EL DISCURSO DE LA LOCURA FEMENINA EN «NOTICIAS DEL IMPERIO» (1987) DE FERNANDO DEL PASO

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el discurso de la locura femenina

Por Alma Guadalupe Corona Pérez*

La construcción del discurso constitutivo de un texto conserva una serie de implicaciones que van dejando a su paso un importante caudal de interrogantes, mismos que se multiplican si se trata de un texto literario. La complejidad de este se vincula con factores objetivos y subjetivos que emanan primordialmente de la posición adoptada por el lector y el pacto que este establece para con el relato, sobre todo si se toma en cuenta que cada individuo cuenta con su propio bagaje cultural que permea y determina, en buena medida, toda la serie de operaciones que se ponen en marcha en el momento de realizar el análisis literario. El acto de la escritura revela, por su complejidad, que se trata de una de las creaciones humanas con mayores y muy diversas implicaciones si se toma en cuenta su intrincado entramado sólo en apariencia cercano al discurso cotidiano.

Es posible realizar pálidas aproximaciones, algunas ingenuas y hasta románticas, otras basadas en criterios antiguos, incluyendo las opiniones vanguardistas. Con todo lo anterior, aún se carece de suficientes estudios críticos, abarcadores, actuales que permitan dejar, medianamente, satisfechas a todas las áreas de la ciencia que, por una u otra razón, intervienen en el proceso.

La importancia y peso del discurso literario se redimensiona al centrarse en una temática específica como sucede en la estructuración del discurso de la locura femenina, presente en una de las novelas contemporáneas mexicanas más importantes, de sus marcajes que son empleados por una narradora protagonista que emplea la primera persona gramatical para reconstruir largos pasajes historiográficos. El concepto de Historiografía es retomado separándolo del significado otorgado a la Historia tradicionalmente escrita desde la institucionalidad. Lo historiográfico implica redimensionar los acontecimientos a la luz de sus antecedentes y consecuencias, elementos que permiten tener una visión de lo histórico más objetivo y contextualizado. Lo anteriormente planteado se suma a un trasfondo que no es posible dejar de lado y es el trabajo que la literatura efectúa ficcionalizando lo histórico sin abandonar o dejar al margen la profunda investigación que el autor realiza para reconstruir al yo literario a la luz de lo acontecido y lo que le envuelve.

El mexicano Fernando Del Paso presenta en la novela Noticias del Imperio a una Carlota Amalia traspasada por el dolor y la tragedia. No obstante, la reivindica haciéndola protagonista de tinta y papel de una desafortunada y triste historia de amor que va resquebrajándose, ante la mirada lectora. Carlota adquiere la triste dimensión de un títere cuyos hilos son manejados por quienes la rodean y poseen el perverso poder político en un trozo de la historia en el que ella perdió todo, incluso la cordura. Por lo menos de esto nos tiene convencidos la repetitiva historia institucional.

Sucede como en el caso de otra importante protagonista de la historia española, de Juana I de Castilla apodada ‘la loca’, cuya figura histórico–literaria se recorta con similitudes toda vez que su intensa pasión por Felipe el Hermoso y las presiones impuestas por el ejercicio temprano del poder, la hicieron ver frente a la mirada de su pueblo como una mujer desequilibrada. Son dos las novelas sobre Juana la loca: una pertenece a la argentina Yolanda Scheuber, titulada: Juana, la reina loca de amor (2007), bajo el sello editorial Nautilus y otra titulada El pergamino de la seducción (2005) de Gioconda Belli. También hay dos canciones, un pasodoble y un romance, una ópera y un libro de ensayo, entre otros tantos. Don Manuel Fernández Álvarez es autor de un texto más cercano a lo histórico, titulado Juana la loca. La cautiva de Tordesillas (2006), bajo el sello Austral, originalmente y luego editado por Espasa–Calpe.

Todo parece indicar, a la luz de lo publicado, en tono crítico, que Juana nunca estuvo loca, incluso en algunos textos historiográficos se le tiene como una mujer de carácter fuerte y decidido, obstinada y determinada a imponer su voluntad pese a todos y todo, pero nunca es tratada como demente. Fue una mujer profundamente herida, menospreciada, engañada y vituperada, pero nunca loca. Maltratada por sus cercanos y hasta desconocida por su corte.

