Literatura Cronopio

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MITO Y REALIDAD EN GILBERTO OWEN

Por Víctor Luna*

«Las verdades metafísicas son la verdad de la máscara».
(Oscar Wilde)

«Te conozco, máscara»
(Gilberto Owen, carta a Xavier Villaurrutia, New York City, 29 de noviembre de 1929)
La historia de Gilberto Owen podría haber comenzado así: en 1899 un minero rubio había llegado al Rosario, Sinaloa, impulsado por la ilusión de hacerse rico encontrando la gran veta que atraviesa los cerros de ese mineral; su nombre era William y su apellido Owen, no era el William Owen, hijo del utopista Robert Owen, se parecía más a William Cody el famoso Búfalo Bill; este extraño personaje, mezcla de «gunman» de rodeo y migrante irlandés, cuyo nombre significa: «one who will to protect» de acuerdo a la Enciclopedia Británica, y su apellido, según Gutierre Tibbon, quiere decir: «bien nacido», conoció a una discreta mujer mexicana de nombre Margarita Estrada. Probablemente más por necesidad que por amor, sedujo a la dama y se relacionaron. De esta historia de amantes, el 4 de febrero de 1904, nació Gilberto Owen, el poeta, padre de los canallos y resumen de más de 3000 personajes; fue en un día domingo, porque todos los Owen nacen ese día, hasta los que se llaman Procopio; se fue de Sinaloa, donde no lo vieron niño, a Toluca, donde si lo hallaron teólogo; ya en la capital conoció a un químico, que perdió el premio Nobel por dedicarse a la Alquimia, y a un poeta que se creía inmortal pero era mortal; después se enamoró de un ángel que le destrozó el corazón con su indiferencia; se fue a Colombia donde le dio un sarampión marxista y se quedó sin empleo, vivió duros pero sabrosos días en América del Sur, se cuenta que pasaba semanas de viaje, cazando fieras en las selvas americanas. Regresó a México sólo para irse a morir a Filadelfia un día que no era 13 pero sí domingo. Estas líneas podrían resumir la biografía del poeta.

Pero en realidad el hombre: Gilberto Estrada, vio la luz en ese pequeño pueblo, un 13 de mayo de 1904 (era jueves) como nos informa el documento autógrafo del libro del registro civil de El Rosario: «En la ciudad del Rosario, Sinaloa, a 26, veinte y seis, de mayo de 1904, ante mí, Severo Medrano, juez del estado civil, compareció la señora Margarita Estrada mayor de edad, soltera de esta vecindad, con habitación en Romero Rubio No. 71, setenta uno, presentando para su registro un niño vivo que nació en su casa a las dos de la mañana del día trece del corriente mes a quien le puso por nombre Gilberto Estrada, hijo natural de la compareciente.» Si se nos permite la conjetura, podemos decir que el padre de Gilberto Estrada pudo haber sido marinero, de allí que el mar representara tanto para el poeta («y al fondo el amarillo amargo mar de Mazatlán»); quizá después de haber conocido a Margarita, se embarcó y nunca supo que la había dejado encinta, eso podría explicar en parte su ausencia y el hecho de que al niño lo hayan registrado como hijo natural, aunque ser llamado «hijo natural» era bastante natural en esa época.

Es probable que Gilberto haya nacido en el puerto de Mazatlán y de allí se lo hayan llevado al Rosario donde lo registraron y donde la familia vivía, no en vano nos dice en uno de sus poemas: «O bajaré al puerto nativo /donde el mar es más mar que en parte alguna». Como la mayoría sabemos El Rosario no es un puerto, es un mineral [sic.] que está cerca de la Sierra Madre Occidental: «en la parte sur de Sinaloa entre los meridianos 105º 22’ 16” y 106º 16’ 20” al oeste del meridiano de Greenwich y entre los paralelos 22º 45’ 00” y 23º 27’ 20” de latitud norte del ecuador», esta confidencia que el poeta desliza ( «O bajaré al puerto nativo…») en su obra, puede señalarnos también que el héroe Owen era el que había nacido en ese puerto del poema, mientras que el hombre tenía como lugar de nacimiento el mineral de El Rosario; si lo tomamos así, entonces todo se aclara, pero si aplicamos lo que dice Paz de Villaurrutia a Owen: «en un poeta así, vida y obra son una y la misma cosa», podríamos confundirnos, no hay que olvidar ante todo que Owen se define como «nuevo romántico» y por lo tanto acepta su dualidad. Todo esto del nacimiento único o doble tiene un gran valor psíquico y literario, como ya se verá en las siguientes páginas.

