Literatura Cronopio

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EL OLOR DE LA LLOVIZNA Y OTROS POEMAS

Por Jhonny Jaramillo*

Me gusta el olor de la llovizna gruesa
La palpitación de sus gotas al caer
Extender este preciado momento con el cigarro
y el tinto humeante de vapor casero

En el aire, la lluvia torrencial pone en su lugar
a los hombres por hermosura, por frío en los bajos del 9

La espera morbosa es un derecho,
es cierto, que he aprendido a saborear
Como una infantil resistencia
ante las chácharas de concreto
que un pasillo angosto un metro embutido y una casa con balcón me deparan

Un lobo estepario que paladea sus tardes de lectura, café y nicotina
Me habita, y en mí confina una adamantina cercanía que me roe
Donde yo soy el círculo de la vida

Una palabra, una mirada, un gesto fotografiado
Me ayudan a resistir los días
O la imparable soledad de los hombres amontonados

Una palabra basta para deshojar la flor seca de mis labios
Una mirada es una obsesión eterna y contenida en cinco segundos
Esa puerta oscura de los sueños que contiene el rostro de un barbado.

2.

He visto la clara ausencia de tu rostro
Pómulos de guanábana
Estrella fría que en tus ojos pace
Pájaro de azul oscuro, callado, mecido en extrañas aguas turbulentas

¿Por qué callas?

Perdido, dormido o acosado por la terrible bulla del silencio
Soy la ignorada rotación de la tierra
Templo donde migra la presencia loca de tu sombra.

3.

Por esos sendos y anchos callejones del centro van las gentes de corazón perdido
No saben nada de los grises edificios ni del verde triste que la pálida luz de las seis depara
Ruidos y caras, lo ancho y la nada, todo me da igual porque soy un don nadie que en los hombres piensa y en su corazón agita las caricias añoradas.

¡Yo te saludo, hombre de la multitud!
Debe aguardar en lo más íntimo de tus ropas una ignota sensación por esa mano oscura
¡Y una noche que te ofrezca el quejido sutil, con el labio tendido, mordido, en la luz justa!

Mas habrán de repetirse los números que trazas en el calendario
Donde esperan por ti los trajes y las corbatas de rapé
Un día dirás: ‘Ruidos y caras, lo ancho y la nada, todo me da igual’
En tu rostro un espejo íntimo alarga el amor, el día, el frío, la soledad.

4.

Próximo a perderme en los días y en los horarios
El tiempo de oscuros mortíferos me asecha
Y yo lo recibo con un tinto en la mesa.

Dejo que el tiempo pase y todo en él muera
Un sábado, una hora (las 11)
Humeantes vapores azulados en diluidas flechas.

Nada que hacer contra la belleza
que leyendo un documento de páginas sueltas
con las piernas tendidas,
echando miradas perdidas
envuelta su delgada figura en sudadera
negros los aretes y un cigarro en la boca
nos da alimento de juventud y fiereza.

Un hombre de Siberianas barbas
mentido trovador de cosas deliciosamente raras
extiende la mano izquierda entre el frondoso arbusto
cual el hombre inclinado hacia la divina soberbia desde el pico de la montaña
él se regocija con los astros augustos.

Su mano se siente atraída por los misterios de la juvenil espalda
Dos mitades que engendran el heraldo de la sombra
antes que empaquen el sol y se digan adiós con melancolía

5.

Qué ropajes recogen estos muros y pasillos
las oscuras y febriles sensaciones
drenando en el fruto viscoso de las cabezas
la mirada definitiva poniéndoles a los íntimos recuerdos
el ramillete facial, el labio escondido.

El pájaro en sombra
O el laberinto de árboles que nos anuncian el final del día.

Alistamos entonces las posturas correctas
pues reconocemos el llamado del hogar donde esperan por nosotros
las cosas con que enfrentamos la muerte lenta.

6.

