EN AGOSTO NOS VEMOS O EL MILAGRO DE LA INFIDELIDAD HEREDADA

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en agosto nos vemos

Por Antonio Arenas Berrío*

Para Gustavo Arango,
quien verdaderamente elogió
y descubrió la novela para que fuera editada.

«En agosto nos vemos» es una «novela corta», interesante, bella en sus relieves narrativos. Tiene como personaje principal a «una mujer madura», Ana Magdalena Bach, quien entiende que la auténtica vida, al fin descubierta en los viajes y esclarecida, es la genuina existencia. Por lo tanto, lo realmente vivido está en la satisfacción de sus deseos sexuales como mujer. «Se carece de oídos para escuchar aquello a lo que no se tiene acceso desde la vivencia».

Gabriel García Marquez, como novelista y cuentista no necesita presentación alguna, él es en el decir de algunos críticos, un genio de la literatura y en especial de aquello que se llamó realismo mágico. «El realismo mágico es un género literario que se basa en la realidad. Pero en el que las cosas milagrosas y mágicas pueden suceder en cualquier momento». ¿Hay magia en la transformación de la mujer? ¿Un milagro sexual?

Ahora bien, novelas cortas como: La Hojarasca, La Mala hora, El coronel no tiene quien le escriba, Del amor y otros Demonios, Crónica de una muerte anunciada y En agosto nos vemos, dan prueba de su habilidad en el momento de contar historias. Temas como el amor, la muerte y la vida, cruzan sus ficciones, y en especial la vida de sus personajes, desatando una ola de asombro y magia que atrapa al lector. Los recuerdos de lo vivido, lo leído y observado son elementos básicos de esta nueva ficción. Para García Márquez, la memoria, la experiencia y la imaginación, son materiales clave en su escritura.

Esta novela corta, no va más allá de 122 páginas, 6 capítulos, un prólogo superfluo de sus hijos Rodrigo y Gonzalo García Barcha, para justificar su edición; siendo publicada la novela casi a los diez años de muerto su autor. El preámbulo dice que el tema de la novela es el amor. «El amor, posiblemente el tema principal de toda su obra». También dice el prólogo que Gabriel García Márquez decía: «Este libro no sirve, hay que destruirlo». Se habla también de la memoria y el desvanecimiento de sus facultades mentales y creativas, que no le permitieron terminar su novela a pesar de que iba por su quinta revisión.

Hay también al final 12 páginas del editor Cristóbal Pera, para volver a justificar la edición de hoy y aclarar que la obra se conocía desde el 18 de marzo de 1999. Han pasado 25 años y la novela estaba póstuma e inédita. Ya en el mayo 2003, se avizoraba la ficción y un cuento titulado «La noche del eclipse», en la revista Cambio y el periódico el país de España. Asumimos también cuatro páginas del original, facsimilares donde se observa la revisión de la versión # 5, las correcciones del autor y la labor de la secretaria. Se puede decir que, la novela corta había sido depurada de ripios y el escritor no estaba satisfecho con su última versión.

En las notas del editor se señala que la ficción hablaba de: «Una mujer casada que visita una isla en la que está enterrada su madre y donde encuentra el amor de su vida», pero en realidad encuentra un amante en cada visita. La novela corta resalta el personaje femenino, la literatura que lee, y la música que escucha. El Bolero y Claro de luna, hablan del amor, melodía concebida por Debussy a través del poema de Paul Verlaine, dedicada también por Beethoven a una de sus alumnas, de quien estaba intensamente enamorado. Dicha composición musical conmueve profundamente a Ana Magdalena Bach, y le hace vibrar todo su cuerpo:

Vuestra alma es un exquisito paisaje,
Que encantan máscaras y bergamascos.
Tocando el laúd y danzando y casi
Tristes bajo sus fantásticos disfraces.

Siempre cantando en el tono menor,
El amor triunfal y la vida oportuna
Parecen no creer en su felicidad
Y sus canciones se unen al claro de la luna.

Al tranquilo claro de luna triste y bello.
Que hacen sonar los pájaros en los árboles
Y sollozar extáticos a los surtidores,
Surtidores esbeltos entre los blancos mármoles.