Guillermo Sheridan cita a José Hilario Ortega a quien una informante rosarina (¿anónima?) le contó que el padre de Owen era norteamericano, dueño de minas entre otras propiedades y, claro, tuvo muchos hijos ilegítimos y terminó asesinado a balazos en la época de la revolución mexicana. Nada más conveniente para el mito de Gilberto Owen. Sin embargo, de 1885 a 1904 no existe un solo «denuncio» de minas abandonadas o vetas descubiertas, que se haya publicado en el periódico oficial del Estado de Sinaloa, en beneficio de alguien cuyo nombre sea o se parezca al del padre de Owen; hay muchos extranjeros, y muchos más mexicanos que denunciaban a su favor viejas minas abandonadas o vetas nuevas de metales, pero ninguno de nombre William Owen, ni siquiera Guillermo Owen, ni mucho menos William Oven; me cansé de buscarlo entre los avisos publicados durante casi veinte años y no lo encontré, esto, creo, echa abajo todo argumento que el señor Sheridan, crítico incomparable, pueda presentar a favor de la existencia física del «gambusino rubio», supuesto padre biológico de Gilberto Owen.

Lo cierto es que el poeta se crea un padre, sin permiso de Freud, y con ello legitima su paso por el mundo y da el primer avance para construir su mito; éste personaje, que sustituye al padre ausente, tenía que ser minero porque: «Las sustancias minerales participan del carácter sagrado de la Madre Tierra», al decir de Eliade, y debía haber muerto en un duelo porque se parecía demasiado a Búfalo Bill y porque las necesidades biográficas de la máscara así lo exigían, no en vano afirma Gide: «El artista debe, no contar su vida como la vivió, sino vivirla como la contará». Aparte era necesario que fuera rubio puesto que Owen–Perseo debía ser hijo de una «lluvia de oro»; todo debe coincidir con el mito que el poeta encarna para hacer de su obra parte de su vida. Owen, como Camus, sabía que: «Los mitos esperan a que nosotros los encarnemos. Que un solo hombre responda a su llamado, y nos ofrecerán su sentido intacto», y este hombre que debe encarnar al mito es precisamente el poeta, a veces para encontrar sentido a su vida o a la verdadera vida.

Finalmente, podemos argumentar a favor de nuestra teoría del origen literario del padre de Owen, que el apellido también es un nombre y no es necesario pensar en Guillermo Owen como si fuera un personaje de la vida real, con una tarjeta de presentación donde se leyera: «Mr. William Owen, Minero y metalúrgico»; todo indica que Gilberto en su ambigua utilización de «Owen» , se inclinaba tanto al uso nominativo como al apelativo, la mención de la palabra en sus poemas y en su prosa así nos lo sugiere, de tal suerte que Owen vendría a ser para Gilberto una especie de segundo nombre (en inglés apellido se dice precisamente: second name), ganado en una lucha peculiar entre el poeta y ese mar cuya extensión va desde Homero hasta Joseph Conrad, porque era necesario para el poeta, que encarna a Sindbad–Gilberto, después del naufragio recibir un nuevo nombre, recordándonos la peculiar forma de bautizar que tenía el Dios de los cabalistas, verbigracia el caso de Jacob y su bautizo como Israel. Este «Owen», me parece, reitero, más un segundo nombre que un apellido. No en vano lo utiliza Gilberto en el poema del día cuatro de la siguiente manera: «porque los Owen nacen ese día,/ cuando El, pues descansa, no vigila». Vemos precisamente que pone en mayúsculas las dos palabras que pueden servir de nombre, la clave está en el pronombre personal aplicado a Dios: EL. Finalmente en una versión de la leyenda del Purgatorio de San Patricio, el profesor Howard Rollin Patch cita la interesante historia del caballero Owen que visitó el purgatorio del santo irlandés». Después de quince días de ayuno y oración entra Owen a la cueva. Al principio todo está oscuro, luego empieza a haber luz […] Sigue adelante hasta que llega a una llanura abierta donde hay un edificio como un claustro, donde los monjes lo ponen en guardia contra la inminente tentación de los demonios. Llegan los demonios y lo conducen a través de un desierto donde la tierra es negra y sopla un viento gélido […] Varias llanuras de castigo aparecen a sus ojos y una casa de baños con pozos de sulfuro y metal derretido donde sumergen a los pecadores a varias profundidades. Lo llevan a la cima de una montaña muy alta, donde hay gente desnuda, abatida por una tempestad que la arroja en un río de agua helada (in flumine fetido ac frigidissimo). Ve un profundo foso de llamas y un ancho río de fuego lleno de demonios […] por encima del cual hay un resbaladizo puente tan estrecho que nadie se podía tener sobre él, y tan alto que daba vértigo asomarse desde lo alto. Sin embargo, Owen invoca el Santo Nombre, y el puente se ensancha a medida que por él camina. Por fin llega al paraíso, al cual rodea una gran muralla, una de cuyas puertas está adornada con piedras y metales preciosos. La puerta se abre y una gran corriente de aire fragante lo envuelve como si todo el mundo se hubiera convertido en perfume». Este relato es referido por el caballero Owen a Gilberto de Louth en 1153, resulta interesante compararlo con algunos datos de la biografía del poeta sinaloense, quien como el caballero Owen también realiza un viaje en su Sindbad el varado, obra que sin duda hace referencia irónica a la tradición de la literatura de visiones.

