Literatura Cronopio

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EL JARDÍN DE LA REMINISCENCIA

Por Henry Pantoja Castellanos*

Se levantó con una melodía registrada en su mente sin consentimiento, se despertó escuchando dentro de sí, tocata y fuga de Johan Sebastian Bach.

Nomi es una mujer de veintitantos años, cabellos claros y una mirada bastante expresiva por lo grande de sus ojos y lo largo de sus pestañas, mirada que también se ve confundida y triste por lo brillante de sus esferas oculares. Nomi es blanca como la nieve que visita a Berlín, y de mejillas rojas como las rosas que crecen en Colombia y el Ecuador. Su padre la abandonó con tan sólo algunos meses de nacida, por ello vive con Amaranta, su madre… o eso aún cree.

Se encuentra sentada en el borde de su cama, con el pie derecho posado en el suelo y la pierna izquierda como comodín debajo de sus nalgas, pensando o recordando su infancia en las frías calles que solía caminar.

Nomi tiene once años ahora, va camino a casa con su madre. Cae nieve que disfruta ver mientras brinca de aquí para allá con total felicidad. Va de paso por el viejo mercado, mientras saluda a cuanta gente conoce. Nomi entra al túnel peatonal, debajo del puente de las luces, como acostumbran llamarlo irónicamente todos a causa de lo oscuro que es. Son tres segundos sin ver nada y al salir por el otro lado se encuentra con una calle que no esperaba ni conoce. Totalmente anonadada, pero impresionada, pasa sus manos frecuentemente por sus ojos para asegurarse que no es una ilusión o sueño lúcido; convencida de que no lo es, se dispone a ver un poco el lugar. Es muy distinto a su ciudad, es una mezcla de algo hermoso, pero con un aire tenso, pesado y misterioso. Un jardín donde por momentos circulaba neblina espesa. Alcanzó a reconocer algunas flores: un hermoso azul en un aciano, que recuerda porque fue lo más cercano a un diente de león que tuvo frente a sus ojos alguna vez; ve un hermoso alhelí, anémona, anturio, cala, clavel, girasol, entre muchas más.

Camina por el extenso jardín y no ve más que eso, hectáreas y hectáreas de vergel con una variedad infinita de flores, colores y olores. Pero el misterio sigue presente en el lugar, una ventisca fría toca el cuerpo de Nomi y provoca que sus músculos vibren: comienza a sentir miedo.

Trata de buscar una salida en alguna parte, sólo se ve una gran vastedad de flores que va desde donde está hasta donde sus ojos le permiten ver.

Recuerda que su madre la espera y allí dentro el tiempo parece pasar muy rápido.

—Mi madre debe estar desesperada buscándome —dice Nomi.

—No es así, ella aún te espera con paciencia —responde una potente y misteriosa voz.

Las rodillas le empiezan a temblar, está asustada y mira con impaciencia a todos lados; sus ojos se abren más de lo normal y se mueven tan rápido como si quisieran salirse de sus cuencas, mientras que su rostro adquiere una expresión de terror: no sabe de dónde vino la voz.

—¡¿Quién eres?! —grita Nomi, en tanto sigue girando su cabeza hacia todas partes, con desesperación, para ver otra cosa que no sean flores.

—Soy quien te trajo aquí, Nomi. Sé que tienes prisa y aunque el tiempo aquí parece correr muy rápido, en realidad está en reposo porque sabe que es eterno.

Esta vez la voz le pareció amigable, pero, aun así, tuvieron que pasar algunos minutos para que sus rodillas dejaran de temblar y su respiración volviera a la normalidad. Después, con más calma, volvió a preguntar:

—¿Quién eres?

—Soy una experiencia más en tu vida, Nomi; una experiencia bastante duradera.

Nomi no entendió, pues eso, en ese instante, no era importante. Ella quería salir de allí y ver a su madre. Corrió, con tranquilidad pues así creía que sería más provechosa la búsqueda, mientras se repetía que, si había una entrada, tendría que haber una salida. De pronto empieza a ver imágenes en todo el lugar, de ella, de su madre, de las calles que transita. No son de ahora, no recuerda que sean de antes, quizá sean del futuro, piensa con intranquilidad para tener sólo once años. Escucha música, no la reconoce, la pone en suspenso y piensa de nuevo que su madre ha de estar preocupada por ella.

Escucha sirenas de ambulancia, suenan autos que pitan sin cesar, llantas en el asfalto. Recuerda como si estuviese pasando en el mismo instante, pero no todo es claro, sabe que algo falta. Suspira y cuando se dispone a decir algo, la voz la calla diciendo:

—Ya pasó.

—Pero aún estoy asustada.

—Pero ya pasó.

Entonces en medio de tan grande belleza de las flores, decide descansar un poco y pensar la situación (Nomi a diario recuerda todos estos sucesos, pero nunca llega al final de ellos).

Quedando dormida entre tulipanes, hortensias y girasoles entra a un sueño, sí, un sueño dentro de sus recuerdos, o así lo ve Nomi.

Entre sueños repasa el lugar, repasa los sonidos, examina las palabras de la voz sin rostro que se presenta en el inmenso jardín; y como quien escucha un estruendo, se levanta con los ojos más abiertos que nunca y el corazón a fuertes galopes. «Ya pasó», dijo la voz, y ella sabe que no lo entendió como debía.

Nomi ya no quiere recordar, se levanta de su cama, sale de su habitación, recorre el pasillo del lugar que habita, cruza a la derecha y entra al baño, tan blanco como el resto del lugar. Lava su cara y cuando levanta el rostro y lo enfrenta al reflejo en el espejo… ve el rostro de su madre y se aturde, así cayendo a suelo como quien observa su vida fuera de sí mismo.

Abre sus ojos y un hombre de traje le dice:

—Amaranta, sé que fue otra vez lo mismo. Pero ya pasó.

Mientras tanto en la pared de la habitación de Amaranta, se puede leer un recorte de una noticia de hace más de una década que dice: «Accidente automovilístico, ocasionado por una mujer que trataba de colocar en su radio tocata y fuga de Johan Sebastian Bach, deja doce muertos, entre ellos dos ancianos y una niña de once años».

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* Henry Pantoja Castellanos (Barranquilla, Colombia). Actualmente es estudiante de Sociología en la Universidad del Atlántico. Técnico laboral en procesos industriales del ITSA. Ha colaborado como escritor en blogs literarios tales como «El blog de la tertulia literaria». Escribe principalmente cuentos, relatos, crónicas y poesía.

 

2 COMENTARIOS

  1. Impecable cuento, lleno de misterio y a lo sumo con un final totalmente impactante e impredecible. Felicidades su escritor y gracias a la revista por compartir buena literatura.

  2. Excelente historia y manejo de los contexto, la narración descriptiva te transporta a detalles esenciales de la historia y un frío pero inesperado final.

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