El gran problema de ambas mujeres, tanto de Juana I de Castilla como de Carlota, ha sido el profundo amor y pasión que, como resorte maléfico, las arrojó fuera del canon impuesto a las mujeres que sumisa, cuerda, serena y pacíficamente, fueron co–partícipes del manejo de un país de la mano de sus consortes, recuérdese el caso de doña Margarita Maza o de Isabel la Católica, sólo por citar dos ejemplos de heroínas ‘canónicas’.

Por lo menos desde la Historia institucional, ambas parecen compartir muchas más semejanzas que diferencias, los discursos oficiales empleados para recortar sus presencias femeninas han repetido una y mil veces sus vidas trastocadas y violentadas. Todo parece apuntar al hecho concreto de tener que ‘castigar’ a las mujeres en el poder por el simple y llano hecho de amar hasta sus últimas consecuencias, aunque es necesario agregar que tanto Carlota como Juana participaron activamente en la vida política de sus momentos históricos y esto al final representa, no sólo el punto de convergencia, también, la zona más delicada por la que era, aparentemente, indispensable anularlas colocándoles el ropaje de la locura.

Fernando del Paso reivindica, de alguna manera, a la Emperatriz Carlota colocándola entre el recuerdo, el amor, la infidelidad y la pérdida de la cordura. A sus lectores los ‘asoma’ a una posibilidad un tanto inesperada: escuchar la Historia de un fracaso político entrecruzado con el desamor de labios de una mujer que deviene en una narradora de primera mano; ella describe y relata, desde la ficción, algunos episodios político–sociales, con mucho más detalle y coherencia, retazos de una historia de amor atormentado, mezclados con la Historia de un México hostil, complejo e inhóspito. El discurso de la locura se transforma paso a paso en el discurso de la pérdida y la ausencia.

Se mantienen a la vista algunas características del discurso planeado y puesto en marcha por Del Paso, desde este nivel es posible, con seguridad convocar a la revisión de una forma de abordar un acontecimiento o evento que se convierte en eje fundante de la novela en revisión: «(…) con toda la tradición humanista, la locura queda atrapada en el universo del discurso. Allí se refina, se hace más sutil, y asimismo se desarma. Cambia de escala, nace en el corazón de los hombres, arregla y desarregla su conducta, y aunque gobierna las ciudades, la quieta verdad de las cosas, la gran naturaleza la ignora». (Foucault, 1964: 51).

La propuesta radica en ‘separar’ a la Carlota enloquecida que tiene su trono real, para la posteridad, pero al fin y al cabo es la Carlota Histórica, colocarla lejos de esa otra Carlota Amelia que repite siete veces en la primera página de la novela: «Yo soy» sumida en una permanente necesidad de nombrarse para hacerse presente, de afirmarse y reafirmarse, para abandonar su calidad de cero a la izquierda y huir de la condena impuesta por la invisibilidad a la que la han condenado las infidelidades, el desamor, el abandono, la traición, la lejanía, la indolencia y la desdichada e inevitable muerte de Maximiliano colocando el último clavo de su cruz y transformando esa corona imperial, de la que habla Rodolfo Usigli, en una corona de sombra y dolor: «Nos dieron una corona de espinas y de sombras. Nos engañaron, Maximiliano, y me engañaste tú. Nos abandonaron, Max, y me abandonaste tú». (Del Paso; 1987: 21).

Es oportuno plantear algunos interrogantes tempranos que acometen para futuras oportunidades y ahora: ¿será que fueron hombres los que tuvieron en sus manos la escritura de la Historia institucional? ¿Esto estará relacionado con la visión patriarcal desde la cual se ha hecho la interpretación de los acontecimientos que han conformado la Historia de los países? Parece, a simple vista, una forma rápida y fácil de resolver el problema que implica la fuerte intromisión de una mujer en el crucigrama del poder, ámbito masculino por excelencia. Vale parafrasear al francés Michel Foucault quien señala que los que tienen el poder determinan y definen qué es lo normal y lo que no lo es. El poder determina lo normal, la locura y el conocimiento. En su texto titulado Historia de la locura en la época clásica afirma: «Por todos lados, la locura fascinó al hombre. Las imágenes fantásticas que [la locura] hace nacer no son apariencias fugitivas que desaparecen rápidamente de la superficie de las cosas» (42).