La reelaboración mítica que hizo Gilberto Owen con su biografía lo convirtió en un personaje de sí mismo; siempre estaba mitificando su vida. Como escribió Inés Arredondo: «El hacer mitología no entra solamente en la obra, sino en la vida de Gilberto Owen. Vivía mitologizando, mitologizándose.»

Es al intentar cumplir el ideal de vida artística propuesto por Gide que Owen empezará a construir su mito, nuestro poeta irá llenando su historia con datos en apariencia reales, y lo hará de una forma tan convincente que mantendrá engañados por mucho tiempo a sus amigos, y a los críticos literarios que se ocuparon de su caso; por muchos años se creyó que había nacido el 4 de febrero de 1904 y algunos estaban seguros que la fecha era 4 de febrero de 1905, incluso un crítico de la importancia de Guillermo Sheridan lo hace nacer un 4 de noviembre de 1904, no sé que razones arguye Sheridan para dar esta fecha o si simplemente fue un error del que corrigió el libro Los Contemporáneos Ayer, donde habla sobre el poeta.

Es tal la confusión que logra crear Owen entre los que analizan su biografía, que los resultados son bastante divertidos, uno se encuentra frecuentemente con este tipo de errores infantiles, hasta el Doctor Vicente Quirarte se equivoca en una fecha importante respecto a Owen: lo hace morir un mes antes del día en que verdaderamente muere; sin embargo, estos elementos con los que Owen empieza a reelaborar su vida, y que le sirven para confundir a los críticos, tienen existencia real sólo en la literatura. Todo en Owen es literatura, desde su fecha de nacimiento hasta su supuesto apellido Irlandés; Gilberto hace literatura hasta de sus amigos y de los escritores que admira como se verá.

Empecemos por la fecha de nacimiento, que por mucho tiempo fue considerada como la verdadera para homenajear al poeta: 4 de febrero de 1904. Para García Terrés, estudioso de Owen, «los Owen nacen ese día porque el apellido Owen tiene cuatro letras, y porque, en el antiguo alfabeto irlandés, si hemos de creer a Robert Graves, la letra O equivalía al número 4, y la O y el 4 combinados representan la cuadratura del círculo, el Uroboros, la serpiente mordiéndose la cola etc…», y si hemos de creer a Garcìa Terrès, Owen eligió el mes de febrero para hacerse nacer porque: «Febrero deriva del latín februarius, que entre los romanos es el mes de la purificación, y que fue llamado así en honor del dios etrusco Februs, señor de la muerte etc., etc., etc…» Una teoría bastante complicada para algo tan sencillo, al modo de García Terrés, crítico complejo y extravagante, pronto nos ocuparemos de él y sus peculiares ideas. Desde mi modesta perspectiva, la explicación de la fecha apócrifa, para el nacimiento del poeta Owen, reside en el subtítulo del fragmento «Día cuatro» en el poema de Sindbad el varado: ALMANAQUE.

