NOS INVADEN LOS ZOMBIS
Por John Harold Giraldo Herrera*
«Zombie sigue siendo una palabra devastadora,
con un poder sin igual para conjurar un sinfín
de recuerdos y emociones»
(Max Brooks, del Libro Guerra Mundial Z)
¿Qué será lo que tienen esa especie de monstruos, desconcientizados, actuantes como una plaga que siendo humanos quieren acabar con los demás? Además ¿dónde y cuándo la industria cultural nos puso de narices frente a un hecho curioso e intencional de centrar nuestro interés en los zombis? Cualquier respuesta puede ser ingenua y muchas preguntas podrían ser inconsecuentes, pero ¿Cómo hoy los muertos vivientes se han apoderado del mundo? La película producida y actuada por Brad Pitt llamada Guerra Mundial Z, ha puesto en los espectadores el hecho de masificar un temor y al tiempo un gusto: algo se puede apoderar del mundo y puede ser que sean los zombis. Un virus o cualquier cosa los creó y avanzarán hasta dejar a todos así ¿qué pasaría si todos fuéramos zombis? No habría gracia, la idea es que alguien los contenga y resista, y esa es la trama de cualquier película de este género.
Con los zombis todo me parece curioso. Salen del llamado cine B, un cine no convencional y poco comercial para gustos no tan masivos, pero hoy son del aprecio y deleite de mayorías, fue hecho con formatos y técnicas de dudosa calidad, en cambio ahora en televisión y cine su factura es muy admirable, solo bastaría con situar dos series muy exitosas como The Walking Dead emitida por Fox, una serie británica muy reciente In The Flesh, recrea un panorama donde un zombi quiere reintegrarse a la sociedad. Otro hecho es que en su momento fueron una forma de responder a las situaciones de crisis, como un acto de protesta contra el sistema, y hoy se han convertido en bandeja de plata de la frivolidad, el escepticismo, y van en la línea de lo que antes atacaban. Es algo parecido a lo que viene sucediendo con los vampiros en el cine y en la literatura, no falta sino que los conviertan en dietéticos y que se enamoren entre ellos.
De zombis hay mucho por decir. Las fanaticadas de esta autodestrucción cuentan con grupos enormes de seguidores. Al punto que no son ajenas las comparaciones de varios al decir que parecemos una cultura de zombis, al dejar pasar y hacernos los desentendidos de los descalabros del mundo. Tampoco es claro por qué nos atrae lo extraño, nos gusta lo feo, y nos queremos ver en nuestro lado más horripilante, habría que volver al libro de Umberto Eco La historia de la fealdad. Aislarnos de la realidad ha sido un método de protestar contra ella, y los zombis son un termómetro para saber –cada vez que aparecen-, qué está ocurriendo en nuestro entorno. En la época de la Guerra Fría muchas producciones de este tipo salieron a flote, y en cada momento duro pasa lo mismo. Quizás pronto sean un producto más comercial, un hecho para lo masivo y se pierda su constitución primaria.
En un importante ensayo titulado Filosofía Zombi, del escritor Jorge Fernández Gonzalo, dice en su entrada: «El único problema habrá de ser que, en esa búsqueda denodada, es posible que el lector acabe por toparse con un espejo al final del laberinto, y que la imagen de estos hambrientos caminantes le devuelva no otra cosa que su reflejo deformado, todo aquello que creía suyo visto ahora en estado de descomposición por efecto de esa otra plaga, mucho más velada que todos los cadáveres del mundo alzándose de la tierra, pero igual de virulenta, que supone el desarrollo de un nuevo capitalismo afectivo y mediático al que asistimos expectantes. Advertido queda, pues» (2011: 13). Eso es lo que pasa, que un espejo nos devuelva nuestro rostro, y que el cine, como intermediario, nos diga: eso somos.
Los zombis en medio de las tinieblas, en esa circunstancia de paralelo y simultaneidad entre la vida y la muerte, hacen que se consigan muchas atracciones. Muchos caerán a su consumo y se interesaran por la extrañeza, lo inhóspito e inexplicable. Que llegue una película de zombis se podrá entender como parte de ese mundo que llama el escritor peruano Mario Vargas Llosa, la civilización del espectáculo.
La película de Guerra mundial Z llega en medio de un contexto: nuestro tiempo. Surge como adaptación de un libro con el mismo nombre y que ha sido un hit de ventas. Ahora, pensar nuestro final y temerle a esa plaga resulta muy inquietante. Los horripilantes zombis nos invaden, y sirven como una forma de escapar de realidades cruentas, aunque sea bajo el azote del temor y la desesperación de sentirnos en peligro. Me llama mucho la atención que como siempre existan los estigmas políticos: alguien de los Estados Unidos hace las veces de salvador; la plaga surgió en algún lugar menos en su casa, seguro es de un sitio del Oriente; lo otro es que en medio de su fortaleza se encuentre su debilidad y que un país cerrado —es una crítica—, como lo es Israel que se confinó así mismo por todos los muros que hizo, no esté exento del contagio.
Los zombis nos invaden, las series de televisión estadounidense están llenas de ellos, pronto nos levantaremos y alguien semejante estará contagiado, el exceso de realidad fabrica nuestros propios fantasmas y ahí la ficción nos devuelve un espectáculo.
Ficha técnica
Año, País, Duración: 2013, Estados Unidos, 116 Minutos
Director: Marc Foster
Guión: J. Michael Straczynski, Matthew Michael Carnahan (Novela: Max Brooks)
Música: Marco Beltrami
Fotografía: Robert Richardson
Actores: Brad Pitt, Mireille Enos, Daniella Kertesz, David Morse, Matthew Fox, Eric West,James Badge Dale, Bryan Cranston, David Andrews, Ludi Boeken, Fana Mokoena,Abigail Hargrove, Elyes Gabel, Pierfrancesco Favino, Moritz Bleibtreu, Ruth Negga,Peter Capaldi
Productora: Paramount Pictures / Skydance Productions / GK Films / Plan B Entertainment / Apparatus Productions / Hemisphere Media Capital / Latina Pictures
Género: Acción. Thriller. Terror. Ciencia ficción | Zombis
Página web: https://www.guerramundialz.es
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* John Harold Giraldo Herrera es docente Universitario y Periodista. Estudiante del Doctorado Rud de Colombia en Educación, Universidad Tecnológica de Pereira. Uno de sus temas de interés es el estudio de Los pueblos originarios. Magíster en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira, 2011. Licenciado en Español y comunicación Audiovisual de la UTP, 2004. Con estudios de diplomado en Narrativas audiovisuales, Fundación Universitaria Área Andina, 2003. Democracia y formación ciudadana con énfasis en Derechos Humanos, paz y cultura de resolución pacífica de conflictos para el sector educativo. Universidad Católica Popular del Risaralda, 2004. Periodismo público, Escuela Superior de Administración Pública, 2008.
Correo-e: john.giraldo.herrera@gmail.com
*El Gran Ojo Cronopio, es la nueva columna dedicada al séptimo arte de Revista Cronopio, escrita por John Harold Giraldo Herrera.