En otras palabras, la locura ejerce cierto encanto en el ser humano, ésta cuenta con el permiso o justificación para actuar de las maneras más descabelladas. Este estado mental puede ser ‘aprovechado’ y explotado ya que, quienes detentan el poder, deciden quién sabe, o está cuerdo e inteligente y quién ha perdido definitivamente la dimensión de las cosas llegando a la temida demencia: «La locura se convierte en una forma relativa de la razón, o antes bien, locura y razón entran en una relación perpetuamente reversible que hace que toda locura tenga su razón, la cual la juzga y la domina, y toda razón su locura, en la cual se encuentra su verdad irrisoria. Cada una es medida de la otra, y en ese movimiento de referencia recíproca ambas se recusan, pero se funden la una por la otra» (54).

Las ideas de Foucault son medulares al respecto, posteriormente añade: «En el polo opuesto a esta naturaleza de tinieblas, la locura fascina porque es saber. Es saber, ante todo, porque todas esas figuras absurdas son en realidad los elementos de un conocimiento difícil, cerrado y esotérico» (40); vale añadir que las descripciones formuladas a través del discurso de la locura alcanzan una nota de plasticidad sobresaliente, rasgo que predominó en el lenguaje, basado en imágenes, comprendido en la etapa del México novohispano y en el legado que éste deja a una nación que trabajaba por conformar su estructura política y social, en un México que buscaba construir y defender su insipiente identidad en la época imperial: «La realización en la imagen no es suficiente; es preciso continuar el discurso delirante, pues en las palabras insensatas del enfermo hay una voz que habla; obedece su gramática y enuncia un sentido» (512).

La locura se convierte en un recurso literario que permite que los personajes adquieran una nueva dimensión en el momento de construir el discurso a través del cual es posible seguir sus huellas fictivas. Hay personajes de suma importancia ubicados dentro de la temática de la locura, tal es el caso del Quijote, quien perdió el seso por las largas horas dedicadas a la lectura de novelas de caballería. Este es un caso excepcional, dado que el conocimiento es la causa que lo lleva a este estado mental desde el cual se encierra toda una crítica a un pasado literario y, al mismo tiempo, se abren las puertas de la novela moderna.

La teórica Graciela Reyes sostiene que: «En cuanto estructura verbal representativa de discurso (y conjuntamente de la realidad que el discurso articula) la literatura es simulacro lingüístico por excelencia, imagen de discurso desarraigada de un yo–tú, de un aquí y de un ahora determinables e históricos, es enunciación imaginaria sujeta a infinitas actualizaciones» (1984: 6), y en alguna de esas infinitas actualizaciones queda inserta este bosquejo destinado a observar algunos de los componentes del discurso de Carlota, calificada como una protagonista desequilibrada, de la historia de un México convulso y también desquiciado, difuso y contradictorio. ¿Será un espejo distorsionado de ese México con rostro femenino?

Carlota representa uno de los eslabones a través de los cuales es posible adentrarse a un episodio desdichado en el que una de las víctimas es precisamente ella, esto si consideramos que su mente es un baúl de recuerdos pormenorizados que no siempre permanecen inconexos, sobre todo los relacionados con la Historia y con los detalles personales de su relación rota con Maximiliano. Ambos estaban ya distanciados por las frecuentes infidelidades del francés ante las cuales ella también reaccionaría en la misma medida sólo por despecho. Carlota es una mujer que, por momentos, deja de ser de tinta y papel para corporeizarse y verbalizar todas las posibles emociones positivas y negativas que cruzan por el ser humano.

