de las Familias, sostiene que: «En sus inicios, la organización familiar se sostuvo con base en el sometimiento a la autoridad patriarcal. Así la familia refleja también el primer modelo de las sociedades políticas: el jefe es la imagen del padre y el pueblo es la imagen de los hijos». (Herrera, Torre & Fernández, 2015).

El orden familiar se cimentaba en tres cosas: autoridad del marido, subordinación de las mujeres y dependencia de los niños, sobre los que se ejercía el poder de la Patria Potestad en su faz más totalitaria. El matrimonio, así visto, tenía entonces un simple y sencillo fin: la continuidad de la especie, sujeta a «una comunidad de vida nacida de la unión permanente entre un hombre y una mujer, quienes conviven con una finalidad de sostén y asistencia mutua».

En el momento de estas obras el movimiento sufragista acababa de lograr el voto femenino en España, aunque lamentablemente este derecho duraría poco tiempo, debido al golpe de estado de Franco. A partir de las distintas olas de los movimientos feministas, principalmente la segunda y tercera ola, la mujer comenzó a recobrar paulatinamente, a base de lucha, y con mucha resistencia por parte de un sector conservador de la sociedad, los derechos que le correspondían. Estos paradigmas pasarían entonces de ser defendidos a ser criticados y derrumbados. No obstante, en el resto del mundo llegamos a ver a la mujer como un sujeto de derecho —con reconocimiento de derechos en distintos cuerpos normativos constitucionales— después de la Segunda Guerra Mundial y la fundación de la Organización de Naciones Unidas, en distintos cuerpos normativos de derecho internacional.

Lorca siempre intentó, como decía Clarice Lispector, «de entender», «de reproducir lo irreproducible» en su quehacer literario. Esto era lo que la escritora brasileña entendía por escribir y lo que Lorca hizo realidad. El poeta español nació, como casi todos los artistas, unos cuantos años antes de tiempo; y en su literatura se nota. Su obra es una constante crítica a la sociedad en la que vivió, al gobierno, y una oda a sus ideas revolucionarias para la época. Esto le costará la vida. Su obra es una ventana trágica a personas que fueron contra un sistema que les dijo no. Es la historia de una lucha que no lleva poco tiempo, y que aún le queda más por recorrer.

BIBLIOGRAFÍA:

García Lorca, F. (1930). La zapatera prodigiosa.

García Lorca, F. (1933). Bodas de Sangre.

García Lorca, F. (1945). La Casa de Bernarda Alba.

Herrera, M., Torre, N., & Fernández, S. (2015). Manual de Derecho de las Familias (1st ed.). Buenos Aires: Abeledo-Perrot.

___________

* Abril Valentina Villafañe Calvo es estudiante de Abogacía en la Universidad Nacional de San Juan, Argentina. Actriz en el Elenco Independiente «El Bodrio». Escritora de no–ficción publicada. Activista y voluntaria global.

** Matías Germán Rodríguez Romero es estudiante de Abogacía en la Universidad Nacional de San Juan, Argentina. Escritor de ficción publicado y ensayista amateur. Activista y Voluntario de organizaciones de la sociedad civil.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.