La música es la fórmula que más usaba Ana Magdalena Bach para proponerse una conquista cada año. Empero En agosto nos vemos es una novela de personaje; además ella es una mujer que se casa impoluta y sin conocer pretendientes. Con dos hijos, su esposo la ama y ella lo ama. Por eso creemos que en esta ficción se reivindica a la mujer, su libertad, su dignidad y el deseo femenino a pesar de sus apetitos sexuales.

Hay un deseo femenino de buscar la alegría cada año en una relación sexual en el mes de agosto; esto lo suponemos porque «agosto era el mes de los calores y los aguaceros locos, pero ella lo entendió como una más de las penitencias que debía cumplir sin falta y siempre sola». Tener una infidelidad periódica, en la búsqueda de un «amante ideal».

En la novela la presentación del personaje femenino es transcendental. Una mujer bella y madura que va evolucionando de los 46 a los 50 años. Se entrevé guapa, alta, de cabello indio y largo, ojos topacio (mejor, dorados), una dentadura perfecta, piel melaza, senos redondos, en imaginación de un cuerpo esplendoroso, «una madre otoñal», con una piel natural, sin rasgos de cosméticos y solo algunas arrugas en el cuello producto de los años que van pasando.

Ana Magdalena Bach, una mujer culta, buena lectora y conocedora de la música y la literatura. «Se casó sin terminar la carrera de artes y letras, todavía virgen y sin novios anteriores». Es hija de una maestra de escuela y un maestro de piano, director del conservatorio provincial, tiene un esposo que también es músico, viene de una familia de músicos, su hija tiene dieciocho años y su hijo de veintiuno es el primer chelo en la orquesta sinfónica nacional.

Una mujer instruida, de carácter, temple y de buena familia. El lector no dejará de asombrarse ante la decisiva paridad sexual entre una mujer y un hombre que propone esta ficción corta. En la civilización actual de la era digital y de la información, se supone que una mujer casada no gozará de una gran libertad sexual, frecuentando una isla y unos viajes emulando socialmente al hombre.

Lo sexual es concebido por el escritor de esta ficción como una necesidad natural que se satisface libremente. Este es un legado extraordinario y se ha tornado problemático para la sociedad del presente; y más si se trata de una mujer y de «la desgracia de ser mujer en un mundo de hombres». «La sexualidad es un aspecto central del ser humano, está presente a lo largo de la vida y abarca el sexo, las identidades y los papeles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción».

Ana Magdalena Bach, como personaje de ficción representa un espectáculo de goce libre y un espejo de iluminación de los deseos humanos. La pasión ardiente de eros, la carnalidad moderada, brinda una síntesis de la vida amorosa de una mujer culta, delicada y equilibrada que encuentra en los viajes y el erotismo uno de los soportes más importantes para su vida. Recordemos que el siglo XXI personifica el tiempo de las mujeres, pero no la igualdad de derechos y la liberalidad sexual. La sexualidad tiene que ver con las «conductas, deseos y actitudes de una persona relacionados con el sexo y la intimidad física con otros».

La novela de Gabriel García Marquez, narra la duplicación y la historia de un amor desventurado, tiene como telón de fondo una reflexión sobre la infidelidad de una mujer mayor, casada con un hombre que ama. Tiene una hija y un hijo y es de familia de artistas.

Ana Magdalena Bach, cuando empieza a viajar a la isla, tiene cuarenta y seis años, se siente viva, bella y aparenta resistencia al paso del tiempo que ha de deteriorar su cuerpo y su alma. Ella siente un deseo femenino insatisfecho y apetece hacer uso de los placeres libertinos cada año en los calurosos meses de agosto, mes del incremento de las temperaturas y que marca de la mitad del verano.

Ana Magdalena sabe que el amor se ha hecho distinto, y una cana al aire cada año no hace daño. La novela tiene como lugar, mejor como escenario una isla en el caribe, donde confluyen las playas, el turismo y la pobreza. La población local hace parte del cuadro del lugar: «Un pueblo indigente, con casas de bahareque, techos de palma amarga y calles de arena ardiente frente a un mar en llamas». Un hotel viejo y menguado, una laguna interior poblada de garzas azules, pescadores negros con brazos mutilados y una aldea miserable.

Este es esencialmente el relato de una mujer, creemos que es bella y definida como una madre resplandeciente. Una mujer perspicaz. Sabemos por la novela que era hija de una maestra célebre, su padre un maestro de piano y director del conservatorio, tiene un hijo músico y una hija, Micaela, que después de saborear los goces paganos y que su madre le grite «puta», anhela ser Monja.