Hay varios almanaques que podemos consultar, pero Owen no nos deja lugar a dudas, uno de sus personajes en el libro Línea es «un vendedor de almanaques» y vocea «El más antiguo Galván», entonces comprendemos las razones que tuvo el poeta para escoger el 4 de febrero como fecha de nacimiento, y podemos decir sin lugar a dudas que son de carácter hagiográfico–literario: ese día se celebra a Santa Águeda y San Gilberto, ( ya lo había yo señalado en una conferencia en mayo del año 2000) así Owen, puede afirmar con derecho que es primo de Águeda en su hablar a solas, y por lo tanto también es pariente de López Velarde, quien casualmente tenía un hermano llamado Guillermo. La fecha resulta un homenaje en honor al poeta Ramón López Velarde y es también una pista para resolver el enigma del nacimiento de Gilberto Estrada, el hombre; asimismo el subtítulo señala el carácter profético del poema, ya explicaremos esto en su momento.

López Velarde influyó tempranamente en Owen, como lo señaló Tomás Segovia en su primer ensayo sobre el poeta, aunque Owen no acepte del todo esta influencia; Eugene L. Moretta explora esta influencia en su libro sobre Owen, sin embargo, no agota el tema y lo lleva a una conclusión errónea, pues considera que el Sindbad surge de la lectura que Gilberto hizo de la obra de López Velarde. Esto es imposible; la influencia de López Velarde en Owen no es tan profunda como la de Juan Ramón Jiménez, puesto que sólo fue asimilada a nivel retórico, no en vano Gilberto dice de Ramón en una entrevista: «Murió desgraciadamente cuando aún no había logrado influencia de una manera profunda entre los más jóvenes que él»; el argumento del Sindbad es diferente a los temas tratados por López Velarde en sus poesías, hay coincidencias ideológicas, es comprensible: los dos provenían de familias católicas y de la provincia mexicana, pero el sentido de lo moderno es más profundo en Owen que en López Velarde, no en vano uno de los maestros de Owen exigía ser absolutamente moderno (Rimbaud), aparte, la cultura del sinaloense sobrepasa a la del zacatecano. Mientras que en López Velarde el tema es el conflicto moral de una inteligencia ante las pasiones, producto de sus deseos, en Owen la moralidad pasa a segundo término, su tragedia es más artística que religiosa; para López Velarde la religión era la católica, para Owen la Poesía es ya una religión, su religión. Ante la ausencia de respuestas en el ámbito de la ortodoxia religiosa, Owen recurrirá a la herejía y hará su religión con la más grande herejía del hombre: la Poesía. En ella buscará sus respuestas.

Febrero fue escogido como mes de nacimiento, porque precisamente equivale a la inversa con el mes de mayo como punto de gestación, de tal manera que si lo habían concebido en mayo de 1904 necesariamente nacería también en febrero de 1905 (otro año dado por Owen como dato biográfico), puede que Owen haya pensado en jugar de esta forma con la fecha de su nacimiento: el día que el hombre Gilberto Estrada nació, fue procreado el poeta para que en lo sucesivo todos los días 4 de febrero coincidieran con el día anterior de la semana en que caería el 13 de mayo, la fecha del nacimiento físico, y esta peculiar hipóstasis entre hombre y máscara se reforzara. Todo este complicado procedimiento tiene como único fin sacralizar la vida de Gilberto Owen el poeta, mitificarla y poderla contar como se cuentan las vidas de los santos o los héroes y así poder encarnar cada uno de los mitos que al poeta le interesaban.

