LA LADRONA DE LIBROS: LA MUERTE Y LA PALABRA
Por John Harold Giraldo Herrera*
La muerte acecha y tiene palabra, es el narrador más omnipresente, el que da látigo y puede ser de juez, de analista. La muerte habla. Del holocausto nazi se han hecho cientos de películas, quizás miles y cada vez que sale una se nos dice y comunica que ese horror no puede volver a pasar, aunque ocurra en Colombia, en el Asia, o en África. El holocausto sigue vivo y no es en Alemania (pero ese es otro tema). Lo cierto es que contemplar la belleza en medio del horror, es algo que nos entrega el arte y la vida, cuando esta se manifiesta en contra de la ignominia, la desesperación y los proyectos exterminadores. La muerte nos lleva de su mano en la película y nos fabrica la vida de una niña, que será adolescente, que tendrá sueños y amores y desventuras, pero ninguna como la implacable plaga del fascismo. La niña va de la mano con la muerte y esta nos presenta su figura, su débil y esbelta figura.
Una película puede ser una pesadilla. Y ver la Ladrona de libros no es algo distinto. Un espejo por donde se ven las sombras de un fantasma hecho carne y hueso en la cruz esvástica y en el ideario de un movimiento aplastador. Ser otro es la afrenta, ser distinto de piel y de pensamiento es obtener el destierro. Existir en un ropaje incómodo, con ideas contrarias a lo establecido es la marca. La niña es adoptada por una familia, su madre no tuvo más opción y esa familia le entregará en medio de un barrio humilde la educación y los valores, como también la desdicha implacable de la zozobra. Estará ahí en un lugar, uno que será por obra y gracia puesto en la mira de los que quieren acabar con lo extraño.
Liesel -la niña- asume el mundo con palabras. Su padre adoptivo le entregó ese legado: un amor por las palabras y lo que mueven cada una de ellas. De manera que un modo de estar en el mundo (así este sea el del fascismo) es con el arsenal de palabras, con ellas se puede idear y crear. La película es la adaptación de un libro publicado en el 2005 y que fue acogido por los lectores, se convirtió en uno que se compartía y vendía muy fácil. La muerte es la protagonista, pero ella en medio de su justeza, decide ponerle vida a su destino, y nos entrega la historia de la niña y su familia adoptiva. La muerte nos dice: “Podría presentarme como es debido pero, la verdad, no es necesario. Pronto me conocerás bien, todo depende de una compleja combinación de variables. Por ahora baste con decir que, tarde o temprano, apareceré ante ti con la mayor cordialidad. Tomaré tu alma en mis manos, un color se posará sobre mi hombro y te llevaré conmigo con suma delicadeza”. Así, sin más, vendrá algún día a posarse en cada uno de nosotros. Vive la muerte al lado, se estaciona y va determinando con su mirada quién será el próximo, o quizás no decida son otros, acá, quienes le dan el júbilo y la desgracia de estar antes de lo pensado de frente con ella.
La muerte se narra como si tuviera delicadeza, pero se puso en la película en un contexto de abandono: la Alemania de la Segunda Guerra Mundial. El cine opera como un espejo retrovisor o como una luz del futuro. Cuando nos devuelve en el tiempo nos indica el camino que vivimos. Y cuando se adelanta nos enfrenta a coordenadas que quizá pisaremos. Al devolvernos en el tiempo, el cine ha hecho de todo por mostrar cómo fue el holocausto y ese horror tiene muchos rostros y casi todos nos dicen: esto fue lo que pasó por ingenuos y cautos. Al ponernos esa píldora de memoria, entonces sufrimos de letargos, de sentimentalismos y de una rabia que seguirá conteniéndose.
La ladrona de libros conmueve, como casi todas las películas sobre la barbarie. Abusa del hecho. Y más esta, por poner como narrador a la muerte, ese árbitro, ese despiadado ser, y sin ninguna prevención sabemos que de entrada estaremos ante la presencia de muchos cadáveres, de cientos de sufrimientos. Paso a paso, abismo tras abismo nos conduce con Leslie a ese no retorno. Para suavizar el asunto, nos vivifica con la ternura, con el encanto y la fábula de Leslie, la enamorada de historias, de libros, de palabras, aquella niña que se ilusiona al descubrir el mundo en libros, y se aterra cuando sale de ellas y pisa la realidad. Toda la película es de escalofríos, algunos picos de alegría, aunque predomina el desastre. No olvidar al ver la película que quien narra es la muerte.
Con su sinceridad aterradora, ver una película donde la muerte nos lleva es desafiante. Ella nos anuncia: “Sí, he visto muchísimas cosas en este mundo. Soy testigo de los peores desastres y trabajo para los peores villanos. Con todo, también tiene sus momentos. Existen diversas historias (como ya antes he apuntado, un puñado nada más) que me procuran distracción mientras trabajo, igual que los colores. Las recojo en los lugares más infortunados e inverosímiles y me aseguro de recordarlas mientras me dedico a mis quehaceres. La ladrona de libros es una de esas historias”. Y esa muerte nos lleva de su insensata mano, por los caminos del horror y de cierto modo le creemos por su aparente bondad. Por favor, recuerden, ella no robaba, tomaba prestadas las historias, no hablo de la muerte, sino de Liesel quien vive en la palabra.
Ficha técnica
Año, país, Duración | 2013, Estados Unidos, 131 minutos. |
Director | Brian Percival |
Guión | Michael Petroni (Historia: Markus Zusak |
Música | John Williams |
Fotografía | Florian Ballhaus |
Actores | Sophie Nélisse, Geoffrey Rush, Emily Watson, Nico Liersch, Ben Schnetzer, Sandra Nedeleff, Hildegard Schroedter, Gotthard Lange |
Productora | Coproducción EEUU-Alemania; Fox 2000 Pictures / Studio Babelsberg |
Género | Drama | II Guerra Mundial. Infancia. Años 30 |
Página web | https://www.thebookthief.com/ |
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* John Harold Giraldo Herrera es docente Universitario y Periodista. Estudiante del Doctorado Rud de Colombia en Educación, Universidad Tecnológica de Pereira. Uno de sus temas de interés es el estudio de Los pueblos originarios. Magíster en Literatura de la Universidad Tecnológica de Pereira, 2011. Licenciado en Español y comunicación Audiovisual de la UTP, 2004. Con estudios de diplomado en Narrativas audiovisuales, Fundación Universitaria Área Andina, 2003. Democracia y formación ciudadana con énfasis en Derechos Humanos, paz y cultura de resolución pacífica de conflictos para el sector educativo. Universidad Católica Popular del Risaralda, 2004. Periodismo público, Escuela Superior de Administración Pública, 2008.
Correo-e: john.giraldo.herrera@gmail.com