LOS HONGOS, UNA PELÍCULA SIN HISTORIA
Por John Harold Giraldo Herrera*
Dice Óscar Ruiz Navia que las películas no siempre tienen que contar una historia. Y cuando vemos la reciente Los Hongos, nos encontramos con una serie de personajes y situaciones. Son como cuadros de la vida cotidiana, o los reflejos del acontecer, o aquellas actividades que van sucediendo, unas con un ritmo despacioso, y otras más con la agitación de situaciones frenéticas.
Pero en general, Los Hongos es una película donde el espectador va juntando aconteceres. No hay un hilo ni siquiera un inicio y menos un desenlace. Hay una entrada a la escena, un transcurrir, sin la necesidad de generar cruces narrativos, como se acostumbra para propiciar contundencia en el espectador. Los personajes van afrontando el respirar, comparten con sus amigos, están inmersos en una ciudad, una Cali, donde el grafiti se reprime, los estudiantes algo desencantados buscan algo que los conecte. Eso sí, hay un eslogan que subyace, se ubica como un referente, lejano, ahí en el pasar y no con toda la fuerza como quien defiende con su ímpetu y sagacidad una creencia, sino como quien entiende que se debe actuar, que es preciso responder a las injusticias con un reflejo, y que la existencia hay que acompañarla con un discurso: “Nunca más guardaremos silencio”.
Luego, esa idea de entregar un mensaje, intenta mostrarnos a dos jóvenes: Calvin y Ras, que fuman hierba. Ellos asumen una relación simple con sus familias un tanto disfuncionales. Montan la tabla o van en su bicicleta. Uno estudia Bellas Artes, el otro solo raya y encuentra un mínimo lugar en una obra de construcción. Su pasión será hacer un mural, donde con otros plasmarán esa idea de no callar y de representar el deterioro del medio ambiente, la falta de conciencia social; son unos tardíos contestatarios, que viven un mundo que los mira como si ellos fueran unos hongos, es decir, seres que crecen en territorio derruido y en podredumbre. No son seres distantes, aunque su condición social los encasille.
Ambos no tienen plata, sino sueños, anhelos, no muy marcados, sino el de estar ahí, viviendo, sin más, sin menos. No es notable entonces la necesidad de transformar su entorno, pero tampoco se dejan acorralar. Los otros individuos, para nada son trascendentales, ni han hecho algo relevante, o quizás sí: existen, hacen parte de un paisaje, acompañan a otros, como la abuela a su nieto, la madre a su hijo, en fin, no son historias, sino fragmentos de vidas, desde luego con un pasado y un porvenir sin muchas expectativas.
Óscar Ruiz Navia se ha caracterizado por contar historias mínimas pero necesarias. Con El vuelco del cangrejo obtuvimos una muestra de La Barra, ese lugar del Pacífico, donde lo vital es lo que viven los personajes, sus dramas menores y mayores, instalados en un rincón que aunque turístico no ocupa la esfera mediática. Esas películas así como La Sirga, Sofía y el Terco, Chocó, entre otras, no tienen nada de espectacular ni pomposo, sino lo cotidiano, allí donde todos tenemos un lugar, en ese escenario que respiramos y cohabitamos con otros. Y es por eso, que con su simpleza, con lo cotidiano, se narra lo que se queda fácil entre nosotros.
Ver una película sin historia resulta desafiante. Los sentidos se difuminan, las posibilidades de una estructura se dilatan. No importa, la atención se centra en ver lo que se muestra, eso que va ocurriendo, sin mucha ligazón entre unos y otros. Hay mucho dejo, una pasividad que puede causar salpullidos, por tratarse de jóvenes, que ya no son rebeldes, sino ahí con ganas de unas acciones. Puede ser muy polémico el hecho de narrar una película sin la fuerza de una historia que se ata en cada escena, pero el cine nos permite explorar. Lo importante radica en el acto de contar. Desde luego, nadie discute la necesidad de la forma, de saber decir, de sugerir, de propiciar atmósferas y ambientes. Y ahí están en Los Hongos, son alegres, emotivas, pero más bien planas y nos generan muchas inquietudes, nos alertan y nos comunican ¿Qué será lo que nos transmiten? Cada espectador construye su ideario.
El cine colombiano pasa por momentos inconstantes. Unas películas se roban el protagonismo por lo espectacular de la producción o por lo llamativo de las historias, estas otras, menos próximas por la taquilla, dan un salto, rompen el molde y plantean una posibilidad: para hacer cine se requiere del deseo de hacerlo. Ahora, nos desafían porque proponen algo que no estaba contado, desde la forma y desde lo temático. Los grafiteros, las culturas urbanas, rockeros, y artistas del underground tienen con Los Hongos, un rostro, un lado de su perfil. Deambulan por ahí, con el afán de decir. También y es inoportuno que no lo diga, la película se adentra en las relaciones entre los padres y los hijos, y desde allí hay un afecto insuperable, que da esperanza, ofrece un manto. Uno que cubre a los hongos de carcomerse por completo. Es duro asumirla, pero así a veces es la vida, sin historia, solo con cuadros y sucesos.
Año, país, duración: 2014, Colombia, 95 minutos
Director: Óscar Ruiz Navia,
Guion: Óscar Ruíz Navia, César Augusto Acevedo
Música: Zalama Crew, La llegada del Dios Rata, Sebastián Escofet.
Actores: Jovan Alexis Marquinez (Ras), Calvin Buenaventura Tascón, Dominique Tonnelier, Atala Estrada, Gustavo Ruiz Montoya, María Elvira Solis, Ángela García.
Productora: Coproducción Colombia-Francia-México; Burning Blue / Contravía Films / Arizona Films / Mantarraya Producciones
Página web: https://contraviafilms.com.co/peliculas/largometrajes/los-hongos/
Los hongos de Óscar Ruiz Navia. Cortesía de Burning Blue / Contravía Films / Arizona Films / Mantarraya Producciones. Pulse para ver el video:
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=pSCaf1WkxFM[/youtube]
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* John Harold Giraldo Herrera es docente Universitario y Periodista. Estudiante del Doctorado Rud de Colombia en Educación, Universidad Tecnológica de Pereira. Uno de sus temas de interés es el estudio de Los pueblos originarios. Magíster en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira, 2011. Licenciado en Español y comunicación Audiovisual de la UTP, 2004. Con estudios de diplomado en Narrativas audiovisuales, Fundación Universitaria Área Andina, 2003. Democracia y formación ciudadana con énfasis en Derechos Humanos, paz y cultura de resolución pacífica de conflictos para el sector educativo. Universidad Católica Popular del Risaralda, 2004. Periodismo público, Escuela Superior de Administración Pública, 2008.
Correo-e: john.giraldo.herrera@gmail.com