¿Por qué nos daba dos fechas de nacimiento Owen con dos años diferentes? Es muy sencillo: una era el miércoles 4 de febrero de 1904, la otra el viernes 4 de febrero de 1905, tenía que darnos esas dos fechas porque juntas forman una pista importante en la solución del enigma de su nacimiento y así no resultan gratuitos los versos «Y, además, que ha de ser martes el 13/ en que sabrán mi vida por mi muerte». Ahora que el crítico Francisco Beltrán Cabrera rescató el acta de nacimiento de Gilberto (Owen) Estrada y que podemos comprobar que los datos de la fe de bautismo de Gilberto, citados por José Hilario Ortega, estaban incompletos, tenemos la tercera fecha, que hubiéramos podido develar sólo con gran dificultad, el jueves 13 de mayo de 1904 ese «13» del verso, ¿pero por qué ha de ser martes ese trece? Si estamos obligados a aceptar que, como escribía Owen a Elías Nandino, para él era natural afirmar: «en mis versos todos los días cuatro son domingo» y damos como verdad poética el verso del poema «Día cuatro,/ ALMANAQUE», cito: «Todos los días 4 son domingos», debemos también por lógica poética aceptar que «ha de ser martes el 13», además como es el día de nacimiento físico de Gilberto (Owen) Estrada significa el momento de gestación del poeta, entonces es necesario que sea un día antes, es decir que por necesidad mitológica el martes13 debe estar antes que el día de nacimiento; para García Terrés el martes 13 representa el día de la muerte del poeta porque Owen así lo afirma en una carta a Josefina Procopio, no sé que pensaría García Terrés de estar vivo y saber que Gilberto había nacido un día 13, al final de cuentas el poeta afirmaba al martes 13 como la posible fecha de su muerte, para darle mayor efecto profético a su poema del día cuatro, no en vano el subtítulo del texto es ALMANAQUE y el tono es el de una pronosticación:

«Todos los días 4 son domingos
Porque los Owen nacen ese día,
cuando El, pues descansa, no vigila
y huyen de sed en sed por su delirio.
Y, además, que ha de ser martes el 13
en que sabrán mi vida por mi muerte.»

La Enciclopedia Británica nos dice de la voz ‘almanac’: «An Arabic–Castilian vocabulary (1505) gives manäkh, a calendar, and manah, a sun–dial […] Early almanacs had commonly the name of ‘prognostications’». Y Nostradamus el màs cercano ejemplo de profeta publicaba sus predicciones bajo el nombre de ALMANAQUES. Como podemos observar todo es parte del mismo plan que Owen le fue dando a su vida y obra.

Hay un texto significativo que López Velarde publica el 28 de febrero de 1915; es una crónica recopilada por Elena Molina en un libro aparecido el 25 de enero de 1952, el texto le da título al libro: «Don de Febrero». Cuando apareció ese volumen de crónicas le quedaban poco más de dos meses de vida a Gilberto Owen. No se sabe en que revista o periódico publicó López Velarde por vez primera su crónica, pero es muy probable que Owen la haya leído en el momento en que apareció o poco después, su generación seguía muy de cerca la obra de los poetas mayores (incluso él mismo Owen glosa irónicamente un comentario de Ramón López Velarde sobre Gorostiza, dice Gilberto: «la madrina de todos los orates: la Luna», cuando Ramón había llamado a José Gorostiza «Ahijado de la Luna»). Don de Febrero es un texto extraño porque no sabemos exactamente lo que Ramón López Velarde quiere contar, sin embargo su belleza nos cautiva, cito:

«Soy deudor a febrero de un singular espectáculo: el de una alma femenina que, frente a mi isla de meditación, sufre los embates de locos vientos, sobre el mar, sobre las selvas, muy arriba […] Y tal espectáculo me reconcilia con el pobre febrero, mes equívoco que disputan la persistencia de la nieve y el asomar de las rosas. Febrero me es grato por la primera vez.

»Esta mujer, cuya alma se sacude en un torbellino superior, escribe con una despreocupación familiar que desdeña las retóricas y con alteza de visionaria. Sus manuscritos revelan, desde la primera línea, un anhelo despótico de cosas perennes y una fiera intensidad. Escribe con mayúsculas absolutistas, Verdad y Vida. Se va de la tierra en fugas de éxtasis y, suspendida en el azul cenit, las tardes se fatigan mirándola vibrar en apetitos sobrehumanos, angustiarse por el sumo saber y torturarse con una tortura cósmica. Yo la tendría por una infanta medieval si no hiciesen contraste con su severidad aristotélica una inquietud contemporánea y un panteísmo prolijo.

»No sé por qué amable fatalismo me ha concedido febrero el don de distinguir, desde mi isla de rumores iniciales, sobrias fuentes y arboleda parca, el alma que, como un punto de plata naufrago en la inmensidad vespertina, es llevada y traída por vientos contrarios, y que paga así su afán mitológico de enclavarse en el Zodiaco, igualando la soberanía del León o la radiosa compostura de la Virgen.»

Si Owen conoció esta crónica de Ramón, (y las probabilidades son muchas, puesto que Villaurrutia escribió un ensayo sobre López Velarde que toma el título de una línea del texto) entonces el enigma del mes de nacimiento apócrifo de Owen, está casi resuelto.