Gracias quiero dar al intrincado laberinto de la vida

Por el azaroso negocio gratuito de la red, que permite intercambiar el morboseo

Por un día en el bloque 2 de la UdeA, donde el sol muere y la piel se adormece en una esquina

Por el café, que todo lo contiene, la cafeína, la historia árabe y las muchas noches

Por la soledad que no se deja nombrar, y por la que todos los hombres preguntan

Por la nicotina, que acompaña acaso la vanidad de los artistas y la liberación de la mujer

Por la amistad, que es un infinito espejo de felicidad efímera

Por las primeras páginas de un libro que ya he perdido

Por el edificio del Espectador, la última cosa clara que mis ojos captaron en una travesía loca

Por las montañas y los climas fríos, en donde el alma se piensa y se enamora de las otras

Por el cuerpo, que no cesa de contraerse y reinventar las sensaciones

Por la conversación, esa euforia que nos legaron los moros abandonados por la historia

Por la melancolía de Kafka, que sabía reírse de las desgracias de sus personajes

Por la terrible contingencia de los días, donde desaparece el rostro del otro

Por las comisuras del rostro, materia celestial que nos deja sin palabras

Por las formas de las nalgas, que encauzan la razón en un laberinto de primitivas sensaciones

Por el trueno, que asusta a los animales y contra el que ninguna máquina puede conjurar maldición alguna

Por los que conocen la ciudad como su casa y se dejan enseñar por sus golpes y murmullos

Por las ondas y las partículas, que interpretamos como músicas o párrafos armoniosos

Por la intuición de que hay errores y verdades

Por lo vano, que inunda las circunstancias amorosas o laborales

Por esos lugares donde las estrellas producen una luz que guía entre el silencio y el miedo

Por las despedidas a las que no he asistido

Por los bostezos y la pereza, que añaden utilidad intrínseca a la vida

Por esas otras cosas que se me escapan y que un ciego del Universo ya conjuró con maestría…

7.

Hay una mirada en particular que quisiera resaltar
Es la mirada que pide permiso
Es la mirada lenta y prodigiosa que no cesa de perseguirme
sin abrirse demasiado con esa luz que pedimos de las cosas claras
y que aleja de sí la fútil ansia, por grosera y por vana

Fue, como la luna, la mirada que me invitó aquella tarde de Abril al amor,
simple y llano,
del color que prodiga la rosa sin poderlo ver ni saber que lo ha dado

Será, como el sueño, la turbia agitación del cuerpo
La mirada del recuerdo, viva en el sueño y el descanso
Arena de felicidad destejida, no es de nadie y todos la miran

Es la mirada, sombra de agua que deja sediento al que la mira
Misterioso aleteo inquieto de eternidad prometida
Es tu mirada, no me atrevo a nombrarla.

8.

Recordar es cosa extraña

El pensamiento mezcla formas y sombras

Y a veces, desde un lugar donde nos hallamos aturdidos de personas y sucesos

Damos con la forma más vivida, la chispa que nos hace sonreír mientras el otro sonríe.

9.

Hay algo aterrador en pronunciar un nombre

El nombre conjura, anuncia un místico de Academia, todos los días que han de ser a tu lado

El golpe que produce el olor del café a la hora del desayuno y el sangrado en la mirada cuando me quedo mirando

O el cosquilleo que me produce el tacto de tus manos: olor a flores silvestres que pican mientras van enamorando

No digo las cosas que diré en alguna tarde

No me dispongo a apapacharte en la madrugada en tu libre espalda que se pierde, como en un inocente juego, entre las sábanas

Dejo que los elementos ordenen en su mágica agonía la vida tuya, la vida mía, la vida nuestra

Para decir luego algo incómodo o inútil venido a menos como la declaración del amor o el reconocimiento de la confianza

Y tú te las arreglas para conjurar en tu nombre todas esas cosas y el silencio

Tú muestras que no hay mayor estupidez que hablar de lo que somos

Y extiendes manojos de sonrisas y brillos verdes en tus ojos

Yo hablo de términos y magias parciales, trato de ordenar —en vano— el ritmo de la felicidad

Y me quedo tendido en esta cama, sabes, tratando de agarrar esta nueva vida

Recuerda que lloraste y hacía frío y llovía

No podías creer que la pared blanca de tu cuarto sirviera también para recibir nuestro abrazo

Y llorabas como un niño desconcertado, porque había felicidad y un definitivo descanso

Supe desde entonces que serías, y que habría olores y colores tras el beso que me dabas

Te amo, me dirías, pues ya nunca volveríamos a la torpeza de nombrar las cosas que se aman

10.