Es uno de los personajes más humanizados que habitan las novelas contemporáneas latinoamericanas y ese es, probablemente, uno de sus elementos más inquietantes: el peligro de efectuar una traslación discursiva incompleta o equívoca, dejando de verla como la protagonista de una ficción, violando con esto a un yo lírico evidentemente presente desde la pluma de Del Paso a quien no le incumbe y mucho menos le interesa repetir, una vez más, los pormenores de una Historia de la que aún faltan rasgos historiográficos por recuperar y analizar.

El trabajo que Del Paso efectúa es fino y afiligranado, es posible no percibir, en su entera fuerza, ‘las costuras’ que unen las dos telas que construyen la novela, y la parte más comprometida y crítica queda depositada en la discusión más fuerte y poco cuestionada que es el análisis de las diferencias claramente establecidas entre la Historia oficial o institucional y la Historiografía; es decir, abarcar los acontecimientos antes, durante, después y a partir del centro de la trama establecida por el narrador.

Los problemas técnicos planteados por Noticias del Imperio son inflexiones, guiños invitadores a ingresar a nuevas propuestas de análisis literario, desde el momento en el que se enfrenta a la perturbadora estructura de la novela, sumada a la elocuencia de una Carlota perpetuamente mutilada y desangrada. La plasticidad que acompaña al discurso de la locura es, probablemente, uno de los elementos que con mayor claridad queda de manifiesto.

Hay dos factores que, individual y conjuntamente, son los pilares que sostienen el edificio de la locura en el transcurso de la novela: el discurso de la infidelidad y el de la muerte.

Las reflexiones que se desprenden de estos interrogantes son puntos de partida para un futuro. Vale señalar la presencia recurrente del intertexto a lo largo de la novela forjando una base verosímil que brinda una plataforma desde la cual se busca convencer de la veracidad de lo narrado. A lo largo del último capítulo par de la novela, tanto Rodolfo Usigli como su obra Corona de sombra, se convierten en un intertexto frecuente, situado, junto con un largo listado de acontecimientos que forman parte intertextual de un discurso historiográfico: «Veinticuatro años antes de la muerte de la Emperatriz Carlota en el Castillo de Bouchout, los hermanos Orville y Wilbur Wright habían inaugurado la era de la aviación. Y en el año en que muere —1927— Charles Lindbergh cruza el Atlántico en el Spirit of St. Louis. Ese mismo año, Al Jolson actúa como protagonista en la primera película hablada de la historia. La película se titula The Jazz Singer: había nacido el jazz y con él el fox-trot y el charlestón. En Europa triunfaba el tango, y Gardel se hacía famoso cantando El día que me quieras» (1987: 627).

Del Paso continúa con las alusiones o intertextos: «Mientras tanto, mientras se bailaba el tango en París y James Joyce publicaba el Ulises y se inventaba la margarina, y nacían el surrealismo y el cubismo y los Testigos de Jehová y Gustav Mahler escribía su Sinfonía Número Nueve y Chaplin filmaba La fiebre de oro y Walt Disney dibujaba al Ratón Mickey y se asesinaba a los obreros en las calles de Chicago […]» (1987: 627). Serie de acontecimientos verídicos que le dan marco a una novela compleja desde su estructura hasta su trama.

Y continúa: «El escritor mexicano Rodolfo Usigli, enamorado de la tragedia de Maximiliano y Carlota, decía en el Prólogo de Corona de sombra, un drama histórico que él califica de antihistórico, que si la historia fuera exacta, como la poesía, le hubiera avergonzado haberla eludido. Varias décadas más tarde, el escritor argentino Jorge Luis Borges manifestó que le interesaba «más que lo histórico exacto, lo simbólicamente verdadero» (1987: 641). Compendio de conceptos y personas importantes que, de manera incluyente, remiten al lector a los ecos de un relato basado en hechos reales.