En resumen: El poeta Gilberto Owen se hace nacer el 4 de febrero de 1904 porque ese día se celebra a Santa Águeda y San Gilberto de acuerdo al calendario El más antiguo Galván (publicado desde 1885) y por las razones literarias que convenían a su mito ( ya lo había mencionado yo en una conferencia sobre Owen en mayo del 2001), también da como segunda fecha de nacimiento el año de 1905 porque fue concebido en mayo de 1904 al momento del nacimiento del hombre, como lo hemos explicado. El origen del «Owen» puede tener sus razones literarias; en su ensayo «Gilberto Owen y El Torbellino Rubio», Guillermo Sheridan dice: «El nombre desierto de Owen no existe, pero se escucha como un bajo continuo detrás de las variaciones de toda su poesía. En el expediente de Toluca, el poeta nace Gilberto Estrada, «hijo natural de Margarita Estrada» por 1918 ya es Gilberto O. Estrada, en 1919 se castellaniza en «Oven»; de su puño y letra, ese mismo año, firma «Owen E.», invirtiendo los términos y desplazando el Estrada que le corresponde legalmente, pero lo delata como hijo natural. Estrada, el nombre supletorio, le da identidad a la vez que se la escamotea; lo cubre con su anomalía y lo condena a un desplazamiento: su nombre certifica su carencia de nombre. Cambiar tanto de nombre tuvo que ser un poderoso ingrediente de desconcierto para un chico de quince años. No hay documentos que oficialicen el Owen», sólo la poesía lo puede legitimar, recordemos que Sindbad–Gilberto–Jacob ha luchado también con el ángel: «Y luché contra el mar toda la noche», y debido a que se atrevió al combate desigual ha ganado también un nuevo nombre: Owen, el «bien nacido», o sea alguien que ha recibido una bendición al nacer.

Desde el inicio el Sindbad con su naufragio nos recuerda el ritual judeo–cristiano del bautismo, después del naufragio este personaje proteico, máscara de Owen, recibe debido a su irónica inmersión en el agua un nuevo nombre, igual que Jacob recibió otro nombre porque: «Aquella noche se levantó, tomó a sus dos mujeres con sus dos siervas y sus once hijos y cruzó el vado de Yabboq. Los tomó y les hizo pasar el río, e hizo pasar también todo lo que tenía. Y habiéndose quedado Jacob solo, estuvo luchando alguien con él hasta rayar el alba. Pero viendo que no le podía, le tocó en la articulación femoral, y se dislocó el fémur de Jacob mientras luchaba con aquél. Éste le dijo: ‘Suéltame que ha rayado el alba’. Jacob respondió: ‘No te suelto hasta que me hayas bendecido’. Dijo el otro: ‘¿Cuál es tu nombre?’ Respondió: ‘Jacob’. ‘En adelante no te llamarás Jacob sino Israel: porque has sido fuerte contra Dios, y a los hombres les podrás’. Jacob le preguntó: ‘¿Para què preguntas por mi nombre?’ Y le bendijo allí mismo. Jacob llamó a aquel lugar Penuel, pues (se dijo): ‘He visto a Dios cara a cara y tengo la vida salva’. El sol salió así que hubo pasado Penuel, pero él cojeaba del muslo.»

«En el caso del poeta Gilberto, la lucha no es contra el ángel, sino contra ese poderoso mar que se extiende desde Homero hasta Joseph Conrad y que le niega la identidad a pesar de haber obtenido el ‘nombre’ y que lo hace decir: yo sé con júbilo que no moriré ‘en olor de multitud’ […] Vivo tranquilo de ánimo, más que nada por ser un poeta desconocido». Esta lucha del poeta se resuelve en un fracaso, allí reside la modernidad del Sindbad precisamente, pero esta idea de Paz la revisaremos más adelante, lo que me interesa es dejar en claro el origen literario del nombre Owen en el poeta sinaloense Gilberto Estrada.