Tiembla en el penoso recorrido del minuto

El certero golpe, incolora lumbre de infancia muerta, el derrumbe de un Imperio personal

Y en el esperado destierro anunciado en los días, ya agitados, la hora de vagar meditabundo

viejo, solo, cansado, como un punto equidistante de toda céntrica fuerza: amor, locura, religión, o dulces tardes de descanso donde la última sombra del sol nos saluda y nos recoge, como en un solo y perfecto bosque, en su bestial y natural manto

Tiembla el ocaso y cede el agitado latido de la segura andanza juvenil

El paisaje queda para otros como las agitadas olas que en la circundante y terráquea bola, retornan al punto inicial

Los tesoros de Oriente circulan y se pierden: el rostro vaga, mira, besa, circula, se pierde

Sólo quedan las sombras que no se hablan

Sólo queda el trabajoso movimiento de las cosas y el espacio

O del solo y amurallado tiempo

En el fondo una sonrisa destejiendo: música de los últimos días

humo que se pierde una palabra en la página incierta tras el siguiente momento

11.

Adoro en ti la rutina cansada de los días

El viejo golpe de horario en la madrugada y la tenue luz de la ciudad que muere y nos ordena dormir sin quitarnos el pantalón

y compartir el sudor acumulado y el calor de la piel que ya no funciona sin el laberíntico contacto de las noches a tu lado.

Decía yo que adoro todas esas cosas que puedo recordar

y que comparto contigo en esta vida de modernos y ciudad

Por todo lo que está al asecho de tomarnos por sorpresa en este desierto incierto donde acierto el pulso de tu sexo

Tiempo que no cuadra en el piso once de tu edificio

ni en el reloj del metro que azarosamente dicta mi cotidiano vaivén esquizofrénico de universidad

Antes que lleguen por nosotros esas magias parciales que en vano persiguen estas líneas y tus ojos con silencio y plenitud me muestran.

12.

He leído un poco de Cervantes y un poco de Quevedo

la mirada es un prodigio y el olor de las páginas un terror secreto

y tan preso he quedado de las tardes pasando la lengua entre los dedos como de los ventanales donde el frío se hace muerte lenta

y al recostarme ligeramente, esperando la muerte de la tarde,

yo espero por tu sombra por tu sal de todos los días y tu virginal silencio.
Algo leo de estos versos tan extraños, tan ligeros

Qué viriles las manos que los escribieron

Un poco me los imagino con la mano izquierda sosteniendo la merienda de pan y vino fresco

Con la esotra mano derecha y, entre los labios silbando un romance medieval de antaño, la pluma gallarda del hombre grave, enamorado, loco, un tanto manco, un tanto recto.

Ah, pierna lisonjera de muchacho bueno, pierna ardiente
mientras yo la pienso
con la mirada mentida de café y tiempo, haciendo la cama,
esperando la calma espera,
¡y el escapulario entre los sudorosos y piadosos dedos
contando con que llegue a sus brazos la caricia religiosa, lenta!

__________

* Jhonny Jaramillo. Estudiante en curso del Pregrado de Pedagogía de la Universidad de Antioquia. Sus investigaciones se centran en las implicaciones del razonamiento analítico iniciado por la tradición analítica de la Filosofía, y que, a grandes rasgos, mantiene similitudes estructurales con el Pragmatismo filosófico Estadounidense y con la Filosofía de la Ciencia iniciada por el programa estructuralista al que pertenece Ulises Moulines, entre otros. Implicaciones que une a los debates informes sobre la cultura, la política y otras disciplinas alternativas a las consideradas como más fuertes.

 

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