En las últimas páginas de la novela, Del Paso nos señala: «Quizás la solución sea no plantearse una alternativa, como Borges, y no eludir la historia, como Usigli, sino tratar de conciliar todo lo verdadero que pueda tener la historia con lo exacto que pueda tener la invención. En otras palabras, en vez de hacer a un lado la historia, colocarla al lado de la invención, de la alegoría, e incluso al lado, también de la fantasía desbocada…» (641). Lo más importante estriba, entonces, en la propuesta que formula Del Paso al deslizar la idea básica relacionada con el hecho de que la Historia de México es una conveniente mezcla de acontecimientos verídicos y ficticios. Atendiendo a esto es muy probable que Carlota nunca haya enloquecido, pero resultó conveniente hacerla ver como una demente para justificar algunas cosas no dichas.

En este contexto, vale volver a preguntarse: ¿desde el discurso masculino que escribió la historia de México será posible que en algún momento se haya dictaminado que Carlota tenía que perder la razón frente a todo lo que le tocó vivir? Si en algún punto distante una pluma poderosamente masculina determinó ‘castigar’ a esta mujer por amar y padecer los acontecimientos que la traspasaron y superaron, es y será un posible debate que tenga como telón de fondo la escasa resiliencia e inclusión desde la cual se estructuró la historia que se ha venido repitiendo año tras año, generación tras generación sin posibilidades de reivindicación para Carlota, condenada a una de las más tristes condiciones: el desorden y la anulación de sus recuerdos. Desde la ficción es válido formular hipótesis impensables a años de distancia. Maximiliano, muerto ya, no pudo resarcir todas las humillaciones, todo lo que el alma femenina de Carlota reclamaba. Maximiliano el infiel, la abandonó mucho antes de ser fusilado.

A través del discurso de Del Paso, Carlota vuelve su mirada triste a sus lectores para hacer más grandes sus razones y empequeñecer sus desvaríos.

BIBLIOGRAFÍA

Del Paso, Fernando (1987) Noticias del Imperio. México. Diana
Foucault, Michel. (1964): Historia de la locura. En la época clásica. Breviarios. México. Fondo de Cultura Económica
Reyes, Graciela (1984): Polifonía Textual. La citación en el relato literario. Madrid. Gredos

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* Alma Guadalupe Corona Pérez es Doctora en Literatura Hispanoamericana. Becaria CONACYT. Maestra en Literatura Mexicana. Licenciada en Lingüística y Literatura Hispánica por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Diplomada en Estética Contemporánea por la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI I). Perfil Deseable PRODEP. Miembro del Padrón de Investigadores BUAP. Profesora Investigadora Tiempo Completo Titular en la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP. Coordinadora del Área de Literatura en el Colegio de Lingüística y Literatura Hispánica. Líder del Cuerpo Académico Consolidado «Márgenes al canon literario hispanoamericano». Autora de los libros: Doña Joana de Irazoki: Tejido Barroco Poblano. Siglo XVII (2025) Fides Ediciones y El manuscrito de doña Joana de Irazoque (2006) Fomento editorial BUAP/ Instituto Poblano de las Mujeres del Gobierno del Estado de Puebla. Coordinadora del libro Configuraciones y reconfiguraciones de lo femenino en las artes editado por la Facultad de Filosofía y Letras BUAP. Co-editora del libro Informe del Recuerdo: reflexiones críticas sobre la narrativa y poesía de Mario Benedetti Facultad de Filosofía y Letras BUAP/Facultad de Humanidades de la UAMEX.  Co-editora del libro Historia, ficción e ideología. Una relectura de Mario Vargas Llosa. Facultad de Filosofía y Letras BUAP/ Facultad de Humanidades de la UAEMEX. Co-editora del libro Ensayos críticos sobre literatura femenina. Miradas al margen. Facultad de Filosofía y Letras BUAP. Co-editora del libro Representaciones de las mujeres en la literatura y el arte. Facultad de Filosofía y Letras BUAP. Con artículos de investigación sobre análisis literario y la relación entre la literatura y el cine publicados en libros y revistas indexadas y ponente en congresos internacionales y nacionales. Sus Líneas de investigación son: 1.- Teoría y vanguardia literaria, 2.-Literatura novohispana, 3.-Discursos híbridos en los siglos XIX, XX y XX. 4.-Intertextualidad literaria, cine y música.

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