Literatura Cronopio

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EL BOSQUE DE LOS CIERVOS

Por Sebastián Alejandro Díez C.*

I. ÁFRICA

«Colette en la Rêve d’Égypte…», es un mal comienzo, aspiras ese aire como quien no quiere la cosa. Los poemas descartados, cuadernos apilados en el escritorio viejo destinados al souvenir. Calor nocturno, sudor en pijamas; los arpones en los sueños, la silueta de Eva, desnudándose, al otro lado de la pileta, a la mansión se entra por aquí, y por aquí y aquí, tú sabrás precioso de ojos turquesa cómo encontrarme. Los sueños han surtido su efecto. Agoniza una gota de lágrima en el cadáver de un rey; lleva tiempo muerto, lo suficiente para comenzar a soñarlo. El tuétano y las alergias presurosas. Oscuridad envuelta en diablos. Y entonces Naces… los bordes de la cama, el sol enclaustrado en la ventana oval, esposas infieles y las codornices acercándose a los hombros del anciano moribundo, por aquel que fue el hijo homosexual del Monarca. La estepa, los niños juegan hasta perderse en el bosque; luciérnagas emboscadas entre constelaciones, un beso de niños. Y las manos prestas al vacío, con el vasto terror de no encontrar nada. El Sur. La montura de un Asno de Oro, un juglar dormido, el camino hacia Alejandría… y luego escuchas a tu lado un poema de Kavafis acerca de un joven muerto a los 22 años, y tú cumpliendo 21… 22…

II. NY

«Tim, procura acordarte de lo siguiente: en Nueva York, las cosas se suceden así: de doce a una de la noche: fisgones que espían a mujeres y parejas; de una a dos: incendios; de dos a tres: atracos a mano armada; de tres a cuatro: peleas en los bares; de cuatro a cinco: suicidios; y de cinco a seis: accidentes automovilísticos.»
(Norman Mailer)

Ay, el aneurisma del Amor… reconoce quizás Cisne Cruel que esta estampida en llamas se dirige hacia N.Y. City. El estrépito de calamidades, luego de dosmilcatorce años de cruz y raya, te han dejado con un lápiz y una cerveza, en el mesón en el que almuerzas con tu mujer y tu hija, en el mismo mesón donde escribes para desasosegarte. En donde escribes: Nueva York es el Mundo. Sarta de desgracias, un papel sin historia. Baudrillard recogiendo girasoles en las aceras de la estación del subway de la Quinta Avenida, frente al museo. Un pequeño libro te acompaña, lo demás es una ola que tienta desatarse. ¿Recuerdas aquel cosmonauta de Kubrick?, sorbido por la Muerte en el Silencio Espacial.

Exacto, el mismo silencio de tu madre, que tanto temías; manteniéndote al borde, vulnerable: los oblongos venenos áureos que curtían tu piel. El sol descubre los estropajos, y no es el sudor de tus sienes lo que evitas, sino los anteojos colgados a una novela de amor, o una masturbación perentoria cuando todos se hubieron ido de casa. Eres joven, tienes el espíritu a tus anchas, no se destruye el alma con burdeles, cleptomanía, alcohol… sino sólo con tedio. El tedio de Moravia: el horror del Trópico de Capricornio. La TV sigue encendida, pero prefieres a Dalí y a la marihuana… el enorme amor que te debes se estruja en la modestia de un cadáver que baila a solas en una habitación de hotel.

***

Las presentes prosas poéticas hacen parte de «El Mal Lector», poemario en construcción.

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* Sebastián Alejandro Díez C. Estudia Sociología en la Universidad de Valparaíso (Chile). Participó en los talleres de poesía La Sebastiana, de la Fundación Pablo Neruda, de Valparaíso; y en el Taller Literario Juventudes Nietzscheanas, en Valdivia. Sus poemas han sido publicados en la revista Síntesis, de la carrera de Sociología, en la revista-folletín Freud Android, y en la antología de poesía joven Entrada en Materia: 17 poetas jóvenes chilenos, seleccionada y prologada por Ismael Gavilán, de ediciones Altazor. Actualmente trabaja de librero en Santiago de Chile, actividad que intercala con la elaboración de su tesis sociológica acerca de la Esquizofrenia y la Familia.

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