Guillermo Sheridan dice sobre el origen del apellido Owen: «Owen no es apellido irlandés, sino de Gales que, a diferencia de Irlanda, si es tierra de mineros. Owen (Gilberto) arraiga su versión en Irlanda por su prestigio poético». Si Owen es de origen Galés, como afirma Sheridan, podría venir de el caudillo mencionado en el poema: «For the King, or for Owen Glendower» escrito en 1401 y del cual son estos versos: «Mightier men than Howel Vychan had bowed down to Owen Glendower,/ who, in Sycharth, lived an reigned as the virtual if not the nominal king of / Wales». Es una de las referencias más antiguas que tengo sobre el nombre o apellido Owen en lo referente al país de Gales, posiblemente Sheridan quien aventaja en erudición a más de un crítico, tenga un dato más antiguo, mientras tanto debemos aceptar el origen de Owen como irlandés porque la referencia a esa tierra es más antigua que la referencia al país de Gales y para no contradecir al poeta que algo sabía sobre el nombre–apellido que había escogido.

Debemos recordar que Gilberto utiliza el Owen también en sentido nominal, con todo y que a los Garcidueñas, en una de sus últimas cartas, les da una genealogía donde aparecen diversos personajes con la palabra en función apelativa; revisemos la peculiar lista que Gilberto da como parte de su árbol genealógico: «John , por ejemplo recitaba unos versos que ya no eran latín y todavía no eran inglés, allá por el siglo XIII. A Richard lo ahorcaron en publico, en la plaza principal de Dublín, el 2 de diciembre de 1804, porque tenían miedo de que se muriese de muerte natural el trece, en la plaza principal de Dublín. Hay un Owain que prácticamente es Owen, que se bajó a los mismos infiernos a hacer unas investigaciones que andan por las crónicas. Cualquier enciclopedia lo registra. Uno llamado Roberto se vino a los Estados Unidos y fundó una cosa que se llama Utopía y que es la forma de socialismo que porque es honrado los stalinistas de todo el mundo abominan. Naturalmente. Otro se fue a Sinaloa, y se dedicó a abrir minas y a dar a luz a los 3000 personajes que se resumen en Gilberto Owen».  El John Owen al que Gilberto se refiere es un poeta que se hacía llamar John Ovenus o Audoenus, y había nacido el año de 1560, escribía epigramas en un «latín de cocina», murió en 1622.

Como vemos el poeta sinaloense se equivoca en la fecha que da en la carta para referirse a la época en que John Owen recitaba versos como estos: «Tempura mutantur, nos et mutamur in illis:/ Quo modo? Fit semper tempore pejor homo». Gracias a su talento poético John fue llamado el Marcial Británico. Hay otro J. Owen que nació en Inglaterra en 1616 y murió en 1683. Del Richard que menciona como ejecutado en la horca allá por el año de 1804 no encontré datos, hallé un tal Sir Richard Owen, biólogo inglés, nacido en 1804 (año en que es ejecutado el Richard del que habla el sinaloense), y muerto en 1892; esta aparente confusión de datos, no es otra cosa que parte del plan tramado por Gilberto. Robert Owen el reformador social nacido en el norte de Gales el 14 de mayo de 1771, fundó en Indiana, Estados Unidos, un poblado experimental que llevaba por nombre New Harmony. Su deceso ocurrió el 17 de noviembre de 1858, curiosamente le sobrevivió entre sus hijos uno llamado William Owen.

Por otra parte, el mencionado como Owain no es otro que el caballero Owen, al que ya nos hemos referido al inicio de este ensayo y que es la razón fundamental, como ya vemos, para que Gilberto creyera que los Owen tenían sus raíces en Irlanda, (a pesar de lo que pueda decir Sheridan), tierra de grandes poetas, bebedores y lunáticos. De este caballero Owen, que en 1153 visitó la cueva por donde se entraba al purgatorio de San Patricio, viene el uso que Gilberto Estrada empieza a darle a la palabra Owen, como apellido y principalmente como su segundo nombre, (es muy difícil saber donde habrá obtenido el dato el poeta); no es debido sólo al prestigio poético de Irlanda, por lo que el poeta sinaloense decide afiliarse a ese país a decir de Sheridan, no, también lo atrae el hecho de que podría servir a su mito el descender de alguien que había descendido al purgatorio y pudo contarlo, aún antes que Dante, otra de las influencias en Gilberto, a pesar de lo que afirmó Octavio Paz en una de las escasas páginas que le dedico a la obra de Owen; porque hay indicios en la prosa y la poesía del sinaloense de su buen conocimiento de la obra del florentino y del aprecio que sentía por éste compañero de viaje.

