«EL TAYTA»

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El tayta

Por Carmen Elisa Benavides*

«…los muros aislantes y opresores
no apagan la luz de la razón humana
y mucho menos si ella ha tendido
siglos de ejercicio; ni apagan, por tanto,
las fuentes del amor de donde brota el arte».

De José María Arguedas Altamirano —hombre blanco, de ojos claros, pelo castaño y ondulado, pulcro en el vestir, amante de la música clásica, alabado por unos y criticado por otros— se dice que su genotipo corresponde al tronco familiar de una criada llamada Juanita Tejada, a quien se lo arrebatan; razón por la cual Juanita enloquece.

José María Arguedas Altamirano nace en Andahuaylas el 18 de enero de 1911. Su madre, una burguesa hija de hacendados. Su padre, impartía justicia en zonas rurales y urbano–marginales, alcohólico e inestable emocional. A los tres años de edad, José María pierde a su madre Victoria Altamirano Navarro, y su padre Víctor Manuel Arguedas lo envía a vivir con la abuela materna. Cuando José María tiene seis años, su padre contrae nupcias con Grimanesa Arangoitia, una viuda con tres hijos. Con esta mujer, dueña de la mitad de un pueblo, lo deja su padre. Su madrastra y su hermanastro Pablo no lo quieren, lo maltratan física y psicológicamente; finalmente lo envían a vivir con la servidumbre indígena, a quienes Grimanesa y Pablo tratan con desprecio. Es la servidumbre quien lo cría y le brinda el afecto que necesita.

La vida itinerante de su padre lo obliga a estudiar en diferentes instituciones, experiencias que plasma años después en sus obras «Warma kuyay», «Los Escoleros» y «El Barranco», cuento donde narra el impacto que causa en el alma del niño de ocho años —que proviene de una tierra donde sus habitantes cantan, bailan, siembran la tierra, saludan a sus dioses y viven en una constante armonía con la naturaleza— la visita a la ciudad de Lima, donde ve el maltrato que los limeños dan a los animales. A los doce años su padre lo interna en el colegio Miguel Grau de la ciudad de Abancay para estudiar quinto y sexto año de primaria. Las vivencias de su estancia en el Miguel Grau quedan reflejadas en su obra «Los ríos profundos» —la crítica la considera su máxima obra— con la que gana en Perú, el Premio Nacional de Fomento a la Cultura «Ricardo Palma» y es finalista en Estados Unidos del premio «William Faulkner». En «Los ríos profundos», como en toda su obra, la música está íntimamente unida a la palabra, es una forma de comunicación entre el sujeto y el mundo.

«La calle era lúcida, no rígida. Si no hubiera sido tan angosta, las piedras rectas se habrían, quizá, desdibujado. Así estaban cerca; no bullían, no hablaban, no tenían la energía de las que jugaban en el muro del palacio de Inca Roca; era el muro quien imponía silencio; y si alguien hubiera cantado con hermosa voz, allí, las piedras habrían repetido con tono perfecto, idéntico, la música» («Los ríos profundos, 1958).

«Yo sabía que la voz de la campana llegaba a cinco leguas de distancia. Creí que estallaría en la plaza. Pero surgía lentamente, a intervalos suficientes; y el canto se acrecentaba, atravesaba los elementos; y todo se convertía en esa música cuzqueña, que abría las puertas de la memoria» («Los Ríos Profundos», 1958).

Al cumplir quince años, empieza los estudios secundarios en el colegio San Luis Gonzaga, en la desierta costa peruana de Ica. Dos años después comienza de nuevo la trashumancia con su padre por la sierra. En Huancayo, en el colegio Santa Isabel cursa el tercero de bachillerato. En este establecimiento se inicia como escritor, creando la revista estudiantil «Antorcha». Estudia en Lima sus dos últimos años de secundaria en el colegio de Nuestra Señora de la Merced. A los veinte y cinco años termina la Licenciatura en Letras en la Universidad de San Marcos.

Su espíritu rebelde lo lleva a los veintiséis años a participar en protestas antifascistas y es apresado y encarcelado durante un año en la prisión limeña El Sexto, donde recopila el folclor de su tierra en «Canto Kechwa». De su permanencia en la cárcel escribe su novela titulada «El Sexto». En esta obra, el personaje principal posee tal sensibilidad que percibe vida y emociones en los objetos y elementos de la naturaleza.

«Unos segundos después se levantó un coro de hombres que cantaban, compitiendo, ambos himnos. Ya podíamos ver las bocas de las celdas y la figura de los puentes. El Sexto, con su tétrico cuerpo estremeciéndose, cantaba, parecía moverse» («El Sexto», 1961).

