COLOMBIA MAGIA SALVAJE: DE LO EXÓTICO A LO INQUIETANTE, DE LO PROVOCADOR, AL MUNDO NUEVO
Por: John Harold Giraldo Herrera*
Asistir a una sala de cine repleta, escuchar aplausos al fin de la película y quedar con un aire de maravilla en el interior, es una ganancia preocupante para un artefacto que cobra valores diversos en un público escéptico a las producciones del cine colombiano. Magia salvaje, mezcla dos ideas muy recurrentes de nuestro país, el mismo que se considera abunda un exotismo, algo telúrico, similar a lo nativo y que es parte con lo que nos han colonizado. Al tiempo, con lo mágico, que es eso salvaje, de repente incorpora la maravilla, que el paisaje, fuera de ser grotesco y llamativo, es además con cierto aire, inexplicable. Atrae, seduce, conmueve, invita a recorrerlo y quedarse en él, como si fuera parte de una estrategia publicitaria que cierra con broche de oro.
Quienes acudan al llamado de experimentar una Colombia natural, al estilo de un país como África, quienes patentaron los safaris, y que coloque como privilegio el hecho de descubrir, al estilo de un programa de Natgeo o con las presunciones de un trabajo tan arduo como Home. No hay lugar a dudas que uno queda asombrado, alelado, estupefacto y conmovido. Se da cuenta de algo que puede ser evidente: en este país se encuentra mucho de lo que nos debemos vanagloriar. El mundo natural nos dice que somos el segundo país más biodiverso del mundo, que contamos con un sinfín de especies endémicas, en la flora y en la fauna. Un territorio único, propicio para el encuentro con lo extraño, con lo que ni siquiera sabemos que existe, pero está por ahí, en algún lugar de la espesa selva, en uno de los tantos ecosistemas, en cualquier parte donde la mano del hombre no ha intervenido mucho, y he ahí, donde Magia salvaje, limpia o intenta decirnos que sin el hombre la naturaleza sería mejor. Es un edén, que el hombre ha dañado.
Es una Colombia vista desde el aire, desde las profundidades del mar o en la tierra; apenas cuando se baja lo se encuentra son unos animales nuestros: cocodrilos, el jaguar, el oso de anteojos, el delfín rosado, o una especie de mono que apenas fue encontrado: el mico tití del Caquetá, que hace gala de un ritual tierno y fastuoso. Ofrece un abrazo de familia y la pareja se une en medio de un trenzar de sus colas. Nos muestra en los aires al Cóndor de los Andes y apenas las comunidades originarias son reseñadas en tomas aéreas, medio pestañean a la cámara y esta las evade.
O salen las manos de alguien que puede ser un campesino, y deja libre a un mono perezoso (que se encuentra en peligro de extinguirse). El humano, dañino, cruel, es aborrecido, salimos de la sala y nos sentimos una epidemia, un gendarme destructor. No obstante, nos deleita el esplendor, eso enigmático a nuestro alrededor. Un júbilo, como si fuera el himno nacional, va calando en lo profundo. Los ojos cobran unos colores, se dejan emocionar por las texturas, el frondoso paisaje, lo vivificante de contar con unas tierras llenas de agua, aunque pueden también peligrar y se andan agotando.
En fin, uno re-crea la vista, dicho de otro modo: baña su espíritu, lo ensalza, le otorga un placer sin igual. Sacamos pecho y decimos: somos privilegiados. De manera simultánea, nos damos golpes de pecho y el estar compungidos, indignados, con unas sensaciones de rareza, porque esa magia la estamos acabando. Ahora, si bien el daño existe, no es porque todos lo hallamos generado; la responsabilidad recae sobre aquellos saqueadores, los que codician los recursos naturales, las manos explotadoras de esos seres humanos envenenados con las ansias de capital, quienes van de la mano, asestando el deterioro de nuestra comarca, con el beneplácito del Estado. El mismo documental lo dice: hay leyes, pero no se cumplen, se ignoran. Se crean y no se hacen valer, o se cambian, para que sea pisoteado el territorio y aquellos criminales atenten contra todos. Bien lo enuncia el narrador: cuando algo del ecosistema se encuentra en peligro o se extingue, hemos perdido una parte de nosotros.
Una paradoja, de las muchas que vemos, es que el trabajo, juicioso, dedicado, de tiempo, paciencia, de utilizar la tecnología de punta, de enlazar un detalle con otro, con el objetivo de espectacularizarnos, de conmovernos, de poner nuestros sentidos en la disposición de majestuosidad, es conseguido, por Mike Slee
¿Tendría que haberlo realizado un nacional? Es una bobería, pero nos da un dato: los de fuera quizás tenga más sensibilidad por lo nuestro, que nosotros mismos. No hay lugar a dudas, que han hecho un material (oh, que extremismo, dicen de obligatoriedad para que todos lo vean) de mucha valía. Nos permite entrecruzarnos, re-conocernos, alegrarnos y enfadarnos por la dicha y la tragedia.
Me preocupa: un documental de mucha calidad y con una narrativa preciosista, exótica, que nos asesta golpes a la conciencia, se convierte en un comodín con el que puede promoverse más turismo, del mismo modo: atraer a los llamados “inversionistas extranjeros”, para que ocupen los espacios de tanta riqueza que nos son mostrados. Lo provocado es magnífico, como para darnos cuenta de dónde está el poder: en lo que hemos negado, en el espacio inexplorado. Y uno más, el ministro de Medio ambiente y desarrollo sostenible, pronunció una fatalidad, en una entrevista con el periodista Yamid Amat, al preguntársele por un territorio donde no han llegado los codiciosos: el parque de Chiribiquete. Aseguró: “Ahí no hay vida humana, salvo los indígenas, que se considera que, todavía, están allí, que nunca han salido de allí, pero allá no hay vida humana”, el señor ministro se llama Gabriel Vallejo. Ese lugar es el Parque Natural más grande del país en el Amazonas, con 27.000 kilómetros cuadrados.
Magia salvaje entonces cuenta con un arsenal de insinuaciones. Es tan digno lo hecho, refutable, en la medida que falta contar la historia del país, desde lo cultural, y no sólo como un hecho exótico, donde brillamos por lo nuevo, decorativo, lo inquietante. Es mágico el país, pero de igual manera terrorífico, porque sus bellezas se encuentran amenazadas.
Ficha técnica
Año, país, duración: 2015, Colombia, 90 minutos.
Director: Mike Slee
Producción: Éxito, Fundación Ecoplanet y Off the Fence.
Dirección de fotografía: Richard Kirby.
Narración: Julio Sánchez Cristo.
Música: David Campbell con la Orquesta Sinfónica de Colombia y música compuesta por Carlos Vives, Juanes Fonseca, Choc Quib Town, Walter Silva, Aterciopelados y Andrés Castro.
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* John Harold Giraldo Herrera es docente Universitario y Periodista. Estudiante del Doctorado Rud de Colombia en Educación, Universidad Tecnológica de Pereira. Uno de sus temas de interés es el estudio de Los pueblos originarios. Magíster en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira, 2011. Licenciado en Español y comunicación Audiovisual de la UTP, 2004. Con estudios de diplomado en Narrativas audiovisuales, Fundación Universitaria Área Andina, 2003. Democracia y formación ciudadana con énfasis en Derechos Humanos, paz y cultura de resolución pacífica de conflictos para el sector educativo. Universidad Católica Popular del Risaralda, 2004. Periodismo público, Escuela Superior de Administración Pública, 2008.
Correo-e: john.giraldo.herrera@gmail.com