No en vano Gilberto parece que conocía los rudimentos del italiano (ayudó a traducir una pieza teatral de Rosso de San Secondo) y algo de Latín; pero no nos desviemos, en resumen: Gilberto Owen Estrada, se hizo nacer por segunda vez un 4 de febrero de 1904, debido a razones hagiográfico–literarias que eran importantes para él, y que así servían a la construcción de su mito; tomó como segundo nombre o apellido el Owen, para poder emparentarse con uno de los pocos héroes que han visitado el purgatorio, y así convertirse en dos personas, unidas por la peculiar hipóstasis que la literatura le sugirió, Gilberto Estrada y Gilberto Owen, o si el lector ya lo pensó, G. Owen Estrada, como C. Owen Sheridan que menciona Quirarte en El Azogue y la Granada y al que también se refiere en una nota Guillermo Sheridan llamándolo su «tatarabuelo» y que «usaba Owen como nombre propio». Inventó Gilberto un padre de nombre William Owen, por razones de salud síquica, (ya he mencionado el significado etimológico de William: «Aquél quien nos protegerá» y recordemos la etimología de Owen: «bien nacido»), y porque ese William lo emparentaba con Robert el utopista, quizá estas razones que arguyo para explicar un poco el mito del padre de Gilberto Owen, no sean las verdaderas, sean meras conjeturas o coincidencias, sin embargo sea como fuere intentaré reforzarlas con mi lectura del Sindbad y con los demás datos biográficos que iré analizando a lo largo de este trabajo. Finalmente todo apunta más a la inexistencia de William Owen o Guillermo Owen, que a su realidad física, pero es comprensible la falsedad de este dato que a José Hilario Ortega le dio una informante rosarina, y Sheridan cita tomándolo como fidedigno, pues, de acuerdo con Wilde, la vida imita al arte. Y este sería uno de esos casos.

De lo que si estoy seguro es de que Owen necesitaba reconstruir su vida, (empezando por lo principal: crearse un padre mítico) para poder narrarla ritualmente, trasmutada en poesía; sobre todo en ese libro clave para entender su enigma: Perseo Vencido.
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* Víctor Luna es un reconocido escritor, poeta y ensayista de Sinaloa, México. Nació en Culiacán el año de 1970, bajo el nombre de Victor Antonio López Gómez. Cursó estudios de artes plásticas y letras en la UAS. Ha publicado cuatro libros de poesía: A favor del viento (1992 Edición de autor); Espiga de la Ausencia (Editorial Difocur 1994); En la piedra, un dios ( Ediciones sin nombre, en coedición con el autor) y recientemente: Alegría del Huérfano ( Coedición Difocur-Editorial Quirón). En el 2001 da una conferencia sobre Gilberto Owen titulada “biografía de una máscara”. El año del 2002 presenta el libro Cuatro ensayos sobre Gilberto Owen, de Tomás Segovia, en la feria Internacional del libro del Palacio de Mineria. En el 2004 participa en una mesa redonda sobre Owen al lado de Miguel Capistrán y Emanuel Carballo. En el 2005 imparte una serie de diplomados sobre Gilberto Owen, inés Arredondo, Jorge Luis borges, y Efraín Huerta en los municipios de Mocorito, La Cruz de Elota, Concordia, y la ciudad de Culiacán. Ha obtenido la beca de Difocur para jóvenes creadores en 1994 por el libro de poemas Permanencia del relámpago, y para creadores con trayectoria del FOECA dos veces: en el 2004 por el proyecto de ensayo: Biografía de una máscara, mito y realidad en Gilberto Owen y en el 2006 por Historia crítica de la literatura en Sinaloa, tomo II; reescribió ambos libros para ser publicados bajo el título: La Presencia invisible (ensayos sobre literatura sinaloense de 1895 a 1952) por el Forca. En el 2004 funda la revista de literatura Los Centauros, publicación cultural que dirige desde entonces. Para el 2005 obtiene una segunda mención en el Concurso estatal de cuento del Cobaes, ese mismo año participa en el V Encuentro nacional de escritores de Tierra Adentro. En el 2007 da conferencias en Culiacán y Mazatlán sobre la obra de Octavio Paz en el marco de la celebración del día nacional del libro. Actualmente escribe, con el apoyo de una beca del Foeca en creadores con trayectoria, el libro: La Literatura en Sinaloa durante la segunda mitad del siglo XX: Alcances y perpectivas estéticas.

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