«En los inviernos de Lima el crepúsculo con sol es muy raro. Los inviernos son nublados y fúnebres, y cuando repentinamente se abre el cielo, al atardecer, algo queda de la triste humedad en la luz del crepúsculo. El sol aparece inmenso, sin fuerzas; se le puede contemplar de frente, y quizá por eso su resplandor llega tan profundamente a los seres anhelantes. Nosotros podíamos verlo desde lo alto del tercer piso del Sexto; lo veíamos hundirse junto a las rocas de la isla que ennegrecía. Es un sol cuya triste sangre dominaba a la luz y despertaba sospechas irracionales; yo lo encontraba semejante al rostro del japonés que se arrastraba sonriendo por los rincones de la prisión» («El Sexto», 1961).

Su cuento «La muerte de los Arango» ocupa el primer puesto en el Concurso Latinoamericano de Cuento, organizado en México. Tres años después, «La evolución de las comunidades indígenas» —su tesis de doctorado en Antropología— obtiene en Perú el Premio Nacional Fomento a la Cultura «Javier Prado».

La novela «Todas las sangres», su obra más ambiciosa, retrata la vida peruana a través de dos ideas: el peligro de la penetración imperialista por intermedio de las grandes transnacionales y la modernización del mundo indígena. En sus páginas vemos cómo la relación entre el mundo y el sujeto que lo percibe hace referencia a elementos de la naturaleza.

«El joven regidor tenía como un manantial iluminado en sus ojos; allí se reflejaba el cielo purificado por el sol del crepúsculo que transfigura las cosas, especialmente al ser humano que camina recibiendo con preferencia la luz de todas las cosas minúsculas o excesivamente grandes que el crepúsculo hace resaltar en la tierra» («Todas las Sangres», 1964).

«—Él debe aplicar la misma regla. Y a su cuenta habría que agregar que estas montañas lo ayudarán. ¡Fermín, Fermín, ten cuidado! En ese cholo hay algo extraño. Lo siento; es como el aire de estas quebradas profundas; como ese canto de pájaros que oí en los bosques de tu hermano, frente al abismo negro de la hacienda. El canto débil se imponía sobre el rio, Fermín» («Todas las Sangres», 1964).

La obra «Todas las sangres», criticada —por ser una versión distorsionada de la realidad— en una mesa redonda el 23 de junio de 1965, a la que Arguedas y otros intelectuales son invitados, marca al escritor de manera tan profunda que escribe en su diario: «Si no es un testimonio, entonces yo he vivido por gusto, he vivido en vano o no he vivido».

En 1966 comienza a escribir la novela «El zorro de Arriba y el Zorro de abajo», en la que intercala escritos sobre los tormentos que lo agobian. Esta novela no culminada fue publicada en 1971.

«Soy cobarde para el dolor físico y seguramente para sentir la muerte. Las píldoras —que me dijeron que mataban con toda seguridad— producen una muerte macanuda, cuando matan. Y si no, causan lo que yo tengo, en gentes como yo, una pegazón de la muerte en un cuerpo aún fornido. Y ésta es una sensación indescriptible: se pelean en uno, sensualmente, poéticamente, el anhelo de vivir y el de morir. Porque quien está como yo, mejor es que muera» («El zorro de arriba y el zorro de abajo», 1968).

Las crisis depresivas, la lucha contra el insomnio, y la confrontación con ese Perú de constantes cambios sociales y económicos fue demasiado para el escritor, antropólogo y etnólogo. El viernes 28 de noviembre de 1969 decide pegarse un tiro en la sien. La bala, reacia a satisfacer el deseo de aquel que quiso reivindicar la cultura quechua y que alguna vez dijo: «Conozco el Perú a través de la vida», lo deja cuatro días en agonía. Muere el martes 2 de diciembre a los cincuenta y ocho años.

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* Carmen Elisa Benavides Morales nació en Cali. Estudió Contaduría en la Universidad Santiago de Cali. Participó en dos talleres de Escritura Creativa en el Metropolitan Community College de la ciudad de Omaha (NE) (uno de ensayo y otro de cuento y crónica). Algunos de sus escritos han sido publicados en: «Historias sin límites» de Editorial Mini Libros de Sonora (2023), Revista Cronopio (2023), Antología de Ediciones El Silencio «El Valle Relata, 34 mujeres» (2023), Antología «Soles y Lunas» (2020, 2019), «Micro fantasías III» (2018), «Pluma, tinta y papel VII» (2018), «V Antología de relatos eróticos» (2017), «Sensaciones y Sentidos IV» (2017), «Que todo el mundo te cante» (2016), «Para antes del olvido» (2015). Ganó una mención de honor en el concurso Historias en Yo Mayor con el cuento «Dos Amigos» (2015). Publicó un libro titulado «A dream made of words» (2007).

2 COMENTARIOS

  1. En toda su obra esta la esencia de las vivencias del escritor, en unas más que en otras. Magnífica, profunda tremenda mente humanos son los comentarios de la persona que los escribe. Felicitaciones

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