«Ana Magdalena Bach, se casa virgen y sin prometidos con un hombre que la amaba. Se llamaba Doménico Amaris, un hombre de cincuenta y cuatro años, bien educado, guapo, fino, y director del Conservatorio Provincial desde hacía más de veinte años […] Campeón universitario de todo: canto, natación, oratoria, tenis de mesa, […] ajedrecista. […] Y Ana Magdalena se había adaptado a él, y se conocieron tanto a fondo que terminaron por parecer uno solo».

Un hombre seductor y con una coquetería devastadora con sus alumnas de música. Para Ana Magdalena Bach el matrimonio, el amor y el erotismo no le eran inexplorados.

¿Qué ha pasado para que ella, mujer casada, refinada y culta decida ser infiel a su marido? ¿Qué ha pasado en la novela para que Ana decida tener amantes? Algo ha pasado ¿Pero qué es exactamente si su felicidad reside en el placer?

Hay que acceder al goce, a pesar del paso del tiempo; mejor, del paso de los años. Una pretensión erótica repetida en el mes de agosto, la extensión de dos cuerpos, el de una mujer y un hombre. La repetición del placer carnal. Los viajes a la isla están asociados a la infidelidad. ¿Un lector de la ficción no se preguntará por qué Ana Magdalena no es fiel?

¿Cuál es el secreto que la hace reaccionar de esa manera para decidirse a tener varios amantes? Podemos decir En agosto nos vemos, como novela corta, está relacionada fundamentalmente con un secreto, con un objeto del secreto que hay que descubrir. Es la forma del secreto que permanece inaccesible, además parece inadmisible que su hija Micaela se quiera convertir en monja, después de muchos trasnochos y varios amantes.

Una infidelidad heredada. Hay posturas sexuales del cuerpo de la hija, la madre, la abuela, y del espíritu que son capas que develan el secreto en los viajes a la isla. Tanto Micaela como Ana Magdalena Bach y la abuela Micaela, están hechas de líneas de vida, es la existencia la que fluye y les da líneas de fuga hacia el goce y la promiscuidad sexual. En el matrimonio la vida se puede volver asfixiante, en las noches el cuerpo de una mujer en el calor se puede volver libertino. En la muerte de la madre de Ana Magdalena Bach la vida ya no está sino trasfigurada.

Sea lo que fuere, esta novela corta nos cuenta la historia de una mujer que comienza a explorar su sexualidad y rivalizar con las incongruencias de la infidelidad. Para Ana Magdalena Bach, la pasión se ha hecho desigual, una cana al año la hará rejuvenecer, sin el amor carnal no es posible la existencia. La ficción pone en jaque la fidelidad, se cuestiona toda forma de lealtad, en la ficción hay libertad absoluta de la mujer, una libre elección, incluso de la hija que desea ser monja, en contravía de su madre que no lo puede creer. Paradójicamente la madre muerta de Ana Magdalena Bach le está señalando una regresión y una repetición.

El secreto consiste en que Micaela, Madre y abuela, había tenido también un amante en la isla y por eso quiso ser enterrada allí. Ana Magdalena Bach, en sus reflexiones y visitas al cementerio y ante unas flores muertas descubre el misterio: «Sólo entonces vislumbró el misterio de las tres y hasta cuatro visitas que su madre hacia a la isla cada año y su determinación de que allí la enterraran cuando se dio cuenta de que se estaba muriendo de una mala enfermedad en tierra ajena. Sólo entonces vislumbró la hija los viajes que había hecho la madre en los seis años anteriores a su muerte con la misma pasión que ella hacia los suyos. Consideraba que aquella razón de su madre podría ser la misma suya, y se sorprendió de la analogía. No se sintió triste sino animada por la revelación de que el milagro de la vida era haber continuado la de su madre muerta».

Vale la pena leer esta novela corta, no como una apuesta al feminismo, sino como una reflexión sobre la igualdad de derechos sexuales de la mujer. Ella elige libremente hacer uso de sus placeres relajados. Un lector no se dejará perturbar con la anécdota del billete de veinte dólares que le dejó su primer amante y que devela la idea de los hombres cuando es la mujer la que toma la iniciativa.

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* Antonio Arenas Berrío. Narrador y ensayista colombiano. Autor, entre otros, del libro Esa gente del barrio. Correo-e: antonioarebe1@hotmail.com

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